27 Set. 2019

La incertidumbre de una moneda tirada al aire

Oscar A. Bottinelli – Entrevista de Victor H. Abelando

Semanario Brecha

No se puede anticipar quién será el triunfador en los comicios de noviembre, asegura el presidente de Factum. El FA se mantiene estable entre el 37 y el 40 por ciento de la intención de voto. Eso lo haría ganador en primera vuelta, pero no le asegura vencer en el balotaje. Por primera vez, un partido que no es un desprendimiento de los ya existentes, Cabildo Abierto, tiene chances de llegar al Parlamento. Esa aparición por fuera del sistema político establecido emparenta a Uruguay con las experiencias de España e Italia...

No se puede anticipar quién será el triunfador en los comicios de noviembre, asegura el presidente de Factum. El FA se mantiene estable entre el 37 y el 40 por ciento de la intención de voto. Eso lo haría ganador en primera vuelta, pero no le asegura vencer en el balotaje. Por primera vez, un partido que no es un desprendimiento de los ya existentes, Cabildo Abierto, tiene chances de llegar al Parlamento. Esa aparición por fuera del sistema político establecido emparenta a Uruguay con las experiencias de España e Italia.

—¿Es posible pronosticar quién será el triunfador en las próximas elecciones nacionales?

- Hasta la Semana de Turismo del año pasado decía que el FA tenía las mayores probabilidades de retener la presidencia. Desde que aparecieron los datos de mediados de 2018 hasta un día antes de las internas, yo pensaba que el resultado era una moneda tirada al aire, es decir, que las posibilidades eran uno a uno, cara o número. A partir del 30 de junio, cuando se vio el grado de participación del Frente, más el resultado del Partido Colorado (PC), más la afluencia de votantes que tuvo el Partido Nacional (PN), más la forma en que Daniel Martínez asumió el resultado y se condujo la semana siguiente en la búsqueda de una vice (lo que la gente llamó casting), mi percepción fue que el Frente tenía las menores probabilidades de triunfar. Y eso lo vi ratificado en la encuesta de Factum. Sin embargo, en la primera medición de setiembre varios movimientos cambiaron mucha cosa. El PN cayó de 30 a 26 por ciento, pero se estabilizó: no recuperaba, pero no perdía. El PC, en tanto, pegó un salto a 19 por ciento inmediatamente después de la interna; luego apareció con 18 por ciento. La percepción era que la oposición, a la que llamo sistémica (colorados, blancos, Independiente y Partido de la Gente), no se movía. Al FA desde diciembre hasta hoy lo veo en una franja muy estable, de 37 a 40 por ciento. La encuesta de agosto nos dio que estaba en el piso de la banda, 37 por ciento, y en setiembre nos da casi en el techo del 39 por ciento, lo cual ya es algo más consistente que un simple movimiento que puede registrarse en las muestras. Es un Frente que tocó el piso, que no cayó y que vuelve a estar holgado, cercano al techo. Eso me lleva a pensar que en este momento, a 30 días, el FA va, otra vez, camino a la moneda al aire, por tanto, tiene probabilidades tanto de retener la presidencia como de perderla. Me parece que no hay ningún favorito. Es como una moneda al aire.

—Siempre hablamos del balotaje, ¿no?

- Es que, traducido a bancas, el porcentaje de posibles votantes nos da que el FA obtendría de 39 a 41 bancas en Diputados; obviamente, es una caída muy grande. Los partidos tradicionales como tales andarían en más o menos 44 o 45 diputados. Los partidos chicos son los que van a variar mucho el resultado, porque uno puede ver que hay en disputa de tres a siete bancas.

—¿Entre los partidos menores incluye a Cabildo Abierto (CA)?

- No. Hay tres árboles dominantes del paisaje: los grandes, los chicos y uno del medio, que es Cabildo. A esta altura, parece un dato de la realidad, salvo que haya errores, que CA va a entrar en las dos cámaras. Sería la primera vez que un partido cuyas raíces no están ni en los partidos fundacionales del siglo XIX ni en los surgidos entre 1905 y 1910 entrara en el Parlamento. De ahí en adelante, todas las organizaciones políticas que entraban al Parlamento derivaban de los blancos, los colorados, la Unión Cívica o el primer Partido Socialista. Los socialistas en 1921 se dividen, el sector mayoritario pasa a denominarse Partido Comunista y el otro sector se refunda con el nombre Socialista. El FA es la fusión de los partidos históricos de la izquierda, con sus variantes, más las escisiones de los partidos tradicionales. Del Frente surge el Nuevo Espacio (NE), que después vuelve, y del NE, el Partido Independiente. También del FA se desprende el grupo mayoritario de la Unidad Popular. Es decir, en el Parlamento no hay nadie sentado cuyo origen histórico no sea el viejo Partido Colorado o el Partido Nacional, la Unión Cívica o el Partido Socialista. Guido Manini Ríos no tiene una trayectoria política en un partido, y, en general, tampoco la tienen sus seguidores. No es una corriente que se va de un partido. Incluso el Partido de la Gente está más ligado al viejo proceso, porque surge de un acuerdo de blancos y colorados para la Intendencia de Montevideo. El Partido Ecologista Radical Intransigente es otro que no surgió de los partidos; no es un desprendimiento, aunque su líder haya militado en el FA.

—¿La aparición de Cabildo cuestiona esa repetida afirmación de que el sistema de partidos uruguayos es muy sólido y no daría lugar a experimentos por fuera de lo establecido?

- Me parece que su conformación es un dato muy interesante y el análisis desde el punto de vista sistémico lleva a lo otro: estamos ante un fenómeno nuevo en el andamiaje político partidario de Uruguay, como no ocurrió en todo el siglo XX ni en lo que iba del XXI. Es un fenómeno nuevo, de los últimos 109 años. Lo relevante es que Cabildo tiene algunas características comparables con las de algunas formaciones que se dan en otros lados, como España e Italia, pero con cosas muy autóctonas. Es un partido de derecha y con un catolicismo conservador, identificado con dos visiones del artiguismo: una militar y otra social (prácticamente, la misma visión de la izquierda que reivindica esa última variante del artiguismo).

—¿Es un partido con raigambre popular, aunque siempre un militar parece alejado de la gente? ¿Cuáles son sus raíces ideológicas?

- Sí, tiene peso en sectores deprimidos de la sociedad, pero también hay que tener en cuenta toda la trayectoria personal de Manini en la sanidad militar. Demostró que no fue un burócrata en un escritorio, sino que recorrió todo el país. No es que la tropa (unos 18 mil) se alineó con Manini, sino que es un fenómeno más general. En el líder de Cabildo, especialmente en conceptos geopolíticos, se notan dos influencias claras: una, la de Alberto Methol Ferré (un anclaje en la región) y, la otra, la de José Enrique Rodó, que confrontaba con la laicidad uruguaya. También Manini expresa oposición a la postura estadounidense de transformar los ejércitos en guardias nacionales, postura que lo lleva a oponerse a la reforma de Larrañaga. Manini no es económicamente liberal; incluso en un área tiene mucho contacto con Un Solo Uruguay. No es un improvisado. Agrego otro perfil a Manini: el paternal autoritario que no es dictatorial, sino una persona con autoridad. Los sectores sociales más bajos, el subproletariado (así podrían denominarse), tienen la característica histórica de tener poca capacidad de autodefensa; suele ser un sector al que le cuesta organizarse: no forma sindicatos ni organizaciones sociales. En general, la defensa del subproletariado es buscar una figura lo suficientemente poderosa y, además, paternal, para que ejerza el poder; comúnmente, protegiéndolo. Un ejemplo ha sido Perón, y, en Uruguay, sin duda Pacheco fue un caso muy claro de ese fenómeno. En Montevideo, durante un período fugaz, Tabaré tuvo la misma incidencia –ahí la autoridad estaba ligada a la túnica blanca, al médico–; después Mujica tuvo ascendencia sobre esa población, y ahora aparece Manini. Por ahí viene el escenario de competencia con el FA, entre una persona de autoridad, como lo es Mujica, y otra con lo mismo, como lo es Manini, aunque con improntas distintas. Uno tiene la autoridad de haber sido guerrillero y presidente; el otro, la de ser un general de cuatro estrellas. Da la impresión de que la derrota del FA por Manini en Rivera (y puede que se repita) en las internas tiene mucho que ver con que ese electorado mujiquista ha sido mayoritariamente captado por Manini. Cabildo tiene mayor peso en la clase baja; el anclaje con la media y la alta lo posee en el interior, en particular, en el mundo pecuario, ganadero. Políticamente, le extrae más al Partido Colorado, aunque también al Nacional. Probablemente, esta caída del PN del 30 al 26 que nosotros registramos sea producto de la prédica de Cabildo, más allá de un deslizamiento entre blancos y colorados.

—El candidato colorado, Ernesto Talvi, ha dado un viraje en su discurso y parece correrse a la derecha.

- No es lo mismo un liberalismo económico que una derecha política. El PC tiene liberalismo económico. En esta nueva etapa, Talvi está reflotando su prédica a lo largo de su vida, de fuerte impronta liberal, pero no es de derecha. Y Sanguinetti es una cosa muy mezclada, porque en el tema de los valores, no en lo económico, es un liberal, un anticonservador, un hombre muy duro en la defensa de la laicidad del Estado y de la agenda de derechos y el aborto. Por eso, la faceta de derecha del sanguinettismo no es lo suficiente fuerte como para competir con una verdadera derecha. También al PN le está faltando relato para competir con Manini.

—La salida del Frente del ex ministro Roberto Kreimerman, ¿puede generar una fuga por la izquierda del partido gobernante?

- Me parece que el riesgo del Frente de perder por izquierda, que apareció significativamente a fines del año pasado, se frenó. Da la impresión de que el fenómeno Andrade ha sido para el FA un dique de contención para la izquierda. Es bastante evidente que ha generado entusiasmo en una izquierda desmotivada. Lo curioso es que, siendo un caudillo metropolitano, ha generado un importante fervor en el interior.

—¿Y qué ocurre con el centro?

- El FA ya perdió mucho en el centro. Si Asamblea Uruguay (AU), NE, Alianza Progresista y la Vertiente Artiguista se consideran sectores moderados, debe tenerse en cuenta que en 2004 AU partió de tres senadores, AP de uno, NE de uno y Vertiente de dos. Estamos hablando de siete senadores. En 2014 son tres para ese conjunto. A nivel de diputados por Montevideo, ese espacio pasó de 12 a cuatro representantes. En la coordinadora M de Montevideo (que coincide con el municipio CH), la votación del FA era exactamente la misma que en el Cerro y La Teja, una vez y un tercio por encima del promedio de todo Montevideo. En 2014 fue menos que la mitad de La Teja y bastante menos que el Cerro, y además un cuarto menos que el promedio de Montevideo. Es la clase media más clásica. Lo que ocurre es que, hasta 2014, el FA fue compensando la pérdida del electorado de clase media con un crecimiento en lo que podemos llamar la clase media baja y en el nivel bajo. Eso amortiguó en algo la pérdida, pero no del todo, porque estaba en el 50,5 y pasó al 48 por ciento. Y ahora está teniendo más pérdidas en el nivel medio alto y en el más bajo. Un símbolo del descontento de las clases medias acomodadas con los gobiernos frenteamplistas tiene que ver con el Irpf. Nadie propone modificar ese impuesto, por lo cual esa es una ganancia extraordinaria para el Frente. Usted está molesto; siga molesto, gane quien gane. Para cambiar de bando no sólo hay que estar desconforme: hay que saber que a donde vaya encontrará una transformación. A favor del Frente juega el mejoramiento de pasivos y asalariados, pero lo negativo que surge es el tema del empleo y el riesgo de perderlo para los que lo tienen. Las políticas sociales han paliado situaciones, pero no generaron cambios estructurales en los sectores bajos. Los cambios están asociados a recursos que les permitan un comportamiento económico por encima del nivel de pobreza. No hubo ruta de salida en lo habitacional y hay menos trabajo, y mucho menos para los que tienen menor capacitación y cultura laboral.

—¿Cómo se explica el aparente retroceso de Talvi y Juan Sartori?

- Hay un fenómeno general que tenemos que observar. Lo que se verifica es la vieja afirmación que viene de Estados Unidos de que cada tanto se producen hartazgos de las campañas electorales. Ante eso, muchos analistas estadounidenses sostenían que las campañas electorales largas son las que permiten que no tengan mucha cabida los outsiders o, mejor dicho, los fuegos de artificios de ocasión, las estrellas fugaces. Pueden deslumbrar en una campaña de 30 o 45 días, pero no a la larga. Esto se puede observar en varios casos. Ahora, Talvi me llama la atención, aunque hay que esperar que terminen las elecciones, porque él dio un giro muy fuerte cuando no había diagnósticos de que tuviera dificultades; aunque, probablemente, su comando tenía un pálpito de que se estaba deteniendo el ascenso. Pero, cuidado, una cosa es que uno no pueda aumentar la velocidad y otra cosa, que se desacelere. Lo primero que se percibía era que no seguía aumentando, no que estaba cayendo, aunque hay que ver más de una encuesta. Y de golpe desaparece de la campaña una decena de días, y, cuando reaparece, viene con otro discurso. El Talvi que emerge en la campaña de las internas del 29 de junio deslumbra porque aparece como un batllista colorado. Se batllistiza con la propuesta grande de 136 liceos, que luego de algunas confusiones ubica en la Anep. La elección de Robert Silva como candidato a vicepresidente, alguien de la enseñanza pública y estatal, parecía afirmar un fuerte signo batllista. Pero cuando vuelve lo hace en una perspectiva de liberalismo económico, yo diría desbatllistizada. Todo su discurso parece con menos énfasis batllista y más con acento económico liberal, más próximo que cuando uno lo veía como hombre de think tank. No sé la razón de este giro. También lo veo en Luis Lacalle Pou, pues después de ese documento, “la evolución”, de diciembre a hoy se nota una postura más dura, de más cambio radical.

—¿Y la perfomance del PN?

- Ahí, más que el estancamiento, hay que observar la caída de los blancos, que luego se decantó en un escalón más bajo, de un 30 a un 26 por ciento. ¿Estos cuatro puntos son por alguna falencia del partido? ¿O es porque apareció un partido como Cabildo Abierto, que le quita electorado de forma lineal y abierta? La respuesta es que surgió alguien que compite mejor en un electorado, al que el PN no le estaba dando satisfacción. Empero, no parece debilitado el sector de Luis Lacalle Pou; tampoco parece que haya pérdida de vigor en Alianza Nacional. Lo que sí quedó como un proyecto fallido y le restó vigor al partido fue el de los intendentes, que quedaron diluidos. También el fenómeno Sartori, que da la impresión de que tiene una potencia menor que la que se vio el 30 de junio. Creo que la gran dificultad que tiene Sartori es que la forma de su aterrizaje, el personaje que se construyó, fue para una impronta presidencial, no para una senaturial. Esta última exige un trabajo de largo plazo. Larrañaga es un ejemplo de eso y tiene una estructura departamental que lo sigue hace muchos años. En cambio, Sartori aparece como el hombre al que se apuesta para la presidencia o para que encabece toda una corriente. Pero, a diferencia de Novick y Manini, que son cabezas de partidos, más grandes o más chicos, no importa, votar a Sartori es hacerlo por Lacalle Pou; de protagonista pasa a agonista. En este momento eso puede afectar al PN, y es probable que alguna pérdida que va hacia Cabildo sea parte del electorado que apostó a Sartori.

—Llama la atención lo poco que marca el Partido Independiente en las encuestas.

- En diciembre estaba alrededor del 6 por ciento, con la posibilidad de pelear un segundo senador, ya no está en ese nivel. Todo el operativo de la creación y la ruptura del proyecto La Alternativa fue muy negativo para el PI, y sobre todo (creo que no cambió tanto el discurso de Mieres, pero sí la percepción de la gente) que se lo empiece a ver, ahora con claridad, como un aliado de los partidos tradicionales. Claramente, eso genera un desgaste, y gente que podía estar en el PI prefirió ir directamente a los partidos tradicionales. Sin duda, Talvi también es un gran competidor del PI, principalmente el Talvi batllista. Es el mismo público, el joven de la costa de Montevideo.

“En el FA es donde menos pesa la fórmula presidencial”

—¿La gente vota partidos o candidatos?

—En Uruguay sigue predominando el voto al partido, aunque la pertenencia partidaria cayó al 60 por ciento de los electores. A pesar de eso, en el mundo, Uruguay está al tope de fidelidades partidarias. Un 60 por ciento que se define blanco, colorado o frenteamplista es una barbaridad. Ahora lo que hemos visto es que entre blancos y colorados hay más facilidad de cambio; se ven cada vez más como primos hermanos. El voto del FA es esencialmente un voto al Frente, con lo bueno y lo malo, y en lo bueno y lo malo está incluido el gobierno. Creo que en el FA es donde menos pesa la fórmula presidencial. Eso es habitual en países de sistemas de partidos fuertes.