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La lucha por despolarizar el sistema
Oscar A. Bottinelli.
EMILIANO COTELO:
Oscar Bottinelli, director de Factum, nos propone para su
comentario de hoy: “La lucha por despolarizar el sistema”.
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OSCAR A. BOTTINELLI:
Hace pocos días el Partido Independiente (PI), lo que antes se
llamaba el Nuevo Espacio Independiente, hizo la proclamación
de su candidatura a la Presidencia de la República, la de
Pablo Mieres. Lo importante, más allá de una proclamación que
no tiene ningún efecto en la elección interna, ya que el PI no
tiene lucha interior y por lo tanto va a cumplir esto como un
trámite administrativo y sí se posiciona hacia la elección de
octubre, es que en ese lanzamiento hizo un planteo basado en
luchar contra la polarización del sistema político.
Sobre esto hay dos visiones: la de quienes sostienen que el
sistema político uruguayo se ha ido polarizando, de un lado la
izquierda y del otro los partidos tradicionales como un
conjunto; y la visión, que quizás responde a lo que hizo el
Partido Nacional (PN) en los últimos dos años, que partiendo
del diagnóstico de que el sistema había quedado polarizado en
dos grandes bloques salió a romperlos, de tratar de volver a
triangulizarlo para que en lugar de tener por un lado al PN
más el Partido Colorado (PC) como un solo bloque y del otro a
la izquierda, se vea la existencia de tres grandes partidos:
el PC, el PN y el Encuentro Progresista - Frente Amplio -
Nueva Mayoría (EP-FA-NM), como se va a llamar en forma tan
larga este nuevo lema.
El PI parte del diagnóstico de que el sistema está polarizado,
de alguna manera considera que no está plenamente logrado el
paso dado por el PN, o considera que no fue exitoso, y que de
un lado están los partidos tradicionales y del otro la
izquierda, con un nivel de tensión, de relativa intolerancia y
falta de diálogo, que es lo que determina un sistema bloqueado
o polarizado.
El PI ve esa polarización desde dos ángulos o ve dos tipos de
remedios. Uno es el político, y entonces dicen que lo que
despolariza es que haya un cuarto partido con una fuerte
presencia en el Parlamento, que sería el PI. Esa opción
explicaría la necesidad de un partido distinto de los tres
grandes y desde el punto de vista no tanto programático e
ideológico sino del juego político, el rol que tiene que
cumplir en Uruguay un cuarto partido que pueda tender puentes,
evitar la polarización, bajar la tensión, y ese sería el papel
fundamental a cumplir, el de un gran articulador.
Pero hace un segundo tipo de planteo que nos interesa mucho
porque tiene que ver con uno de los aspectos centrales de
nuestra preocupación como analistas, que es cómo se ha ido
polarizando el sistema desde el punto de vista institucional.
El PI está proponiendo básicamente ir a uno de los esquemas
predominantes en Europa, los sistemas denominados
parlamentarios o semiparlamentarios, donde el Parlamento
cumple un rol central, una función central y la constitución
del gobierno deriva de conformar mayorías parlamentarias; el
PI entiende que por ese lado los sistemas son un poco menos
polarizados.
Veamos una cosa que nos parece muy interesante. Uruguay e
Italia son dos países que han tenido una política altamente
matizada, con muchas expresiones políticas. En el caso
italiano se expresaba más bien a nivel de partidos o de
corrientes de los grandes partidos y en Uruguay en pocos
partidos pero con muchas corrientes o muchos sectores o
fracciones dentro de los mismos. De ese sistema matizado, cuya
máxima expresión es el múltiple voto simultáneo y lo que
existió hasta la elección de 1994, cuando cada partido podía
presentar varias candidaturas presidenciales, se pasó al
sistema actual. En Italia, si bien se mantuvo la
característica de un régimen parlamentario, hubo cambios
fuertes en la mecánica electoral, en lo que se llama la
ingeniería electoral, que determinaron que el sistema obligara
a la conformación de grandes bloques políticos y por lo tanto
forzaron a una polarización del sistema que viene funcionando
así, polarizado, desde 1994, entre el centroizquierda de un
lado y la centroderecha del otro.
Son bastante coincidentes los tiempos en los cuales ambos
países, por causas diferentes, por motivaciones distintas,
partiendo de ingenierías electorales distintas y elaborando
reformas electorales también diferentes, pasaron de sistemas
de partidos matizados, con una operativa política muy
matizada, a sistemas que tienden a una mayor polarización, a
bloques más definidos y a juegos más de tinte de blanco o
negro.
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EC – Veamos ahora cómo se produjo ese proceso de reformas al
sistema político que, decías, incentivó la polarización.
OAB - Venimos hablando de cómo se dan dos procesos
generalmente diferentes, por un lado los procesos políticos
puros, o los procesos sociales o sociopolíticos, es decir
aquellos que se dan en una sociedad y operan sobre el sistema
político, y por otro lado de cómo los cambios en las reglas de
juego, en las formas de diseñar un sistema a partir de las
reglas electorales, de todo lo que se llama la ingeniería
política o la ingeniería electoral, pueden incidir modificando
la forma de actuar en política y los comportamientos
políticos.
En el caso uruguayo decíamos que se pasó de un sistema
matizado al nuevo. ¿Qué cambios importantes ha habido? En
primer lugar pasamos de una única elección nacional a una
elección en tres etapas: la primera, que es la que se llama
internas o primarias o preliminares, que vamos a tener el 27
de junio; una segunda, que es la del 31 de octubre, donde se
elige el Parlamento y a la que se le llama primera vuelta
presidencial; y eventualmente una tercera etapa, como la que
hubo el 28 de noviembre de 1999, que habría este 28 de
noviembre, que es el balotaje en el caso de que el 31 de
octubre no resulte definida la Presidencia de la República.
Estas tres fases están planteando cómo se apunta hacia un
sistema en el cual la elección presidencial está adquiriendo
un rol protagónico y la elección parlamentaria ha quedado
disminuida frente a este valor tan extraordinariamente fuerte.
Antiguamente, si bien la candidatura presidencial tenía
importancia, la elección parlamentaria también, se hacían
juntas, se jugaba todo en una sola vez, en una única instancia
y había muchos juegos de ida y vuelta entre las listas a
diputados, las listas a senadores y las fórmulas
presidenciales. Ahora tenemos que, hacia junio, la elección
presidencial termina siendo un elemento dominante para la
gente, para los analistas políticos, para las encuestas, y
parecería que lo único que se va a jugar en el cambio de
gobierno en Uruguay es la Presidencia de la República; eso ya
de alguna manera condiciona la elección de octubre.
Muchos politólogos creíamos –me incluyo– que el nuevo sistema,
al instaurar el balotaje, podía permitir que en octubre la
gente dijera: “Ahora paso la elección presidencial, me importa
más el Parlamento”; podía haberse dado así, pero lo cierto es
que no se dio, es difícil que se dé y precisamente es la lucha
que se ha largado a dar el PI, de decir: “Ojo, piensen en el
Parlamento, importa mucho el Parlamento, no se deslumbren
tanto por la elección presidencial”. De alguna manera es el
lugar donde trata de posicionarse el PI.
Es que efectivamente, la gente ve la Presidencia de la
República como un campeonato de eliminatorias. Hay muchos
precandidatos; esta vez hay menos que en 1992 cuando había
muchos más, cuatro de primera fila en el PN, dos de primera
fila en el PC y dos en el FA, más el del Nuevo Espacio; ahora
de primera fila tenemos uno solo en el PC, dos en el PN y uno
en el EP-FA. Después del 27 de junio queda uno por partido y
el 31 de octubre o uno solo les gana a todos superando la
mitad del total de los votantes y es elegido presidente, o se
sigue reduciendo, quedan algunos eliminados y de tres, cuatro
o cinco quedarán sólo dos que disputarán la final el 28 de
noviembre.
Todo apunta a la presidencialización, entonces todo apunta a
ver qué bloques responden a cada una de las candidaturas
presidenciales; el balotaje como tal ha supuesto el súmum de
la formación de bloques. Observemos que en octubre de 1999
compitieron en primera línea tres grandes partidos, pero de
octubre a noviembre sólo uno siguió hacia la Presidencia, los
otros dos se aliaron entre sí y fueron dos bloques: el que
respaldaba la fórmula Batlle - Hierro, que ganó, y el que
perdió, que respaldaba la fórmula Vázquez - Nin Novoa. Esto
también deja muy asfixiado al que pretenda salir de los
bloques y decir “yo dejo en libertad de acción en el caso de
un balotaje”.
Estas son algunas señales de cómo el sistema político
uruguayo, tomando aquí la ingeniería, no la forma en que
operan los dirigentes políticos ni la forma en que se mueve la
sociedad, ha ayudado o empujado a que el sistema se mueva más
en grandes bloques, se vea más polarizado y haya perdido el
matizamiento. Hay quienes consideran que esto es positivo y
quienes consideran que es negativo. Uno de los puntos fuertes
en la campaña electoral del PI y de los otros partidos
menores, como la Unión Cívica, es este, salir a decir
“Busquemos desbloquear el sistema, busquemos despolarizarlo,
hacerlo un poco más matizado, y para eso es importante la
presencia de algo más de tres partidos en el Parlamento y que
los partidos chicos estén presentes con la máxima fuerza
posible”. |