04 Mar. 2013

El tsunami electoral en Italia

Oscar A. Bottinelli

El Observador

El 25/26 de febrero en Italia golpeó un tsunami electoral, que derrumbó la Segunda República, la cual hoy se ve como una transición fallida desde la caída de la Primera República, la implosión del sistema de partidos y la imposibilidad de construir otro sistema sólido sustitutivo. Son muchas las lecciones que deja este tsunami, cuyos efectos pueden aflorar en otros países y otras latitudes; y al que por aquí por las dudas cabe no ignorar.

En el mundo políticamente avanzado afloran movimientos subterráneos que cuestionan el funcionamiento político tradicional, al menos como se conoce desde fines del siglo XIX. El 25/26 de febrero en Italia golpeó un tsunami electoral, que derrumbó la Segunda República, la cual hoy se ve como una transición fallida desde la caída de la Primera República, la implosión del sistema de partidos y la imposibilidad de construir otro sistema sólido sustitutivo. Son muchas las lecciones que deja este tsunami, cuyos efectos pueden aflorar en otros países y otras latitudes; y al que por aquí por las dudas cabe no ignorar. Hay para hacer análisis en lo económico-financiero, en lo político y en lo social, en el comportamiento electoral y en la emergencia de nuevas formas de hacer política. La caricaturización y banalización del resultado es uno de los más graves errores analíticos que se pueden cometer.

Tras la crisis financiera de 2008 y su agravamiento en Europa en los años siguientes, Alemania, la Francia de Sarkozy, Bruselas (Comisión Europea, Banco Central Europeo), los organismos financieros internacionales y los grandes operadores financieros globales empujaron un proyecto similar de duros ajustes que supusieron la intervención política y económica de España, Grecia, Irlanda y Portugal, despectivamente llamados los PIGS por el acrónimo en inglés. En diciembre de 2011 llegó la intervención de Italia, que contó con el empuje del jefe de Estado y el apoyo de los entonces muy debilitados partidos y supuso la composición de un gobierno denominado técnico, con funciones de CTI, encabezado por un hombre de Goldman Sachs y de los grandes bancos europeos, el economista Mario Monti.

A un año de gobierno, según la opinión de 9 de cada 10 analistas, empeoró la totalidad de los indicadores económicos, financieros y sociales de Italia. Se redujeron o congelaron jubilaciones y salarios, y estalló la desocupación y el quiebre masivo de pequeñas empresas. En diciembre de 2012 el gobierno Monti estaba agotado, con un masivo rechazo ciudadano. Pese a todo, en el último trimestre de 2012 el jefe de Estado Napolitano apuntaba a que, luego de las elecciones de la primavera boreal, los grandes partidos pudiesen sostener un segundo gobierno Monti, que prolongase el CTI unos años más, aunque con la necesidad de fuertes rectificaciones en sus efectos sociales. Y aquí explota la situación política: el técnico neutral, encargado del CTI, decide “descender al campo político”, construir una gran corriente de centro y adelantar dos meses las elecciones (que fueron decididas por él y su gobierno, con la oposición del jefe de Estado)

Las elecciones permitieron emerger las insatisfacciones de los italianos, hacia la economía y hacia la política. Pero lo que las elecciones demostraron es el profundo sentimiento que se ha definido como la antigermanoausteridad: 7 de cada 10 italianos votaron contra ella. Es un rechazo a políticas que los italianos consideran que no dan resultados, que hunden más a Italia y solo sirven a los grandes bancos y a Alemania. La reacción alemana ha sido la satirización del resultado: los italianos votaron a dos clowns; la réplica italiana es recordar los peligros del dominio alemán y la voluntad de no someterse a su poderío.

El más preciso diagnóstico lleva a la conclusión que Italia cuenta con una economía estructuralmente sólida, basada en la alta tecnología, en el Made in Italy, en la dominancia de la pequeña y mediana empresa. Sus debilidades son en el plano financiero (gran déficit fiscal; alto endeudamiento, endémico, que viene de varias décadas atrás y no constituye ninguna novedad) y ahora un sistema político en crisis. Pero Italia es la tercera potencia del euro, la cuarta potencia europea y la octava potencia mundial (en PIB). La frase de los alemanes que “Italia debería irse del euro” parece más una bravuconada, porque lo que Alemania teme es que Italia se vaya del euro, porque entonces el euro se desploma, o si no se va, lo haga desplomar igual.

Uno de lo más llamativo de esta elección es que el primer partido en la cámara baja resultó ser un original movimiento conducido por un actor cómico (Beppe Grillo), que obtuvo más de la cuarta parte de los votos. Pero cuidado con aplicarle el término de populismo, si por tal se entienden modelos del tipo del peronismo o el chavismo. El Movimento 5 Stelle puede considerarse una expresión política más concreta y refinada de lo que han representado en los dos años anteriores “los indignados”1 y del creciente descreimiento en el papel de los partidos políticos. El fuerte de su electorado es la clase media, los pequeños empresarios, los profesionales, los empleados de nivel medio y alto, y especialmente los jóvenes que al graduarse en la Universidad no encuentran futuro. No es un electorado socialmente marginal, ni de gente de bajo nivel educativo, ni de aldeas de montaña. Tan es así (y este es el revolucionario cambio electoral), no cuenta con ninguna sede física. Su sede es un macro blog en internet; su organización es una red de blogs regionales, provinciales y locales. Cuenta con un detallado registro de afiliados por internet; sus debates se hacen en la web y por medio de la web se vota, se toman decisiones y se eligieron los candidatos. Es la antítesis del populismo basado en los sectores más desprotegidos de la sociedad. Es una revolución en lo social y en la metodología de organización y de acción política, basada en la web y complementada por actos callejeros. Su endeblez es un programa muy débil, más que nada centrado en la austeridad de los políticos, la lucha contra la corrupción y el ataque a los grandes intereses.

Otros elemento a estudiar son el renacimiento de Berlusconi, el fortalecimiento de una izquierda radical aggiornada (con énfasis en la libertad cultural y específicamente de orientación sexual, el pacifismo, la ecología) y la exhibición de decadencia de la dirigencia poscomunista y de los restos del centrismo democristiano.


1 Ver El ’68 redivivo: los indignados.