10 Ene. 2016

De la conducción política en el F.A.

Oscar A. Bottinelli1

El Observador

Tanto en la colectividad blanca como en la colorada, desde que funcionan como partidos modernos, nunca ha habido un líder de todo el partido […] En el Frente Amplio es diferente. Por un lado hay un líder o referente de todo el Frente Amplio, pero al igual que en los partidos tradicionales existen los líderes sectoriales […] ¿Cómo se combina ese juego de un líder de todo el Frente y líderes de los sectores? […] Conducir a los sectores puede hacerse de dos maneras. Una es coordinar, moderar, hacer de mediador y componedor entre los sectores, aunque se ponga algo de pimienta propia. Otro es dirigir, imponerse sobre los sectores, marcar el camino.

Cuando se analiza una conducción se debe partir de lo conducido2. En el caso de una fuerza política y de un movimiento político, se conducen básicamente dos grandes cosas. Por un lado se conducen las estructuras políticas, las organizaciones; y por otro lado se conduce la gente, entendida en algún momento como gente que se moviliza, dinámica, que milita, y en otro escalón como la gente pasiva, opinante y votante, que es lo que groseramente se denomina “opinión pública”.

Tanto en la colectividad blanca como en la colorada, desde que funcionan como partidos modernos, nunca ha habido un líder de todo el partido. Los líderes son líderes de un sector. Y por supuesto, el líder del sector mayoritario tiende a tener un peso mayor que el líder o los líderes de los sectores minoritarios. Pero aunque su dominio fuese muy grande, fuese por ejemplo del 80% del partido, como ha ocurrido, no es reconocido como líder único de todo el partido.

En el Frente Amplio es diferente. Por un lado hay un líder o referente de todo el Frente Amplio, pero al igual que en los partidos tradicionales existen los líderes sectoriales. Por ejemplo, en las etapas significativas de Seregni, antes del ocaso como líder frenteamplista: Rodney Arismendi en la 1001 y el Partido Comunista, José Pedro Cardoso y luego Reinaldo Gargano en el Partido Socialista, Juan Pablo Terra y luego Héctor Lescano en el Partido Demócrata Cristiano, Zelmar Michelini y luego Hugo Batalla en la “Lista 99”. Lo que diferenció inicialmente el liderazgo en el Frente Amplio y en los partidos tradicionales, es la existencia de ese doble nivel de conductores, algo así como los souzerain y los souverain en el derecho medieval.

¿Cómo se combina ese juego de un líder de todo el Frente y líderes de los sectores? El líder del Frente tiene dos papeles. Uno es dirigir, conducir o moderar a los líderes y sus sectores. Otro es conducir al conjunto de la gente frenteamplista, gente independiente o gente que adhiere a sectores, gente cuyo único líder es el líder del Frente Amplio y gente que sigue al mismo tiempo al líder del Frente y al líder de su sector, o inclusive que sigue al líder de su sector y a través suyo al Frente Amplio. A Seregni, o a la vez a Seregni y Michelini, o solo a Michelini.

Conducir a los sectores puede hacerse de dos maneras. Una es coordinar, moderar, hacer de mediador y componedor entre los sectores, aunque se ponga algo de pimienta propia. Otro es dirigir, imponerse sobre los sectores, marcar el camino. En toda fuerza política hay un abanico muy grande de corrientes, de fracciones articuladas a nivel de grupos políticos, pero además a nivel de gente que tiene matices muy grandes y que entre una punta y otra tiene poca coincidencia. Pero sea para buscar un acuerdo como para imponer una decisión, importa saber cómo se hace eso, cuál es el estilo del conductor.

Además hay no hay un solo tipo de conducción, hay una conducción estratégica, del que marca el objetivo final, el lugar a dónde llegar, y hay una conducción táctica, que significa por dónde ir, a qué ritmo, qué curvas esquivar y cuáles elegir. Hay líderes que ejercen ambas funciones y ha líderes que se reservan la conducción estratégica y delegan la conducción táctica; lo que no hay es un líder que ejerza la conducción táctica y delegue la conducción estratégica, porque lisa y llanamente entonces no hay liderazgo. Pero un líder que pretenda ejercer ambas conducciones, no necesariamente tiene virtudes para ambas, y ora es mejor estratega que táctico, y otras mejor táctico que estratega.

La palabra líder se usa en forma ambigua. Porque se aplica -lo que literalmente es más correcto- al que conduce, guía, marca el camino, convoca a seguirlo; pero se usa también al que es un referente popular o electoral, al que oficia de cartel votacional, pero no necesariamente marca una agenda, señala un camino.

En materia de liderazgo, conductor o papel referenciador también cabe ver también-en una paráfrasis del maestro Niccolò dei Machiavelli- tres categorías:

Uno es el conductor intérprete, el que es seguido por la gente porque expresa lo que en el mismo momento esa gente siente. No marca el objetivo final ni muchas veces el camino, sino que traduce a dónde la gente quiere ir y por dónde

Dos, el conductor estratégico, que marca el objetivo final más allá de lo que la propia gente piensa. Se aparta de ella en señalarle una meta que la gente puede no ver, pero se aparta lo suficientemente poco para que esa gente no se aleje de él y lo siga.

Tres, el conductor que marca un objetivo final, pero normalmente ejano y de tan difícil compresión, que rara vez es seguido por su propia gente, a la que la mar de las veces desconcierta. Se trata más bien de un profeta que de un líder, o se trata de un liderazgo profético; el futuro puede llegar a darle la razón o no, pero si ocurre es más allá de su tiempo de liderazgo. Quizás haya que diferenciar el líder profético propiamente dicho del líder ensoñador, que evoca sueños, pero no necesariamente proyecta objetivos.

Con todos los riesgos de una clasificación, de hacer encajar ejemplos concretos, de carne y hueso, en categorías rígidas y esquemáticas, vale la pena el esfuerzo de intentar clasificar a los tres líderes del Frente Amplio en sus nueve lustros de vida. Seregni fue un conductor estratégico, en el tiempo en que ejerció efectivamente y casi en solitario la conducción, por encima y con independencia de los líderes sectoriales, que abarca el periodo 1981-1985 (con el tiempo vuelva a casi todos los líderes sectoriales a su estrategia y su objetivo estratégico relacionado con la salida a la dictadura); pero antes y después fue esencialmente un moderador o coordinador más que un conductor propiamente dicho. Vázquez ha sido un intérprete de la gente. Mujica ha oscilado entre un intérprete y un líder ensoñador. Fuera del Frente Amplio, Luis Alberto Lacalle y Julio Ma. Sanguinetti aparecen como líderes estratégicos y Jorge Batlle como líder profético.


1 Secretario político de Seregni desde 1971 a 1987 y portavoz suyo en los tiempos de cárcel y proscripción; desde 1989 analista político independiente.

2 Tercera nota de una serie a propósito del centenario del nacimiento de Liber Seregni. Ver Hacia los 100 años de Liber Seregni, Las 10 etapas del Seregni político