Primer
balance global del
comportamiento electoral
Oscar
A. Bottinelli - diálogo con
Emiliano Cotelo y Luis
Custodio
PRIMERA
PARTE
LUIS
CUSTODIO:
A las nueve y quince minutos de la
mañana nos acompaña En
Perspectiva el director de Factum, Oscar
Bottinelli, con quien hay que tratar de
develar una serie de interrogantes que
quedan planteadas después del
plebiscito constitucional de ayer.
Oscar, seguramente hay dos grandes temas
en esto: conocer y evaluar el trabajo de
las encuestas previas y también
saber qué le pasó a Uruguay,
por qué ese comportamiento de los
uruguayos.
OSCAR BOTTINELLI:
Exactamente. Digo lo que siempre digo
después de una elección: lo
más importante en una
elección es lo que vota la gente,
aunque desde hace unos cuantos años
parece que las elecciones se realizan al
solo efecto de medir qué hacen las
empresas encuestadoras.
Acá tenemos dos temas a
desarrollar. Hagamos una
introducción a propósito del
primero. Venimos insistiendo desde hace
muchísimos años sobre una
concepción profesional de
cuál es el papel de las encuestas;
para nosotros, su papel es medir estados
de opinión en un momento
determinado, avizorar tendencias. Pero no
formular pronósticos al estilo del
concurso de pronósticos. Nos parece
muy bien que eso se haga en el turf, entre
otras cosas, porque el componente de las
carreras es la apuesta y el
pronóstico es algo que contribuye a
orientar al apostador. Acá no hay
apuestas -aunque en algunos lugares hay
pencas pero la finalidad de las encuestas
de opinión pública no es
orientar a los que hacen penca sobre el
voto. Y para nosotros, es muy importante
no jugar al concurso de
pronósticos. Eso significa que
acá hay que hablar de dos temas.
Uno es el de anoche, en la difusión
de las proyecciones. Y otro, cómo
se fue midiendo la difusión de la
opinión pública en un mes y
medio de campaña electoral.
Sobre lo de anoche, desde el punto de
vista técnico y metodológico
-lo dijimos en televisión,
quizás no con esta contundencia-,
lo que estamos viendo es el límite
excesivamente alto como límite, que
tiene una técnica tan imperfecta
como la encuesta de boca de urna. La
encuesta de boca de urna nos sirvió
aquí en El Espectador, por ejemplo,
el 13 de diciembre del 92, pero el SI ya
había ganado al NO o a la
opción NO más en blanco 70 a
30.
L. C. - Con márgenes más
estrechos es distinto.
O. B. - Y en aquel momento, había
hasta un 18% de "no contesta". En el 94
tuvimos un 20%, ayer lo bajamos -o se
bajó solo, no son méritos-
al 18%. Precisamente por eso, ensayamos
dos metodologías más. Una,
la telefónica. En general, somos de
los que la discuten mucho en Uruguay. Ojo,
que es una técnica muy eficaz en
otras partes del mundo, pero implica
determinada cultura, determinada
adaptación a las encuestas, a
encuestas telefónicas, etc.,
además en Uruguay esto viene muy
pervertido por pseudo encuestas que
terminan siendo ventas y cosas por el
estilo. Por ejemplo, ayer, en un momento
se ayudó a la encuesta
telefónica cuando desde el canal se
anunció que se estaban haciendo
encuestas telefónicas, que mucha
gente creía que eran bromas.
Y luego, otra técnica que hemos
usado es la de las encuestas a boca de
urna. Esta vez, quedó demostrado
que el día de las elecciones no
tienen el nivel de confiabilidad total que
tienen en otras oportunidades, aunque la
misma fue mayor. Por lo menos nos
sirvió para contrastar que,
efectivamente, lo que las encuestas de
boca de urna estaban dando era confiable.
Y por lo tanto, también lo era el
margen de incertidumbre que daban.
Planteada así la cosa,
ocurrió que la única
técnica que iba a servir
efectivamente, era más tradicional:
proyectar el escrutinio, que es la
técnica estadística
más firme, más elemental.
Con ella, uno tiene datos ciertos,
incuestionables.
EMILIANO COTELO:
Recordemos en qué consiste.
O. B. - Claro. Recordemos qué es
una encuesta a boca de urna. Cuando la
hicimos por primera vez en Uruguay (en
Canal 4, en mayo del 89), le llamamos
"exit poll", que es el término
británico, que es mucho más
correcto, porque es a la salida de la
votación. Y esto fue un "exit
poll", estuvo muy lejos de la boca de
urna, estuvo hasta lejos del umbral. El
"exit poll" es una encuesta de votantes;
es decir, no es intención de voto,
no es qué piensa, qué opina,
sino qué hizo. Pero contestan: "Yo
hice esto", "Yo hice lo otro" o "Yo no le
digo qué hice".
La proyección de escrutinio se
realiza de la siguiente manera: se toma un
circuito, otro y otro, que son parte de
una muestra. Podremos hablar otro
día, más en profundidad,
sobre cómo es una muestra, aunque
ya lo hemos hablado. Y esos resultados se
proyectan. Es decir, se considera que
media docena o una docena de circuitos son
representativos de un departamento o de
una zona de Montevideo y se proyecta eso
al total del departamento o de la zona.
Esto, en general, tiene un margen de error
que puede llegar al 1% o a un poco menos
del 1%, cuando uno completa la muestra.
Cuando se empieza, los márgenes son
mayores.
Ayer teníamos el 18% de "no
contesta". Otras empresas declararon
públicamente tener un 30% de no
contesta, lo cual nos llevó a una
medida que tiene que ver con nuestra
concepción de la labor profesional,
que es decir: "Señores, con esto no
podemos decir nada". Lo otro que se
podía decir era "yo creo que",
"tengo el pálpito", "me parece",
pero no había ningún
elemento contrastado, respaldado en las
cifras que nos permitiera dar un
resultado.
E. C. - El tema no era sólo el 18%
de "no contesta", sino también la
paridad que tenías entre el SI y el
NO, por otra parte.
O. B. - Claro, si los que me contestan me
dan 90% por una opción y 10% por la
otra, puedo tener un 40% de "no contesta".
Pero si el SI y el NO me daban cifras
prácticamente parecidas, el NO
estaba tres puntos arriba del SI entre los
que contestaban, ¿cómo se
proyectaba el "no contesta"? Digo lo que
les decía a los dirigentes
políticos cuando hablábamos
por teléfono, ayer, en el horario
de votación: en una
elección, en el 94, de cada seis
"no contesta" había tres colorados,
dos blancos y un frentista. Pero,
¿esto se proyecta así?
Primero, en el comportamiento del NO, ya
las encuestas previas demostraban que eso
no era así. Entonces, una
hipótesis razonable y con
algún optimismo para el SI, era: de
cada seis, cuatro para el SI y dos para el
NO. La proyección me da empate,
donde uno, casi arbitrariamente, toma
cómo distribuir el "no contesta"
con 18%. Era decir: "Señores, esto
no da". Y dijimos: "Bueno, vamos a esperar
la proyección de escrutinio". Y
nosotros -Factum- esperamos.
Las primeras proyecciones de escrutinio
también empezaron, con pocos
circuitos y altos márgenes de
error, a darnos una situación de
extrema paridad. Eso nos llevó al
primer anuncio, que fue que había
una situación muy competitiva, de
extrema paridad, con levísima
ventaja para el SI.
E. C. - ¿A qué hora fue
eso?
O. B. - Me cuesta recordar, pero
estaríamos a las nueve y algo de la
noche.
E. C. - Porque 20.45 otras empresas ya
habían dado números.
O. B. - No; a las 20.45 o a las 20.50,
otras dos empresas habían anunciado
el triunfo del SI en forma clara, por
varios puntos de ventaja. A nosotros no
nos daba ese resultado y por eso no lo
dimos. El primer resultado que estuvimos
en condiciones de dar era más...
Ustedes, como comunicadores, lo tienen que
entender bien, y el público
también: a uno se le crea una
situación muy difícil de que
no lo hizo porque respalda o controvierte
ese anuncio. Uno no puede libremente decir
lo que pensaba decir un rato antes.
En el 94, horas después de que se
hubiera anunciado el triunfo del Frente
Amplio, cuando se demostró lo
erróneo del anuncio: el Frente
Amplio no sólo no había
ganado sino que había salido
tercero. Eso se pudo anunciar, pero
tampoco era anunciarlo libremente, sino
cuando uno tenía las cifras
incontrastables de que no se podía
revertir.
Y ayer pasó lo mismo.
Después de crear una ola de
exitismo, en la cual ya se había
dado el veredicto de un SI incontrastable,
nosotros tuvimos que actuar con mucha
sangre fría y con mucha prudencia,
y aferrarnos a la creencia de nuestros
números, lo que no fue fácil
en ese momento.
Sobre el trabajo de anoche, nosotros,
finalmente, llegamos a cerca de las tres
cuartas partes, cuando pudimos anunciar el
primer resultado concreto en cifras
inequívocas, que creo que
revertían una tendencia, que era
que el SI quedaba delante del NO. En aquel
momento, estabamos por encima del 2,5% y
el SI estaba en la barrera de la
aprobación, en función de
los votos en blanco y los votos anulados,
cuando ya, además, se veía
un número importante de votos
observados que, en esa instancia, generaba
una incertidumbre muy fuerte.
Y finalmente, cuando ya estabamos a punto
de completar la muestra, el último
anuncio lo hicimos con el 95% de las
encuestas, que luego se mantuvo, que fue
alrededor de 50.05%. Repito: el margen de
error es de casi 1%, es decir que
ahí no podemos jugar tanto con ese
porcentaje, con el centesimal. Nos daba
que el SI pasaba la barrera necesaria para
la aprobación, yo diría, en
la misma forma en que Brasil salió
campeón del mundo. Gracias a que
Roberto Baggio tiró por encima del
travesaño el último penal,
se puede analizar los 90 minutos de
partido y los 30 de alargue, pero para
Brasil, lo que define el campeonato del
mundo es que Roberto Baggio, cansado y
lesionado, tiró el penal por arriba
del travesaño. Esa fue la forma en
que el SI pasó la barrera, por
penal. Y quedó el NO,
efectivamente, un dos y pico por ciento
por debajo, o un 3% por debajo del SI.
Estas fueron las cifras, que se dieron en
el momento en que había que
darlas.
A nosotros nos sigue pareciendo que
éste es el papel de las empresas de
opinión pública. Porque
además, vemos una agencia noticiosa
internacional que, por segunda vez , tiene
la gran primicia de darle una anuncio al
mundo. En el año 94,
instantáneamente, dijo que en
Uruguay había ganado la
coalición de izquierda. Al otro
día todavía estaba
contestando llamadas de Colombia, de todos
lados, para que analizara el triunfo del
Frente Amplio y diciendo: "No, mire,
salió tercero". Ayer
también. Y salían los cables
sobre que Uruguay tenía una nueva
Constitución, lo que oficialmente
no se sabe hasta enero.
L. C. - Oscar, mientras se iban conociendo
las distintas proyecciones, el Ministerio
del Interior, también iba dando a
conocer sus cifras. Evidentemente, con un
ritmo que nos iba a llevar a tenerlas
recién, las totales, bastante
avanzada la noche.
O. B. - Yo creo que es un tema que va a
haber que discutir en Uruguay, como se ha
discutido la boca de urna. La Corte
Electoral, sabiamente, siempre se ha
negado en Uruguay a hacer los anuncios, lo
que se hace en otros países, porque
la Corte anuncia resultados.
En segundo lugar, de una vez por todas,
que el Ministerio del Interior clarifique,
que no se use más indebidamente la
expresión "resultados oficiales".
El Ministerio del Interior no puede dar
resultados oficiales porque no está
autorizado a hacerlo. Los únicos
resultados oficiales los da la Corte
Electoral. Entonces, tuvimos que hacer la
aclaración en el 94 y decir: "Los
resultados oficiales dan ganador al
Partido Nacional. No son oficiales. Tienen
la misma autoridad que los nuestros, lo
único es que tienen una red
pública para recibir y procesar los
datos, pero la Corte Electoral es la que
da los resultados oficiales". Esto hay que
aclararlo.
También hay un problema: se
tendrá que ver es si es conveniente
o no que los resultados se den en la forma
en que se dan, porque el Ministerio del
Interior lo que hace es recibir los datos
y ponerlos en una computadora, pero esa
suma que va dando suma papas con
zapallitos. Porque en un momento
tenía un montón de circuitos
de Montevideo: del Cerro, de La Teja, de
no sé qué. Datos del
país, pero resulta que había
mucho más de Montevideo que del
interior. Y en otro momento había
de Rivera, de Río Negro y faltaban
otras zonas. Por favor, esto no es
manipulación, es cómo se da.
Entonces, en un momento parecía que
el Ministerio del Interior estaba
confirmando... Por favor, no es que el
Ministerio lo haya hecho, no le estoy
atribuyendo ninguna intencionalidad
política. Lo primero que
recibía le daba una diferencia del
SI bastante por encima y coincidente,
además, con algunos anuncios que
hubo de canales de televisión. Al
final, cuando se empezó a
completar, fue bajando. No es que fue
bajando el resultado, sencillamente
recién se fue expandiendo el
resultado para ser representativo de todo
el país. Y la proyección de
escrutinio es eso, es saber por anticipado
eso otro que se va a dar o se completa la
suma de todo el país.
SEGUNDA PARTE
L. C. - Estuvimos hablando con Oscar
Bottinelli, en estos minutos, acerca del
trabajo de las últimas horas, de
cómo se fue procesando,
precisamente, por parte de las encuestas
el proceso de votación de los
ciudadanos. Pero vayamos a lo que era ese
trabajo previo, de alguna manera, de cara
al plebiscito de ayer. Vamos, entonces,
para eso, a escuchar a Oscar Bottinelli el
día en que comenzaba la veda
política, el último
análisis en torno a este tema, el
jueves pasado.
E. C.- Recordemos que el útlimo
sondeo, cerrado el 1º de diciembre y
divulgado ese jueves, arrojaba un
resultado de 40,5% para el SI, 31% para el
NO y 28,4% de indefinidos.
(Grabación: )
"E. C. - ¿Qué va a pasar el
domingo?
"O. B. - Siempre decimos lo mismo: a todos
nos gustaría conocer el extracto de
la lotería antes del sorteo para
poder comprar el número, el
problema es que se sabe después del
sorteo. Dicho en una forma más
seria, no es que uno quiera eludir
compromisos, sino que entendemos que la
seriedad del trabajo implica limitaciones.
Una limitación es decir:
científicamente, lo que medimos es
esto y da esto. Hay algunas tendencias que
se pueden situar y ahora las vamos a
marcar, pero uno lo que no puede es
pronosticar, porque no puede forzar
comportamientos que no se sabe
cuáles van a ser. Eso iría
más al terreno de lo que yo creo
que puede ocurrir y no al de lo que los
números me permiten decir.
"Es la diferencia entre el analista de
opinión pública y el
opinante. Nosotros, en ese aspecto, hemos
sido siempre muy prudentes en entender que
la función de las encuestas es
medir la situación dada en un
momento determinado y no pronunciarnos en
el plano personal. Ahí discrepamos
con otras encuestadoras que entienden que
pueden pronunciarse.
"Entonces, lo que sí se puede decir
es que hay un 6% en cifras gruesas, de
personas que no contestan, y otro 20% de
indecisos; en total, un 26%, sumados los
dos. La diferencia es que el que no
contesta sabe lo que va a votar y las dos
terceras partes, además, lo tienen
decidido en firme, no están dudando
nada, sencillamente no contestan. El
problema es que desde nuestro punto de
vista nos es tan difícil
desentrañar al que no contesta como
al que no sabe qué va a votar.
"Acá hay dos grandes escenarios:
hay uno de gente que, en función de
una serie de correlaciones, opina de la
gestión del presidente, del
gobierno, de los sindicatos, de qué
partido votó anteriormente,
qué vota ahora, etc., tiene una
proclividad hacia el SI o hacia el NO muy
marcada. Y luego hay un bolsón del
alrededor del 12% que es absolutamente
imposible determinar con precisión,
con elementos científicos,
cuál puede ser su conducta.
Ahí uno puede tener su olfato, pero
ya sale de lo científico.
"De lo que tiene una
predisposición, está
apareciendo que podría haber un 6%
de incremento del voto del SI.
"E. C. - 6% de incremento, ¿en
qué sentido?
"O. B. - De esta gente, indefinida,
podría haber cerca de 6% del total
que podría inclinarse hacia el SI
con bastante predisposición.
Concretamente, 5,5%.
"Y hacia el rechazo (acá estoy
mezclando NO y en blanco, porque en
definitiva es lo que termina importando),
podría haber cerca del un 8%, en
este bolsón de personas con
proclividades más claras, lo que
genera dos fenómenos. El primero,
que se reduce un poco la ventaja del SI
sobre el NO, entre estos, pero a su vez
acerca mucho al SI a la barrera de la
mayoría absoluta. Y nos queda,
todavía, un 12% sin poder
inclinarlo.
"Lo que uno puede decir es que se
encuentra en líneas generales, con
todas las reservas del caso, que en el
indeciso más puro hay una cierta
proclividad hacia el NO en Montevideo.
Esto no quiere decir que los indecisos
votan NO, sino que hay una cierta
proclividad en Montevideo y su entorno.
Montevideo, desde el punto de vista de su
comportamiento político, excede los
límites departamentales.
"Y que en el interior, el indeciso
está en un marco de relativa o
mayor proclividad hacia el SI. Esto no
quiere decir el interior es más que
Montevideo, o que hay más por el SI
que por el NO. No estamos diciendo nada de
eso, Estamos manejando tendencias muy
cualitativas, que son imposibles de
aterrizar en cifras".
(Fin de la grabación)
L. C. - Esto lo decías, tú,
Oscar, el jueves, minutos antes de las
once de la mañana.
O. B. - Exacto. Primero veamos las
últimas cifras publicadas: 40,5 el
SI , 31 el NO, 2,1 daba en blanco y
anulado, y 26,3 entre no contesta e
indecisos.
E. C. - De ahí todo este
análisis que tú
hacías de cómo podía
votarse.
O. B. - Acá hay algún diario
con el cual estamos muy lejos, sobre todo
en el plano ético, que busca
siempre jugar armando sus respectivos
escándalos. Según el mismo,
hasta el otro día nuestros datos
respondían a que
favorecíamos al Partido Colorado;
ahora parece que, como no fue así,
aquello era erróneo. Cada cual se
mueve en un plano distinto en la vida y
uno aprende en las matemáticas que
líneas paralelas nunca se
tocan.
Entonces, vamos a movernos como gente
seria, que es la que escucha este
programa. Uno registraba un hecho: el 40%
estaba predispuesto a votar SI al 1º
de diciembre, el 31% estaba predispuesto a
votar NO, el 2,1% estaba predispuesto a
votar en blanco y anulado -y por
ahí anduvo-, y el 26% no
sabía lo que iba a hacer ( yo creo
que era muy alto el porcentaje de gente
que se decidía en la última
semana, que el nivel de indecisión
era realmente alto esta vez). Y un 6%,
podría haber sido más,
algún indeciso, alguien que
tenía una predisposición y
que la quería ocultar, pero
quizás una predisposición
dudosa. Lo cierto -y acá no importa
si era "no contesta" o indeciso-, es que
era un 26% de indefinidos. Ustedes
recordarán que cuando nosotros
resumimos, decimos "indefinidos", porque
no le damos tanta importancia a si
está indeciso, dudoso o definido y
no contesta. Lo que sabemos es que no
tiene definición. Y ese 26% no hay
que tirarlo a la basura. ¿Quiere
decir que el SI le gana al NO por 10
puntos? No. De los que se definieron,
sí. Pero estos están por
definirse. Y el primer trabajo de
afinamiento ya nos dio lo que anunciamos
en esta grabación. Que apenas se
definía gente, el NO ya acortaba
las ventajas sobre el SI, y cuando
acortaba, dijimos, todavía, que
quedaba un 12%. Y evidentemente, si
decimos que así como en el "no
contesta" puede haber dos por el SI y tres
por el NO, acá nos queda muy claro
que en estos no definidos, de los
últimos bolsones que nos quedaron,
hubo tres por el NO, o dos y medio por el
NO y uno y poco por el SI. Y esto es lo
que terminó dando.
Es decir que desde ese punto de vista lo
que tenemos es que el estudio de
opinión nuestro también
cumplió una función muy
útil. Además, al haber sido
semanal marcó cómo un SI
arranca con una ventaja formidable, esa
ventaja se va achicando, llega ya a una
situación mucho más
comprometida que crea una incertidumbre
final y que no se logra bajar. No se
olviden de una cosa: de cada cuatro
personas, tres se manifestaban en
posición de NO y había una
indefinida. Eso vuelca cualquier balanza.
Pongan cuatro personas en la mesa, dos
para un lado, uno para el otro, y el otro
es el que tiene que decidir. Eso vuelca la
balanza, aunque sea la cuarta parte. Por
lo menos en un dos a uno empata.
Y esto es lo que ocurrió.
Acá había un 26% de
indefinidos y fue muy claro que Montevideo
fue proclive al NO. Y en el interior, lo
que uno observa es que el SI tuvo una
definición más militante que
el NO y que la gente más distante y
más indefinida tuvo finalmente un
vuelco hacia el NO.
E. C. - Si bien, como dijiste al
principio, la gente no vota para ver si
las encuestas están bien o mal, era
importante realizar una serie de
precisiones. Porque en estas horas -basta
ver la prensa de hoy-, el tratamiento
periodístico y las opiniones van
por los dos carriles. Van por lo que
pasó y cómo les fue -o no
les fue- a las empresas encuestadoras,
cuál se aproximó más,
cuál se equivocó,
cuál -incluso- empujó y
determinó conductas en la noche de
ayer, que luego se vieron obligadas a la
modificación y a la prudencia.
O. B. - Yo quiero aclarar una cosa,
más allá de que a nosotros,
justamente, no se nos puede achacar nada
de eso. Las encuestas no pueden determinar
conductas de dirigentes
políticos.
E. C. - Pero en Uruguay parecería
que sí.
O. B. - Los dirigentes políticos
determinan sus propias conductas, tienen
insumos que toman o dejan.
TERCERA PARTE
E. C. - Ahora sí, vamos al
análisis de los resultados.
O. B. - Bueno, vamos a hablar de lo que
parecería secundario, que es para
qué votaron los uruguayos. Digamos
que acá hay dos temas completamente
distintos. Uno es el
político-jurídico, que es si
tenemos o no reforma. Y luego tenemos el
político, que es,
independientemente de qué pase con
la reforma, qué pasó desde
el punto de vista votacional, de la
actitud de la gente.
Sobre el primer punto, hay una ventaja de
7744 votos del SI, con 69120 votos
observados o una cosa así. Esto,
sin duda, le está dando más
altas probabilidades de aprobación
de la reforma que del fenómeno
contrario, porque hay que descontar esa
diferencia en los votos observados. En
general no es tan fácil, pero a
esta altura eso sería
lotería pura y también creo
pronosticar ya, no como va a actuar nadie,
sino qué es lo que está
adentro del sobre que se va a escrutar
donde, además, hay algunas
contiendas. No sé, al final,
qué volumen tuvo y si
existió la famosa denuncia sobre
hojas del SI que no eran válidas.
Como siempre, va a pesar el famoso
lío de si se valida o no cuando al
voto observado le falta una de las dos
firmas -presidente y secretario-, toda
esta cosa que con 7700 votos de diferencia
van a ser... Todo el mundo se vuelve
formalista al extremo, lo que es
lógico.
Luego viene un segundo tema a analizar,
para más adelante, que es, en caso
de que se confirme la aprobación de
la reforma, todos los efectos
políticos sobre el sistema
político de partidos que tiene la
nueva Constitución. Pero hay un
tema golpeante que es, primero, una cosa
que uno diría sorprendente, si
tenemos una elección entre tres
opciones: terminamos que entre la primera
y la tercera hay 1,7% de diferencia. Si
tenemos dos opciones, resulta que,
también, el triunfo se define por
un 1%. Si polarizamos el sistema
político en 10, entonces tenemos 10
partidos con 10%; no sé qué
pasa en esto de que los uruguayos se
están dividiendo casi
matemáticamente. Y miren que esto
no es una broma, esto es algo que hay que
observar. El país, en las opciones
que tiene, empieza a dividirse siempre, en
forma relativamente equilibrada. Cuando
digo "equilibrada" lo digo
matemáticamente, no
psicológicamente. Este es un
fenómeno que hay que analizar y
buscar causas profundas -las tiene que
haber- y que así, en superficie, no
son fáciles de encontrar.
En segundo lugar, hay un fenómeno
que se está dando en forma
creciente. Nosotros dejábamos la
duda sobre qué iba a ocurrir esta
vez, que es lo que llamamos los actos
electorales autónomos, separados,
independientes de elecciones. En el 89 y
en el 92, uno observó un nivel de
partidización elevadísimo.
En la mini-reforma del 94, ocurrió
todo lo contrario. Ahora, quedan
dudas.
Por un lado, con respecto a los niveles de
independencia del votante o deslealtad
partidaria -y por favor, no me gusta
entrar a hacer toda una discusión
sobre si es lo uno o lo otro, porque uno
lo hace en nombre de la libertad y los
otros en nombre de la lealtad partidaria-,
lo que importa es el fenómeno: que
votó distinto a lo que votó
su partido, que son los "votantes
diferentes", llamémosles
así. Nos da la impresión,
por las encuestas que hicimos ayer, que
deben andar en -cifra muy gruesa, no estoy
hablando en porcentajes- casi la quinta
parte de cada uno de los tres grandes
partidos. Pero lo más fuerte es el
Nuevo Espacio y -como yo decía
ayer- una cosa que me resulta muy
significativa no es que gente que
votó al Nuevo Espacio en el 94 hoy
vota distinto en un plebiscito. Uno dice:
"Claro, se decepcionó de Rafael
Michelini o del Nuevo Espacio". No; hay
gente que no lo votó en el 94 y que
hoy está diciendo que lo vota, es
decir que tiene una adhesión nueva.
Y por otro lado, no lo sigue en el
plebiscito. Acá hay un caso muy
claro de disociación entre la
opción partidario-eleccionaria y la
opción plebiscitaria.
E. C. - En un partido que es uno solo, que
no muestra -como muestran el Partido
Nacional, el Frente Amplio y el Partido
Colorado- tendencias ni realidades
departamentales, a su vez, también
subdivididas.
O. B. - No. Es un partido que tiene una
cúpula -por favor, la palabra
"cúpula" tampoco es un
calificativo, sino una
clasificación- muy
homogénea, pero un electorado
heterogéneo porque tiene distintos
orígenes. Hay un origen joven;
algunos le llamarían la
visión postmoderna del país.
Hay un electorado de un origen muy claro
de izquierda que siente su pertenencia a
una gran familia de izquierda. Y tiene
otro electorado, quizás proveniente
de la izquierda y otros no, pero
aún los provenientes de la
izquierda sienten una lejanía con
respecto a la misma, por lo menos de la
izquierda representada por el
frenteamplismo.
En el caso del Nuevo Espacio, como
tú decías recién,
Luis, es el que votó más
quebrado dentro de su electorado,
sí, pero como no fue quebrado
estructuralmente, no tuvo disidencias de
dirigencias, ni medias ni superiores; es
un problema de confianza y relación
entre los dirigentes y sus seguidores.
Entonces, es un tema más
fácil de resolver.
Acá hay dos realidades
básicas: Frente Amplio y partidos
tradicionales. Y por supuesto, en partidos
tradicionales es lo mismo el uno que el
otro. En el Frente Amplio el tema es muy
interesante. Primero, acá el Frente
Amplio tuvo figuras notorias que
inequívocamente estaban a favor de
la reforma constitucional, algunas sin
pronunciarse explícitamente pero
habiendo sido usada su imagen, como el
general Seregni, y en otros casos, lo que
se puede definir como un precandidato
presidencial y líder de casi la
mitad de la bancada parlamentaria del
Frente, que es el senador Danilo
Astori.
No cabe duda, independientemente de que es
otro tema, sobre quién gana con el
NO. Evidentemente, no todo este casi 50%
es atribuible al Frente y a Tabaré
Vázquez; sería una lectura
excesivamente simplista. Tampoco uno puede
decir que no es el 50, sino el 30. Eso
tampoco es serio. Pero sí podemos
decir que, a nivel del Frente o de todo
ese conjunto que es el Frente, el
Encuentro Progresista, ese espacio
político, Tabaré
Vázquez es un gran triunfador,
inequívocamente. Que además,
el domingo que viene emerge como
presidente del Frente Amplio, ungido por
las masas, en medio de una ola, levantado
en andas por la votación.
Es muy interesante cómo
Tabaré Vázquez inició
una especie de "travesía por el
desierto" -usando el término que se
le atribuyó a De Gaulle en su
retiro del 46-, en un momento muy feo, en
que el Frente estaba crispado, sacudido
por los efectos de la renuncia de Seregni.
Tabaré Vázquez había
quedado un poco desacomodado. Y luego, en
la "travesía del desierto", juega
con algunas desprolijidades: hace un pacto
por la reforma -que no lo hace- y
encuentra un posicionamiento, digamos.
Busquemos una fecha: el 3 de noviembre en
La Paz. Y ahí inicia un camino en
que, independientemente del resultado,
él queda posicionado como
líder de una manera integral del
Frente, porque ahora ya es líder a
nivel de estructura, de conducción
política y de masas, de
relación con votantes. Hasta la
elección, emerge como líder
a nivel de conducción con votantes,
no con estructura, no en el plano formal.
Ahora redondeó y dejó,
realmente, con muy poco espacio
político a la postura
anti-Vázquez dentro del Frente. Eso
parece bastante fuerte en este
momento.
E. C. - No fue un detalle menor
cómo manejó los tiempos
anoche.
O. B. - Excelente. Quiero aclarar que
cuando uno dice "excelente" o "malo", se
está refiriendo al punto de vista
técnico, también. Uno trata
de tomar todas las precauciones; siempre
va a haber alguien que comente otras
cosas.
Tabaré Vázquez manejó
los tiempos de manera de terminar formando
esta imagen. Entonces, en el Frente Amplio
lo que queda es, ahora sí, una
conducción muy firme, una falta de
espacio para la disidencia, una disidencia
que pierde legitimidad en términos
de poder operar con comodidad. Y se abre
una nueva etapa con muchas interrogantes,
porque no se ha visto a Tabaré
Vázquez operar en una
conducción de aparato
político. Es un estreno
político que dependerá de
cómo se rodee, de cómo arme
su aparato. Nadie conduce solamente
haciendo discursos, necesita tener un
staff que opere por él. En la
Intendencia lo logró; tenía
dos o tres grandes brazos ejecutores que
actuaban con amplísima libertad en
su nombre y alguno de ellos, sin duda, hoy
va a ser el brazo político ejecutor
de buena parte de la gestión de
Tabaré Vázquez en la
Presidencia del Frente.
E. C. - Seguimos dentro de los partidos.
Vayamos ahora a los partidos
tradicionales.
O. B. - Yo diría que en ambos
partidos tradicionales (y hay que hacer la
lectura de resultados con mucho
afinamiento) se está marcando que
hay un quiebre importante entre
dirigencias nacionales y caudillos medios,
departamentales, locales.
E. C. - El doctor Batlle lo marcaba ayer
con mucha claridad: la resistencia de
dirigentes intermedios que en el interior
del país se veían
perjudicados por esta reforma.
O. B. - La lectura del doctor Batlle es
muy atendible. Se puede tener las
opiniones políticas y personales
que tiene todo el país en un
abanico muy amplio, unos a favor, otros en
contra y otros en el medio. Pero lo que
nadie puede ignorar es que cuando el
doctor Batlle actúa como analista
afina muchísimo el análisis;
generalmente, cuando habla después
de una elección, hay que escuchar y
estudiar las cosas que dice con mucha
atención.
Evidentemente, la resistencia puede haber
operado por sentir que no les
convenía; esa es una lectura. Hay
una segunda lectura: los que siguen este
programa recordarán cuando nosotros
dijimos que uno de los efectos de esta
reforma es que centraliza los partidos y
que esto tiene dos interpretaciones
posibles. Hay quien dice:
"¡Qué bien! ¡Al fin los
partidos van a estar disciplinados, van a
actuar como tales!". Y otro dice: "Esto
quita libertad". Y son los dos efectos.
Todo disciplinamiento es reducción
de la libertad en cualquier lado. Y en la
vida hay que optar: uno quiere
disciplinamiento y libertad, pero entre
las dos cosas algo siempre cede. Y
acá, sin duda, los dirigentes
medios deben haber sentido que esta
reforma los lleva a caminos con mucha
menos libertad que la que tienen hoy, con
más disciplina que la que hay
hoy.
Pero hay algo más profundo: esto
está expresando, por parte de los
dirigentes medios y de la
población, que hay niveles de
insatisfacción que no son
fácilmente expresables en cuanto a
sobre qué es esa
insatisfacción. Y entonces,
están estos comportamientos del
uruguayo. Esto puede ser extendido a todos
los votantes de los partidos tradicionales
que son algo contradictorios. El uruguayo
tiene una conducta conformista,
conservadora, relativamente inmovilista,
en medio de una gran
insatisfacción. Normalmente, el
inmovilismo y el conservadurismo
están asociados a la
satisfacción, mientras que la
insatisfacción está asociada
al reclamo sentido de cambio. Y
acá, en Uruguay, se da larvada esta
contradicción, que no significa que
no se quiera el cambio, sino que puede
quererse el cambio pero no saber
cuál y temerle.
Una sociedad que en general ha funcionado
bien, que ha tenido elementos de
funcionalidad, que ha absorbido conflictos
de una manera que no los han logrado
absorber otras sociedades de la
región, del continente o aún
de nuestro origen europeo, tiene mucho
miedo a perder esos modos de
funcionamiento, tiene miedo a los saltos
al vacío. Se ha visto que los
cambios en Uruguay nunca han funcionado
cuando se propone un cambio total de hoy
para mañana, sino cuando ha habido
pasos que se ven uno tras otro, con cierto
gradualismo. Pero esto está
marcando que en la sociedad uruguaya ya no
es sólo un problema de caudillos.
No gustaba suprimir las cooperativas
electorales. Esto está marcando
que, sin que implique rupturas de
adhesiones partidarias, hay niveles de
insatisfacción, que no debemos
simplificar diciendo: "Claro, la gente
está insatisfecha del gobierno, de
la coalición, de la Intendencia".
Son cosas más profundas, que van
más allá del gobierno, de
períodos y de partidos, y que, si
rastreamos más a fondo, son
distintas manifestaciones que tiene un
mismo fenómeno que se va acentuando
a lo largo de décadas.
E. C. - Quizás valga agregar
aquí algo que también
manifestaba el doctor Batlle. El
decía que detrás del rechazo
a la reforma (y hablaba de rechazo porque
no se refería sólo al NO)
hay muchas manifestaciones. Y llegaba a
utilizar un término relativamente
gracioso: "También hay SO y hay
NI". Y decía que conocía
votos de rechazo a la reforma muy
sofisticados; por ejemplo, de jerarcas de
la anterior administración de
gobierno, que no están de acuerdo
con esta Constitución ni con la que
se proponía y que de esa manera
querían manifestar su
disconformidad. ¿También
existe eso? ¿En el rechazo se
esconden muchas lecturas, muchos
posicionamientos?
O. B. - En materia de pensamiento y
actitudes, una sociedad es todo un abanico
y un plebiscito obliga a que ese abanico
se encasille en dos. Entonces, va a haber
un SI y va a haber un NO. Uno se termina
volcando en el último instante,
diciendo: "Por esto prefiero NO". Y otro
dice: "Yo por esto prefiero SI". Y eso,
sin que discrepen en nada. En los
extremos, son cosas que no se tocan, son
dos concepciones distintas. Esto es obvio
porque toda opción plebiscitaria
fuerza a dividir en dos lo que es un
matizamiento grandísimo de la
opinión.
E. C. - Se puede decir que estamos
inaugurando un mes y pico de charlas.
O. B. - Siempre los comportamientos
electorales dan lugar a análisis,
porque la gente al manifestarse expresa
sentimientos y opiniones y genera
hechos.
E. C. - Además vamos a tener un mes
de escrutinio definitivo.
O. B. - La Corte espera hacerlo con un
poco más de rapidez; los
escrutinios departamentales -si no hay
grandes controversias- se podrían
terminar rápidamente. El más
largo es el de Montevideo, pero
están los votos observados. A
principios del año que viene vamos
a estar llegando.
E. C. - Oscar, dejamos planteado el punto
de todo lo que esconde el rechazo a la
reforma constitucional. Y hablo con mucho
cuidado de rechazo; no digo NO.
O. B. - Y todo lo que esconde el SI,
porque no hay una única conducta
por el SI. Esto se puede dividir en dos
tipos de análisis. Uno es el
constitucional, de la gente que se
pronunció en términos
constitucionales. Entonces, unos se
pronunciaron a favor del SI o del NO
porque preferían este proyecto o la
actual Constitución. Ese fue un
eje. Otro eje fue el de los que, sobre
todo si dieron el NO, comparaban el
proyecto con otra posibilidad de reforma.
El NO era oponerse a este proyecto y
mantener esta Constitución con la
cual discrepaban. Ese fue un
análisis que se vio con
muchísima claridad, pero me da la
impresión de que el grueso del voto
no pasa por ahí. Es decir: tiene
algo que ver con la Constitución
pero también con cambios en general
y actitudes de la gente.
Primero vamos a hablar de una actitud de
los actores políticos. En
conversaciones privadas suelo decir que,
si uno en el 94 preguntaba cuál era
el problema más difícil del
próximo gobierno, había uno
del que nadie dudaba: la seguridad social,
nadie sabía si se podía
resolver. Y luego, sí:
educación y reforma
política. Pero uno decía:
"El problemático es éste".
No es un tema del todo resuelto, en la
medida en que hay una recolección
de firmas en marcha, pero lo cierto es que
hubo una reforma, que se está
implementando, que tiene más o
menos un tercio del país a favor,
un tercio en contra, un tercio "ni fu ni
fa" y un nivel de afiliaciones a las AFAP
muy importante. Esa conciencia de estar
ante el problema más urticante
llevó a que se actuara con una
prolijidad política
excepcional.
Uno fue testigo de cómo los
dirigentes políticos
discutían cada una de las palabras
que iba a tener el artículo para
ver cómo se interpretaba,
cómo clarificar que esto no iba a
afectar a los actuales jubilados,
cómo dar plazos, cómo ir
aplicándolo por etapas. Hubo una
campaña publicitaria que, en
líneas generales, puede decirse que
apuntó a que la gente tuviera claro
cada uno de los aspectos de la reforma.
Puedo tenerlo claro o no, porque era
complicadísimo explicar la reforma.
Yo confieso que no soy nada experto en
seguridad social, que tengo mil dudas
sobre cómo es el nuevo sistema de
seguridad social -si a los más de
40 o menos de 40...-, pero hubo un
esfuerzo racional de explicación.
Creo que todo esto ayudó a que esto
funcionara, con un éxito mucho
mayor al que esperaban quienes se
oponían a la reforma.
La reforma de la enseñanza es un
tema del cual se puede hablar mucho
después, es un tema en sí
mismo, pero está complicado. La
reforma de la salud pública ni pudo
empezar. Y en cuanto a la reforma
política, para empezar, digamos que
no hubo el mismo cuidado con su
redacción como la que hubo con la
seguridad social. En su momento
conversamos mucho sobre la fenomenal
desprolijidad con que se redactó.
Pero además, sobre la desprolijidad
política.
Cuando el día 4 de marzo el Frente
Amplio -en el momento previo a que
Tabaré Vázquez iniciara su
"travesía del desierto" que lo
llevara a este retorno exitoso- aprueba la
reforma, pone tres o cuatro condiciones y
es rechazado de plano (el mismo
día), en términos tajantes,
por un senador colorado y un senador
blanco. Yo no entiendo qué se
estaba pensando sobre una reforma que ya
tenía manifestaciones de
insatisfacción al interior de ambos
partidos tradicionales, sobre todo de uno
de ellos, el Partido Nacional, con mucha
más fuerza, aunque en el Partido
Colorado también.
Hay toda una acumulación de
desprolijidades técnicas y
políticas en el armado de esta
reforma, hasta la última: forzar
una definición para hacer un
plebiscito cuando el tema no estaba en la
calle y la gente reaccionaba como cuando
uno se despierta después de dormir
pocas horas, alguien lo sacude y dice:
"¿Qué está pasando?".
La gente empezó a desayunarse de
una reforma. "¿Reforma de
qué?". "¿Qué dice?".
"¿Para qué?". Eso
alentó, de alguna manera, una
campaña tan confusa como fue
ésta. Por ahí tenemos una
cosa.
Por otro lado, hablamos recién de
las relaciones entre autoridades centrales
y caudillos locales o dirigentes
departamentales. Aquí hay que
analizar con prolijidad si los partidos
uruguayos están perdiendo poder
centralizador en lo geográfico.
Sobre todo los partidos tradicionales.
¿Estamos yendo a redes de agentes
políticos locales que, unidos,
pueden tener tanto peso como las
dirigencias centrales? Es un
fenómeno del tipo norteamericano:
un país muy grande con
régimen federal. ¿Vamos por
ese camino? ¿Se está dando ese
fenómeno? ¿Se está
dando un corte entre lo nacional y lo
departamental donde los intendentes no son
parte de una pirámide
política sino cosas
autónomas que se mueven en un plano
distinto? ¿Un diputado tiene que ver
con lo nacional y un intendente con lo
departamental en lo político y
partidario?
Los intendentes de Cerro Largo y de
Río Negro y las dudas que generan
el de Paysandú o el de Treinta y
Tres, ¿pertenecen a los mismos
partidos a que pertenecen los dirigentes
nacionales de sus partidos o sus conductas
políticas son otra cosa? ¿Hay
acá en juego el problema de un
centralismo montevideano que aparece
cuestionado en un país que cada vez
se metropoliza más, cuya
población cada vez se recuesta
más al Río de la Plata?
Entre Colonia, San José, Florida,
Canelones, Maldonado y Montevideo tenemos
casi el 70% de la población, las
dos terceras partes, y con el litoral
tenemos el grueso. Y el país se
vacía dentro y en la frontera con
Brasil. ¿Qué es este rechazo
de Paysandú? ¿Un
fenómeno estrictamente local, en
términos
político-partidarios?
¿Está expresando
insatisfacciones globales de un polo
distinto de desarrollo del
país?
E. C. - Es doblemente complejo lo de
Paysandú, porque el intendente se
había jugado por el SI y tiene
fuerte predicamento en su
departamento.
O. B. - Y se fue de viaje en los
últimos días. Pueden estar
contentos en Paysandú como en
Salto, donde votaron exactamente al
revés.
E. C. - Bueno, en algún momento hay
que parar, hay que poner puntos
suspensivos en el análisis.
¿Alguna consideración
final?
O. B. - Sí. Sobre esto, que es casi
una enumeración de puntos, lo
último que convendría decir
es lo siguiente: no es conveniente que un
país tenga un régimen
electoral por el que en algún
aspecto o se vota SI o se vota NO. No
importa si el NO se expresa con una hoja
de NO, con un voto en blanco o un voto
anulado. No hay posibilidad de decir: "En
este tema no me quiero pronunciar". Porque
las dos únicas posibilidades reales
son: o me voy del país, saco un
pasaje a Buenos Aires (en la frontera es
más fácil abstenerse) o pago
una multa. Pero no redimo todo con la
multa, hay cosas que quedan por cinco
años. Esto fuerza demasiado, a esto
lleva el concepto de la obligatoriedad del
voto, que ya no es sólo
obligatoriedad de concurrir a las urnas,
sino que una vez que uno concurrió,
quiera o no lo obligaron a manifestarse
por un polo u otro,
dicotómicamente, sin posibilidad de
escapar. Me parece que eso termina
forzando demasiado los resultados. Esto de
que se pueda votar por NO, anulado y en
blanco y que los tres valgan lo mismo,
como se dio ahora, se dio con otro sentido
en el 92. Acá se dio en contra de
lo que podía ser la opción
oficial, en el 92 fue a favor de la
opción oficial, así que no
importa a favor o en contra de
quién va. Parecería que
está forzando demasiado el derecho
del ciudadano a decidir y uno de los
factores de decisión es decir: "Yo
en esto no quiero decidir porque no estoy
de acuerdo ni con una cosa ni con la
otra".
E. C. - Tenemos allí una reforma
pendiente.
O. B. - Ha quedado un millón de
reformas pendientes. Si se aprueba la
nueva Constitución, la misma
planteará dudas de
redacción.
|