25 May. 2012

Una forma de ver al Uruguay: las recientes elecciones en Europa

Oscar A. Bottinelli – Diálogo con Fernando Vilar

Radiocero y Radio Monte Carlo

Lo que en Uruguay se ve como advertencia son dos cosas. Por un lado lo ocurrido en las elecciones departamentales de mayo de 2010: Un cuarto de millón de personas se quedó en su casa, votó en blanco o votó nulo.[...] Lo segundo, [...] es el nivel elevado y estable de las personas que responden que hoy votarían en blanco, votaría anulado o no votarían a ninguno. [...] Desde el sistema político, ninguna señal. Esto es muy claro. Las dirigencias políticas están encerradas en las luchas internas. [...] Pero demore lo que demore, es importante detectar el fenómeno y que los dirigentes políticos articulen cambios en la forma de hacer política, en la forma de actuar de los políticos, en la forma de comunicarse. [...] Lo importante, lo realmente importante, es que se tome conciencia del fenómeno. En Europa se está tomando conciencia cuando el descontento ya estalló, se toma conciencia tarde.

OAB: La propuesta de este análisis es un poco extraña o provocativoa Porque lo que se busca es ver qué pasa en otros lados y qué está pasando en Uruguay. Para comparar conviene comparar lo comparable. Los países europeo occidentales son comparables al Uruguay en materia de política electoral, porque tienen fuertes elementos comunes: sistemas consolidados de partidos, partidos fuertes, en general con una antigüedad media o larga, elecciones plenamente libres y competitivas.

En las últimas semanas hubo unas cuantas elecciones seguidas en Europa: elecciones municipales en la cuarta parte de Italia, elecciones en varias regiones alemanas –lo que se llaman Land, es decir, estados federados dentro de la República Federal Alemana- elecciones en Grecia, elecciones municipales en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, lo más importante, en Inglaterra.

FV: ¿Qué es lo más destacable de esas elecciones europeas? ¿Qué es lo que sirve para comparar con Uruguay?

OAB: Se puede comparar para ver qué hay de igual y para ver qué amenazas o probabilidades hay que ocurran cosas.

Lo más importante de las elecciones europeas es lo que se llama la actitud anti-política, el rechazo, descreimiento o desgano en la política y en los políticos. Esto se expresa de varias maneras: aumento considerable de la abstención, surgimiento con niveles importantes de voto de partidos anti sistema, de distinto ángulo y diferente expresión. Así surgieron movimientos como el de Grillo en Italia, un humorista ácido, satírico de todos los dirigentes y de todos los partidos políticos; o en Alemania el surgimiento explosivo de Los Piratas, movimientos basados fundamentalmente en la comunicación por internet, con plataformas no del todo precisas, pero basadas en la mayor libertad de las personas, en la ausencia de regulaciones.

No importa mucho lo anecdótico y hasta lo particular de cada caso, sino el ver que hay una oleada creciente de descontento con la política y los políticos. Claro que ello sucede en medio de la más formidable crisis económica que ha conocida Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Pero este descontento no surgió con la crisis, sino que con la crisis estalló un descontento ya existente y se empieza a canalizar hacia formas de anti-política

FV: ¿Y qué tiene que ver esto con Uruguay, con la realidad uruguaya?

OAB: Por ahora poco o muy poco. Lo que importa no es lo que se ve hoy en la superficie, sino lo que se puede ver en el horizonte. Porque si uno ve con suficiente antelación lo que hay en el futuro, si se da cuenta de los riesgos, está en condiciones de tomar todas las medidas para evitar esos riesgos y así evitar que las cosas vayan por el mal camino.

Lo que en Uruguay se ve como advertencia son dos cosas. Por un lado lo ocurrido en las elecciones departamentales de mayo de 2010: Un cuarto de millón de personas se quedó en su casa, votó en blanco o votó nulo. Ese cuarto de millón de personas dejó de votar a los partidos políticos. Eso, con voto obligatorio. Es una primera señala de apatía, desinterés, descreimiento o enojo.

Lo segundo, lo analizamos en profundidad aquí el 4 de mayo [Uno de cada nueve uruguayos tiene una actitud refractaria hacia los partidos políticos], es el nivel elevado y estable de las personas que responden que hoy votarían en blanco, votaría anulado o no votarían a ninguno. Ese porcentaje anda entre el 9% y el 12%. Es un fenómeno no conocido en el Uruguay, al menos desde la restauración democrática hasta ahora.

Son pues dos señales.

FV: ¿Qué reacciones hay respecto a estas dos señales?

OAB: Desde el sistema político, ninguna señal. Esto es muy claro. Las dirigencias políticas están encerradas en las luchas internas. Los frenteamplistas en la disputa entre Juan Castillo, Ernesto Agazzi, Enrique Rubio y Mónica Xavier por la presidencia del Frente Amplio. Los blancos en las diversas contiendas por la candidatura presidencial. Los colorados, que casi no tienen competencia presidencial interna, se preocupan fundamentalmente por la competencia con el Partido Nacional. Inclusive sobre estas elecciones del Frente Amplio aparecen comentarios de frenteamplistas que dicen: no voy a votar en protesta.

Esto es lo preocupante: el ir distanciándose de la gente, de alguna gente. Por ahora es un sector muy minoritario. Pero ¡ojo!, minoritario pero no insignificante. Y es lo que emerge; hay que ver qué hay debajo de la superficie, en las profundidades del sentimiento de la gente.

Ocurre que como los frenteamplistas ven que los descontentos no se van hacia los partidos tradicionales ¡bárbaro!, no se pierde nada. Como los blancos y colorados ven que el descontento hacia ellos no se materializa en cambio hacia el Frente Amplio, también ¡bárbaro!

Eso mismo fue pasando en Europa, hasta que empiezan a emerger las señales políticas

FV: ¿Y aquí ha habido alguna vez señales de este tipo?

OAB: Sí, sin duda peores.

A veces conviene referir una anécdota personal. En la primera mitad de los años sesenta, cuando uno era muy joven y ya muy aficionado a la política y a lo electoral, igual que los amigos de uno. Y del contacto con la gente común percibíamos un alto descreimiento en los políticos y en la política. Como además de andar en ómnibus, íbamos al liceo, al café y muchos de nosotros por razones familiares estábamos inmersos en el medio político, trasmitíamos esas vivencias a nuestros padres y a sus amigos.

Con los ojos frescos de la juventud, expresábamos a nuestros padres y a sus amigos la preocupación de ver que había problemas de la gente con el sistema político; que había problemas de credibilidad. La respuesta de esos dirigentes, parlamentarios, gobernantes, de todos los partidos y de todos los grupos, fue siempre la misma: “No te preocupes, chiquilín, la gente vota igual”.

La gente siguió votando, como siempre. Pero a la vuelta de la esquina las cosas empezaron a cambiar en este país, para mal de todos. En aquellos años la sociedad fue para donde iban los problemas en estas latitudes en aquella época. Ahora el mundo va para otro lado: va por el descreimiento, va por la abstención o va por la aparición de fenómenos políticos nuevos.

FV: ¿Es alto el riesgo en Uruguay?

OAB: Depende de muchas cosas. Muchas de ellas en el plano económico, en la continuidad de esta bonanza económica.

Pero demore lo que demore, es importante detectar el fenómeno y que los dirigentes políticos articulen cambios en la forma de hacer política, en la forma de actuar de los políticos, en la forma de comunicarse.

En esto último hay varios ensayando caminos. La propia sociedad busca caminos que esté en el borde de la política clásica. En los años sesenta esa búsqueda llevó a la sociedad a buscar candidatos militares, generales: Oscar Gestido en el Partido Colorado, Mario Oscar Aguerrondo en el Partido Nacional, Liber Seregni en el Frente Amplio.

Ahora fueron de otro tipo los candidatos transgresores, los que aparecieron con lenguaje y formas diferentes a la política clásica: en esto está el éxito electoral de Tabaré Vázquez primero, de José Mujica, de Pedro Bordaberry.

Lo importante, lo realmente importante, es que se tome conciencia del fenómeno. En Europa se está tomando conciencia cuando el descontento ya estalló, se toma conciencia tarde.