13 Ene. 2012

El difícil papel de los socios en el gobierno. El caso de Danilo Astori

Oscar A. Bottinelli – Diálogo con Fernando Vilar

Radiocero y Radio Monte Carlo

La estructura que rodea al presidente de la República tiene hoy el mayor peso conocido en la historia del país. [...] Astori y su gente han quedado con la conducción económica, incluyendo Transporte y Obras Públicas, pero prácticamente con poca incidencia fuera de ello [...] La gente que votó al Frente Liber Seregni tiene perfiles diferentes o diferenciados a la que votó al mujiquismo, al Espacio 609 y aliados, tienen algunas diferencias en valores y objetivos. [...] El Frente Amplio enfrenta el descontento de una parte considerable de sus votantes, especialmente de los viejos votantes. Un segmento nada menor de esos descontentos están descontentos precisamente porque no ven al astorismo cumplir el papel que ellos creen debe tener, de poner límites, de frenar cosas, inclusive de forzar cambios de rumbo.

OAB: La semana pasada hicimos un análisis sobre la arquitectura de gobierno, desde el punto de vista formal y desde el punto de vista político. Vimos que el gobierno no es solo el presidente de la República, que no se eligió a una única persona con poderes absolutos, sino que el gobierno lo componen muchas fuerzas. Vemos ahora cómo es el juego de fuerzas en los gobiernos en general y en este en particular.

FV: ¿Por dónde empezamos?

OAB: Vamos a empezar por ver al último gobierno de los partidos tradicionales, el presidido por Jorge Batlle entre el 2000 y el 2005. Ese gobierno fue producto de una coalición entre el Partido Colorado y el Partido Nacional, de una coalición electoral y de una coalición de gobierno. Electoral porque se hizo un acuerdo para concurrir juntos al balotaje en apoyo de la fórmula Jorge Batlle-Luis Hierro, y el mismo acuerdo sentó la bases de una coalición para gobernar. 

El gobierno en el Senado estuvo respaldado por cuatro corrientes: la Lista 15 del propio presidente Batlle, con 5 senadores y 15 diputados; el Foro Batllista, conducido por Julio Ma. Sanguinetti, con 6 asientos en el Senado (contando al vicepresidente de la República) y 18 diputados; el herrerismo con 5 senadores y 19 diputados y Alianza Nacional con 2 senadores y 3 diputados. Como se ve, en el Senado hay una cierta paridad entre el Foro Batllista, la Lista 15 y el Herrerismo.

FV: ¿Y cómo se compuso el gobierno?

OAB: El gobierno quedo repartido. El presidente reservó para gente suya las carteras de Economía, Transporte, Ganadería, Salud Pública y Turismo. Pero el Foro Batllista se hizo de la conducción del área política (Relaciones Exteriores, Interior, Defensa) y de un lugar importante en la conducción económica, con la dirección de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. Y el Partido Nacional ocupó 5 carteras con Industria, Educación, Vivienda, Trabajo y Deportes.

Es importante marcar que más allá del respeto de todos los ministros al presidente de la República, los ministros del Foro Batllista respondían políticamente a Sanguinetti y los ministros nacionalistas al Directorio del Partido Nacional, cuya presidencia ejercía Lacalle.

El gobierno lo presidía Batlle, pero había un trío político formado por Batlle, Sanguinetti y Lacalle, que colegializaba las grandes decisiones del gobierno. Por ejemplo, el ministro de Economía Alberto Bensión cayó cuando el Partido Nacional resolvió quitarle el respaldo; no fue una decisión del presidente sino del nacionalismo.

FV: ¿Qué lecciones se sacan de todo esto?

OAB: Lo más importante es tener en cuenta que aunque fue elegido presidente de la República Jorge Batlle, hubo un reparto de fuerzas electoral, parlamentario y de gobierno entre tres grandes corrientes políticas, la 15, el Foro y el Herrerismo. Cada una de esas corrientes representó formas de pensar y de ver al país con perfiles propios y diferenciados entre sí. Los votantes de Sanguinetti sentían que su líder podía poner límites al gobierno de Batlle, en cosas que no compartiesen de Batlle. Y los votantes blancos sentían que el Partido Nacional también podía poner sus propios límites.

Por supuesto que esto llevó a la frustración de muchos votantes de Batlle, que creían que habían elegido a una única figura todopoderosa para hacer lo que él pensase y solo él.

FV: Veo por dónde vas. Esto lo relacionas con el gobierno actual.

OAB: Exacto. Veamos primero que el oficialismo está compuesto por el presidente de la República de un lado, respaldado en la actualidad por 6 senadores propios o amigos; del otro lado está el vicepresidente con 6 asientos en el Senado, y además los socialistas con 2 bancas, los comunistas con 1 y la Vertiente con 1. Los socialistas además tienen una fuerte representación en diputados, donde son la segunda fuerza oficialista, por delante del astorismo, del Frente Liber Seregni.

FV: Pero ¿cómo juega todo esto?

OAB: Vemos que el presidente se asienta con mucha fuerza en el manejo de los tres ministerios políticos: Relaciones Exteriores, Interior y Defensa Nacional. Pero además en un peso muy grande de la estructura presidencial, incluyendo en ella a la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. La estructura que rodea al presidente de la República tiene hoy el mayor peso conocido en la historia del país. Ya en el gobierno anterior, en la primera etapa, tuvo un peso mayor a lo tradicional, pero ahora el crecimiento de peso es extraordinario.

Astori y su gente han quedado con la conducción económica, incluyendo Transporte y Obras Públicas, pero prácticamente con poca incidencia fuera de ello, en particular con escasa incidencia en la política exterior, de seguridad pública, de defensa y en muchos temas sociales.

Pero además, desde abril de este año sujetos a un embate sostenido contra el equipo económico impulsado desde la estructura presidencial.

En general se aprecia, en las realizaciones y en las carencias, un mayor peso de las fuerzas políticas que respaldan al presidente, mucho mayor que en los gobiernos de los partidos tradicionales

FV: Y a qué te refieres con lo del difícil papel de Astori

OAB: Es que por un lado siente la necesidad de una gran lealtad al gobierno. Por otro lado siente dos síndromes. Uno es el síndrome Batalla, del hombre que según los frenteamplistas traicionó al Frente Amplio. Astori es un hombre que siempre ha buscado quedar a resguardo de toda acusación de deslealtad. El otro síndrome es el del anterior vicepresidente argentino Julio Cobos, el vicepresidente que se enfrentó al presidente. Más allá de que esta comparación no es correcta, porque es comparar dos sistemas políticas absolutamente diferentes como el uruguayo y el argentino. Pero hay gente que hace esas comparaciones.

Pero por otro lado, hay un problema de representación de quienes lo votaron.

La gente que votó al Frente Liber Seregni tiene perfiles diferentes o diferenciados a la que votó al mujiquismo, al Espacio 609 y aliados, tienen algunas diferencias en valores y objetivos. Esa gente espera que Astori cumpla un papel como el cumplido con Batlle por Sanguinetti y Lacalle. Esperan un hombre que contrapese el papel que consideran sobredimensionado del MPP y de la estructura presidencial, que pongan límites a algunos objetivos o caminos.

FV: ¿Algún ejemplo?

OAB: Uno puede ser la política exterior. En el correr de 2011 la política exterior del Uruguay hizo un formidable viraje en relación a los grandes caminos seguidos por el país anteriormente, inclusive en relación al gobierno de Tabaré Vázquez. Estos giros no fueron motivo de discusión ni en el gobierno, ni en el Frente Amplio ni en la bancada parlamentaria. Y no satisfacen a una parte considerable de los frenteamplistas. Ni ha habido frenos desde el no mujiquismo, desde el astorismo o los socialistas.

FV: ¿Algo más?

OAB: Sí. El Frente Amplio enfrenta el descontento de una parte considerable de sus votantes, especialmente de los viejos votantes. Un segmento nada menor de esos descontentos están descontentos precisamente porque no ven al astorismo cumplir el papel que ellos creen debe tener, de poner límites, de frenar cosas, inclusive de forzar cambios de rumbo.