31 Ago. 2018

El problema del Frente Amplio es con los frenteamplistas

Oscar A. Bottinelli - Diálogo con Aldo Silva

970 Universal – Fuentes Confiables

Hay algo fuera de toda duda y es que el Frente Amplio se encuentra en problemas. Uno diría que esto está fuera de discusión. Lo que cabe discutir y analizar es cuál es la magnitud de su problema […] Hoy el Frente Amplio registra una intención de voto del 35% para el caso imaginario de que hubiere elecciones en la actualidad. Hace cinco años, en el segundo trimestre del 2013, el Frente Amplio registraba en la Encuesta Nacional Factum un 44%. Y hace diez años, en el segundo trimestre de 2008, registraba también un 44%.

OAB: Hay algo fuera de toda duda y es que el Frente Amplio se encuentra en problemas. Uno diría que esto está fuera de discusión. Lo que cabe discutir y analizar es cuál es la magnitud de su problema. El primero, en el que hay un gran consenso, es que es muy difícil que pueda retener la mayoría parlamentara, como la obtuvo plenamente en 2004 y 2009, y como la obtuvo parcialmente en 2014. Lo segundo, sobre lo que hay menos consenso, son sus probabilidades de retener o no la Presidencia de la República. Este es un ángulo de análisis. Pero asumido que tiene algún tipo de problemas, viene la pregunta ¿con quién tiene esos problemas?

AS: ¿Y con quién tiene esos problemas?

OAB: Esta pregunta es clave. No hay mayor error en la política, uno diría, no hay mayor error en cualquier tipo de actividad, no hay mayor error en la vida, que el error de diagnóstico. Si no se diagnostica con precisión qué es lo que ocurre, es muy difícil, uno diría que imposible, resolver ningún problema. Y todo parece que el vértice del Frente Amplio tiene un diagnóstico, que hay que ver si es o no correcto: su problema es con la oposición y en particular con su principal oponente, es decir, con el Partido Nacional. El segundo elemento de diagnóstico que formula es que el problema es que su principal oponente tiene liderazgos ya instalados, cosa que no lo tiene el Frente Amplio, referido lo de liderazgo al tema candidatura.

Para empezar conviene despuntar el vicio y mirar unos cuantos números. Hoy el Frente Amplio registra una intención de voto del entorno del 32% al 35% en las principales encuestas, para el caso imaginario de que hubiere elecciones en la actualidad. En el caso concreto de Factum, el número al segundo trimestre del año es el 35%.

Hace cinco años, en el segundo trimestre del 2013, el Frente Amplio registraba en la Encuesta Nacional Factum un 44%. Y hace diez años, en el segundo trimestre de 2008, registraba también un 44%.

Aquí hay un primer dato: a la misma distancia de las siguientes elecciones nacionales, en relevamiento hecho por el mismo instituto encuestador, con la misma metodología, el Frente Amplio se encuentra 9 puntos por debajo de su registro de 2013 y también de 2008. Tiene pues una pérdida del 9% del total del electorado, que equivale a decir cerca de 220 mil votos. Esa cantidad es la que el Frente Amplio registra en menos.

AS: Pero en las elecciones obtuvo más que ese 44%

OAB: Exactamente En ambos casos su votación fue en numero redondos del 48%. Es decir, hay otros 4 puntos porcentuales que el Frente Amplio no registra en la actualidad ni registró en su momento Esto es normal, es el sector de gente que exterioriza su voto hacia el final. Más o menos hablamos de unos 100 mil votantes. Claro que si a los 9 puntos porcentuales en menos respecto a las encuestas de hace 5 y de hace 10 años, se suman estos 4 puntos en menos entre la encuesta y la elección, declara votar al Frente Amplio alrededor de un 13% menos que en octubre de 2014. Hay pues en total más de 300 mil personas que votaron al Frente Amplio en octubre de 2014 y que hoy no dicen que lo están votando, al menos que no manifiestan su predisposición a votarlo el próximo domingo.

Cabe repetir hay bastante más de 300 mil personas que votaron al Frente Amplio en octubre de 2014 y que hoy no dicen que lo estarían votando en este momento: 100 mil son los que no manifiestan o no deciden su voto hasta el final, pero 220 mil sí normalmente expresan su voto con esta antelación y hoy no lo hacen.

Visto los números, son concluyentes. Para que el Frente Amplio se preocupe cómo está plantada la oposición, cuánto mejor o cuánto peor está en relación a sí mismo, tendría que resolver muchas cosas antes. Y lo que primero tiene que resolver es su distanciamiento, su divorcio, la falta de sintonía que tiene con mucho más de la cuarta parte de sus votantes, o de quienes fueron sus votantes, o de quienes podrían volver a serlo pero hoy todavía no lo son, o al menos no lo son del todo.

Y aquí viene el quid de la cuestión. El gran problema que el vértice frenteamplista no atina a ver es que su problema está adentro y ese problema es con los suyos, no con los ajenos.

El día en que el Frente Amplio tenga que preocuparse de sus adversarios políticos, de los ajenos, ese día tendrá mucho para festejar, pues significa que superó una parte muy relevante de sus problemas.

AS: ¿Y dónde está esa disconformidad? ¿Cuáles son los temas que hace que votantes frenteamplistas estén disconformes con el Frente Amplio?

OAB: Esta pregunta es mucho más complicada. En primer lugar, porque no hay un bloque homogéneo de frenteamplistas que tengan el mismo grado de disconformidad, de desilusión o de enojo.

Por un lado hay un conjunto de temas relacionados con los problemas no resueltos o no encarados. Existe una diagnóstico entre muchos disconformes que no se han encarado bien las políticas sociales, pese a que se invirtió en ello muchísimo dinero, y manejan como evidencia la creciente cantidad de personas en situación de calle, la proliferación de cuidacoches informales o de gente pidiendo de diferente manera. Y en materia de políticas sociales un hecho determinante es que en más de 13 años no solo no se han erradicado los asentamientos, sino que en el mejor de los casos no han disminuido sustancialmente, e inclusive hay quien sostiene que han aumentado. Un área diferente está relacionada con la seguridad, que es el problema más importante para los uruguayos.

En materia ideológica o de clase social, hay dos disconformidades contrapuestas: los que consideran que el gobierno no ha sido suficientemente de izquierda, no ha realizado cambios estructurales y que sus políticas económicas han sido neoliberales. Otros, en cambio, consideran que ha sido un gobierno que ha golpeado a las capas medias y muy especialmente a los profesionales y a los pequeños emprendedores. Ambos coinciden en creer que es un gobierno que ha favorecido a los grandes inversores.

En esto hay que ser muy claro en el análisis. No importa si las cosas son así o no lo son. Lo que importa es lo que cada quien cree que son las cosas. Porque va a actuar, va a votar, según como crea que las cosas son.

Es decir, hay un nivel de disconformidad que tiene que ver con las políticas del gobierno, que puede ser con su orientación o con su gestión, con los objetivos o con la forma de realizarlo. Y preciar el diagnóstico requiere sin duda mucha investigación, cabeza amplia y sentido crítico.

AS: ¿Pero se agota el descreimiento en las políticas de gobierno y sus resultados?

OAB: No. Quizás la mayor área de descreimiento no esté en la gestión de gobierno como tal, en lo programático, sino en la gestión política, en las formas de hacer política.

Y al respecto se destacan dos conjuntos de temas. Uno es al que mucho llaman de tipo ético. Y tiene que ver con conductas personales, muchas veces asociados a la generación de grandes déficits en los organismos que administraron. Lo que muchos llaman el dilapidar los dineros públicos, los dineros producto de los impuestos de la gente.

Sin duda en este aspecto resalta el tema de Raúl Sendic, la primera persona en la historia del Uruguay que haya ocupado constitucionalmente la Presidencia de la República y debió renunciar a su cargo, y por razones éticas.

Pero el tema Sendic golpeo al Frente de varias maneras y por varias razones. Una, porque el FA tardó casi dos años en resolver el tema, y lo resolvió en función de un dictamen contundente del Tribunal de Conducta Política. Dos, porque ese dictamen fue guardado bajo llave y solo se difundió después de formidables presiones de personalidades destacadas del Frente Amplio, no participantes en la estructura. Tres, porque los frenteamplistas consideran que ha habido muchas conductas parecidas, menores pero parecidas. Pero además lo sigue golpeando, porque su procesamiento mereció un dictamen o informe del Tribunal de Conducta Política, así como ha habido otro dictamen sobre el senador Leonardo de León, presidente de ALUR cuando la presidencia de Ancap por Sendic. Y los dos dictámenes están guardados bajo llave, no se conocen, y tampoco la Mesa Política habilita un Plenario Nacional para discutirlo.

AS: Recién hablaste e dos conjuntos de temas y mencionaste uno, al que se le puede llamar de tipo ético ¿cuál es el otro?

OAB: El otro tiene que ver con las formas de hacer política. Entre los rechazos clásicos de los frenteamplistas a los partidos tradicionales está el tema de las formas de hacer política. Los frenteamplistas consideran que los partidos tradicionales están o estuvieron viciados por la lucha a codazos por las aspiraciones personales por la prevalencia de las aspiraciones personales por sobre los proyectos colectivos. Y además esas aspiraciones se basaron en el uso del clientelismo, del amiguismo, del nepotismo.

Repito que en este análisis no se entra a analizar si esa percepción de los frenteamplistas sobre los partidos tradicionales es o no correcta. Lo que importa es que esos frenteamplistas creen que eso es así.

Bien, el descreimiento viene al creer que el propio Frente Amplio adoptó las mismas prácticas políticas. Que la ambición personal está por encima de los proyectos colectivos y de las ideas. Que se practica el clientelismo, el amiguismo y el nepotismo, en mayor o en menor grado.

AS: ¿Esto lo piensan todos los frenteamplistas, la mayoría o algunos?

OAB: Bueno, esto no quiere decir que todos los frenteamplistas piensen así, ni de la orientación del gobierno, ni de la gestión del gobierno, ni de la ética política, ni de las prácticas políticas. Quizás ni siquiera piensen eso la mayoría de los frenteamplistas.

Pero los que piensan más o menos así, sobre todos estos puntos o sobre algunos, son los suficientes como para ser no menos de 200 mil, posiblemente más de 300 mil. Y es un número lo suficientemente grande como para poner en riesgo no solo la mayoría parlamentaria, sino la propia tenencia de la Presidencia de la República.

Entonces, este es el verdadero desafío del Frente Amplio. Éste es el nudo de sus problemas. En resumen, lo del título: El problema del Frente Amplio es con los frenteamplistas