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La
confianza es un elemento esencial para cualquier gobierno en toda
materia, pero es esencial cuando se trata de asuntos económicos, y
en particular en relación a depósitos bancarios. Pero además la
confianza no se compra ni se vende, no se obtiene por una buena
campaña publicitaria, sino que se conquista. Y la conquista de la
confianza es el producto acumulado de muchas acciones de diversa
naturaleza: actos de gobierno, cumplimiento de los anuncios
formulados, ausencia de incumplimiento de promesas o al menos
explicación clara y creíble cuando una promesa no es posible
cumplirla, información suficiente y clara. El gobierno uruguayo se
ha visto abocado a problemas de confianza en varios frentes
contradictorios, en particular con las fuentes de crédito por un
lado (Estados Unidos, organismos internacionales de crédito, demás
países del G-7) y por otro lado con la sociedad uruguaya. Los mismos
actos que levantaron la confianza al interior de la sociedad
provocaron la desconfianza hacia fuera. Y eso es muy difícil de
conjugar, entre otras cosas porque los organismos internacionales de
crédito tienen una visión simplista de la política y del manejo de
las sociedades; ese simplismo ha supuesto en unos casos detonar
formidables bombas sociales y en otros casos la aplicación de
recetas fallidas (no recetas buenas o malas, porque eso depende del
punto de vista de cada quien), sino que lisa y llanamente estaban
destinadas a producir resultados diversos a los esperados. Los
organismos internacionales, cuya preocupación debe ser lograr la
estabilidad financiera y recuperar los créditos, creen que lo único
que da estabilidad es hacer las cosas como a ellos les parece que
debe hacerse, con independencia de la idiosincrasia y la historia de
cada sociedad, pero además con los hombres que le merecen confianza.
Pero además es grave sostener, como algunos han sostenido en estos
días, que la confianza se pierde por la sustitución del anterior
titular de Economía por quien es virtualmente el segundo
vicepresidente de la República. Entonces, la confianza en Uruguay
depende de la salud de Jorge Batlle y Luis Hierro, porque el tercero
en la línea sucesoria provocaría lo que se supone provocó su acceso
al cargo. Si los organismos internacionales piensan así sería una
señal muy grave sobre la capacidad analítica de los mismos; y si no
piensan así, es imprudente el manejo que se ha hecho dentro del país
sobre la repercusión del recambio ministerial.
Hacia dentro la confianza que desbordó con el recambio ministerial
quedó afectada por un manejo comunicacional compuesto de silencios,
reiteradas postergaciones de reuniones e informes, palabras con
escaso contenido y proliferación de sonrisas de poca sintonía con la
angustia y la incertidumbre reinantes. Sabido es que el rumor opera
en plenitud cuando falta la información o la misma no es confiable o
creíble, y el rumor campea por el país desde la mañana del martes.
El vicepresidente de la República y el principal diputado del Foro
Batllista tuvieron que salir a intentar llenar un gran vacío
comunicacional. Cuanto más se genera la desconfianza, más se tarda
en recuperar la confianza.
También los hábitos operan hacia la confianza o la desconfianza. La
reunión de los cuatro principales líderes del país fue parte del
paisaje nacional en los tres años iniciales de la primera
administración Sanguinetti. Pero cuando en este gobierno jamás se
reunieron una sola vez a lo largo de 29 meses, ni tampoco a lo largo
de lo que suponen siete largos e interminables meses de
incertidumbre, la sola convocatoria lejos de ser una señal de
tranquilidad fue una señal de fenomenal nerviosismo. Agravado por el
silencio de los protagonistas. Una explicación del por qué de la
reunión hubiese sido imprescindible.
En las horas que vienen, y en los días que vendrán, se hace
necesario encarar una comunicación de gobierno eficaz, que informe
todo lo debido y nada más que lo debido, con absoluta claridad; que
desplace el rumor como fuente de información. Se requiere
profesionalizar la comunicación de la Presidencia en particular y
del gobierno en su conjunto. Si bien se ha señalado que Jorge Batlle
cuenta con déficit de elenco, precisamente en materia comunicacional
es donde tiene una formidable reserva para dar vuelta la situación.
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