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¿Qué pasará? Reacciones a cinco días…
Juan Rial
Las
ceremonias fúnebres "oficiales" tras el gran atentado del 11
de setiembre en New York y Washington, como la realizada en la
catedral de la capital mostró una mezcla de duelo, con
moderación (presencia de un Imán y un Rabino como personajes
centrales) y con un llamado vibrante al patriotismo. La misa
terminó con el "himno de batalla de la República"…
Fuera de EEUU hubo ceremonias similares. Los britanicos, que
hicieron el cambio de la guardia real con los acordes del
himno de EEUU el día miercoles 12, himno que se repitió en la
misa oficial con asistencia de realeza y Blair poco después.
La masiva ceremonia en la puerta de Brandeburgo en Berlin, y
así sucesivamente alrededor del mundo.
El domingo 16 otra misa, esta vez en San Patricio, la catedral
newyorkina, mostró el poder de la Iglesia Católica, una
organización centralizada, que puede hacer una demostración
"única" en una ciudad de protestantes y judíos. Y no fue sólo
una ceremonia religiosa, sino una manifestación política.
Estas acciones así como la comuniación social, a diversos
niveles, sea en la forma simple que asume en la TV y las más
sofisticada que aparece en la prensa, apuntan a preparar a la
sociead para el nuevo conflicto.
Las reacciones del liderazgo político muestran diferentes
facetas. Del balbuceante Bush inicial, q ue fue tomado por
sorpresa en una escuela de la Florida y que apenas atinó a
unprimer discurso muy debil y a acciones en las predominó la
atención de su seguridad personal por sobre la necesiad de
infundir confianza a una población aterrada, se pasó al nuevo
Bush que habla habla de una "guerra larga", violenta, que
afectará la vida corriente de los norteamericanos y que los
alienta y les dice que siguen siendo la potencia hegemónica.
El fiscal general, pese a su perfil derechista, solo habla de
capturar criminales y castigarlos, como si fuese un acto común
de delincuencia.
El cambio de roles entre el Secretario de Estado Colin Powell
y la Consejera Nacional de Seguridad "Condy" Rice ha sido
notorio. La consejera pasó al silencio y Powell a hablar en
público constantemente. Powell fue el primero que habló de la
posible responsabilidad de Osama bin Laden y repetió
constantemente su nombre, hasta que finalmente Bush el viernes
14 también lo hizo.
Tras eso podría interpretarse que Powell, temeroso de entrar
en el desconocido campo de las "guerras sucias", prefiere una
respuesta que se acerque más a las formas de combate "traicionales",
buscando un chivo expiatorio que "cargue con el fardo" de la
culpa por el hecho. Con ello sigue con su tradición de persona
partidaria de la moderación, si es que el término cabe en
medio de la apelaciones constantes a una retribución muy
fuerte por los atentados. Powell se esforzó en separar a
Pakistán del "gobierno" de los talibanes en Afganistán,
logrando el apoyo del gobierno pakistaní para una posible
acción retributiva.
¿Signfica esto que la otra opción, la de poderes amplios para
conducir acciones no sólo tradicionales, sino otras de nuevo
tipo que incluyan la "guerra sucia" viene de parte de Condy
Rice? No esta claro aún.
Ante una pregunta de un panel del Congreso el Gral. de la
Fuerza Aérea Richard Myers dijo que "We´re not so good at the
threats coming from inside" (No somos tan buenos para
enfrentar las amenazas desde dentro). Es obvio que la mayoría
de los mandos militares no se sentirían cómodos con un cambio
de roles tan fuerte, prefiriría dejar esa tarea a la CIA y el
FBI. Pero tampoco quieren quedar fuera del juego. La
retribución masiva militar permitiría reconstruir la
debilitada institución militar, lograr nuevos equipos e
instalaciones y tener mejor personal y si para ello es
necesario también aceptar una guerra sucia lo harán.
Para los organismos de seguridad federales últimos es la hora
de la oportunidad, especialmente luego de escpándolos
recientes que mostraron ineficiencia, traiciones por parte de
agentes dobles y fallas inaceptables, entre ellas varias de
las que impidieron que los atentados del 11 de setiembre se
llevasen a cabo. Pero esto significa un cambio en cuanto a los
alcances de las acciones de esas agencias y el poder del
estado federal sobre los estados integrantes de la Unión.
El debate acerca del balance entre seguridad y libertades
comenzó rapidamente. El sábado 15 el New York Times contenía
una nota referida a una clase en West Point, mostrando una
fotografía de una profesora que mostraba un gráfico conuna
presentación sobre el tema que ilustraba entre un extremo:
1984 y Orwell y otro de pura ibertad y donde habría que
encontrar un balance vistas las amenazas. El reportaje
indicaba que el ajuste del curriculo de la escuela militar del
ejército fue realizada luego de los atentados.
No hay hasta el momento pronunciamientos públicos de los jefes
militares, pero Powell ya admitió el día domingo 16 que todo
el marco legal acerca de acciones de los organismos de
inteligencia está siendo revisado sugiriendo con ello que las
ataduras existentes que garantizan derechos podrían ser
cambiadas. Evidentemente ha tenido que contemporizar con
quienes son partidarios de una "guerra sucia en gran escala".
Por ahora se supone que los blancos de la misma estarán fuera
de EEUU, pero nadie garantiza que puede pasar cuando "se saca
al león de la jaula". Es un momento en el cual todo el
esfuerzo de los ultinmos años para imponer el respeto alos
derchos humanos (que también se usó como un arma política
contra la fenecida URSS) sufrirá un retroceso notorio. La
máxima romana "inter arma silent leges" (en tiempo de guerra
la ley del silencio es la relevante) que ya se usó enlas
campañas de la guerra del desierto, bao la nueva forma de
manipulación de los medios combinada con exhibición de
tecnología comunicacional, probablemetne se expandirá.
Los temores acerca que significa eso para la posible
restricción de libertades ya se hicieron sentir. También las
consideraciones acerca de que efectos pueden tener acciones de
"venganza". Los líderes europeos han comenzado a morijerar sus
declaraciones.
Las Naciones Unidas sea a través del Consejo de Seguridad o de
su Secretario General han estado totalmente ausentes en una
hora en que su presencia era más que necesaria. Recién el
domingo 16 el Secretario General Anam y el presidente de la
Asamblea General aparecieron en la misa de San Patricio en un
tardío ejercicio de relaciones públicas.
La construcción de la gran coalición que quiere EEUU para
respaldar su acción no es fácil. En América Latina ya puede
verse por donde irá el esfuerzo. El presidente mexicano Fox,
en su reciente visita a EEUU pidió revisar el TIAR de 1947
dada su inadecuación luego del fin de la guerra fría. Ahora se
busca su relanzamiento bajo nuevos objetivos, que suponen el
alistamiento de la región para la cacería, que implica un
mayor impulso a la "policianización" de todos los aparatos
militares entre otras consecuencias. Para los aliados europeos
se trata de lograr una solidaridad sin fallas, buscando evitar
las disidencias habituales que suelen presentar países como
Francia.
Lo más difícil será como manejarse con los intereses de países
muy involucrados en Medio Oriente y en Asia Central. Rusia,
tiene en común el interés de limitar la acción de radicales
islámicos, pero que no se debilite a nuevos aliados como Irán
y que su rol de "supervisión" sobre las "repúblicas turcas" no
merme.
Se trata de cortejar a Pakistán, pero no perder el apoyo de la
India y de China. Esto implicaria de algún avance en la
negociación para resolver el conflicto en Cachermira. Se trata
de enlistar a la dañada Indonesia, que internamente tiene una
fuerte mayoría musulmana y movimientos sesecionistas, al igual
que Malasia con us fuerte mayoría islámica.
Tiene que apoyar fuertemente a Turquía y moderar a Israel en
su confrontación con los palestinos. El domingo 16 Sharon
calificó a Arafat de su Osama bin Laden.
Economicamente supone rescatar a Turquía, aligerar la deuda de
Pakistan, intervenir para rescatar la tambalenate economía de
Indonesia.
En lo político supone respaldar a los gobiernos liderados por
"hijos de puta", siempre que sean sus "hijos de puta",
apelando a la expresión de Roosevelt respecto a "Tacho" Somoza
a fines de los treinta. Algunos tratarán de cambiar sus
posiciones de modo de obtener esa nueva categoría.
Pero, al mismo tiempo, los gobiernos que normalmente cuentan
con una población que pasivamente se siente cercana a las
posiciones de los "radicales" arriesgan a perder el apoyo de
sus habitantes, que no siempre pueden ser considerados
ciudadanos, o si lo son apenas pueden ser tales formalmente,
pues son parte de democracias iliberales o de regimenes
autoritarios. Los militares pakistaníes saben que buena parte
de las organizaciones religiosas del país no los apoyarán y se
incrementará la pérdida de control de las provincias situadas
en la frontera con Afganistán. Las madrazas, las escuelas
islámicas seguirán produciendo militantes. El temor mayor es
la influencia de los radicales islámicos en oficiales jóvenes
de las FFAA, en un país con bombas atómicas.
Lo mismo le ocurre a Arafat y Hamas. Arafat ha podido
controlar las muestras de regocijo por el atentado, aunque
gran parte del daño comunicacional no pudo ser revertido.
Acosado por el gobierno de Sharon y por sus radicales su
espacio de maniobra se restringe más y también habrá nuevos
mártires disponibles.
La metáfora de la guerra contra el terrorismo, que es una
tarea policial de largo aliento, que supone pelear no contra
estados, sino personas y organizaciones clandestinas, que
implica apelar a la idea de la quinta columna, al "enemigo
interno", es un nuevo desafío y un nuevo escenario para las
relaciones internacionales, es un desafío para la cultura
política y los hábitos de los habitantes de los EEUU.
Hoy se apunta a Osama bin Laden como modo de unificar una
coalición para esta "guerra", esta operación policial, que
puede tener también como ejercicio colateral operaciones
militares importantes. El Frente Islamico que quiere crear
Osama para llevar adelante la guerra Santa contra judíos y los
cruzados es una de las tantas cabezas que operan apelando al
terrorismo. Si se trata sólo de controlar a Osama es posible
pensar en un triunfo, pero hay otros Osamas y otras Al Qaedas
posibles. Por ello se requiere golpear muy duramente, pero
tratar de identificar a quién se golpea, no dar "palos de
ciego". Si se quiere abarcar "todo" la definición de enemigo
será demasiada amplia y se corre el riesgo de una derrota
política o de una ampliación constante del conflicto.
Otra metáfora, la "guerra dontra las drogas", ha mostrado que
no hay tal guerra, que que cortada una cabeza la hidra muestra
otras constantemente. La motivación allí es económica y la
falta de una estrategia global hace que por más que se ganen
sucesivas "batallas", la "guerra" se pierde, porque no ese el
punto central.
La nueva guerra que se busca lanzar es política y el "enemigo"
se recubre de justificaciones religiosas o nacionalistas, se
trata de una confrontación cultural. Por supuesto que el
lenguaje d ela fuerza se entiende, pero enfrentar un conflicto
con organizaciones que pueden operar transnacionalmente, que
pueden utilizar odios de diverso tipo y muy diferentes apoyos,
requiere una diagnóstico adecuado y una contención para
"reducir" el blanco.
Combatirla implica tener un estado fuerte, enfrentar la
tendencia hacia la "privatización" y la disminución del
estado. Precisamente la falta de seguridad que sufren grandes
organizaciones económicas de nuestro tiempo (el ejemplo los
aeropuertos donde se secuestraron los aviones que terminaron
en las torres y el Pentágono) es parte de la idea de tener
grandes corporaciones económico financieras que operen con
gastos muy restringidos, en el marco de un estado disminuido.
¿Se cambiarán las grandes tendencias respecto a las funciones
dle estado, teniendo en cuenta que el único que puede proveer
seguridad y no corporaciones privadas?
A título de mero ejemplo, como controlar la identidad de
personas en un país donde hay miles de presuntas tarjetas de
identificación, badges (placas) de agentes de seguridad, que
nadie puede memorizar. El sociólogo A. Etzioni escribió hace
poco un libro uno de cuyos capítulos refería a la adversión y
temor de tener una documento de identidad único en los EEUU,
cuando es un hecho que toda persona tiene registros diversos
por parte de organismos tanto privados como estatales y cuando
también es un hecho que se hacen controles de las
comunicaciones de los ciudadanos desde hace largo tiempo.
El resultado es que ya hay riesgo a las libertades, pero
ineficiencia. ¿No sería mejor implementar mejores controles,
con las correspondientes garantías legales, y ser más
eficientes?
¿A su vez se mantendrá la actual tendencia a ampliar la brecha
de la inequidad entre estratos sociales? Es obvio que el
terrorismo no guarda una correleación directa con el
empobrecimiento o la injusticia social. Como tampoco lo ha
guardado con los movimientos revolucionarios. Se necesita una
idea, llámese la "liberación nacional", "la lucha de clases",
la "revolución", o "la cruzada", para producir estos actos. El
terrorismo es un método, no un mero fin, aunque muchas veces
lo parezca, porque la justificación es tan "debil", desde el
punto de vista racional, que parece obra de dementes. Pero no
es así. Aunque a veces es obra de organizaciones que no tienen
posibilidades de ganar, quienes las integran así lo creen. Se
sienten respaldados por simpatizantes, que jamás serían
protagonistas de actos de terrorismo que ven en ellos un
triunfo. Ganar para esos simpatizantes significa negar la
victoria del "enemigo", implica mostrar que pese a todo su
poderío, la asimetría de quienes se sienten sometidos puede
tener sus momentos de "gloria" Ante este tipo de enemigo, no
se trata de tener un plan de batalla o de guerra, que si, es
cierto que se necesita, pero debe estar enmarcado en un plan
político. Se necesita convencer a los simpatizantes que por
esa vía no ganan nada. Eso implica "vaciar de agua" a los
fanáticos que sí operan. Sin apoyos ellos no pueden llegar muy
lejos.
Por eso hay que ser cuidadoso en cuanto a conducir estas
operaciones policiales. Como lo saben bien los franceses que
ganaron la Batalla de Argelia, pero no lograron imponerse
políticamente, o los militares de Argentina y Uruguay que
también ganaron la "guerra interior" en tiempos de la guerra
fria, pero perdieron políticamente, no se trata sólo de eso,
sino de convencer a la sociedad.
Esto supone otro tipo de acciones y la sensibilidad de los
líderes para enfrentar un nuevo escenario.
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