Ellos casi nunca limpian

En cinco de cada 10 hogares la mujer se encarga por sí sola de la limpieza de la casa y en otros tres es la principal responsable de la tarea, aunque con ayuda del hombre o los hijos. Su participación en la cocina es aun mayor

Durante varios siglos la división de papeles en el hogar atribuyó a la mujer la función de criar a los hijos y cuidar de la casa, tarea esta última que en general ha supuesto encargarse de la limpieza del hogar, la cocina y la ropa. El cuidado de la ropa es sin duda el cambio más significativo de los últimos tiempos, con la aparición de prendas de vestir confeccionadas a precios muy bajos, al punto de resultar más barato tirar el vestido y comprar uno nuevo que mandarlo a arreglar; es sin duda en este punto donde se ha producido el cambio más significativo. Es muy minoritaria la situación en que la ropa se sigue haciendo en casa: hacer pantalones o vestidos a partir de cortes de tela, confeccionar una camisa, tejer de punta a rabo los pulóveres; y más raro aún las reparaciones grandes: dar vuelta el cuello o los puños de la camisa, dar vuelta un sobretodo o un traje, son tareas que han desaparecido. En cambio, no es tan grande la variación experimentada en materia de limpieza y cocina. La limpieza se ha hecho más liviana que 100 años atrás, con ayuda de electrodomésticos y también de productos de limpieza más específicos y eficientes; pero más liviana o no, la limpieza hay que hacerla. Algunas amas de casa sostienen que se ha aligerado la limpieza por un lado, pero ha crecido la cantidad de cosas desechables, los papeles y plásticos que si no se tiene orden, terminan quedando desparramados por todos los rincones de la casa. Y la cocina también. Se ha alivianado mucho, por un lado por la aparición de alimentos preelaborados, de los cuales uno de los más populares es sin dudas el cubito para sopa, y por otro por utensilios más eficientes y aparatos como el horno a microondas, que ha reducido sensiblemente los tiempos; además, por supuesto, del cambio de combustibles. Hoy se usa el gas (por cañerías o en garrafas) o la electricidad, los cuales son más limpios y rápidos que la leña o el queroseno, combustibles dominantes en la primera mitad del siglo pasado. Pero aunque sea más rápido y liviano que hace medio siglo o un siglo, igual hay que cocinar, da trabajo y lleva tiempo.

Y aquí es donde los cambios no parecen tan profundos. La limpieza de la casa está en el 85% de los hogares a cargo de la mujer. En la mayoría (52%) es la mujer por sí sola, sin ayuda. En el 33% es la mujer con ayuda principalmente de los hijos y en menor grado del hombre. Solamente en el 3% de los hogares las tareas de limpieza son compartidas por igual entre el hombre y la mujer. Cuando el hombre realiza la función de limpieza (8% de los hogares), en cuatro de cada 10 casos lo hace con ayuda de los hijos, la mujer o una empleada. La mujer participa en la limpieza del 89% de los hogares, sea encargándose sola, con ayuda de hijos o pareja, o a la inversa, siendo ella la ayuda de su cónyuge. El hombre participa en la cuarta parte de los hogares, fundamentalmente como auxilio de la mujer. Y los hijos participan en la quinta parte, casi siempre como ayuda de la madre y en menor grado del padre.

Con la cocina pasa algo parecido, salvo que es mucho mayor la responsabilidad de la mujer. Mientras sobre ella sola recae la función de limpieza en cinco de cada 10 hogares, se encarga de la cocina en seis de cada 10. El papel del hombre en relación a la cocina no difiere demasiado de su papel en relación a la limpieza.

Es interesante que mientras en Montevideo la mujer se encarga por sí sola de la limpieza en el 43% de los hogares, en el interior esa cifra trepa al 60%. Hay diferencias también por nivel socioeconómico. La mujer que por sí sola se encarga de la limpieza es el 28% en el nivel alto, el 55% en el nivel medio, el 64% en el semibajo y el 59% en el nivel bajo (en este nivel es muy alto el porcentaje de hombres que se encargan, por sí solos o con ayuda, de la limpieza o la cocina). El comportamiento en relación a la cocina es el mismo que en relación a la limpieza: la mujer tiene mayor responsabilidad en el interior que en Montevideo, y mayor en los niveles bajos que en el medio; también más en éste que en el nivel alto. El hecho de que hombre y mujer compartan por igual ambas tareas es un rasgo característico de los residentes en Montevideo (con poca práctica en el interior del país), más fuerte en los niveles alto y medio que en los niveles bajo y semibajo, y más bien en hogares con parejas constituidas por personas de menos de 40 años de edad.

Publicado en diario El Observador
abril 21  - 2001