16 May. 2020

Un tejido digno de Richelieu

Oscar A. Bottinelli

El Observador

En una macro lectura lo que hay que ver [respecto a la salida a la crisis de 2002] es que hubo un gran consenso político y político-social, logrado con un alto refinamiento de las correspondientes dirigencias […] Ese refinamiento político no gusta recordarlo a muchos de distintos muchos […] Una salida de ese refinamiento requiere que cada uno, sin mengua alguna del objetivo estratégico por el poder, valore la importancia de las treguas y los entendimientos

Los juegos de consensualidad hacia la salida de la crisis del 2002

Cada situación histórica, cada crisis, tiene su hic et nunc, su aquí y ahora. También sus propias causas y sus propios contextos, y genera sus propias consecuencias. Si bien la historia no se repite puntualmente, entre otras cosas porque al menos la cronología es diferente, siempre deja lecciones. Y cada lección debe ser leída atentamente, para saber lo que hacer con ella: tomar lo que se cree que sirve, en todo o en parte, desechar lo que se cree que no sirve, también en todo o en parte.

El Río de la Plata tuvo su crisis económica y financiera, con sus efectos sociales, hace circa dos décadas. Fue focalizada en este rincón del planeta. El mundo desarrollado no la tuvo en ese momento, la tuvo después, en 2008/2009 y parte de Europa la repite y agrava en 2011. Hoy hay una crisis planetaria, con la velocidad y la extensión de la mundialización.

En ese despuntar del nuevo milenio los sucesos políticos y sociales fueron diferentes, quizás sin exagerar fueron opuestos, en la una y la otra orilla del charco. Cabe recordar de la vereda de enfrente, sin entrar a lo económico o lo financiero, los muchos cambios de presidente de la Nación en pocos días, con los consiguientes cambios de partido y de orientación, las movilizaciones callejeras, las roturas de vidrieras, las pedreas, las manifestaciones violentas, los asaltos masivos a los almacenes o mercaditos de barrio, los cortes de calles y de rutas, los enfrentamientos en las calles, a su consecuencia algún que otro muerto.

De este lado del charco no hubo ningún muerto. Fueron pocos y controlados los problemas en la vía pública, así como los asaltos a mercaditos de barrio. Hubo sí un formidable operativo de un día como señal para evitar desbordes. No fue una situación idílica – cabe repetir sin entrar al análisis de lo económico y lo financiero, y la repercusión social de ello- pero sí se obtuvo un manejo controlado y una salida muy pacífica.

En una macro lectura lo que hay que ver es que hubo un gran consenso político y político-social, logrado con un alto refinamiento de las correspondientes dirigencias. A veces se cree que no hay consenso si no hay unanimidad, sin siquiera un pestañeo o un carraspeo. La historia muestra -desde hace al menos un par de milenios- juegos muy sutiles que ocurren inclusive en medio de una guerra o de disputas nada pacíficas por el poder. Y la historia enseña mucho. Como botones de muestra, basta leer los análisis y consejos de Niccolò dei Machiavelli (especialmente su Discorso sulla Prima Deca di Tito Livio), la profundidad de la concepción estratégica y las filigranas de manejo del poder y de alianzas de Jean Armand du Plessis Cardenal de Richelieu, los juegos de Metternich o Palmerston, ese impresionante ballet bailado entre Churchill, Roosevelt y Stalin durante la Segunda Guerra Mundial.

Ese refinamiento se dio en la construcción de la salida de la crisis financiera. Por un lado un gobierno de verdadera coalición (tan verdadera que una mueca del socio hizo cambiar la titularidad del Ministerio de Economía), el accionar conjunto del presidente Batlle Ibáñez, su socio y rival en la conducción colorada Julio Ma. Sanguinetti y el nacionalismo liderado por Luis Alberto Lacalle Herrera. Más los juegos externos e internos del arquitecto del consenso político Alejando Atchugarry y el apoyo del vicepresidente Luis Hierro López. Pero muy significativo el aporte del Frente Amplio, cuya verdadera conducción en esa crisis estuvo fundamentalmente en manos de Astori, Couriel, Gargano. Pero sobre todo el papel consensualizador del PIT-CNT, esencialmente articulado por el gremio clave en la crisis, AEBU, el sindicato bancario. Aportes clave en evitar los grandes desbordes sociales.

El mayor refinamiento estuvo para cada parte en saber el límite de lo posible para cada una. La oposición y el movimiento social aportaron todo lo que consideraron conveniente para que el gobierno orquestase su salida y aprobase su ley, una ley que el Frente Amplio iba a votar en contra pero con una acción parlamentaria que le permitiese al oficialismo aprobarla en tiempo y en forma. Y una discordia sindical que no comprometía para nada la paz social. Precisamente una crítica reiterada que se formuló posteriormente al ministro Atchugarry, desde concepciones económicas muy liberales, fue el sobre costo que pudo suponer el obtener esa consensualidad.

Ese refinamiento político no gusta recordarlo a muchos de distintos muchos. A lo unos porque hoy no les gusta admitir el papel clave de la oposición y del sindicalismo. A estos otros, porque no les gusta parecer contemporizadores y copartícipes de una salida a la que se debieron oponer en lo público, salida que naturalmente no era la que hubiesen hecho (o creían que no habrían hecho) de estar en el gobierno, pero que entendieron que era la que el gobierno podía hacer acorde a su propia visión.

También hubo episodios que pueden señalarse como opuestos a la consensualidad. El más relevante el papel de Tabaré Vázquez: en la semana negra del cierre de los bancos, dijo algo que pareció justificar los asaltos a los mercaditos de barrio, lo que obtuvo el desmarque de la dirigencia frenteamplista; luego el mutis y la reaparición, un semestre más tarde, para cuestionar la reprogramación de la deuda soberana.

Una salida de ese refinamiento requiere que cada uno, sin mengua alguna del objetivo estratégico por el poder, valore la importancia de las treguas y los entendimientos. Como también ocurrió en los sucesivos pactos (que fueron al menos dos) que permitieron la transición desde el régimen militarista a la restauración institucional. También es cierto que por caminos de este tipo quien tiene el gobierno o el poder disminuye los riesgos.