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Ajustes en las corporaciones militares de América
Latina
ante los nuevos escenarios
Juan Rial
1.
Si se atiende a la capacidad técnica, respaldo económico y
financiero y su capacidad de imponer decisiones, las fuerzas
militares del mundo a comienzos del siglo XXI muestran niveles
claramente diferenciados. Como mero ejercicio taxonómico,
descriptivo, para facilitar la comprensión exponemos cinco.
2. Hay una fuerza militar hegemónica, la perteneciente a los
EEUU, única con capacidad operativa a nivel mundial. Esa
fuerza todavía está conformada para una guerra del pasado,
para enfrentar a una fuerza convencional adversaria, como
ocurría durante la fenecida guerra fría, pero, el paso del
tiempo las ha obligado a una trasformación fuerte, resistida
internamente, dado el temor al cambio de sus estructuras
corporativo-burocráticas. Todavía se estructura en base a los
servicios clásicos: ejército de tierra, marina de guerra y
fuerza aérea. Al ejército le cuesta más procesar el cambio.
Recientemente sólo ha intervenido con la masa de su fuerza en
un gran conflicto, la Guerra del Golfo en 1991, pelando una
batalla que recordaba la que nunca dio en el centro de Europa.
Todavía está estructurada en base a divisiones, como luego de
la creación de los ejércitos de masas del siglo XIX. Sus seis
divisiones pesadas tardan meses en poder desplegarse, no
pueden actuar en todos los terrenos posibles, y requieren un
muy considerable apoyo logístico no siempre fácil de
transportar a largas distancias. Por contrapartida, sus
divisiones livianas, si bien pueden movilizarse más
rapidamente, carecen de la potencia necesaria para confrontar
a una fuerza equipada pesadamente. El resto de las misiones de
guerra que ha tenido ha sido ante fuerzas del quinto nivel que
citamos en esta clasificación o en las llamadas operaciones
distintas a las de guerra (OOTW) para las que no siempre está
adecuadamente preparado . La marina no ha participado en
confrontaciones aeronavales o desembarcos de importancia,
desempeñándose en la práctica como una fuerza de bloqueo,
apoyo de fuego y transporte. La aviación militar ha ganado
fuerte reputación, especialmente en el campo civil, al
considerar que las operaciones llevadas a cabo durante la
primera fase de la guerra del Golfo y luego en los Balkanes,
fueron sustanciales para el logro de la victoria,
particularmente en el segundo caso, con “total limpieza”,
evitando bajas en el personal. La RMA (revolución en asuntos
militares), por el momento, se centra en la discusión por
equipos que se deben construir o no, implicando la disputa
entre multivariados grupos de interés. Sin embargo el debate
acerca de la forma de organizar las fuerzas es casi nulo y muy
menor el referido a como entrenarlas y como educar a su
personal de mando.
3. Como fuerzas intermedias, con capacidad de acción en un
ámbito regional podemos mencionar a las europeas que conforman
la alianza NATO, que aunque también la integra EEUU. Por si
mismas las fuerzas europeas tienen una capacidad y respaldo
que les permite realizar acciones limitadas, actuando bajo la
protección de los EEUU. Francia y Gran Bretaña poseen armas
nucleares, pero están condicionadas por la existencia de la
fuerza hegemónica. Si bien pueden poseer materiales modernos y
acercarse en su doctrina operativa a las fuerzas de EEUU
carecen de la capacidad de transporte y de apoyo logístico
para realizar acciones a escala universal sin el apoyo de EEUU.
Algunas de las fuerzas todavía se basan fuertemente en las
tradiciones heredadas del pasado, como es el caso de las
francesas, otras, tras el quiebre que significó la derrota en
la segunda guerra mundial, debieron asumir formas modernas
como las alemanas. Las fuerzas integradas, el Eurocuerpo de
Ejército o la Euromarfor, todavía son formaciones nuevas y su
empeño todavía no se ha producido, suponíendose que sólo
podrán realizar misiones Petersberg, o sea acciones
humanitarias.
A este lote corresponde también agregar fuerzas que actúan
como aliados de los EEUU en Asia y el Pacífico: la fuerza
militar sudcoreana, la taiwanesa, así como la fuerza de
defensa japonesa que, juridicamente, no califica como fuerza
militar, pero que en la práctica tiene ese carácter, a pesar
de las limitaciones que supone su empleo, de acuerdo con lo
establecido en la constitución aprobada luego de la segunda
guerra mundial. Tambien deberían ser consideradas parte de
este grupo las fuerzas australianas y neozelandesas, así como
las de países neutrales como Suecia y Suiza, y las israelíes,
otro miembro del club poseedor de armas nucleares. Estas
últimas tienen un modelo organizativo de ciudadanos en armas
que es practicamente inexistente en el resto del mundo y
proviene de la particular circunstancia histórica que ha
seguido la formación de este estado. La Suizas, basadas
también en el principio del ciudadano – soldado, sin embargo,
tienen un basamento que enraiza profundamente en el pasado.
4. Un tercer grupo la conforman aquellas fuerzas de países que
se mantienen fuera de la protección de los EEUU o que en el
pasado inmediato confrontaron a la potencia hegemónica. Su
capacidad de enfrentar a la fuerza dominante es nula, pero se
mantienen como referente en sus territorios de origen y zonas
de influencia inmediata. Comprende las fuerzas que emergieron
de la destrucción del imperio interior soviético, siendo su
centro la fuerza militar rusa, así como las fuerzas de China,
y Corea del Norte. Sólo la fuerza rusa tiene todavía cierta
capacidad tecnológica importante, pero la debilidad económica
del país no les permite consolidarse. Las fuerzas militares
chinas son parte de un complejo arreglo que ha permitido la
supervivencia en el poder del partido Comunista. Constituyen
un “bingshang” (expresión en mandarin que podría traducirse
como “soldados en los negocios”). También deben contarse en
este grupo las fuerzas militares de países de medio oriente
que intentan confrontar a EEUU, como las de Irak e Iran.
Herederas de fuerzas basadas en grandes ejércitos de tierra,
algunas con equipamiento propio del pasado, su organización
está basada en la lealtad política al liderazgo existente.
También deben incluirse las de países que no enfrentan a EEUU,
pero que mantienen una situación de constante tensión entre
sí, como Pakistán y la India, también poseedores de armamento
nuclear o la de Indonesia. Este tipo de fuerza intermedia está
formada de acuerdo a los cánones de la segunda mitad del siglo
XX, son numerosas, manejan una tecnología propia de la época
industrial y carecen de capacidad para proyectarse fuera de su
zona.
5. Un cuarto grupo los conforman fuerzas medio oriente aliadas
a EEUU (las de Arabia Saudita o los Emiratos, por ejemplo)
cuyos ingresos petroleros les permite obtener ciertos equipos
de última generación, pero que carecen de un mando capaz de
una conducción de acuerdo al estado del arte. Los
condicionamientos impuestos por el tipo de sociedad, a la que
supuestamente sirven, hacen que su capacidad real de combate
sea notoriamente reducida. En otro marco podrían situarse aqui
dos fuerzas latinoamericanas, las brasileñas y las chilenas,
por su capacidad de integración interna para poder seguir
pesando en su sociedad a través de su acción. Los militares
chilenos han logrado mantener cierta capacidad financiera
autónoma al preservar la norma que destina un porcentaje de
las regalías de exportación del cobre a su mantenimiento. Han
tratado de mantener un nivel tecnológico “aceptable”. Los
brasileños por su parte, han tratado de enfatizar su valor
político, especialmente como custodios de un país vacío,
frente a los diversos intereses que actúan sobre él.
6. Finalmente queda la mayoría de las fuerzas, existentes en
las zonas periféricas. Comprenden la mayoría de las
latinoamericanas, todas las africanas, buena parte de las
asiáticas, las de los países de europa del este. En todos los
casos se trata de fuerzas con limitada capacidad técnica, en
otros con bajos niveles de organización y capacidad en sus
mandos. Podría llegarse a nuevo sexto escalón y distinguir
entre las fuerzas que pese a sus carencias tecnológicas
mantienen un perfil clásico de fuerza militar, para
distinguirlo de aquellas que, en realidad, no son mucho más
que bandas armadas de poca estructuración, como ocurre con
buena parte de las que pertenecen a países africanos.
7. Hay estados que en la práctica o jurídicamente carecen de
fuerza armada. En el primer caso citamos a los estados
fallidos, donde el monopolio de la fuerza ha pasado a grupos
armados de “señores de la guerra”. En el segundo caso aquellos
estados que por diversos motivos no tienen una fuerza militar
formal, disponiendo sólo de fuerzas policiales.
8. La diferenciación realizada parte de constatar el papel de
Estados Unidos como superpotencia exclusiva, y en alguna
medida puede decirse también, excluyente, país que por primera
vez en tiempos recientes se siente amenazado en su territorio,
y de considerar las nuevas divisiones en la comunidad
internacional -reales o inventadas-, pasando por la pérdida de
relevancia de Europa y aún más de Japón y en conjunto de Asia,
por la marginalidad de África, o la constante caída de gran
parte de América Latina, que se expresa en lo político y en lo
económico-financiero. Por supuesto que seguimos considerando
que el mundo sigue rigiéndose por los parámetros
post-westfalianos, lo que aún puede aceptarse cuando hacemos
referencia a los temas militares. A partir de la situación de
las fuerzas militares que sirven a la potencia hegemónica
pueden compararse y diferenciarse las que poseen los demás
países que todavía conforman la constelación de casi 194
estados existentes en el mundo.
9. En América Latina las fuerzas armadas han sufrido una
fuerte transformación durante los últimos años, conforme a
estos rápidos y dramáticos cambios de escenario, a pesar de la
tradicional “inmovilidad” que caracteteriza a las
instituciones totales burocratizadas. El fin de las dictaduras
y el predominio de los regímenes democráticos, con todas las
restas no liberales que puedan atribuírsele, ha determinado
que salvo excepciones, las fuerzas militares debieron
concentrarse en tareas profesionales. Pero, el cambio en el
escenario ha motivado también una transformación notoria en
las perspectivas profesionales, que inicialmetne fueron
planteadas como medidas de emergencia y temporales, por parte
de los mandos, pero que, poco a poco, asumen el carácter de
“permanentes”.
10. Hoy las FFAA de América Latina son organismos
multipropósito cuya acción central está fundamentalmente en
operaciones que no son de guerra clásica. Jurídicamente, sin
embargo, siguen definiéndose y justificando su acción en forma
tradicional. Se las considera el componente estatal
especializado en realizar tareas de defensa nacional y en el
mantenimiento del orden constitucional existente . En algunas
formulaciones se agrega la necesidad de la participación de la
fuerza militar en las tareas de desarrollo nacional. Esta
última es una herencia de las concepciones cepalinas de los
años cincuenta y sesenta que llevaron al desarrollismo como
ideología, que luego fue parte del complejo ideológico
justificatorio conocido como “ideología de la seguridad
nacional”, y que hoy se mantiene y defiende por parte de
muchos de las corporaciones castrenses como justificación de
su existencia o de ciertas actividades realizadas en el campo
económico.
11. La capacidad de ejercer la defensa nacional desde el
ángulo militar es difícil de comprobarse efectivamente hasta
que no se producen hechos que obliguen a hacerlo. Dado que el
escenario existente descarta la posibilidad de un conflicto
armado entre estados, en toda la región el tema parece
puramente hipotético. El último enfrentamiento bélico entre
estados, registrado en los años 90, entre Ecuador y Perú, no
supuso una guerra generalizada, sino un conflicto limitado a
un pequeño territorio disputado entre los dos países y sólo
involucró un número muy reducido de las fuerzas armadas de los
dos contendientes. Su impacto en la historia y vida cotidiana
de los dos países involucrados fue notoriamente mucho más baja
que el registrado en confrontaciones anteriores entre las
mismos entidades estatales. En todo el siglo XX los conflictos
anteriores registrados en Perú y Ecuador fueron del mismo tipo
a pesar de tener mayor repercusión social y aún la larga
guerra del Chaco en los años treinta del siglo XX también tuvo
por escenario un territorio limitado de Paraguay y Bolivia. A
pesar del fuerte compromiso de los ejércitos de ambos países y
de las consecuencias sobre la vida de cada uno de los dos
estados no puede considerarse su entidad equivalente a la de
los grandes conflictos con escenario en Europa o Asia. En el
único caso de conflicto entre un estado de la región con uno
de fuera de la misma, la guerra de Malvinas-Falklands de 1982
también se repitió ese patrón: guerra en un territorio
limitado con involucramiento también limitado de las fuerzas
militares de cada país, a pesar de las fuertes consecuencias
que tuvo en la historia argentina. Hay que tener en cuenta que
la última capital de país de América Latina bajo ocupación de
una fuerza militar fue Lima hace más de un siglo. Parece claro
que al presente no hay posibilidades de conflictos entre
estados, pero en el muy hipotético caso que se produjera, no
hay posibilidades de sostener un esfuerzo bélico, sostenido,
en vastos territorios sobre la masa de la población y por
largo tiempo. Aparte de las razones políticas que lo
previenen, la capacidad económica y financiera de los estados
no lo hace posible.
12. En consecuencia gran parte de las operaciones que pueden
llevar adelante los militares latinaomericanos son operaciones
que no suponen una guerra, que excluye una confrontación entre
estados de tipo clásico. La mayoría de las misiones a las que
tienen que atender la fuerzas militares parten de considerar
cual es la situación económica y política de los estados a los
cuales sirven.
13. En ese marco ha sido constante el uso de la fuerza militar
como último garante del orden público y, en más de un caso,
como la institución que tenía que gobernar visto el conflicto
interno existente entre fuerzas políticas y sociales. Las
dictaduras de los años sesenta y setenta lograron contener a
los movimientos revolucionarios de izquierda, pero salvo
marcadas excepciones, fracasaron en su intento de refundar las
bases de los estados. Finalmente, comprometidas en una
represión de duras aristas, dejaron un saldo negativo en su
acción y comprometieron seriamente la imagen de los militares
frente a su población, proceso que todavía no se clausuró.
Hoy parece fuera de la agenda política la posibilidad de una
intervención militar. Pero, por supuesto, esta puede volver a
producirse. Hay que tener en cuenta antecedentes recientes. La
fuerza militar peruana fue el soporte de la “diarquía”
conformada por Alberto Fujimori y Wladimiro Montesinos que
condujo el país autoritariamente entre 1995 y el año 2000. La
fuerza armada venezolana se encuentra fuertemente dividida
entre los sectores que apoyan y los que desean eliminar al
presidente Hugo Chávez, mientras que la mayoría de su cuerpo
de oficiales espera ver hacia que sector parece favorecer el
conflicto para decidir su apoyo. Sin embargo, en la mayoría de
los países, la posibilidad de un golpe militar clásico y la
asunción del gobierno, sea corporativamente o por parte de
caudillos militares, con el apoyo de la fuerza armada, parece
fuera de tiempo y lugar.
14. Pero ello no deja de lado el hecho que, como “ultima
ratio” de la existencia del estado, la fuerza militar tenga
que seguir pensando en la necesidad de asegurar el orden
constituído. Puede convivir con una situación fuertemente
inestable y con altos deterioros de la autoridad, puede
aceptar la volatilidad de gobiernos débiles que caen
sucesivamente, pero no puede aceptar el quiebre del estado,
dado que ésto liquidaría la base justificativa de su
existencia . Por ello gran parte de las fuerzas militares
siguen dedicando una parte importante de su tiempo a realizar
labores de inteligencia para apreciar ese riesgo y tienen
planes de contingencia para intervenir en caso que se produzca
una situación que lleve a la quiebra del estado (que no debe
considerarse en el mismo nivel que la caída de un gobierno).
Algunas fuerzas están comprometidas en tareas de resguardo del
orden directamente. Las fuerzas militares bolivianas llevan ya
tiempo interviniendo contra bloqueos de carreteras promovidos
por diversas organizaciones políticas y sociales. Por el
contrario la fuerza armada argentina, amparada en las nuevas
disposiciones jurídicas de fines de los años 80, se ha negado
a actuar en la represión de los movimientos sociales que han
proliferado con la crisis financiera iniciada en el año 2001.
15. La mayoría de las fuerzas militares no es ajena a la nueva
confrontación que poco a poco aparece en el escenario regional
que opone a la vieja sociedad “post-colonial”, latina, a la
sociedad excluída, la de mestizos, ladinos, indígenas y
afroamericanos. Este conflicto se ha venido dando de
diferentes formas. Los movimientos “indigenistas” se han
manifestado tanto violenta como pacíficamente y han tendido
diversas formas de encuentro y conflicto con los militares.
Los miskitos de la costa atlántica de Nicaragua confrontaron a
los sandinistas, los representantes de ese tiempo de los
“españoles”. En México el “sub Marcos” se apoyó en un
movimiento indigenista maya que hasta entonces venía siendo
trabajado por un obispo católico para relanzar un proyecto de
lucha contra el estado y el Ejército siguió las cautas normas
del estado central que evitaron el camino de la represión y
discurrieron por una negociación que desgastara y volviese
irrelevante el intento. Un movimiento indigenistas se alió a
oficiales de jerarquía media de Ecuador para desalojar del
poder al presidente Jaime Mahuat en enero del 2002, aunque
finalmente desembocó el acceso a la presidencia a un
representante de los antiguos “criollos post-colonialistas”.
Por vías electorales figuras que pueden considerarse
representativas de los hasta entonces excluídos han llegado a
la presidencia, como Fujimori y Alejandro Toledo en el Perú,
aunque no promovieran un modelo confrontacional, o Hugo Chávez
en Venezuela, que si lo ha intentado, sin mucho éxito. No hay
que excluir la posibilidad de multiplicación del conflicto en
el ámbito social, sin que esto implique la necesidad de
“asaltar” la máquina estatal. La constante realización de
movilizaciones, de corte de carreteras, de acciones “fuera del
sistema” económico predominante ya se está dando en forma
repetida, dando forma a un nuevo tipo de enfrentamiento.
16. Buena parte de las fuerzas militares sienten internamente
el conflicto entre el mundo post-colonial y los excluídos. La
deserción de las clases altas frente a la carrera militar ha
permitdo el acceso a los cuerpos de oficiales de ladinos,
mestizos, en buena parte de los países andinos, y algunos de
los centroamericanos, y de integrantes de las clases
subalternas en otros. Para los indígenas y negros todavía es
difícil acceder al sector profesional de mando. Este cambio en
la composición demográfica de los cuerpos de mando militares
está teniendo, poco a poco, consecuencias fuertes en las
posiciones políticas de las fuerzas. Hasta el momento no se ha
producido un quiebre fuerte de las fuerzas militares, si se
exceptúa la división registrada en la fuerza militar
venezolana ante el intento de golpe de estado para desalojar a
Chávez del poder en mayo del 2002, pero se trata de una
tendencia que tendrá relevancia en el futuro inmediato.
17. La mayoría de las fuerzas se haya abocada, primeramente, a
tareas de “sobrevivencia” institucional. Las dificultades
financieras que son parte del desplome institucional de
América Latina, hace que las fuerzas, salvo excepciones muy
contadas , carezcan de recursos para reemplazar materiales
obsoletos y para tener una capacidad de combate adecuada. La
mayoría de las fuerzas tiene un grupo de elite terrestre (por
lo general factible de aerotrasportar) que mantiene el estado
del arte, a los efectos de ser empleado en emergencias de
actos terroristas o emergencias mayores, pero se trata de
unidades de no mucho más de dos centenas de personas. La masa
de la fuerza se mantiene en estado latente, de “hibernación”.
18. Ante la falta de financiación, sea por formas legales
sancionadas oportunamente, o por la interpretación extensa de
sus posibles atribuciones, las fuerzas militares tratan de
obtener recursos por otros medios. La existencia de empresas
controladas jurídicamente por las fuerzas armadas, o por
oficiales en actividad o retiro que son parte de sus cuadros
es el expediente más conocido. En general, estas empresas,
proveen recursos para el mantenimiento del cuerpo de oficiales
y sus diversas formas de retribución, pero raramente tienen la
capacidad de sustentar a la organización corporativamente en
su totalidad, que sigue dependiendo centralmente de los
escasos recursos estatales. Este determina que en aquellos
países severamente afectados por crisis financieras la fuerza
militar reduzca su acción notoriamente. La “hibernación”
muestra su nivel más aguda en las fuerzas de Argentina y
Uruguay obligadas a reducir al máximo su actividad.
19. Un segundo campo importante de actividades de los
militares es la asunción de tareas policiales. Diversas
circunstancias llevan a esto, desde el constante deterioro de
la situación de orden público, pasando por la realización de
tareas referidas a la interdicción del narcotráfico al
incremento de la actividad delitiva, organizada o no, que
aumenta los niveles de percepción de inseguridad. Las
policías, muchas veces impotentes o incapaces de realizar su
acción recurren a la “militarización” de su accionar, tratando
de suplir la falta de tareas adecuadas de inteligencia y la
capacidad policial con la mera fuerza, abriendo la puerta para
la intervención militar. Por lo general, los mandos
profesionales de las fuerzas armadas suelen resistir este tipo
de acciones, que los aleja de las concepciones clásicas de lo
que debe ser y hacer una fuerza militar. Pero las presiones,
tanto internacionales como locales suelen ser altas, y son
escasas las fuerzas que no están involucradas en la
“policianización” de las activiad militar. Una variante
importante es la realización de esas tareas en los espacios
aéreo, fluvial y marítimo, que supone la disposición de
materiales y entrenamiento que, por lo general, no disponen
las fuerzas de la región.
20. Un tercer campo de acción abierto en los años 90 es la
participación en misiones internacionales de aseguramiento de
la paz. Todavía son relativamente pocos los países de la
región intervinientes en estos procesos. La intervención en
mayor escala, que supone el envío de personal armado, por lo
general a cumplir con misiones de acuerdo con el capítulo
sexto de la Carta de las Naciones Unidas, supone disponer de
personal y de adelantos financieros por parte de la Tesorería
del país para poder hacerlas efectivas. Argentina y Uruguay
han tendido compromisos fuertes siguiendo esta modalidad .
21. La realización de tareas de apoyo al desarrollo social, de
acción cívica y la ayuda en caso de desastres naturales
continúa siendo un importante componente de las misiones
reales que realiza la fuerza militar. Su realización esta
sujeta en más de una caso a controversias, tanto en el seno de
las fuerzas militares, como con otros componentes de la
sociead, a pesar que en algunos países es considerada una
obligación emanada de disposiciones constitucionales y
legales. Para algunos mandos la actividad puede ser
“peligrosa” desde el punto de visto político, por el necesario
involucramiento que en la vida cotidiana de los militares que
participan en ella . Las actividades de apoyo a los indígenas
llevadas a cabo en Ecuador no fueron ajenas al pronunciamiento
en favor de los líderes indigenistas que realizó un núcleo de
tenientes coroneles en el año 2000. En Venezuela, en este
momento, la controversia es fuerte respecto a la acción del
Ejército en apoyo de sectores populares en el llamado “plan
Bolívar”.
22. El combate a formaciones irregulares, tarea normal de
buena parte de las fuerzas de la región en el pasado
inmediato, se circunscribe ahora a sólo un país: Colombia.
Allí la fuerza militar no puede mostrar éxitos, por el
contrario la situación ha empeorado constantemente en los
últimos años. La conducción política superior, teniendo que
servir agendas contradictorias fue perdiendo constantemente
capacidad de actuar y hoy Colombia está en una situación en la
que puede afirmarse que es un estado al borde del colapso. No
controla una buena parte de su terrritorio, que está en manos
de jefezuelos, de “señores de la guerra” que conforman laxas
federaciones (las FARC, el ELN y las AUC). Sin tener clara la
situación e intereses en juego es difícil proponer un objetivo
y lograrlo, y este es el dilema de las fuerzas militares
colombianas, que asumen la sobrevivencia en medio de un
combate que no tiene un norte claro.
23. En este marco la profesión militar en la región ha
registrado cambios importantes. El primero y más relevante es
el nuevo tipo de oficial que está apareciendo en la región.
Sigue egresando, en su totalidad, de las cerradas y exclusivas
academias de formación militar. No se han establecido escalas
de acceso complementarias . El oficial que atiende hoy una
escuela militar accede a ella con enseñanza secundaria
completa y, poco a poco, se considera que el oficial debe ser
un universitario, que que debe tener un grado “complementario”
obtenido en una universidad civil. Si bien para lograrlo se
hacen subterfugios que permiten obtener grados de dudosa
calidad, la tendencia es hacia una mayor apertura y
comprensión de la comunidad en la cual debe desarrollar su
acción.
24. La tensión entre el tradicionalismo, propio de toda
institución militar, que busca mantener los criterios del
pasado para encarar el reclutamiento y la formación del
militar del cuerpo de oficiales, chocan crecientemente frente
a los requerimientos y cultura dominante en la sociedad.
Antiguos valores medievales como el honor no tienen correlato
en el riesgoso mundo de la competencia capitalista de nuestro
tiempo. Cualquier fuerza que intente seguir la senda del
pasado debería renunciar a realizar actividades de
inteligencia, o tareas de tipo policial y no podría
“sintonizar” y manejar los códigos culturales dominantes hoy
en día, a menos que redefina en forma muy radical el viejo
concepto de “honor”, tarea que está por realizarse. Es difícil
mantener el viejo concepto de patriotismo en un mundo ampliado
y “mundializado”. El patriotismo posible de nuestro tiempo es
el “patriotismo constitucional” que supone la adhesión a una
comunidad que tiene por base una norma jurídica fundamental
que organiza los derechos y deberes de la misma y que admite
la existencia de un derechos internacional que en buena medida
recorta los niveles de soberanía estatal. Si bien la
definición aceptada normalmente por la corporación militar es
la tradicional, referida a un “jus solis” (en América Latina
por razones históricas se deja de lado el “jus sanguinius” y
se hacen referencias a veces a esencia nacional, ser nacional,
y formulaciones similares) y a no siempre claras diferencias
culturales, la creciente interrelación con otras fuerzas, sea
por la vía de la “diplomacia militar”, la cooperación e
integración crecientes, hasta llegar a participar en misiones
internacionales, lleva a asumir la constante tensión entre el
concepto tradicional y el emergido de la postmodernidad
globalizadora. La valentía, supuesto valor sustancial del
militar, también se erosiona ante el predominio constante de
la tecnología y la necesidad de ser eficaz. El valor valentía
adscripto al guerrero, queda superado por la nueva actitud
“post-guerrera” que deben asumir los militares en estos nuevos
contextos. En las nuevas organizaciones corporativas del
ámbito civil la lealtad ha pasado a ser un valor altamente
cuestionado, así como el compañerismo (su equivalente militar
sería la camaradería), y si bien esto no se ha trasmitido a
las organizaciones armadas con rapidez, la fuerte flexibilidad
y especialización a la que obliga el cambio tecnológico está
sembrando la semilla para ese cambio de valores en esta
escala. Sólo el mantenimiento de normas disciplinarias
férreas, cerradas, que no admiten interpretación, permite el
mantenimiento de la obediencia que mantiene la unidad
(espíritu militar y derivado de él espíritu de cuerpo), pero
los comandantes han tenido que aprender a mantener la fachada
normativa y su formalidad con una aplicación más flexible que
presupone también la adquisición de dotes como negociador.
25. Un segundo cambio importante se registra en cuanto al
personal de base de las instituciones armadas. Poco a poco se
está sustituyendo el servicio militar compulsivo, que en
muchos casos no era más que una leva disfrazada de elementos
pobres y marginales de la sociedad, por regímenes que permiten
tener una fuerza que se distancia del viejo modelo de fuerza
encuadradora de analfabetos y pobres. Algunos países han
pasado a un esquema de fuerzas puramente profesionales y otros
han buscado fórmulas para reclutar dentro del marco del
servicio militar con menor violencia y compulsión. Si bien
falta un buen camino para recorrer la tendencia es a sustituir
una fuerza de ciudadanos en armas, que nunca pudo conformarse
de ese modo, a un modelo de fuerza de “trabajadores
profesionales en la violencia”.
En la práctica, sin embargo, no es facil enganchar
voluntarios. Se trata de una tarea que no se remunera
adecuadamente y cuyos constreñimientos en cuanto al tiempo y
condiciones de servicio tiendo a no hacerlo atractivo. La
existencia de barreras que hacen prácticamente imposible pasar
a ser miembro del cuerpo de oficiales hace que los que
ingresan como soldados o merineros topen desde el inicio con
un límite que tampoco hace atractivo el ingreso. Por
consiguiente el problema de como reclutar perosnal adecuado a
los requerimientos técnicos profesionales sigue estando en la
agenda de discusión.
No se ha planteado en el marco latinoamericano la posiblidad
de un servicio nacional para jóvenes con diversas
alternativas, una de las cuales puede ser el servicio militar.
26. Un tercer cambio que se produce con distinta intensidad en
los diversos países y en los diferentes servicios armados es
la incorporación de la mujer. Hay países donde se ha
incorporado mujeres a los cuerpos de oficiales combatientes,
otros donde sólo son parte de los cuerpo de oficiales
administrativos y logísticos. En algunos, las mujeres de
jararquías subalternas son un núcleo importante en todos los
servicios de apoyo. Si bien los salarios son bajos, otros
beneficios y la limitación de horarios hacen que el trabajo
sea buscado. Otras fuerzas armadas todavía constituyen una
corporación totalmente masculina. En sociedades más
urbanizadas y más abiertas ha sido más rápida la incorporación
femenina, pero también depende en mucho de las necesidades de
personal y del cambio ocurrido en el reclutamiento del
personal de base, así el fin del servicio militar acelera la
femenización de una fuerza.
27. Estos cambios en la composición social de las fuerzas
militares, sin embargo, no tiene un correlato en la
modernización de las normas de regulación interna del servicio
militar. Todavía predominan en la región los reglamentos de
servicio de tipo borbónico, típicos del tiempo en que era
necesario encuadrar una masa de campesinos analfabetos, a los
que había que imponer una mecánica corporal automatizada y que
implicaba una ejecución obediente sin mucha iniciativa. Con la
necesidad que impone la especialización para las diversas
tareas que hay que enfrentar, los cambios efectivos en la
disciplina se dan en la práctica más que en las formas
jurídicas que se dejan como “reserva” para uso de los mandos
ante circunstancias que no saben o no pueden manejar en otra
forma. El oficial debe aprender a dominar nuevas formas del
arte de mandar, que, al igual que en el pasado supone supone
una mezcla de liderazgo y autoridad, acentuándose más el
primer aspecto.
28. Tampoco ha cambiado mucho la normativa que regula el fuero
militar. Utilizada también como “última ratio” para mantener
el orden interno se suele emplear con mayor prudencia respecto
al pasado, por cuanto los grados de discrecionalidad que
supone son bastante altos.
29. Quizas el mayor problema que tienen hoy las fuerzas es
enfrentar la incertidumbre institucional. Quienes ingresan hoy
a sus cuerpos de oficiales y esperar culminar como generales o
almirantes a partir del año 2025 no pueden imaginar como puede
ser la fuerza militar, ni como serán los estados de ese
tiempo. Sin embargo, una fuerza militar corporativa tiene como
nota característica realizar planes estratégicos de mediano y
largo plazo. Muchos de los documentos realizados pierden su
valor apenas terminan de tipearse. La “provisoriedad” que
impera en los tiempos presentes conspira con esa tarea y
obliga a los mandos a tener una actitud abierta, flexible, que
permita el mayor cambio posible, asumiendo la “pesadez” de sus
instituciones, para evitar sufrir los dos riesgos más
importantes: obsolecencia e im
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