El Observador
Si no hay deposición o muerte de un presidente -o toma del Poder Legislativo- al son de marchas militares, para muchos no hay golpe de Estado […] Entonces corresponde analizar los golpes a la poliarquía, es decir, cuando la poliarquía queda golpeada […] La poliarquía puede ser golpeada en golpes contra el gobierno, contra el parlamento o a la vez contra el gobierno y contra el parlamento en un juego contrapuesto. Brasil, Nicaragua y Venezuela son paradigmáticos en cada caso […] Las causas esgrimidas en superficie para la consumación de los golpes … pueden ser: de tipo ético … , económico-financieras … de ineficiencia y desgobierno … de insanía mental
Como ya no hay golpes al son de marchas militares las formas se civilizan
Si no hay deposición o muerte de un presidente -o toma del Poder Legislativo- al son de marchas militares, para muchos no hay golpe de Estado. Como los que invocan eso son unos cuantos -políticos, analistas- más vale no hacer una discusión de palabras e ir a la discusión de conceptos, como enseña Carlos Vaz Ferreira. Entonces corresponde analizar los golpes a la poliarquía, es decir, cuando la poliarquía queda golpeada.
Cabe precisar que poliarquía, que es un término introducido por Robert A. Dahl, puede semejarse al concepto de una democracia plena basada en partidos, o al menos en ciertas formas de democracia preferiblemente basada en partidos. Una poliarquía supone, además, plena competencia electoral, respeto irrestricto a la decisión electoral, fuerte participación ciudadana y electoral, amplias libertades políticas y civiles, equidad política, económica y social. Y requiere por encima de todo afecto societatis a la poliarquía: creer en ella, respetar su sustancia, no envilecer la poliarquía con apelaciones a cumplimientos más o menos formales o con razonamientos ingeniosas para justificar lo formal y agredir la sustancia. Lo cierto es que no hay cultura poliárquica si esa poliarquía no atraviesa generaciones. No se aprende en los libros, sino se aprehende en la vida. Hay que reconocer que las exigencias para una poliarquía plena solo son cumplibles por un puñado de países, no mayor a una docena en el mundo y con buena voluntad dos docenas. Así que más vale agregar a las semipoliarquías o poliarquías imperfectas para poder llegar a una setentena.
Desaparecidos los golpes con botas, fusiles, fecha y hora, la discusión se torna confusa. La condena unánime a los golpes de Estado es un fenómeno reciente, de la segunda mitad de los ochenta, cuando ya todos los golpes habían cumplido su ciclo y habían fracasado, por estas latitudes y por la Europa del sur. Pero lo que sí hay, de antes y de después, son muchos golpes a la poliarquía, que puede o no ser interrupción del orden constitucional. De donde lo que se trata es de ver si la sustancia de la poliarquía ha sido golpeada o no.
La poliarquía puede ser golpeada en golpes contra el gobierno, contra el parlamento o a la vez contra el gobierno y contra el parlamento en un juego contrapuesto. Brasil, Nicaragua y Venezuela son paradigmáticos en cada caso. Puede haber golpes contra el oficialismo, o contra la oposición, o contra otros actores de poder (medios de comunicación, magistratura, formadores de opinión).
Las causas esgrimidas en superficie para la consumación de los golpes -detrás de las cuales subyacen las causas profundas- pueden ser:
Uno, de tipo ético, como Brasil ahora o Italia 1993, con Tangentopoli. Son las preferidas. Es que parafraseando a Borges, la invocación a la moral es el refugio preferido de los que carecen de ella.
Dos, económico-financieras: la volatilidad del riesgo país y los desplomes bursátiles (Italia 2011, caída de Berlusconi) o la escasez de productos de primera necesidad. Fenómenos todos que casualmente cesan en el mismo instante en que se produce el golpe.
Tres, de ineficiencia y desgobierno (Argentina 2001, de la Rúa)
Cuatro, de insanía mental (Ecuador 1997, Bucaram; hace algo más de un siglo, Luis II de Baviera)
Las formas de los golpes a la poliarquía pueden ser la destitución, la disolución, el asesinato, la inducción al suicidio, la declaración de incapacidad; pero con el avance de la civilización predomina la renuncia, la inducción a la renuncia, la renuncia ineluctable, a veces con huida en helicóptero como efecto escénico.
Las modalidades de los golpes a la poliarquía pueden ser varias:
Uno. La acción militante de la magistratura, como comenzó a operar en Italia al despuntar 1993 y desatar la debacle del sistema de partidos y la caída de la Primera República, siguió operando en sistemático petardeo de Berlusconi hasta -en conjunto con la jefatura de Estado- precipitar su salida de gobierno en 2011 y más tarde su salida del centro de la escena. Esta acción de la magistratura se da normalmente en concurrencia con actores económicos (industria, bancos) y con actores políticos (1993, comunistas y posfascistas; en 2011, centroizquierda).
Dos. Las campañas periodísticas en cadena multimedia para crear un estado de opinión que facilite o legitime movilizaciones populares, acciones de la magistratura o movimientos bursátiles.
Tres. La acción de las calificadoras de riesgo a la deuda soberana, de la cual surge el riesgo país, o de informes de instituciones financieras de renombre, normalmente en forma simultánea con operaciones bursátiles que desploman el valor de los títulos.
Cuatro. Movilizaciones populares (y caceroleos) que crean una sensación de caos e ingobernabilidad.
Cinco. La aplicación más o menos formal de institutos constitucionales, sin respetar el procedimiento (caso Paraguay con Lugo, donde no hubo debido proceso) o con serias dudas sobre el respeto a la sustancia.
Seis. El hostigamiento de parlamentarios, periodistas o formadores de opinión, con la finalidad de producir su silencio, o su salida de escena, a veces en forma trágica.
Siete. La amenaza de cataclismos económicos, financieros y sociales, como la operación (fallida) de autoridades europeas para presionar al pueblo británico contra el Brexit.
La lista es a título de ejemplo y no se agota aquí. Es un simple intento de borronear una clasificación primaria. Lo que hay que tener claro algo es que siempre hay razones de fondo que fundamentan las acciones judiciales, las campañas periodísticas, las movilizaciones o los procedimientos institucionales; hay hechos de corrupción o ilegalidades, hay problemas económicos o financieros, o inflación, o escasez, o problemas sociales, o disfuncionalidad del gobierno o de las instituciones. Los golpes no se dan contra vestales. El punto es que problemas que pueden o deben resolverse o tratar de encararse dentro del funcionamiento normal de la poliarquía, se manejan de tal modo que funcionan como golpe a la poliarquía.