El
análisis del
análisis:
La política y la aceptación de la
diversidad
Oscar
A.Bottinelli
EMILIANO COTELO - Como penúltimo
análisis político del año (el
último, la semana próxima,
estará dedicado al balance del año
político), el politólogo Oscar
Bottinelli, director de Factum, nos propone salir
de la coyuntura y "analizar el análisis", es
decir, diferenciar análisis, comentario y
opinión.
OSCAR A. BOTTINELLI - La idea se vincula con
estas fechas, aunque desde el punto de vista
político estamos llegando a ellas con una
intensidad en las controversias, que
parecería que el año, en lugar de
agotarse en un verano, es como que se interrumpe
abruptamente para reanudar nuevamente en medio del
verano (además, probablemente la semana
próxima también haya acontecimientos
políticos, que no es lo habitual). Pero son
los períodos en que conviene más bien
jugar a la reflexión y a esa costumbre de
los balances que tenemos muchos. Y por eso, esta
reflexión propone analizar el
análisis, un tema complicado porque muchas
veces se confunde análisis, comentarios y
opiniones.
La opinión es el conjunto de ideas, de
valores, que sustentan una posición en
general y, en la medida en que estamos hablando de
política, que sustentan una posición
política. Cuando uno opina, en general
está juzgando los hechos a partir de esas
ideas y esos valores. Se diría que un
elemento característico de la opinión
(que se puede verter a través de un
editorial o de distintas formas) es que se parte de
considerar que las cosas son en sí mismas
buenas o malas, correctas o incorrectas, y ello
parte en definitiva de cuánto se acerca o se
aleja lo que ocurre de los propios valores y las
propias ideas. Esto parece bastante claro, y es lo
que los actores políticos están
permanentemente expresando, se diría que
como oficio político.
¿A qué llamamos comentario?
Aquí hay que hilar más fino para
diferenciar comentario y análisis. Llamamos
comentario al análisis que trata de
desmenuzar hechos, realidades, procesos, para
pretender entenderlos; pero quien hace el
comentario o esta forma de análisis parte
también de un conjunto de ideas o valores;
es un tipo de análisis en que también
termina habiendo un juicio de valor sobre lo
analizado. Este comentario puede ser partidizado,
pueden coincidir esas ideas y esos valores con las
posiciones de partidos políticos, pero los
medios de comunicación de Uruguay
están lleno de columnas de análisis y
comentarios que, sin ser partidizados, sin
responder orgánicamente a un partido o
sector político, parten de valoraciones muy
claras e inequívocas. Pueden ser posiciones
sobre el papel del Estado, claramente a favor de
fortalecer el papel del Estado o claramente a favor
de la reducción de sus roles, y a partir de
ahí los comentarios se hacen en cuanto a si
hay progreso o retroceso en relación a esos
valores propios del comentarista. La diferencia con
la opinión es en el carácter no
actoral de su autor: no es un partícipe
directo de los acontecimientos, pero esos
análisis (muchas veces muy válidos,
muy rigurosos) tienen como punto de partida
determinados valores a partir de los cuales se
juzga.
EC - ¿Cuál sería entonces
la otra faceta del análisis, propiamente el
análisis político?
OAB - La pretensión que debe tener el
análisis es la de objetivar, de buscar que
el analista salga de escena, que esté
claramente fuera de ella, y trate de mirar los
acontecimientos desde fuera, desde el otro lado del
mostrador. Esto implica una serie de
supuestos.
Uno de ellos es tratar consciente,
deliberadamente, de reducir al mínimo
posible la contaminación de los propios
valores. Si en una reforma constitucional se
está discutiendo si ir al parlamentarismo o
al presidencialismo (para poner un tema
teórico y no uno de los más directos)
tratar de no filtrar si a uno le gusta más
uno u otro régimen, tratar de que los
propios valores queden lo más afuera
posible.
En segundo lugar, nos parece que un elemento
clave es la aceptación de la diversidad:
partir de que no hay posiciones en sí mismas
buenas o malas, correctas o incorrectas, sino que
todas las posiciones sobre lo político,
sobre lo público, corresponden a distintas
formas que tiene el ser humano de ver y sentir el
mundo, de ver y sentir la vida. Los partidos y las
fracciones se diferencian esencialmente porque son
conjuntos de personas que ven de manera distinta
(unas y otras se pueden diferenciar en matices o en
forma radical) el mundo, la vida, la sociedad, el
país, la gente con la que se mueven. Aceptar
que existe esta diversidad, y por tanto que
cualquier tema fuerte que tome (por ejemplo el
aborto) para unos podrá ser totalmente
incorrecto que exista y para otros totalmente
incorrecto que se lo prohiba. Pero para el
análisis hay que entender que, en cualquiera
de estas posturas más toda la gama
intermedia, cada uno está partiendo de una
distinta escala de valores, que cada uno
está ordenando sus valores de forma
diferente.
Un tercer elemento es que, para analizar por
ejemplo lo que hace un actor político, o lo
que hace la gente cuando hace o deja de hacer
determinada cosa, hay que tratar de ponerse dentro
de la cabeza de esa persona: "Si yo pensara
determinada cosa, si tuviera estos valores, si me
moviera en este conjunto de gente,
¿cómo actuaría normalmente, y
por qué motivos?". Tratar de entender, y no
de juzgar.
Por último, el análisis
sí tiene una parte valorativa, aunque
diría que se la puede interpretar casi como
una parte de juego, cuando se estima que hay un
acierto o un error, que lo que hace un grupo es
correcto o incorrecto, cuando los pasos que da
corresponde a los objetivos que sigue. Si alguien
pretende que algo se imponga, lo correcto
sería lo que le lleva a la mayor cantidad de
adhesiones posibles, y el analista puede juzgar que
se está equivocando si lleva adelante una
política de propaganda o comunicación
que la gente entiende al revés, y que le
lleva a perder permanentemente adhesiones. Pero no
porque sea bueno o malo lo que propone, sino porque
está haciendo mal el juego: está
moviendo mal las piezas porque no lo llevan al
objetivo buscado. Y esta es una valoración
técnica de estrategia, de táctica, no
sobre si es bueno o malo el objetivo en sí
mismo.
Queríamos hacer esta reflexión
porque muchas veces, bajo una palabra como
"análisis", se confunden muchas cosas. El
análisis pretende la visión desde
fuera, objetiva, de los procesos; describir y
tratar de entender, para diferenciarlo de cuando
(por más analítico que pueda ser el
comentario), se parte de determinados valores que
conducen a juzgar
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