Historia
electoral
Argentina:
fuertes subas y bajas en 10 elecciones
En 18 años hubo en Argentina 10
elecciones parlamentarias y cuatro presidenciales. Los
candidatos radicales perdieron primero un 35% y en
alianza recuperaron fugazmente un 32%
En las últimas elecciones habidas en Argentina, el
pasado 14 de octubre, el justicialismo obtuvo el 29% de
las adhesiones del total de votantes, el radicalismo el
18% y un 21% votó en blanco o anulado. Ahora se abre una
nueva confrontación para el 3 de marzo, tras la crisis
institucional de estos días. El alto nivel de voto en
blanco y anulado de los últimos comicios y el fuerte
cambio que se produce en el comportamiento electoral de
los argentinos de elección a elección.
En 1983 fue elegido el radical Raúl Alfonsín con el 52%
de los votos frente al justicialista Italo Argentino
Luder con el 43%. Seis años más tarde comienza la era
del justicialista Carlos Saúl Menem, que con el 48%
derrota al radical Eduardo Angeloz (gobernador de
Córdoba). Tras una reforma constitucional, en 1995 Menem
es reelegido con el mismo porcentaje de votos frente a
tan sólo un 17% del radicalismo (candidatura de Horacio
Massaccesi, gobernador de Río Negro) y la aparición de
un nuevo comensal: el Frepaso, en ese entonces con la
fórmula José O. Bordon -Carlos "Chacho" Álvarez, que
captó de inmediato un 28% de los votantes; las dos
principales opciones opositoras sumadas totalizaron el
45%. Y finalmente hace dos años, tras unificarse el
radicalismo y el flamante Frepaso en la Alianza, la
fórmula Fernando de la Rúa-Carlos Alvarez que partió de
ese piso del 45%, trepa al 49% y se alza con el
gobierno, en una clara victoria sobre el gobernador de
la Provincia de Buenos Aires, el justicialista Eduardo
Duhalde, que capta el 38%.
A nivel presidencial el radicalismo registró
sucesivamente porcentajes del 52, 33 y 17, hasta llegar
a la lógica conclusión de la necesidad de reforzar sus
fuerzas mediante una alianza, y con ella (Frepaso
mediante) trepar al 49. El justicialismo en esos cuatro
cotejos alcanzó porcentajes del 43, 48, 48 y 38. El
radicalismo en sólo 10 años cayó 35 puntos. Para
observar la magnitud y velocidad de la caída, basta
comparar con el mayor declive observado por un partido
en Uruguay, el del Partido Nacional, que fue tan solo de
25 puntos y tardó para ello 41 años.
Pero es interesante el desempeño por periodos de
gobierno en cuanto a las elecciones parlamentarias
bienales. Bajo Alfonsín el radicalismo obtuvo 47, 43, 37
y terminó en 29. Con Menem no se movió demasiado del 29%
y necesitó el acuerdo con el Frepaso para juntos dar el
salto al 46%. Y con De la Rúa la Alianza pasó del 46% al
23% en dos años. El justicialismo por su parte bajo
Alfonsín creció: 39, 34, 42 y 45, el nivel máximo
alcanzado, justo en las elecciones en que retoma el
poder con Menem. Nunca más repitió. Bajo Menem logró a
partir del 45%, 41, 43, 43, 36 y finalmente 33, en la
elección que dio el triunfo presidencial a De la Rúa. Y
en los últimos dos años pasó de ese 33% al 29% del total
de votantes. Pasó a ser la primera fuerza del país con
menor porcentaje de votos que cuando fue la segunda, por
efecto del importante caudal de votos nulos.
El voto en blanco y nulo aparece como un fenómeno
exclusivo de las elecciones de este año, con ese inusual
21%, inédito a nivel mundial en elecciones libres y
competitivas. En los nueve comicios anteriores lo que se
registró, a partir de un nivel sensiblemente bajo, fue
crecimiento constante pero leve de ese voto sin efecto.
Obtuvo un mínimo del 1,9% en 1985 y alcanzó el máximo
del 6,9% en 1995. Desde entonces se insinuaba un proceso
descendente, hasta este estallido electoral del 14 de
octubre.
El grado de volatilidad electoral en Argentina, es
decir, el desplazamiento de votos de un partido a otro
de una elección a otra, es sensiblemente alto. Basta ver
que de la elección presidencial de 1983 a la de 1989, el
radicalismo pierde 19 puntos porcentuales; y de 1989 a
1995 cae otros 16 puntos. Es interesante que la mayor
parte de la caída radical no fue hacia el peronismo,
sino primero hacia un abanico de partidos menores y
luego hacia el Frepaso.
Una vez unidos en la Alianza, el descenso conjunto del
radicalismo y el Frepaso fue a parar al voto nulo.
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