21 Nov. 2020

FA y organizaciones sociales

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Hay una contradicción presente a lo largo de toda la historia del Frente Amplio entre al menos dos visiones respecto a la relación entre el área política y el área social. Si la conducción de las distintas organizaciones sociales está compuesta por militantes frenteamplistas y ellos deben disciplinadamente seguir las directivas trazadas por la conducción política; o si el Frente Amplio se circunscribe al plano político strictu sensu

El dilema si la estructura política es o no el centro de las decisiones

“Esta resistencia es una resistencia política. El comando es un comando político. Y está aquí”1 . Estas palabras fueron pronunciadas por el general Liber Seregni ante sus compañeros del Comando Político del Frente Amplio, en su calidad de presidente del mismo, en los primeros días de julio de 1973, en un apartamento de Punta Carretas, en medio de la huelga general contra el golpe de Estado. Los presentes: Hugo Batalla, José Pedro Cardoso, José Luis Massera y Juan Pablo Terra. El motivo: la disputa de conducción de la lucha contra el golpe de Estado entablada entre la fuerza política (el Frente Amplio) y la fuerza social (la Convención Nacional de Trabajadores). Como fuese, la decisión fue acatada, en lo que resultaba clave el papel del Partido Comunista de Uruguay (PCU).

Esto sintetiza una contradicción presente a lo largo de toda la historia del Frente Amplio entre al menos dos visiones, respecto a la relación entre el área política y el área social. Una visión (expresada por Seregni) supone que la conducción de las distintas organizaciones sociales -movimiento sindical y estudiantil en primer lugar- está compuesta por militantes frenteamplistas y ellos deben disciplinadamente seguir las directivas trazadas por la conducción política, sea por el Frente Amplio como tal, sea por los sectores políticos frenteamplistas: comunistas, socialistas, democristianos, de “La Corriente” (Movimiento 26 de Marzo, Grupos de Acción Unificadora, más tarde Partido por la Victoria del Pueblo, y otros afines de menor impacto en el plano social). Hay pues una instancia superior de toma de decisiones.

La otra visión, originariamente expresada por los comunistas, pero también sostenida por parte de La Corriente, refería a circunscribir el Frente Amplio al plano político strictu sensu, vale decir, a los ámbitos de acción más específicos de la labor política partidaria: el Parlamento, la formación de cuadros partidarios, los debates políticos, los estudios de temas gubernativos, la acción proselitista basada en el plano territorial. Fuera de ello, el juego en el plano de las organizaciones sociales (que en los primeros tiempos quedaba circunscripto esencialmente a lo sindical, lo estudiantil y lo universitario) quedaba por fuera del Frente Amplio como tal. En realidad no corresponde a una visión plena de autonomía de lo social respecto a lo político-partidario, sino una libertad de los sectores partidarios de moverse en el plano social sin ataduras con la conducción del Frente Amplio.

Más específicamente, la visión del PCU de aquel tiempo se expresa en una visión centrípeta de sí mismo, que se relaciona como rayos de una rueda por un lado con los otros sectores políticos en el plano político-partidario a través del Frente Amplio; por otro lado se relaciona con algunos sectores políticos en el plano sindical; y en otros planos con los corrientes estudiantiles y con las corrientes universitarias.

Esta contradicción apareció mucho en la relación entre dirigentes sindicales y la estructura política. Dirigentes sindicales que a su vez eran parlamentarios suplentes o candidatos, hablaban del “nosotros” (los trabajadores) y “ustedes” (el Frente Amplio). Correspondió a Seregni, por sí o a través de sus voceros, plantear la contradicción: el que habla ¿es el dirigente sindical o el parlamentario suplente, el representante social o el candidato frenteamplista?

Esta encrucijada está presente hoy mismo en la negociación entre el Frente Amplio y el PIT-CNT, entre el Frente Amplio y la intersocial, a propósito del recurso de referéndum contra la Ley de Urgente Consideración (LUC). Según la primera visión, la expresa originalmente por Seregni, supone que el que decide es el Frente Amplio y luego trasmite a sus militantes la decisión, para que la impongan en sus respectivos ámbitos de actuación, con todo su poder de convencimiento, liderazgo y apoyo. Más aún cuando la mayoría de los integrantes tanto de la cúpula sindical como de las organizaciones sociales son dirigentes o cuadros del Frente Amplio, ya fuere de su propia estructura o de sus sectores componentes; basta ver que las dos principales figuras del movimiento sindical son a su vez destacados dirigentes de sendos sectores frenteamplistas y figuraron recientemente en sus listas de candidatos.

La segunda visión es la que se observa estos días: el Frente Amplio, su representación, es un comensal más en la mesa, que negocia de igual a igual no solo con el movimiento sindical, sino con un conjunto de organizaciones sociales de muchísimo menor representatividad, pero que en cambio poseen una nada despreciable capacidad de movilización.

En Uruguay nunca había existido con fuerza relevante una “sociedad civil” completamente diferenciada y al margen de los partidos políticos. Esa “sociedad civil”, es decir, esas organizaciones sociales, se entretejían con las estructuras políticas y aplicaban en sus respectivos campos la línea política trazada por las estructuras políticas de pertenencia.

Hoy se asiste a un fenómeno diverso que afecta a la izquierda en su conjunto y en lo central al Frente Amplio: esa “sociedad civil”, esas organizaciones sociales, más allá de que mayoritariamente estén conducidas por militantes, simpatizantes o personas con pertenencia al Frente Amplio o a sus sectores, se han autonomizado. No aplican una línea decidida en las estructuras políticas, no “bajan línea”, sino que elaboran su propia línea y, a la inversa de las largas etapas anteriores, juegan a imponerla a las estructuras políticas.

Este es un cambio fundamental y otro desafío para el análisis del Frente Amplio en su nueva etapa posgobierno.


1 Última nota de una serie de cuatro sobre el reposicionamiento del Frente Amplio en su nueva etapa posgobierno, y en particular sobre la naturaleza política. Ver “El coraje de mirarse al espejo”, “El dilema de qué es un partido” y “El FA ante su naturaleza política”, El Observador, octubre 31 y noviembre 7 y 14 de 2020