26 May. 2014

De uruguayos, laburo y presidente

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Días pasado ante un selecto grupo de empresarios norteamericanos, en mayo de 2013 ante otro selecto grupo de empresarios españoles y en 2011 en Uruguay, el presidente Mujica insistió en un concepto: “No nos caracterizamos por matarnos en el laburo”. Sin duda esta es la visión que tiene Mujica de los uruguayos, y que es un juicio firme, cristalizado. Tres veces en cuatro años implica que no es un arrebato momentáneo, sino la expresión de un pensamiento firme y consciente.

Días pasado ante un selecto grupo de empresarios norteamericanos, en mayo de 2013 ante otro selecto grupo de empresarios españoles y en 2011 en Uruguay, el presidente Mujica insistió en un concepto: “No nos caracterizamos por matarnos en el laburo”. Sin duda esta es la visión que tiene Mujica de los uruguayos, y que es un juicio firme, cristalizado. Tres veces en cuatro año implica que no es un arrebato momentáneo, sino la expresión de un pensamiento firme y consciente.

Una Encuesta Nacional Factum realizada en 2012 arroja: el 46% cree que a los uruguayos les gusta trabajar, el 42% piensa que a los uruguayos no les gusta trabajar, el 11% opina que más o menos y el 1% no opina. La concepción de que a los uruguayos les gusta trabajar predomina en los niveles socioeconómicos medio y alto, y en las personas con educación secundaria y terciaria. La visión opuesta, de que a los uruguayos no les gusta trabajar, predomina en los niveles socioeconómicos semibajo y bajo, y en las personas con educación exclusivamente escolar. No hay diferencias entre Montevideo e interior. Hay pues dos visiones de los uruguayos sobre los uruguayos en relación al laburo, dicho en lunfardo. Sin duda cada uruguayo ve al país como se ve a sí mismo o al entorno que lo rodea. El concepto reiterado del presidente demuestra claramente qué parte del Uruguay ve y cuál parte del Uruguay desconoce.

Un estudio de la actitud de los uruguayos en relación al trabajo, grosso modo permite dividir a la sociedad en tres partes. Dos de estas tres partes pueden quedar reflejadas en el concepto presidencial y una de estas tres partes quedan en el lado opuesto.

Una parte la componen las personas sin cultura de trabajo ni de esfuerzo sostenido, para quienes está en el mismo plano el trabajar, el pedir, el recibir sin contrapartida o inclusive algunas formas menos santas de ganarse la vida sin pasar por el mundo del trabajo. Es un segmento de población que se puede considerar globalmente como marginal o ajena al concepto de trabajo. Es un segmento pequeño de la sociedad.

Otro sector de la población está compuesto por personas que tienen empleo pero trabajan poco. Ya sea que trabajan pocas horas, o pocos días al año, o que rinden poco en sus horas de trabajo. Es la visión estereotipada que tiene la población sobre los funcionarios públicos y que es correcta en cuanto a la mayoría de los funcionarios del Estado, pero no de todos. Hay muchos funcionarios públicos que trabajan muchas horas y funcionarios que rinden mucho, que tienen una alta productividad. Pero sin duda esta visión registra muchos tipos de conducta: los empleados que conversan mientras no atienden a la gente que hace cola, los empleados que dejan los mostradores vacíos para recibir a un vendedor con sus bolsos llenos de mercadería, los que no atienden al público para tomarse un té con bizcochos, los que atienden al público de mala gana. O cuando se ve a dos o a tres personas para hacer el trabajo que requiere tan solo de una. O cuando al cabo del día se produce la mitad o menos de la mitad, de lo que debe producirse normalmente. Hay fuera de toda duda un claro sector de gente que formalmente es trabajadora, en cuanto a tener un empleo, pero que no es trabajadora en cuanto al hábito, la voluntad y el empeño de trabajar. Este es un segmento cuantitativamente fuerte en el Uruguay, al que se ha referido reiteradamente el presidente de la República.

Pero en la población existe un tercer sector, muy grande, quizás mayoritario, o al menos cerca de la mitad de la población económicamente activa. Sector constituido por personas que trabajan 10, 12 y 14 horas diarias, que trabajan los sábados y los domingos, que en esas horas no matan el tiempo sino que producen. Hay de todo en este sector: médicos, abogados, maestros, periodistas, ingenieros, investigadores científicos, profesionales de los más diversos tipos; hay empresarios, ejecutivos, comerciantes, industriales, dueños de negocios, talleristas, vendedores, taximetristas, omnibuseros, quiosqueros.

Hay también empleados u obreros, hay metalúrgicos, de la bebida, del transporte, de otros gremios; hay sanitarios y electricistas por cuenta propia, hay también hurgadores de basura que trabajan muchas horas los siete días de la semana. Toda ella, de los diferentes niveles socioeconómicos y educativos, es gente que pelea y mucho por ganarse la vida con gran sacrificio.

Quien recorre el mundo sabe que al menos en el mundo occidental son muy pocos los países con un sector tan amplio de gente que trabaja tanto. Muchos extranjeros que visitan el Uruguay se sorprenden de lo que se trabaja en este país. Lo que es claro es que estos extranjeros toman contacto y ven a ese sector trabajador y dinámico de la sociedad. No a los otros: no hacen trámites en oficinas burocráticas ni tienen contacto con ese otro mundo ajeno a la cultura del trabajo y de la formalidad.

El presidente dijo que “jamás vio un uruguayo diagnosticado por exceso de trabajo”. Sin duda ve un mundo reducido y está mal informado; allí hay una responsabilidad suya, de sus asesores o de la Junta Nacional de Salud: es muy alto el número de uruguayos con problemas de salud por exceso de trabajo, por falta de descanso o por estrés laboral. Contra lo que cree el presidente, son muchos los visitantes y diplomáticos que se sorprenden de la extensión y profundidad del estrés laboral y del agotamiento por el trabajo en Uruguay.

Entonces, lo que se puede ver es que hay tres actitudes en los uruguayos. Una es la que pone en el mismo plano el trabajar y el pedir. Otra actitud es de quienes tienen empleo pero trabajan poco. Y otra de quienes trabajan muchísimas horas y fines de semana. En resumen conviene no simplificar.

Hay uruguayos atorrantes como dijo el presidente, hay uruguayos burocráticos, pero también hay al menos una mitad de los uruguayos que son muy trabajadores, hipertrabajadores. Hay gente sin cultura de trabajo, hay gente con cultura de trabajo pero que se empeña poco en el trabajo y hay gente muy trabajadora, que trabaja muchas horas, muchos días y muy productiva.