18 Mar. 2012

Encuestas y el fraude de Putin

Oscar A. Bottinelli

El Observador

En las recientes elecciones presidentes de la Federación Rusa ha habido denuncias de los opositores, movilizaciones populares y denuncias de gobernantes y organizaciones extranjeras, en cuanto a que existió fraude electoral. Siempre que se habla de fraude electoral es necesario precisar de qué se habla. En principio hay una definición restringida y varias definiciones amplias. [...] Expertos en fraude, cuando se camina hacia elecciones plenamente competitivas, los mexicanos son conscientes de que hay algo contra lo que no puede ir el fraude: contra los resultados de las encuestas independientes científicamente realizadas. 

En las recientes elecciones presidentes de la Federación Rusa ha habido denuncias de los opositores, movilizaciones populares y denuncias de gobernantes y organizaciones extranjeras, en cuanto a que existió fraude electoral. Siempre que se habla de fraude electoral es necesario precisar de qué se habla. En principio hay una definición restringida y varias definiciones amplias. La definición restringida es la que dice que hay fraude electoral cuando hay un propósito de cambiar los resultados electorales. Las formas más frecuentes de fraude electoral son: modificación del conteo de los votos, de tal modo que se otorga un resultado diferente al del conteo verdadero, mediante adulteración de las actas o modernamente manipulación de las máquinas de votar o de los programas informáticos; robo de urnas; sustitución de las urnas donde se depositaron los votos por otras urnas previamente rellenadas; introducción en la urna de paquetes de votos no emitidos por los electores; voto circulante para controlar la compra de votos; sustitución de votantes; falsificación del padrón electoral; voto repetido de un mismo elector; voto de personas sin derecho al mismo. Es decir, el fraude electoral en definición restringida es toda manipulación de los votos para alterar el resultado.

Muchas veces se usa la palabra fraude en un sentido más amplio, especialmente porque impacta con facilidad y es éticamente condenable, que en general refiere a cosas diferentes a la manipulación de los votos: restricciones a la libertad, restricciones al derecho de los electores a concurrir a las urnas, ilegalidades en los financiamientos de campaña, financiamientos excesivos a favor de determinados candidatos, uso de los recursos del gobierno a favor de determinado partido o candidato, restricciones a determinados partidos en sus apariciones en los medios de comunicación; falta de equilibrio de los medios en la presentación de partidos y candidatos; sesgo deliberado en la presentación de las informaciones. Hay también quien incluye en el concepto de fraude a las promesas excesivas, la demagogia, el clientelismo. En realidad, más allá de que puedan ser formas de alterar el ánimo con que el elector decide su voto, más que de fraude se refiere a restricciones a las libertades, o a la competencia equitativa de los agentes electorales, o a diferentes formas de corrupción. Parece mejor reservar la palabra fraude para la definición restringida, es decir, cuando hay manipulaciones que alteran el verdadero resultado electoral. Cabe tener presente que toda vez que haya fraude la elección no es totalmente limpia, lo será más cercano a la limpieza o de suciedad total, en función de la dimensión del fraude. Pero puede haber elecciones no libres, no limpias, no equitativas, sin que exista fraude electoral, son temas diferentes.

Otro punto previo a atender es que el hecho de que exista fraude, o elecciones no plenamente libres, o no imparciales, o no equitativas, no necesariamente significa que la voluntad popular fue distorsionada. Una cosa es que haya una búsqueda de asegurar un resultado predeterminado y otra que ese resultado sea diferente a la voluntad mayoritaria de la ciudadanía. Como ejemplo, las elecciones mexicanas bajo el largo periodo de partido hegemónico indisputado (Partido Nacional Revolucionario, Partido de la Revolución Mexicana, Partido Revolucionario Institucional) tuvieron todas las características de elecciones no plenamente competitivas: sobrepeso del Estado, confusión entre Estado-fuerzas armadas-sindicatos-partido y también manipulación de las urnas. Sin embargo, por bastante tiempo ese resultado manipulado no difería de la voluntad mayoritaria popular. Al menos hasta la elección de Echeverría (1970) y probablemente el juicio pueda extenderse a las elecciones de López Portillo (1976) y de la Madrid (1982).El fraude impacta plenamente en 1988, cuando la ruptura del PRI en dos partidos que igualmente recogen la tradición revolucionaria hace perder al oficialismo la hegemonía en la adhesión ciudadana, y así se recurre al más crudo fraude para elegir a Salinas de Gortari. Lo importante para juzgar lo anterior es que más allá de limitaciones a las libertades y posibles manipulaciones en los votos, a nivel federal gobernaba el partido que contaba con la abrumadora adhesión de los mexicanos.

Expertos en fraude, cuando se camina hacia elecciones plenamente competitivas, los mexicanos son conscientes de que hay algo contra lo que no puede ir el fraude: contra los resultados de las encuestas independientes científicamente realizadas. Así se establece que para controlar los resultados electorales y adelantar los mismos, el Instituto Federal Electoral recurre a tres empresas encuestadoras para realizar una proyección de escrutinio, a lo que se añada una cuarta empresa para consolidar y verificar los datos de las tres anteriores. Y así en el año 2000, los mexicanos supieron de la elección de Vicente Fox por la proyección de escrutinio, difundida de forma oficial. En 2006, un error considerable del IFE al no difundir la proyección de escrutinio, alimentó la noción de fraude.

En la misma línea cabe considerar que si el resultado de las elecciones se correlaciona con las encuestas previas de intención de voto, atendiendo a sus márgenes de error, al voto oculto y a los indecisos, se puede concluir en que el resultado de las urnas coincide globalmente con la opinión mayoritaria de los ciudadanos. Todas las encuestas proyectaron un voto a favor de Putin no inferior al 53% del total de votos y los resultados electorales estuvieron dentro del rango estimado. Este factor, el de las encuestas, pasa a ser un elemento determinante para evaluar si la voluntad de un pueblo ha sido falsificada o no. Y en este caso ocurre que no. Esto no tiene nada que ver con la forma en que se gobierno Rusia, su nivel de libertades, la limpieza o equidad de la competencia. Sí refiere a la correlación entre opinión de los ciudadanos y resultados electorales.