01 Oct. 2016

Entre paridad y proporcionalidad

Oscar A. Bottinelli1

El Observador

[En Galicia, el debate presidencial] se hizo sobre el principio de la paridad de actores, … igual tiempo para cada uno […] y lo que se vio fue una fenomenal disparidad fáctica […] el candidato oficialista dispuso de un quinto de tiempo para responder a los ataques desplegados por la oposición en los restantes cuatro quintos […] Lo que está planteado – e impacta directamente sobre la discusión uruguaya- (es si) una paridad entre los actores políticos, donde cada uno vale uno, tanto el que tiene la mitad del electorado como el que no llega al uno por mil [… o puede haber] paridad en cuanto a los ciudadanos representados, que es lo mismo que proporcionalidad

Galicia muestra que un debate paritario puede devenir en cuatro contra uno

Un tema clave en la ley de partidos políticos es la asignación de tiempos a los agentes políticos en la campaña electoral en los medios de comunicación públicos o concesionados por el Estado. En un extremo está el concepto de paridad de actores (todos los agentes deben tener los mismos tiempos, con absoluta independencia de su respaldo ciudadano) y en el otro extremo la proporcionalidad (los agentes deben disponer de tiempos proporcionales a la porción de ciudadanos que cada uno representa). En el primer caso se protege la paridad de los actores y en el otro caso la paridad de los ciudadanos.

En la Televisión de Galicia (TVG) se realizó el domingo 18 de setiembre un debate entre los cinco candidatos a la presidencia de la Comunidad Autónoma: el presidente saliente -reelecto el pasado domingo- Alberto Núñez Feijoo (Partido Popular de Galicia) y los desafiantes Xaquín Fernández Leiceaga (Partido dos Socialistas de Galicia/PSOE), Ana Pontón (Bloque Nacionalista Galego), Luis Villares (En Marea/Podemos) y Cristina Losada (Ciudadanos). Se hizo sobre el principio de la paridad de actores, es decir igual tiempo para cada uno. Y lo que se vio fue una fenomenal disparidad fáctica: Feijoo debió batirse con su solitaria espada contra las cuatro que en forma coordinada, desde derecha, centro e izquierda, arremetieron contra el gobierno. El candidato oficialista dispuso de un quinto de tiempo para responder a los ataques desplegados por la oposición en los restantes cuatro quintos. Esa fenomenal disparidad fáctica llevó a Núñez Feijoo y a los Partido Popular (de Galicia y de España) a rechazar un debate a escala nacional previsto para el día siguiente en la Televisión Española (TVE) con el mismo formato; y los llevó a contraponer un formato de paridad oficialismo-oposición: mitad del tiempo para el oficialismo, mitad del tiempo para la oposición. La propuesta fue rechazada por los otros cuatro partidos, por lo que no hubo ese debate nacional .

Lo que está planteado – e impacta directamente sobre la discusión uruguaya- no es solo paridad versus proporcionalidad, sino analizar los diferentes conceptos de paridad. Porque como se ve puede haber una paridad entre los actores políticos, donde cada uno vale uno, tanto el que tiene la mitad del electorado como el que no llega al uno por mil; puede haber paridad binaria entre oficialismo y oposición; o puede haber paridad en cuanto a los ciudadanos representados, que es lo mismo que proporcionalidad. Lo relativo al debate o exposiciones simultáneas es válido para todo tipo de asignación de tiempos en campañas electorales, sea la distribución de minutos o segundos para publicidad política, sea tiempos en los informativos y en los programas periodísticos.

En 2014 Tabaré Vázquez no fue ni al Ateneo de los Presidenciables organizado por ANDEBU ni al Paraninfo de la Universidad de la República centrado en temas ambientales. Más allá de la conveniencia táctica del candidato oficialista de no debatir, también pesó la disparidad del escenario: el candidato impulsado por 50 diputados con igual tiempo que el candidato de un partido que, de multiplicar sus votos por 11 o 12 podría obtener una banca; el representante de 50 diputados con la sexta parte del tiempo que los representantes de 49 diputados.

Hasta aquí un tema, el de la paridad, forma de paridad o proporcionalidad entre los agentes políticos. Hay un segundo tema en Uruguay ¿qué es un agente político? Porque en Uruguay no solo hay partidos (lemas en la jerga jurídico-electoral) sino que además hay sublemas, hay listas senatoriales y hay listas para diputado. Entonces, si paridad es sinónimo de igualdad, debe haber tiempos iguales para cada partido (cada uno con su fórmula presidencial), pero luego tiempos iguales para cada sublema senatorial, tiempos iguales para cada lista senatorial y tiempos iguales para cada lista parlamentaria. A simple vista se observa que cuánto más se fragmente la oferta partidaria menos tiempos van a tener los principales partidos; y cuánto más se fraccionalice un partido, más tiempo va a tener en relación a partidos menos fraccionalizados, dado que si el tiempo es igual para cada lista, por ejemplo, un partido con diez listas obtendrá el doble de tiempo que un partido con cinco. De ahí a que alguno invente “listas truchas” para acumular tiempo, hay un solo paso; y para que no haya acusación de engaño, basta que cada lista obtenga un voto para que justifique su comparecencia electoral. Bien vale la pena perder 10 votos si eso da 10 veces más minutos.

Si en cambio se va por el camino de la paridad de la representación ciudadana ello conduce directamente a la proporcionalidad. El punto que surge inmediatamente es cómo se mide esa proporcionalidad, antes de que se vuelva a votar. Un primer camino es lo que se ha denominado la sobrevivencia de los resultados anteriores, criterio que se aplica para la distribución preliminar de fondos de campaña (los “adelantos del Banco República”), es decir, los tiempo se distribuyen entre lo agentes políticos en función de los votos obtenidos en la precedente elección de la misma naturaleza y categoría. Un segunda camino es la distribución de los tiempos en base a una medición de intención de voto, obtenida mediante la técnica de encuestas, ya fuere mediante la selección y la ponderación (promedio, mediana) de las encuestas existentes en plaza de la mayor calificación científica y académica, ya mediante la realización de una encuesta calificada oficial quizás ad-hoc(en España esto lo facilita el que haya un instituto oficial de encuestas de opinión pública, controlado por el Parlamento: el Centro de Investigaciones Sociológicas más conocido como CIS). Un tercer camino es la combinación de los dos caminos anteriores. Como los dos caminos no son necesariamente excluyentes, una tercera vía es la combinación de las dos anteriores, que puede hacerse por distintos métodos y atribuyendo a cada una pesos equivalentes o pesos diferenciados.2


1 Catedrático de Sistema Electoral de la Universidad de la República (Facultad de Ciencias Sociales, Instituto de Ciencia Política)

2 Hay un cuarto camino, exclusivamente para la publicidad electoral, que supone el préstamo de minutos adicionales a lo resultante de los caminos anteriores y el reajuste a posteriori en función de los resultados electorales y de los pagos que hace el Estado por voto. Ver De la publicidad electoral en los medios, El Observador.