21 Oct. 2011

El “chau a la barra” del Pepe Mujica y algunas señales de establecimiento de autoridad presidencial

Oscar A. Bottinelli – Diálogo con Fernando Vilar

Radiocero y Radio Monte Carlo

José Mujica renunció al liderazgo del Movimiento de Participación Popular, cuando dijo “chau a la barra”[...] Conviene aclarar: el presidente fue dando en estos casi veinte meses de gobierno señales que se vieron como de un hombre contradictorio y hasta débil.[...] Pero empieza a asomar en forma consistente que el presidente está estableciendo con fuerza su autoridad.

OAB: Hay un hecho político muy trascendente que pasó bastante indavertido. Tan inadvertido como que tampoco ha sido comprendido cabalmente por propios y extraños. Fue cuando José Mujica renunció al liderazgo del Movimiento de Participación Popular, cuando dijo “chau a la barra”, el adiós a la barra con la que había convivido casi toda su vida política, desde los lejanos tiempos del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Allí dijo que dejaba de ser no solo el líder del sector, sino dejaba de ser un hombre de sector, para transformarse dentro del Frente Amplio en lo que se denomina un hombre superpartes, por encima o al margen de todas las partes.

FV: ¿Tú dices que no fue comprendido por propios y extraños?

OAB: Exactamente. Casi todos lo tomaron como un gesto de cortesía o como una mera formalidad. La gente del MPP no sintió que “El Pepe” dejaba de ser uno de los suyos, ni sintió que estaba al margen de los sectores la gente de otras tiendas frenteamplistas, particularmente de los más lejanos, como el astorismo o el grueso de los socialistas. A decir verdad, tampoco fue muy tenido en cuenta ni por analistas ni por periodistas ni tampoco por políticos de otros partidos

FV: ¿Entonces?

OAB: Entonces por eso sorprendió la forma en que se movió Mujica en las sustituciones en ASSE, en la Administración de los Servicios de Salud del Estado, o como llama la gente, en “Salud Pública”, dado que los hospitales y policlínicas es lo que la gente identifica con “Salud Pública”.

FV: ¿Qué fue lo que pasó exactamente en ASSE? ¿Qué es a lo que te refieres? ¿Los cambios de autoridades?

OAB: Esencialmente lo que pasó -analizado desde un ángulo político o politológico- fue que el presidente impuso la remoción de tres figuras pertenecientes al Movimiento de Participación Popular: el presidente de ASSE Mario Córdoba, al que había tildado de “poeta de la medicina”; al gerente general Enrique Buccino y al gerente administrativo César González. Tres personas fuertemente vinculadas a la estructura del MPP, al aparato del MPP.

Lo que se conoce poco, es que la persona de más peso en la actualidad en el Movimiento de Participación Popular, la persona que tiene el mayor poder de conducción, la que tiene en sus manos las riendas del aparato, es Lucía Topolansky. Ella es institucionalmente la primera senadora, la sustituta de Danilo Astori como presidente de la Asamblea General y de la Cámara de Senadores y la segunda sustituta en la Presidencia de la República. La presidencia de la Asamblea General la ejerce periódicamente, lo ha hecho esta semana, y hace poco también ocupó brevemente la Presidencia de la República.

FV: Pero Lucía Topolansky es la esposa de Mujic

OAB: Sí. No transformemos esto en un programa de la farándula porteña. No es que haya un problema de pareja. Sino que políticamente son dos figuras distintas y fuertes, cada una de las cuales cumple un papel diferente, tiene perspectivas distintas y ejerce parcelas de poder diferentes.

En otras palabras, lo que demostró la crisis de ASSE -que tanto removió dentro del MPP- es que un dirigente puede tener la protección de Lucía Topolansky, puede tener la protección institucional del Movimiento de Participación Popular, pero eso no quiere decir que automáticamente tenga el apoyo del presidente de la República. Para decirlo con mayor precisión, no quiere decir que tenga el apoyo de Mujica, ni automática ni manualmente.

FV: Así que señalas este episodio de ASSE como el claro desmarque de Mujica en relación al MPP

OAB: Digamos que el momento en que el “chau a la barra” se materializa en actos de fuerte impacto.

Y también es un episodio importante en el establecimiento de la autoridad presidencial.

Conviene aclarar: el presidente fue dando en estos casi veinte meses de gobierno señales que se vieron como de un hombre contradictorio y hasta débil. Como se sabe, es muy difícil distinguir cuando una persona es tolerante de cuando es débil, así como es difícil distinguir cuando es fuerte de cuando es intolerante. También muchas veces es difícil distinguir cuando se es paciente de cuando se es indeciso.

Como en el análisis político no interesa analizar la estructura de personalidad sino los hechos, lo importante es que cuando las cosas llegaron a determinado límite, dejó de ser paciente, o de ser tolerante, o de esperar hasta el cansancio, y resolvió actuar e imponer su autoridad.

FV: ¿Es la primera vez que lo hace?

OAB: Digamos que en hechos de gran relevancia lo primero fue con el recambio ministerial, cuando hizo el enroque de Olesker de Salud Pública a Desarrollo Social, removió a Ana Vignoli en Desarrollo Social y promovió a ministro al entonces viceministro Jorge Venegas en Salud Pública. Luego vino el otro recambio con el otro enroque de Luis Porto desde la Corporación Nacional para el Desarrollo al Ministerio de Economía, el pase de Pedro Buonomo desde Economía al staff presidencial, de asesoramiento presidencial, y la designación de una figura del MPP al frente de la Corporación. Lo de ASSE es lo más fuerte hecho hasta ahora. Pero si miramos para atrás, vemos que en pocas semanas el presidente va en una línea creciente de afirmación de la autoridad presidencial. Comenzó una línea que todo indica no se detiene acá.

FV: Y si no se detiene ¿cómo sigue?

OAB: Sigue con la amenaza que envió desde Alemania a las autoridades de la educación pública general.

Conviene precisar algunos términos. En este análisis cuando hablamos de educación pública general nos referimos a la educación no universitaria, es decir, a la educación primaria, secundaria y técnica no terciaria, es decir, UTU. Y cuando hablamos de educación general, sin precisar que es pública, nos referimos a la educación general pública y privada, pero siempre la no universitaria ni terciaria.

Lo primero es que hay un diagnóstico generalizado de que la educación general en Uruguay no está bien, pero en particular que la educación pública general está mal, francamente mal y en permanente caída. No es la visión que tienen los docentes, no es la visión de los y trabajadores no docentes de la enseñanza, o más exactamente los dirigentes sindicales de la enseñanza, y no es la visión de todos los dirigentes políticos de izquierda. Pero es una visión dominante en la dirigencia de izquierda, en la mayoría de la dirigencia de izquierda, una visión de blancos y colorados, y una visión dominante en la sociedad, entre la gente. Esto es lo primero

FV: ¿Qué más hay?

OAB: Lo otro es que esa misma gente, de distintos colores, que tiene ese diagnóstico negativo, piensa además que no hay planes para salir de la crisis. Por otro lado, y en sentido contrario, buena parte de los sindicatos de la enseñanza, no todos, piensan que hay planes y que las cosas se están haciendo bien. Es un punto de vista distinto.

En la izquierda hay muchas dificultades para abordar el tema ¿Por qué? Porque la izquierda siempre creyó que la crisis de la educación pública general era culpa de blancos y colorados, y también del periodo militar. Y creía que la izquierda tenía las ideas, los planes y la gente para cambiar la situación. Pasó todo el primer gobierno frenteamplista y comenzó a verse que no era tan así. Se está ya muy avanzado el segundo año del segundo gobierno frenteamplista, y la mayoría de la dirigencia cae en la cuenta que las ideas no son tan claras, no hay tales planes, ni tampoco sobra la gente capacitada para provocar un cambio en la situación de la educación general.

FV: El martes de la semana pasada se discutió en el Parlamento un acuerdo educativo entre todos los partidos, y el ministro de Educación y Cultura presentó un plan de 42 puntos.

OAB: Precisamente ese plan es lo que denota la falta de ideas claras. Porque al final del séptimo año de gobierno frenteamplista, aparece un ministro que exhibe un plan flamante, redactado en pocas horas, con 42 puntos para encarar el tema. El que aparezca de golpe un plan hecho en poco tiempo, es la revelación que algo fallaba en un tema considerado prioritario para la izquierda, que no había planes de largo tiempo.

Lo importante, más allá de ese plan, es el llamado de Jorge Larrañaga a realizar un gran acuerdo entre todos para encarar los cambios en la educación, y la aceptación de esa propuesta por el presidente de la República y el ministro de Educación y Cultura

FV: Pero no de todo el mundo

OAB: No. Aparecieron voces discrepantes en las propias jerarquías del Ministerio de Educación y Cultura, y del Consejo Directivo Central de ANEP (Administración Nacional de la Educación Pública), y en los consejos o estructuras de Primaria, de Secundaria y de UTU.

Entonces aquí vino el bramido del presidente desde Alemania: acuerdo va a haber, las autoridades de la educación van a tener que colaborar con ese acuerdo y esos cambios, y si no, lo que se se cambia son las autoridades de la educación.

Más o menos vino a decir: ¿Vieron lo que hice en ASSE? Bueno, o ustedes hacen los deberes o yo hago lo mismo, y los saco. Por supuesto hay que ver cómo reaccionan las autoridades de la educación y si el presidente en caso necesario cumple la amenaza. Pero empieza a asomar en forma consistente que el presidente está estableciendo con fuerza su autoridad.