22 Mar. 2013

Arismendi en el sostén del FA

Oscar A. Bottinelli

Semanario Brecha

Las últimas dos décadas de la vida de Rodney Arismendi están estrechamente relacionadas con el diseño, constitución, nacimiento y sobrevivencia del Frente Amplio, en las condiciones más adversas.

Las últimas dos décadas de la vida de Rodney Arismendi están estrechamente relacionadas con el diseño, constitución, nacimiento y sobrevivencia del Frente Amplio, en las condiciones más adversas. El FA es la confluencia de muchos empujes, como el llamado al Tercer Partido del Partido Demócrata Cristiano (PDC) o las experiencias unitarias acotadas de 1962; uno de esos empujes, de vital importancia, fue la decisión del Partido Comunista en 1955 de buscar procesos de unidad política -mediante la construcción del Frente Democrático de Liberación Nacional- y de unidad del entonces dividido movimiento sindical. Primero fue lograr que quienes marchaban hacia la creación de una tercera gran opción política en el Uruguay confluyesen en un proyecto “sin exclusiones”, que quería decir “sin excluir a los comunistas”. A lo largo de 1970 se desarrollan largas conversaciones entre Arismendi, Luis Pedro Bonavita (FideL), Zelmar Michelini (Lista 99 del Partido Colorado), Francisco Rodríguez Camusso (Movimiento Blanco Popular y Progresista) y Juan Pablo Terra (PDC). Allí se gesta la criatura que nacerá, con más incorporaciones y otros empujes, en febrero del año siguiente. En la gestación quedó claro que si había exclusiones, sin la estructura y la movilización del Partido Comunista, no era viable caminar hacia un tercer gran partido; habría algo más grande que lo existente, pero no un desafío al bipartidismo tradicional.

Para Arismendi el Frente Amplio no debía ser una coalición puntual pero tampoco un partido político, como sociologicamente devino ser en las últimas dos décadas y algo. Lo veía como una alianza fuerte, de largo tiempo, para procesar los cambios profundos que consideraba que el Uruguay necesitaba. Pero además como una alianza de clases, como una formación política pluriclasista: obreros, empleados, pequeños y medianos comerciantes, industriales y productores rurales, profesionales. Dicho en términos marxistas: la alianza del proletariado y la pequeña burguesía, las capas medias. A su vez veía para el Partido Comunista (y en parte para “el partido hermano”, el Socialista) la representación y guía de la clase obrera.

Allí sin duda la concepción de Arismendi fue antitética a la de Seregni. El general veía al Frente Amplio como “El partido” -y así lo planteó explicitamente al estallar la resistencia al golpe de Estado en 1973- de cuya conducción política derivaban todas las demás estructuras y movilizaciones, incluido el plano sindical. Arismendi veía al PCU en el centro desde el cual emanaban rayos diferentes hacia la unidad política (el Frente Amplio), el campo sindical (la CNT) y los diversos campos sociales. La tesis de Seregni de ver al FA como partido no solo divergía del punto de vista del PCU, sino también de los partidos Socialista, Demócrata Cristiano y Por el Gobierno del Pueblo (es decir, la 99 bajo la guía de Batalla)

Con Arismendi el Partido Comunista cumplió un papel sustancial (como el Partido Socialista y otros grupos menores) en sostener al Frente Amplio en momentos de fuerte cuestionamiento a su existencia y a la razón de su existencia, cuestionamientos que arrancan a fines de 1973 y se profundizan en el exilio. Fue muy importante en el apoyo a la tesis de Seregni de movilización, concertación (con los otros partidos políticos) y negociación (con las Fuerzas Armadas), que guía el camino de la izquierda en la salida institucional. Y apoyó con fuerza la inserción en el sistema político, aunque no un modelo de concertación político-social al estilo sueco para desarrollo del país.

Quizás lo que más polémica ha generado de la conducción de Arismendi, o del rol del PCU (y de otras corrientes significativas del Frente Amplio), desde que asoma la dictadura hasta comienzos de los 80, es la visión de la existencia de una corriente progresista de corte nacionalista y antimperialista en las Fuerzas Armadas. Esa visión llevó al PCU y la mayoría de los sectores frenteamplistas a apoyar los comunicados 4 y 7 emitidos por las Fuerzas Armadas en el alzamiento del 9 de febrero de 1973.

El papel de Arismendi en sus años finales fue sustancial para el sostenimiento del liderazgo de Seregni, en particular la ida al Club Naval, la participación en los entes autónomos y el afrontar la ruptura del FA, cuando lo abandonan la 99 y el PDC.

Tras su muerte y la debacle del socialismo real vendrá la implosión del viejo Partido Comunista. No se puede hacer un análisis contrafáctico de la historia, por lo que siempre quedará la duda si con la guía de Arismendi el PCU hubiese podido sortear mejor el vendaval del desplome de la URSS.