10 Mar. 2018

El crac del “candidato producido”

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Lo más importante es que diversos exponentes de los poderes fácticos italianos habían puesto los ojos en ese joven prometedor como una alternativa posible,hacia un futuro mediato Por allí anduvieron la poderosa Confindustria, la banca, las aseguradoras y la Curia Romana […] Esta estrella fugaz debió su éxito (fugaz) a dos grandes cosas. Una, como gobernante, el llevar adelante contra viento y marea la política de ajuste impulsada desde Bruselas y desde Alemania, … Lo otro, el uso al infinito del marketing como elemento productor de la política, la sustitución de los partidos o de los grandes líderes naturales por líderes fabricados.

La estrella fugaz de la política como forma y no como contenido propio

Mirar lo que pasa en otros países, especialmente los de cultura similar, en particular si es de parecida cultura política, es una forma de ver el propio país, ya fuere el presente o avizorar el futuro. El domingo pasado hubo unas elecciones en Italia con resultados significativos en los impactos sobre el sistema electoral, los partidos, los liderazgos; exultó el descontento con los políticos, con las instituciones, con el euro, con la Unión Europea y en particular con lo que consideran “la burocracia de Bruselas”. En medio de todo eso, hay un punto de especial análisis que es el crac, el quiebre, el derrumbe de una estrella fugaz proveniente de Florencia, de nombre Matteo Renzi.

El provenir de la ciudad de Machivelli y Guicciardini, de los Medici y los Pitti, de Michelangelo y de Giotto, sugiere un refinamiento político y cultural extraordinario. No es el caso. No basta ser florentino para tener refinamiento fiorentino. Se trata de un joven militante del área católica, scout en sus primeros años, con desenfado juvenil y lenguaje moderno, en una provincia de tamaño mediano. Contó desde joven con condiciones naturales o para el liderazgo o más exactamente para el referimento mediático. Así es como en medio del agotamiento de una vieja clase dirigente de centro izquierda emerge como el joven desafiante y trasgresor. A los 37 años aparece en el firmamento nacional como contendor del liderazgo del Partito Democratico, el nuevo partido en odre viejo de un centro izquierda golpeado por sucesivas derrotas ante Berlusconi; y en particular más golpeado aun, cuando ganó, por su imposibilidad de gobernar por siquiera veinticuatro meses de corrido. El desafiante presenta un desafío completo para el siglo XXI: edad, vestimenta informal, lenguaje informal y desestructurado, gira electoral en un “camper” (casa rodante). Inclusive la derrota digna ante un viejo político sostenido por viejos políticos en proceso de erosión, que además obtienen una victoria pírrica electoral, ayuda a su éxito futuro.

Lo más importante es que diversos exponentes de los poderes fácticos italianos habían puesto los ojos en ese joven prometedor como una alternativa posible,hacia un futuro mediato Por allí anduvieron la poderosa Confindustria, la banca, las aseguradoras y la Curia Romana (o parte de ella, o una fracción de ella). Pero esos poderes fácticos tienen por delante, antes, un proyecto que creen destinado al gobierno de Italia por largo tiempo. Es el “Proyecto Monti, un tecnócrata de Bruselas, ligado al sistema financiero internacional, que llegaba a desplazar a Berlusconi de la mano del Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo, la Comisión Europea, Alemania detrás de todos ellos y el jefe de Estado Giorgio Napolitano como director de orquesta . El “Proyecto Monti” fracasa estrepitosamente y da lugar al “Proyecto Renzi”. Así esos poderes fácticos cooptan al joven que exhibe gran carisma, facilidad de comunicación y una ambición sin límites, a lo que pronto se le suma una soberbia que lo conducirá a la ruina.

Al cooptarlo, “lo producen”, como dicen los jóvenes. Lo arman, lo maquillan, lo llenan de contenido. Tiene a su servicio la pretigiosa Università LUISS (vinculada a Confindustria), a politólogos, economistas y comunicadores de nota que le dan el contenido. Mientras los consultores de marketing político le perfeccionan su look, la forma de su discurso y en particular el hablar en formato Twitter: sus mensajes deben poder reproducirse en 140 caracteres. Un discurso es la repetición hasta el cansancio de esos Twitter. Más todavía, al llegar al gobierno sus proyectos de ley ya no se llaman, por ejemplo, reforma escolar, sino “Ley de la Buena Escuela”.

Meteórico, sin haber ganado una sola elección nacional, llega a presidir el gobierno de Italia (febrero 2014- diciembre 2016). Gana una elección interna que lo deja a las puertas del Gobierno y hace un año vuelve a reiterar ese suceso interno. Pero el único éxito electoral externo es una obra perfecta de marketing. Toma su partido en el 25% y lo lleva al 41%. Pero es un 25% del 75% de votantes (casi 20% del total) y lo lleva al 41% del 57% (23%) Es una mejora, pero magra. El marketing lo transforma en una hazaña sin precedentes. No solo usa el marketing, sino lo cree. Explota la soberbia y desafía urbi et orbi con dos consultas electorales, que pierde ambas: el referendum constitucional del 4 de diciembre de 2016 y las elecciones del pasado 4 de marzo.

Esta estrella fugaz debió su éxito (fugaz) a dos grandes cosas. Una, como gobernante, el llevar adelante contra viento y marea la política de ajuste impulsada desde Bruselas y desde Alemania, es decir, del centro del poder europeo y del país más poderoso de la Unión. Lo otro, el uso al infinito del marketing como elemento productor de la política, la sustitución de los partidos o de los grandes líderes naturales por líderes fabricados. No lo son desde cero, porque el candidato a referente tiene que tener condiciones naturales que lo hagan viable. Lo que no se requiere es contenido, ni verdadero proyecto, ni grandes condiciones intelectuales, políticas o culturales. Lo que se requiere esencialmente es forma.

Sin duda lo que se describe más arriba no es novedad. Es un fenómeno creciente en el mundo, al menos en el mundo donde la gente tiene la costumbre de votar. La ventaja para todo poder fáctico es que estas estrellas fugaces son remplazables. Se producen, se inflan, explotan, y basta mirar cerca para encontrar otro globo al cual inflar.

Los poderes fácticos, realistas, no han tarado ni 24 horas en dar por muerto y enterrado a su producto de estos últimos años, y ya miran a otro joven, más joven aun, como que apenas tiene 31 años, de buena presencia, buena dicción, al que también se le pueden dar los contenidos, siempre que maneje bien ese mensaje de marketing. Ya no se le ve como el producto suelto de un humorista contestatario.