Intención
de voto para el plebiscito
constitucional
Estado
de situación al
4 de diciembre
Oscar
A. Bottinelli - diálogo con
Emiliano Cotelo
OSCAR BOTTINELLI:
Para empezar, nos interesa hacer un par de
reflexiones o puntualizaciones a
raíz de algunas cosas que se han
publicado. Concretamente, un matutino que
cada vez que menciona una encuesta de
Factum dice "Encuesta encargada por el
Partido Colorado", con lo cual lleva a que
alguna gente esté asociando
resultados a intencionalidades
políticas. No es una
suposición: hubo gente que
llamó a la radio para decirlo.
A nosotros no nos interesa entrar en
polémica. Hay publicaciones
periodísticas a las cuales hace ya
más de cuatro largos años
damos por desmentido todo lo que
publiquen, pero queremos aclarar algunas
cosas.
Primero: Factum es una empresa que tiene
montado lo que se llama un sistema
permanente de opinión
pública, que continuamente
está encuestando sobre todo tipo de
cosas. Por ejemplo, cosas estables, como
la aprobación o
desaprobación del presidente o el
intendente, así como la
intención de voto si la
elección fuera hoy. Vamos agregando
temas de distinta naturaleza, algunos
sociales, costumbristas, otros que tienen
que ver con el Estado, con política
exterior o con grandes problemas sociales.
Y cuando hay acontecimientos
políticos, es nuestra especialidad.
Obviamente, esto hay que financiarlo.
¿Cómo se financia?
En primer lugar, uno de los centros de la
actividad de Factum es la difusión
pública a través de medios
de comunicación, entre los cuales
nosotros tenemos una relación
estable desde octubre de 1992 con Radio El
Espectador, donde tenemos dos espacios
fijos: La Gente, con notas sociales y
costumbristas, y La Opinión
Pública. Y ahora, además, en
combinación con El Espectador, lo
que se llama un sitio, un cúmulo de
páginas (alrededor de 70
páginas) en Internet.
En segundo lugar, tenemos relaciones
periódicas con órganos de
prensa como la revista Tres, como alguna
publicación en el semanario
Búsqueda, así como con otros
medios de prensa escrita y, en caso de
instancias electorales como ésta,
con el Canal 4.
Esa es una forma de financiamiento. Otra
son los suscriptores: hay instituciones
públicas y privadas, de grupos
políticos, de representaciones
diplomáticas, de agencias, que son
receptoras de los informes de Factum.
Cuando hay una instancia plebiscitaria,
hay actividades comerciales extra, donde
hay quienes piden determinado
asesoramiento, otros que piden trabajos
especiales, algunos preguntas, otros
informes. Factum ha trabajado hacia este
plebiscito, como pasó en la
elección del 94, absolutamente con
todos los partidos políticos y con
ambas opciones, en distinto grado, en
distinto tipo de servicio. Unos han pedido
asesoramiento de tipo electoral, otros de
opinión pública, unos
más profundos, otros menos
profundos, unos sólo cuantitativos,
otros cuantitativos y cualitativos.
Así que esto es absolutamente
claro. Quiero hacer otro tipo de
aclaración, también,
respecto a Factum. Normalmente, hay un
grupo de gente -que esperemos siga siendo
muy minoritario en Uruguay- que tiene la
misma reacción que tiene
determinado tipo de hincha de
fútbol cuando pierde su cuadro: la
culpa siempre es del juez, por un penal
que no cobró o un gol que no
anuló. En 1994, durante muchos
meses, las encuestas de Factum daban un
escenario muy distinto a las demás:
a todo el mundo le daba una victoria
arrolladora del Partido Colorado y
nosotros decíamos que íbamos
a un escenario de tres tercios. Ahí
las sospechas eran para el otro lado.
¿Por qué estábamos
mejor con respecto a otros? Esa pregunta
se hacía acá en la radio y
se hacía en muchos lados.
Terminó habiendo un escenario de
tres tercios.
En este plebiscito, Factum venía
señalando, a diferencia de las
otras encuestas, una mayor ventaja del SI.
Hoy, todas las encuestas publicadas dan
cifras, pronósticos o tendencias
muy parecidos a los de Factum. Y ahora la
acusación de algunos es en el
sentido contrario al del 94. Nosotros no
nos vamos a mover de lo que sea
relevamiento científico.
En tercer lugar, en materia de
análisis del contenido de la
reforma, nosotros tenemos una
responsabilidad. Aparte de Factum,
nosotros somos docentes en materia de
estudios electorales. Nosotros nunca vamos
a sostener en un análisis en un
medio de comunicación lo que no
podamos sostener en la cátedra o en
un seminario académico. Las mismas
cosas que analizamos acá de efectos
de la reforma están escritas,
algunas en un libro publicado por
Fundación de Cultura Universitaria
en diciembre del año pasado, otras
en columnas nuestras en el diario El
Observador.
Algunas de las cosas que se están
manejando, como la mala redacción
del artículo 153, sobre cómo
se elige el presidente de la
República, no fue tocado en la
discusión en el Senado y
recién se comenzó a hablar
de él y se citó en la
discusión en la Cámara de
Diputados, cuando nosotros hicimos un
artículo sobre ese tema, y hemos
manejado efectos de la reforma. Voy a
señalar una anécdota: hace
dos días me tocó participar
en una mesa redonda, en un seminario,
explicando temas. Nosotros decíamos
que, por ejemplo, uno de los efectos que
tiene esta reforma es que ayuda a la
centralización de los partidos. Uno
de los panelistas dijo: "Bueno, eso
justamente es lo que me parece mal, porque
quita libertad a a los partidos". Otro
sostiene: "A mí me parece bien. Los
partidos tienen que ser disciplinados,
terminemos con el caos."
Es decir que cuando uno considera un
efecto siempre tiene dos lecturas. A uno
le gusta la pluralidad de candidaturas
porque dice que eso es más libre.
Otro dice que prefiere la candidatura
única porque dice que es más
transparente. La centralización de
los partidos para unos es falta de
libertad, para otros es una cosa
disciplinada, ordenada, que funciona
mejor. Cuando se dice que hay más
peso político para el presidente,
unos dicen: "¡Al fin! Que el que
tiene que mandar, mande". Otros dicen:
"¡Qué horror!". Ahí es
donde es bueno que la gente se defina por
el SI o por el NO, pero que conozca los
efectos. Cuando uno señala efectos,
sencillamente explica una cosa. Si las
campañas publicitarias van por otro
lado, ése no es problema de los
analistas. Ese es otro efecto
completamente distinto.
E. C. - Hechas estas precisiones, Oscar,
vamos, ahora sí, a las
consideraciones finales a propósito
de la intención de voto para el
domingo.
Cuando dábamos el martes el
resultado de la última encuesta
realizada por Factum durante sábado
y domingo, había quedado pendiente
para hoy, justamente, para el
último día, un
análisis más en profundidad
y, además, tratar de avizorar
escenarios para el fin de semana, que
mucha gente debe estar demandando y no
sé si es posible.
O. B. - En primer lugar, en este momento
hay cuatro encuestas en la calle, tres de
ellas cerradas el primero de diciembre. La
de Equipos Consultores, que se difunde en
El Observador; la de Vox, en
Búsqueda; la de Cifra, que se
difundió en el diario El
País (que corresponde a una semana
antes, al día 24 de noviembre) y la
nuestra, que se difundió hace dos
días aquí, en El
Espectador.
El problema es la comparación de
estas cuatro encuestas, que nosotros
advertimos que muchas veces plantea
confusión. Acá es un
problema estrictamente técnico el
que queremos manejar, es que las de
Equipos, Cifra y Vox son encuestas de lo
que todos llamamos país urbano, es
decir, Montevideo más las
localidades del interior que tienen de 10
000 habitantes para arriba. La nuestra es
de todo el país, incluye al
país rural y localidades menores a
10 000 habitantes (pueblos chicos o
pueblos medianos).
Entonces, vamos a hacer un ejercicio -algo
adelanté el martes- que es
presentar primero las cifras de Factum,
las mismas de la encuesta. Es lo mismo que
hablamos el martes, pero este es un
reproceso para presentar qué le da
a Factum el país urbano, qué
es lo comparable con las otras
encuestas.
E. C. - O sea, a la encuesta de Factum se
le quita el país rural.
O. B. - Se le quita el país rural y
pequeños pueblos. Nosotros, en un
lenguaje medio esotérico le
llamamos "rururbano". Las cifras que vamos
a dar son de apruebo y rechazo, para
simplificar. Y en rechazo estamos sumando
NO, en blanco y anulado; es decir, todo
aquello que va en contra de que se apruebe
la reforma. En el país urbano nos
da 38% de aprobación y 35% de
rechazo. Exactamente 38,3 y 35,1.
Este es el país urbano. Estas
cifras son las que son comparables con las
otras encuestas. La de Cifra, que da algo
parecido, tres puntos de diferencia y le
da un empate entre el aprueba y el
rechazo, la de Equipos, que le da una
ventaja al NO y la de Vox, que le da una
gran ventaja a SI.
Ahora, el 100% el país: SI 41%,
(exactamente 40, 5), y el rechazo es de
33,4%. Fíjense que en el
país urbano, la aprobación
representa el 38,3, mientras que en todo
el país, es el 40,5. Y el rechazo
en el país urbano es el 35,1, pero
en todo el país es 33,4. Y es muy
importante tener esto en cuenta, porque es
muy grande la victoria del SI sobre el
rechazo en ese país, que es
más o menos, en cifras gruesas, la
quinta parte del electorado. Alrededor del
20% del electorado vive en poblaciones
menores de 10000 habitantes o en
áreas rurales, en lo que se llama
rural disperso.
Pasemos a algunos comentarios. Primero,
esta elección presenta dos grandes
escenarios. Un escenario de octubre y un
escenario a partir de noviembre. El de
octubre fue poco polarizado, con un NO muy
débil -no sólo desde el
punto de vista electoral, sino desde el
punto de vista de su posicionamiento
público- y ahí tenemos una
ventaja del SI del entorno del 18% o
19%.
En noviembre comienza -yo diría que
con la irrupción de Vázquez-
comandando el NO en términos
claros, duros y confrontacionales.
E. C. - En el acto de La Paz.
O. B. - Sí. Y a partir de
ahí comienza un acercamiento de las
posiciones porcentuales del SI y del NO, y
vemos que el SI tiene 15 puntos de ventaja
el 10 de noviembre, 11 el 17 de noviembre
y ocho el 24 de noviembre. Acá
tendríamos casi un tercer escenario
o una variante de este segundo ciclo, que
se da en la última semana en que se
corta esa racha descendente del SI o
ascendente del NO y muy levemente se
bifurca en que el SI recupera un punto y
medio de ventaja sobre el NO.
E. C. - Y además caen de manera
sensible los indefinidos.
O. B. - Exactamente. Mientras en noviembre
fue muy claro un proceso de casi
estabilidad de la gente que no se
definía, bajaba muy poquito y el
gran movimiento era el trasvasamiento del
SI hacia el NO, en la última semana
ya es una importante volcada de
indefinidos a la decisión, y en esa
decisión se vuelcan más
hacia el SI que hacia el NO, en
términos muy leves, repito, lo
suficiente como para que el SI aumente la
ventaja sobre el NO un punto y medio en
esta última semana.
El segundo apunte tiene que ver con lo que
llamamos la partidización. Durante
el mes de noviembre se fue produciendo un
fenómeno que se consolida el
primero de diciembre, que es la
fortísima alineación de los
votantes respecto a sus partidos
políticos. Los colorados se van
definiendo hacia el SI, sobre todo los
indecisos colorados se pasan al SI, queda
un 6% de colorados por el NO.
Los blancos, que tienen un bolsón
de NO activo con promotores, y por lo
tanto es más del doble, es el 13%,
pero los indecisos se van volcando hacia
el SI.
Y el Frente Amplio, que sin duda es el que
tiene el sector más fuerte a favor
de la posición contraria. Porque
los colorados y los blancos son algunos
intendentes, algún diputado, y en
el caso del Frente Amplio es lo que
representa casi la mitad de su bancada
parlamentaria, que tiene una proclividad
hacia el SI sin hacer campaña por
el SI, pero estaba a favor de la reforma y
tuvo mensajes, de alguna manera, a favor
de la reforma. Eso fue achicando
muchísimo el voto contrario a la
posición oficial del grupo; es
decir, el voto por SI dentro de los
frentistas.
Ese voto llegó a ser del 20% al
día 27 de octubre, se mantuvo un
tiempo al 17 y hoy es el 6%. Es decir: el
voto por SI en el Frente y el voto por NO
en los colorados, el voto opuesto que
tiene cada fuerza, es equivalente. Es
decir que, aunque con diferencias casi
imperceptibles, los tres grandes partidos
lograron convencer a sus partidarios de
seguir la orientación
política de su partido.
La pequeña diferencia aparece en el
Nuevo Espacio, que en el último
momento logró ir volcando a los
indecisos hacia el SI, que es la
posición del grupo político.
Pero sin duda el Nuevo Espacio es el que
mantiene el mayor porcentaje de
posición contraria a la oficial,
con un 23% por el NO.
Y la gran clave son las personas que no
tienen definición partidaria, que
no se guían por referentes
políticos, que son los más
indecisos respecto al plebiscito y donde
fue oscilando el SI y el NO en ventaja de
uno o ventaja del otro, y
últimamente quedó una
ventaja de cuatro puntos, 24 el SI, 20 el
NO, pero con la mayoría absoluta
sin definición.
Es un 56% sin definición, que
está implicando que acá
está, realmente, buena parte de la
clave de la elección.
Veamos ahora otras formas de analizar la
conducta de la opinión
pública, de la gente, de los
electores. Si analizamos, según su
nivel socioeconómico, según
su nivel de educación, según
la edad, incluso, encontramos que se
relaciona bastante con las alineaciones
políticas. Con esto no queremos
decir que se vote exactamente igual pero,
digamos, en las edades y niveles
socioeconómicos donde es más
fuerte el Frente, es más fuerte el
NO. Donde son más fuertes blancos y
colorados, es más fuerte el SI.
Venía una situación
diferente en relación a las
mujeres. Pasaba que el nivel de
indecisión de las mujeres era
muchísimo más elevado que el
de los hombres, casi el doble. Y las
mujeres decididas, en general, se
decidían mucho más por el NO
que por el SI. El porcentaje de hombres
por el NO y de mujeres por el NO era el
mismo; lo que pasa es que los hombres
tenían un cierto equilibrio entre
el SI y la indecisión, mientras que
las mujeres tenían una alta
indecisión y bajo apoyo del SI.
Esto cambia bastante cuando empiezan a
definirse las mujeres. En el momento de la
definición, prácticamente se
equilibra: 40,6% de hombres por el SI,
40,5 de mujeres por el SI. Por el NO
quedó un poco más de
hombres, 35,8 con 31,3. Y la
indecisión fue levemente más
fuerte en las mujeres: 19,4 los hombres,
21,2 las mujeres.
La definición de las mujeres se
produjo masivamente hacia el SI y en menor
medida hacia el NO, lo que invirtió
la tendencia que había. Y hoy, ya,
entre ambos sexos no aparecen las
diferencias que se dieron hasta la semana
anterior, hasta el 24 de noviembre.
E. C. - Estamos ya en los últimos
minutos y hay una pregunta muy directa que
deben estar haciéndose del otro
lado del receptor: ¿qué va a
pasar el domingo?.
O. B. - Siempre decimos lo mismo: a todos
nos gustaría conocer el extracto de
la lotería antes del sorteo para
poder comprar el número, el
problema es que se sabe después del
sorteo. Dicho en una forma más
seria, no es que uno quiera eludir
compromisos, sino que entendemos que la
seriedad del trabajo implica limitaciones.
Una limitación es decir:
científicamente lo que medimos es
esto y da esto. Hay algunas tendencias que
se pueden situar y ahora las vamos a
marcar, pero uno lo que no puede es
pronosticar, porque no puede forzar
comportamientos que no se sabe
cuáles van a ser. Eso iría
más al terreno de lo que yo creo
que puede ocurrir y no en el terreno de lo
que los números me permiten
decir.
Es la diferencia entre el analista de
opinión pública y el
opinante. Nosotros, en ese aspecto, hemos
sido siempre muy prudentes en entender que
la función de las encuestas es
medir la situación dada en un
momento determinado y no pronunciarnos en
el plano personal. Ahí discrepamos
con otras encuestadoras que entienden que
pueden pronunciarse.
Entonces, lo que sí se puede decir
es que hay un 6% en cifras gruesas, de
personas que no contestan y otro 20% de
indecisos; en total, un 26%, sumados los
dos. La diferencia es que el que no
contesta sabe lo que va a votar y las dos
terceras partes, además, lo tienen
decidido en firme, no están dudando
nada, sencillamente no contestan. El
problema es que desde nuestro punto de
vista nos es tan difícil
desentrañar al que no contesta como
al que no sabe qué va a votar.
Acá hay dos grandes escenarios: hay
uno de gente que, en función de una
serie de correlaciones, opina de la
gestión del presidente, del
gobierno, de los sindicatos, de qué
partido votó anteriormente,
qué vota ahora, etc., tiene una
proclividad hacia el SI o hacia el NO muy
marcada. Y luego hay un bolsón de
alrededor del 12% que es absolutamente
imposible determinar con precisión,
con elementos científicos,
cuál puede ser su conducta.
Ahí uno puede tener su olfato, pero
ya sale de lo científico.
De lo que tiene una predisposición
está apareciendo que podría
haber un 6% de incremento del voto del
SI.
E. C. - 6% de incremento, ¿en
qué sentido?
O. B. - De esta gente, indefinida,
podría haber cerca de 6% del total
que podría inclinarse hacia el SI
con bastante predisposición.
Concretamente, 5,5%.
Y hacia el rechazo (acá estoy
mezclando NO y en blanco, porque en
definitiva es lo que termina importando),
podría haber cerca del un 8%, en
este bolsón de personas con
proclividades más claras, lo que
genera dos fenómenos. El primero,
que se reduce un poco la ventaja del SI
sobre el NO entre estos, pero a su vez
acerca mucho al SI a la barrera de la
mayoría absoluta. Y nos queda,
todavía, un 12% sin poder
inclinarlo.
Lo que uno puede decir es que se
encuentra, en líneas generales, con
todas las reservas del caso, que en el
indeciso más puro hay una cierta
proclividad hacia el NO en Montevideo.
Esto no quiere decir que los indecisos
votan NO, sino que hay una cierta
proclividad en Montevideo y su entorno.
Montevideo, desde el punto de vista de su
comportamiento político, excede los
límites departamentales.
Y que en el interior, el indeciso
está en un marco de relativa o
mayor proclividad hacia el SI. Esto no
quiere decir que el interior es más
que Montevideo, o que hay más por
el SI que por el NO. No estamos diciendo
nada de eso. Estamos manejando tendencias
muy cualitativas, que son imposibles de
aterrizar en cifras. Esto es lo que se
puede avizorar.
Estas últimas proclividades,
además, surgen de una reencuesta
que hicimos anoche a personas que
habían sido encuestadas en los
últimos tres fines de semana, a los
cuales se llamó nuevamente a ver
qué estarían votando, para
detectar las conservaciones y cambios en
su predisposición al voto.
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