29 Abr. 2016

A propósito de Brasil: las secuelas del problema del financiamiento político

Oscar A. Bottinelli – Diálogo con Fernando Vilar

Radiocero y Radio Monte Carlo

Lo que importa señalar es que la necesidad de financiar la política aparece como el elemento que desencadena fenómenos que primeros son de pequeñas desviaciones y luego pueden conducir a la corrupción. Así por lo menos lo enseñan algunos países que nos resultan próximos, por vecindad o cultura. Y la necesidad de financiar la política lleva también a pedir grandes contribuciones que se transforman en obligaciones y ataduras. Esto es lo que lleva a que hoy en todo el sistema político se está pensando la necesidad de ir a un replanteo de fondo del tema de los gastos políticos, los gastos de campaña y el financiamiento político.

OAB: El financiamiento de las campañas electorales y el financiamiento permanente de la actividad política es uno de las grandes encrucijadas de la democracia, de muy difícil solución. Y la crisis política de Brasil tiene mucho que ver o es un clara secuela del tema que hoy proponemos.

Hay que partir de la base que las campañas electorales cuestan dinero, mucho dinero. El principal rubro de gasto de campaña es la publicidad ya sea en medios de comunicación como en la vía pública, a lo que se agrega recientemente -aunque por ahora es de bajo costo- la publicidad en Internet, en portales, sitios, redes sociales. Un segundo rubro en importancia es la impresión de las hojas de votación. Y un tercer rubro son los gastos de infraestructura, movilización y concepción de la campaña: locales, autos, nafta, comida, hoteles, andamios para estrados, estrados, amplificación, encuestas, realización de spots y videos. Y el financiamiento político se complementa con el financiamiento permanente de los partidos y grupos políticos.

Un enfoque del tema es cómo abaratar los gastos políticos. En principio se discuten en el mundo dos vías: Una es el de la existencia de tiempos gratuitos en los medios para la publicidad de las listas y partidos, o si no es completamente gratuito, que haya una compensación por el Estado o una compra masiva por el Estado, que abarate sensiblemente los costos. Otro es del cambio de sistema de votación mediante la eliminación de la hoja de votación por cada lista, que se usa además como propaganda, y su sustitución o por una boleta central, única, donde figuren todas las opciones y el votante hace una marca, o su sustitución por el voto electrónico.

Pero más allá de que los gastos sean los actuales o se abaraten, subsiste el tema de que los partidos, listas y candidatos tienen que obtener fondos, recursos.

FV: ¿Y de dónde salen esos recursos? ¿Cómo se junta el dinero?

OAB: En principio hay dos grandes caminos para el financiamiento político. Uno es el financiamiento privado y otro el financiamiento público.

El financiamiento privado se puede hacer por tres vías principales: Una es la de pequeños contribuyentes, digamos a través de colectas, de bonos. Otra es a través de rifas o de la venta de productos partidarios como banderas, escarapelas, pegotines. Y una tercera es mediante la contribución de grandes contribuyentes.

El financiamiento público se hace por dos vías, que pueden ser complementarias: Uno es que el Estado aporte dinero para la campaña electoral, como se hace actualmente pero en cantidades no muy grandes, en que el Estado aporta 87 unidades indexadas, es decir, cerca de 300 pesos uruguayos por cada voto obtenido por un partido, lista o candidato. El financiamiento puede ser ese, que alcanza para un poco pero no llega ni cerca a la mitad de lo que se gasta, o puede ser mucho más. Y la otra vía es mediante exoneraciones impositivas o mediante hacerse cargo de gastos, como por ejemplo, la compra masiva de espacios en medios de comunicación, o la entrega en especie, como por ejemplo la entrega de papel para imprimir las hojas de votación o propaganda. Y hay oto tipo de financiamiento público que dejamos para el final, y que se emparenta con Brasil.

FV: ¿Qué problemas tiene cada tipo de financiamiento?

OAB: El financiamiento público puede tener problemas de criterios para la distribución de los recursos. Pero resuelto eso, que es un tema largo para abordar, el problema es que si el financiamiento público es escaso, como en Uruguay, es necesario complementarlo con el financiamiento privado e incluso. Incluso como aquí puede darse que lo complementario es el financiamiento público y el principal el financiamiento privado.

Y si es muy abundante, como lo fue en Italia, los partidos y grupos pueden acostumbrarse a tener una vaca lechera que los lleve a gastar sin límites y a la corta o a la larga caer en corrupción. Acostumbrarse que el dinero fluye y se puede gastar lo que se quiera. En Italia se dio un caso extremo: los estudios de Maestría en el exterior del hijo de un líder político, fue pagado con los gastos de financiamiento público de su partido.

El problema del financiamiento privado es que los que menos compromisos generan, como las colectas, bonos o rifas, a la larga generan poco dinero. Ayudan pero no bastan. Entonces el financiamiento privado importante termina siendo el de grandes contribuyentes, o el del dinero del propio candidato, como es el caso de Berlusconi en Italia o del banquero Noboa en Ecuador. El uso del dinero propio hace que los candidatos más ricos tengan ventaja sobre los menos ricos. Y el dinero de los grandes contribuyentes, que es lo más típico y lo dominante, se quiera o no genera dependencia de los intereses de esos grandes contribuyentes.

FV: ¿Tú decías que dejabas para el final el tema que se emparenta con Brasil?

OAB: Sí, se trata del uso de dineros del Estado obtenidos para otros fines y derivados a la actividad política. El caso más típico en Uruguay es el de los sueldos en los cargos políticos. Todos los partidos, en diferente proporción, reciben un porcentaje del sueldo de los legisladores, ministros, directores de entes y cargos de confianza. Es muy común la regla del 15%, pero algunos grupos político aplican hasta el 50%. En la misma línea se encuentra el derivar a los grupos políticos los gastos de secretaría, o los gastos de representación. Esto es muy normal tanto en Uruguay como en el mundo, y al menos aquí practicado por todos los partidos y todos los grupos políticos.

Pero lo otro es cuando se usa el poder que otorga estar en un lugar del Estado donde se maneja dinero. Y por aquí anda lo de Brasil, que no es solo de Brasil, porque se ha dado o se da en Italia, en España, en Argentina y hay quien dice que algo empieza a darse por estas latitudes.

FV: ¿En qué consiste?

OAB: Consiste en que las empresas del Estado, o gobiernos de tipo provincial o departamental, o Ministerios, realizan muchos gastos, compras, inversiones. Y bueno, en procedimientos trasparentes y sin corrupción, siempre hay razones para adjudicar a uno u a otro, siempre hay algo de subjetividad, honesta. Eso se puede usar para beneficiar al que más aporte al propio partido, grupo o candidatura. En general se empieza por ahí. Después ya se sigue con la obtención de comisiones para el partido, como fue el caso más extendido en la Italia de finales de la Primera República, hasta 1993. Y después, bueno, en algunos casos, algunas monedas se les cae a alguien para su propio patrimonio. Cuando la cosa es muy grave, al final el gran dinero va para el patrimonio personal y las monedas para el partido.

Parecería que de la gran corrupción que hay en Brasil, que abarca a casi todos los partidos y a los niveles federal, estadual y municipal, el proceso fue más o menos ese. Empezó por la necesidad de financiar la política y terminó en lo que se sabe. En Brasil, en Italia, en España. En Italia el fenómeno llevó con la liquidación de os tres o cuatro partidos que gobernaron más de medio siglo, y terminó con la Primera República. En España, que salpica hasta la Casa Real, generó fenómenos de protesta como el de Podemos a la izquierda y el de Ciudadanos a la derecha. En Brasil, todas las acusaciones cruzadas que salpican a todos los partidos.

Lo que importa señalar es que la necesidad de financiar la política aparece como el elemento que desencadena fenómenos que primeros son de pequeñas desviaciones y luego pueden conducir a la corrupción. Así por lo menos lo enseñan algunos países que nos resultan próximos, por vecindad o cultura.

Y la necesidad de financiar la política lleva también a pedir grandes contribuciones que se transforman en obligaciones y ataduras.

Esto es lo que lleva a que hoy en todo el sistema político se está pensando la necesidad de ir a un replanteo de fondo del tema de los gastos políticos, los gastos de campaña y el financiamiento político.