23 Feb. 2014

La gran mayoría frenteamplizante

Oscar A. Bottinelli

El Observador

El incremento de la base FA por recambio biológico en 2004-2009 es producto de dos fenómenos: Uno, que la incidencia del Frente Amplio en las bajas del Cuerpo Electoral, es decir, en los muertos, es del 39,5%, unos 11 puntos menos que su media nacional. Dos, que la incidencia potencial del Frente Amplio en los nuevos votantes (en base al comportamiento habido en 2004) es del 56,5%, es decir, unos 6 puntos por encima de esa misma media. Dicho en términos más claros: mueren blancos y colorados y nacen frenteamplistas. El juego de ambos fenómenos determina que el recambio biológico aumenta la participación electoral del Frente Amplio en un 1,7% del electorado. 

La gran mayoría del país, casi el 54%, componen lo que se puede definir como el espacio frenteamplizante, es decir el espacio constituido por los que votaron al Frente Amplio alguna vez al menos en las dos últimas elecciones y por los nuevos votantes que siguiendo la dinámica del recambio biológico tiene todas las condiciones de votar al Frente Amplio. Para ser más exactos, los estudios basados en el estudio de los circuitos electorales (las llamadas “mesas de votación”) permite estimar ese espacio en exactamente el 53,8% del electorado nacional a 2014.

En 2004 el Frente Amplio obtuvo el 50,5% del total de votantes. Un estudio académico realizado por este autor en la Universidad de la República –presentado en el Segundo Congreso Uruguayo de Ciencia Política de 2008i–, concluye que en 2009 el Frente Amplio -sin ganancia ni pérdida alguna de los votantes pre existentes- debería obtener el 52,1% del total de votantes. Es necesario destacar que el estudio busca analizar el impacto del recambio biológico y parte del supuesto de la absoluta inmovilidad del resto del electorado, del que existió previamente y aún vive. El incremento de la base FA por recambio biológico en 2004-2009 es producto de dos fenómenos: Uno, que la incidencia del Frente Amplio en las bajas del Cuerpo Electoral, es decir, en los muertos, es del 39,5%, unos 11 puntos menos que su media nacional. Dos, que la incidencia potencial del Frente Amplio en los nuevos votantes (en base al comportamiento habido en 2004) es del 56,5%, es decir, unos 6 puntos por encima de esa misma media. Dicho en términos más claros: mueren blancos y colorados y nacen frenteamplistas. El juego de ambos fenómenos determina que el recambio biológico aumenta la participación electoral del Frente Amplio en un 1,7% del electorado. Un estudio en proceso sobre el recambio biológico 2009-2014 permite concluir que se produce otro aumento de la participación electoral del Frente Amplio de un 1,6%. Lo que se puede denominar el espacio frenteamplizante parte de la base electoral de 2004 más el añadido del plus del recambio biológico hacia 2009 y del nuevo recambio biológico hacia 2014. El total arroja ese 53,8%, que en términos redondos es de 54 personas de cada 100.

Entonces, primera conclusión. Si el Frente Amplio cuenta con un espacio propio de una cómoda mayoría absoluta del electorado, el triunfo en primera vuelta y la obtención de la mayoría parlamentaria dependen de sí mismo. Aunque en 2009 el espacio era algo menor, también significaba una holgada mayoría que le permitía obtener el triunfo en primera vuelta y una cómoda mayoría parlamentaria. No ocurrió ni lo uno ni lo otro, sino que tuvo una mayoría parlamentaria, dicho en términos futbolísticos, producto de que la pelota pegó en un palo, rebotó en el otro palo y entró.

El Frente Amplio debió obtener el 52,1% del electorado en 2009 y obtuvo el 48,0%. Perdió el 4,1% de su espacio, que se fueron para otro lado. Hoy, por el simple recambio biológico, sin pérdidas ni ganancias respecto a 2009, sin recuperar la pérdida habida entre 2004 y 2009, debería estar en el 49,6% del Cuerpo Electoral. Con esa cifra va a un balotaje técnico, ya que logra una sólida mayoría parlamentaria de 51 bancas en la Cámara de Representantes. Obviamente si cubriese todo su espacio, es decir, el mencionado 53,8%, Tabaré Vázquez sería electo en primera vuelta y el Frente Amplio alcanzaría las 55 bancas en la cámara baja.

¿Cuál es la situación a nivel de opinión pública, de intención de voto a hoy, o más exactamente al cierre de 2013 y antes de que se largase la etapa final hacia las mal llamadas elecciones internas? Según la Encuesta Nacional Factum, desde que concluyeron los ecos pasado el ciclo electoral, a partir de la segunda mitad de 2010, hasta fines de 2013, el FA se movió de manera estable en una banda de flotación del 41% al 44%. La distancia entre el techo registrado de la banda (44%) y el techo del espacio (54%) es muy grande, de 10 puntos porcentuales. De ellos hay 3 ó 4 puntos porcentuales que con reticencia esbozan una cierta proclividad al FA, pero que no la verbalizan, no la concretan y por tanto ese voto no es una certeza. Cerca de otro par de puntos, quizás un poquito más, los pierde dentro de la izquierda o centro izquierda (a Unidad Popular hacia la izquierda, al Partido Independiente hacia el centro). Hay algún punto, quizás también un poquito más, que se ha ido o se está yendo hacia los partidos tradicionales, fundamentalmente hacia Larrañaga en el Partido Nacional y hacia los Batllistas de Ley en el Partido Colorado. Y hay otros 3, 4 ó 5 puntos porcentuales duros, a los que por ahora el FA no logra llegarles y que se refugian en el voto refractario (voto en blanco, voto anulado, expresión de “voto a ninguno”).

Todo esto lleva a una conclusión muy importante: el Frente Amplio gana o pierde dentro de su propio espacio. Es un atleta que compite contra reloj: él solo puede superar la marca y ganar o puede no superarla y perder. Y todo esto depende de sí mismo. Hay desilusionados, descreídos y enojados lo que implica que no hay un único estado de ánimo en esa actitud refractaria. Tampoco hay una única causa. Ni menos aún los refractarios componen un mismo segmento, sino que hay rechazos o desilusiones en el plano del eje político derecha-izquierda, o en el plano económico derecha-izquierda, o en el plano ético-cultural conservador-liberal, o en el plano de las capas, clases o niveles sociales. No son compatibilizables las disconformidades. Los desafectos en un plano probablemente encuentren que están tan lejos del Frente Amplio como de los desafectos en otro plano.

Quizás afinar el diagnóstico no sea complicado. Lo complicado es como corregirlo. El problema mayor es si el Frente Amplio acepta el diagnóstico y está dispuesto a pensar cómo atacar esa enfermedad. De todo ello depende, y por sí mismo, su éxito total, su éxito parcial o su fracaso.


i Ver El cambio biológico del voto en El Observador, octubre 18 de 2009 y Elementos estructurales en las Elecciones Nacionales de 2009, ambos en Factum Digital www.factum.uy