11 Nov. 2012

Inicios de la diplomacia parlamentaria

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Siempre es muy difícil marcar el inicio de un proceso [...] Quizás podría marcarse como inicios de la diplomacia parlamentaria uruguaya la participación en la reunión inaugural del Parlamento Latinoamericano realizada en Lima del 14 al 18 de julio de 1965 

Siempre es muy difícil marcar el inicio de un proceso1. La prehistoria de la diplomacia parlamentaria podría encontrarse en dos hechos: la participación de legisladores en la delegación del Uruguay ante la asamblea general anual de las Naciones Unidas y los viajes privados de senadores y diputados que, como adenda, visitaban parlamentos y autoridades parlamentarias.

Quizás podría marcarse como inicios de la diplomacia parlamentaria uruguaya la participación en la reunión inaugural del Parlamento Latinoamericano realizada en Lima del 14 al 18 de julio de 1965, a instancia del diputado peruano aprista Andrés Townsend Ezcurra. Allí es elegido presidente del novel órgano parlamentario el diputado argentino Luis Agustin León (de la Unión Cívica Radical) y como vicepresidentes, por su orden, el senador uruguayo Héctor Payssé Reyes (Partido Nacional), el diputado brasileño Ulysses Guimarães (Movimiento Democrático Brasileño) y el senador chileno Tomás Pablo Elorza (Democracia Cristiana).

Esta primera presidencia fue azarosa. León cesa en el cargo el 28 de junio de 1966 (a menos de un año de asumir) al quedar disuelto el Parlamento argentino por el golpe militar encabezado por el teniente general Juan Carlos Onganía. Deviene como presidente del Parlamento Latinoamericano - que muchas décadas después pasará a llamarse Parlatino- el primer vicepresidente, el uruguayo Héctor Payssé Reyes, quien en la documentación del organismo es llamado presidente sustituto. Ni corto ni perezoso, el senador uruguayo invoca que el reglamento del nuevo organismo dispone que la presidencia del organismo genera un “fuero de atracción” para la sede de la siguiente asamblea. Y con esa invocación, impone que la segunda asamblea fuese en Montevideo. Finalmente se realizará en el Palacio Legislativo, en el recinto de la Cámara de Representantes, del 26 al 29 de abril de 1967. Pero he aquí que desde la proclamación del “fuero de atracción” a la inauguración de la asamblea latinoamericana, don Payssé Reyes cesó como legislador (ocurrió el hecho el 15 de febrero de ese 1967), de donde la atracción del fuero fue muy efímera. Entonces, la presidencia pasó a ser ocupada por el segundo vicepresidente, el brasileño Guimarães. A él le toca presidir las sesiones en Montevideo y, de paso, es elegido titular por todo un periodo anual (26/04/1967-20/06/1968).

Pero resulta ahora que el nombre de Payssé Reyes no figura en la galería de presidentes del Parlatino. Esa omisión no fue reclamada ni por su país (Uruguay) ni por su partido (Nacional), en uno de esos silencios verdaderamente sorprendentes para un país dispuesto a exaltar todo lugar que ocupe en el mundo en el área que fuere. Pero su primer título importante en la diplomacia parlamentaria, enterrado por los demás, ha contado en ese entierro con el mutis de su país y de su partido.

En verdad el Parlamento Latinoamericano, en aquel 1967, tenía poco de parlamento, si esta palabra se aplica a instituciones que tuviesen algún parentesco con la democracia. Parlamentos elegidos en elecciones relativamente competitivas2, en esa época, solamente Chile, Costa Rica, Uruguay y Venezuela, y en elecciones semi competitivas se puede agregar Colombia y con un poco de calzador, Perú. Todos los demás iban de elecciones de escasa competitividad a elecciones de nula competitividad.

Uruguay no fue un anfitrión modelo, o su especificidad de democracia absoluta en un medio de escasa democracia, lo dejó en una situación difícil. Lo primero fue el espíritu dominante en la asamblea de un anticomunismo grosero, que llevó a una mayoría de sus miembros a pararse y al grito de ¡A Cuba! ¡A Cuba!, no de dejar hablar al diputado comunista uruguayo Rodney Arismendi. Tuvo que intervenir el presidente de la delegación uruguaya, el senador y ex consejero de Gobierno Héctor Grauert, batllista de la lista 15, oficialista, exigir en nombre de Uruguay el respeto al derecho a expresar sus opiniones a todos los legisladores, dado que Uruguay era el único país donde estaban presentes todos los partidos, de todas las ideologías. Y como al pasar, sin demasiada diplomacia, dar clases de democracia, tolerancia y liberalismo político. Al episodio cabe agregar una anécdota personal; este analista, en aquel momento en calidad de cronista, oyó en un corrillo de legisladores sud y centro americanos, decir a alguien: estos uruguayos son todos medio comunistas.

Pero el episodio más dramático Uruguay lo tuvo con Paraguay. En la delegación había un diputado sobrino del ministro del Interior de Stroessner, de apellido Isfrán, sobre el cual circulaban leyendas sobre torturas a opositores políticos y muertes en circunstancias terribles. De pronto el Isfrán sobrino se trenza en una discusión con el senador uruguayo Eduardo Paz Aguirre, también batllista de la Lista 15, oficialista. Y palabra va, palabra viene, hubo alguna salida de tono del joven paraguayo, y una respuesta de Paz Aguirre no muy acorde con la calidad de anfitrión. Dijo algo así como no voy a aceptar nada de legisladores puestos a dedo por una dictadura policíaca

Ahí el escándalo fue total. Paraguay se retiró. Al presidente Guimarães la sesión se le fue de las manos. La suspensión. Gestión va, gestión viene, Grauert logra un compromiso con los paraguayos. Vueltos a sala, palabras de aclaración de Grauert (de esas aclaraciones que no aclaran demasiado, pero que permiten que vuelve la paz), palabras de los paraguayos aceptando las palabras de Uruguay y –según lo acordado- se da la palabra a Paz Aguirre, quien pide disculpas por los excesos verbales, para luego agregar que no implicaba retirar una sola palabra sobre los conceptos políticos vertidos. Nuevo escándalo. Los paraguayos empezaron a retirarse de nuevo, cuando Guimarães baja de la mesa, se acerca a ellos, los calma, y les dice: Comprendan, estos uruguayos son incorregibles.

Así comenzó la diplomacia parlamentaria uruguaya.


1 Ver Una comarca pequeña, lejana y aldeana y Éxito de la diplomacia parlamentaria. El actual artículo se publicó en El Observador con el erróneo título de Indicios de la diplomacia parlamentaria.

2 Se aplican los criterios de Robert Dahl en La poliarquía y de Dieter Nohlen en Sistemas Electorales del Mundo