24 Feb. 2018

El astuto estadista y su otro Yo

Oscar A. Bottinelli

El Observador

En el episodio del lunes (el presidente fue) rodeado por un grupo de productores … que exhibieron una falta de sentido institucional y de cultura democrática. Fue patoteado. El Otro Yo del presidente reaccionó en forma nada acorde con su investidura [..] Lo grave politicamente es que fue innecesario y contraproducente […] El Yo consciente de un presidente cuidadoso en sus movimientos se exhibió (cuando) remueve a la cúpula de ASSE por un asunto harto menor y se saca una pesadilla que […] evita que salpiquen al gobierno, todas las denuncias que golpean al oficialismo a diestra y siniestra.

Del fino estadista a la riña de tinte arrabalero, siendo patoteado

En el correr de pocos días aparecieron dos personalidades contrapuestas del presidente de la República. Primero, en relación a ASSE, se exhibió el estadista fino, astuto, seguro de sí mismo, con sentido del poder. Luego irrumpe el Otro Yo del presidente, esa personalidad sumergida que emerge a la superficie cuando fallan los autocontroles1.

En el episodio del lunes (19), en la puerta del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, es rodeado por un grupo de productores y algún comerciante que exhibieron una falta de sentido institucional y de cultura democrática. El jefe de Estado representa a todos los uruguayos, es el símbolo del país, fue elegido por la mayoría absoluta de los ciudadanos. Es lícito discrepar con un jefe de Estado -el que fuere- y hacerlo en términos duros, hasta si se quiere descalificarlo intelectual o eticamente. Lo que no cabe, bajo ningún concepto, es insultarlo ni mucho menos, dicho en términos tan vulgares como cristalinos, patotearlo, que es lo que ocurrió.

El Otro Yo del presidente reaccionó en forma nada acorde con su investidura. Entró en una polémica -tanto en el lenguaje verbal como en el corporal- de tinte arrabalero, para usar un término tan antiguo como nítido. Para colmo, la Presidencia de la República institucionalmente recurrió a lo que en términos usuales se denomina “escrache”; además, hacia un desconocido que no representa nada ni a nadie. Ello no cabe a la jerarquía del Poder que ante el mundo simboliza a la Nación. Pero mucho peor que eso, es de pésimo mal gusto.

Lo grave politicamente es que fue innecesario y contraproducente. Galvanizó a las barras bravas frenteamplistas (como se vio en las redes sociales), lo que hubiera sido necesario hace seis meses, en el peor momento del Frente Amplio en su historia, cuando perdía, enojaba, desilusionaba o producía disconformidad en más de uno de cada tres de sus últimos votantes. Ahora, desde que se renunció a Sendic, inicia un camino ascendente, de recuperación; no necesita entusiasmar a las barras bravas y en cambio requiere de mensajes de seriedad y mesura hacia los que están retornando o a punto de retornar. Para éstos fue contraproducente.

Y también lo fue para la conveniencia del gobierno, porque bajo su batuta inició una estrategia muy refinada hacia el agro, consistente en dividirlo en una especie de lucha de clases. Se distanció de los grandes productores y otorgó su apoyo -que será suficiente o insuficiente, ese es otro cantar- a los pequeños y en parte medianos productores lecheros, arroceros, hortifrutícolas y ganaderos. Más aún, tuvo la picardía de incluir entre las ayudas la rebaja en la contribución inmobiliaria, con lo que logra enfrentar a las Intendencias -mayoritariamente blancas- con la mayoría de los productores rurales. Desde el punto de vista del juego político, el manejo al desafío de un segmento del agro fue perfecto. Pero con lo de ese lunes, el tema de discusión no fueron las medidas del gobierno, sino de la riña callejera. Por ello fue también contraproducente.

Contra lo que algunos creen, contra lo que sus partidarios fanáticos creen, la riña verbal del presidente y el “escrache” de la Presidencia son señales de debilidad. Cuando alguien se siente realmente fuerte no recurre ni a lo uno ni a lo otro.

El Yo consciente de un presidente cuidadoso en sus movimientos, calculador, astuto, refinado en su juego, se exhibió la semana anterior. Entonces remueve a la cúpula de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) por un asunto harto menor -que como mucho podría afectar a uno solo de sus miembros- y con ello se saca una pesadilla que amenaza al oficialismo. Para completar la jugada, pone al frente del organismo a un político, legislador, gobernante, médico y gremialista médico prestigioso, pero además respetado y querido por todo el sistema político. Traza un borrón y cuenta nueva entre la o las administraciones anteriores y lo que viene por delante. Se saca de encima, evita que salpiquen al gobierno, todas las denuncias que golpean al oficialismo a diestra y siniestra. Porque en la Comisión Investigadora de la Cámara de Representantes el oficialismo está siendo acosado de un lado por parlamentarios del Partido Nacional y del otro lado por Unidad Popular.

Esta jugada de tiro por elevación la hizo en 2016 en relación a Ancap, cuando al remover la mayoría del Directorio influida por Sendic, trazó un antes y un después entre las administraciones anteriores y lo de allí en adelante. Esta astucia política la inauguró en 1991, al año de estrenarse como intendente de Montevideo. A raíz de un episodio menor que afectó al director de la División Turismo, lo removió, pero además aprovechó para remover también al director del Departamento de Actividades Comerciales y Productivas (que no tuvo nada que ver con el hecho, pero que quizás podría establecerse una responsabilidad objetiva de carácter institucional, por ser su superior) y por añadidura extendió la remoción a los otros tres directores de división de ese mismo departamento, que no tenían arte ni parte en el asunto, ni competencia alguna en la materia. Utilizó ese episodio aislado y menor de la División Turismo para sacarse de encima a una cúpula directriz cuya líneas no compartía y así, sin entrar en discusiones políticas, cambiar de manera fuerte la orientación del Departamento.


1 Hay un antecedente respecto al concepto presidencial de “códigos de barrio”. Apela a ellos cuando a inicios de julio de 2017 sale al cruce de los nuevo ataques al vicepresidente de la República Raúl Sendic. Otra salida presidencial de tono y forma la protagonizó el entonces presidente Jorge Batlle, cuando la cadena de noticias Bloomberg difundió una grabación -obtenida de manera encubierta- con dichos agresivos hacia el pueblo argentino (abril 2013)