Adivinar el porvenir

Más de la mitad de los uruguayos no practica ni cree en artes adivinatorias o predictivas del futuro.  El horóscopo occidental o común basado en los signos zodiacales es la práctica más usual, seguido de la cartomancia y luego del horóscopo chino.

Desde los tiempos remotos al hombre lo fascinaron el cielo y las luces que titilan: las estrellas, los astros. En la antigüedad, en la época en que la cronología registra como el comienzo de la historia, con orígenes griegos, romanos y del Norte de Europa, se fueron consagrando los días de la semana a los diferentes astros o estrellas, o a los dioses representados por esos astros. Así los diferentes días fueron ofrendados y sometidos a la protección de la Luna, Marte, Mercurio, Júpiter y Venus, que dieron los cinco días hábiles de la semana, y un día dedicado también al Sol, consagración que se reconoce en alemán o inglés (sunday) pero no en las lenguas romances en que ese día, primero o último de la semana, se dedica al Señor (dominicus, domingo).

Pero la fascinación por los astros se extendió a la creencia de que los mismos, el juego de los astros, condiciona la vida del ser humano, y en tanto la condiciona permite prever los hechos futuros. Porque otra cosa que atrajo a los hombres fue anticiparse al porvenir, despejar la angustia sobre los sucesos a ocurrir. De allí vino la importancia de los oráculos, el más famoso de todos sin duda el de Delfos.

Pero el encantamiento por los astros y la búsqueda del conocimiento anticipado de lo no acaecido dieron origen a la astrología, cuyos adeptos, que no son pocos, le otorgan el carácter de ciencia.

Si se parte de la definición de que "ciencia es lo que la comunidad científica reconoce como tal" y que la "comunidad científica" es aquella integrada por quienes la sociedad en su conjunto otorga el reconocimiento de conocedores de la ciencia, la astrología no es reconocida como ciencia por la comunidad científica.

La astrología considera que la gente está condicionada por el período de su nacimiento, o más exactamente por la constelación que rige ese período.

Doce son las constelaciones y otros tantos los signos zodiacales. La adivinanza del futuro inmediato para los amparados en cada constelación o signo es resumida genéricamente en lo que se conoce como horóscopo occidental u horóscopo a secas. Esta forma de buscar el conocimiento del porvenir, el horóscopo, es el arte más utilizado y en el que más creen los uruguayos.

Más de la mitad (el 56%) no utiliza ninguna de estas prácticas, de los cuales el 52% no cree en las artes adivinatorias y otro 4% cree en algún arte pero no lo practica. Hacia el horóscopo común se orienta el 18% del total de uruguayos, que es casi la mitad de los que creen o practican alguna de estas artes. Hace algunos años apareció por estas latitudes un rival del horóscopo tradicional, el horóscopo chino, basado en los ciclos sexagenarios (de 60 años) del calendario lunar chino, y en los subciclos de 12 años, cada uno de los cuales lleva el nombre de un animal: rata, buey, tigre, liebre, dragón, serpiente, caballo, cabra, mono, pollo, perro y cerdo. Pero no sólo no ha logrado desplazar al horóscopo tradicional sino que ocupa el tercer lugar entre las prácticas adivinatorias que podemos denominar como tradicionales.

El segundo lugar es para una de las más viejas artes, la de tirar las cartas o la cartomancia. La interpretación de los sueños con finalidad adivinatoria aparece en el cuarto lugar del ranking y en quinto término la lectura de las manos o quiromancia. La lectura de la borra del café o de las hojas de té o la numerología, aparecen en forma muy escasa. En la investigación se limitó la exploración a prácticas, técnicas, artes o creencias de larga data y extendidas, ya que siempre aparecen prácticas nuevas que cumplen círculos cortos. Un número importante de personas, algo así como la quinta parte de los que creen en estas artes, cree o practica varias de ellas, y algunos hasta todas las posibles. En general son más los que creen en estas técnicas que quienes las practican.

Las personas que practican artes adivinatorias son, por una leve diferencia, mayormente hombres, y son mucho más en el interior que en la zona metropolitana del país.

En cambio, no aparecen diferencias importantes en los diferentes tramos de edad, ni en los cuatro niveles socioeconómicos, ni en los distintos niveles educativos. Los no creyentes en Dios son además los que menos creen y menos practican estas artes.

Publicado en diario El Observador
enero 27  - 2001