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Medios de comunicación, partidos y elecciones.
Una relación a (re)construír.
Juan Rial
1.
Introducción.
En los medios de comunicación se juega gran parte de la acción
política de nuestro tiempo. Los medios condicionan las formas
de llevar adelante la movilización del electorado frente a un
comicio, los ritmos y temas de una campaña, influyen en el
conocimiento de los candidatos y en la trasmisión sus
mensajes. Los medios fijan la agenda de discusión política
para una gobeirno y para la oposición y en sus espacios donde
suele ganarse o perderse la legitimidad para tomar medidas.
La agenda política que conforman los integrantes de la clase
política, las instituciones de la sociedad y las
organizaciones no gubernamentales que actúan en el campo de la
acción cívica y los propios medios a través de sus posición
editorial es retroalimentada por el estudio de la opinión
pública a través de encuestas, cuyo resultado pasa a ser parte
de la agenda pública al ser difundidos por los medios.
Pero los medios, no son empresas puramente políticas. Los
medios son, a la vez:
a) estructuras culturales que informan, entretienen, educan,
manipulan y forman la opinión de la población. Esto refiere
tanto a la activiad que tienen incidencia política práctica
inmediata, como la que sólo se refiere a la pólítica
indirectamente, como a aquella que la ignora. En lo que
refiere a la acción política directa allí se expresan
periodistas y actores del escenario político.
b) empresas comerciales de servicios. Como tales buscan un
lucro a través de la realización de sus actividades
corrientes, con cierta independencia de los avatares
políticos.
c) Actores políticos. Como tales los medios expresan o
articulan intereses de diversos sectores económicos y sociales
ligados a los mismos.
Retornando al tratamiento del tema político podemos decir que
los medios proveen un escena en la cual el político
“representa” frente a la población, permitiendo la
manipulación de símbolos con una capacidad de amplificación
enorme, encontrando al individuo en su intimidad, sin
necesidad de que este tenga que transformarse en parte de una
masa como en el pasado, cuando para ser parte de la acción
política debía estar en las movilizaciones callejeras.
Este último método no se ha abandonado, sino que ha pasado a
ser parte del espectáculo mediático, mediante su cobertura.
Con la movilización en la calle se busca llamar la atención
por hechos que, de otro modo, no serían atendidos por los
medios, a menos con la prioridad requerida por los
movilizados.
La representación institucional vía los partidos y los órganos
previstos por las Constituciones, los parlamentos, aunque
sigue siendo uno de los escenarios principales de la toma de
decisiones legales, son propios de una sociedad, una economía
y un estadio tecnológico ya superado. Hoy la gran batalla
política en los regímenes democráticos se disputa en los
medios de comunicación, día a día, y muy especialmente en los
tiempos electorales, en donde importa dominar esas escenas
mediáticas.
En este tiempo el político éxitoso debe ser un comunicador,
alguien con capacidad de enamorar a la cámara de tv y encantar
los micrófonos. Debe influir para lograr que el "priming", esa
imprimación que los medios impone a la opinión pública,
creando una agenda pública de discusión, corra en su favor.
Tiene que lograr que esa agenda lo presente en forma favorable
a sus posiciones y su persona. Al mismo tiempo el político
debe tratar de remontar corrientes adversas impuestas por la
comunicación de sus adversarios, saber donde están los límites
de un discurso creíble y también encontrar el tono adecuado
para discrepar con la opinión pública, especialmente en temas
escabrosos, como los económicos y los referidos a las
políticas sociales, sin llegar a enfrentarla totalmente, pues
ésta representa el sentimiento de un electorado que quiere
beneficios y derechos y no acepta tener que enfrentar costos y
obligaciones.
Nos estamos refiriendo al político y no al partido. Este pasa
a un segundo plano, pues se trata del tiempo de la política
personalizada, del líder por sobre la máquina. El desajuste
entre institucionalidad y los cambios que se producen la
sociedad es notorio.
Si una cámara hubiese enfocado a los políticos integrantes de
un parlamento de cualquier país en los años cuarenta o
cincuenta del siglo XX hubiese mostrado que una buena parte de
ellos no atendía al orador de la sesión penaria. Que muchos
comentaban entre ellos, o leían el diario, que si la sesión
había sido larga y tediosa algunos dormitaban y que muchas de
las bancas estaban vacías manteniéndose el quorum mínimo. No
muy diferente a lo que ocurre hoy en día. Sólo que, entonces,
no había cámaras impiadosas que registraran esas intimidades.
El político también tuvo que aprender a utilizar nuevos
registros de voz y manejar nuevos tiempos. El gesto fuerte y
la voz atronadora, propia del balcón o la plaza pública no
tiene cabida en la radio, un medio cálido, íntimo y los gestos
ampulosos propios de la plaza deben modificarse al enfrentar
el medio frío: la cámara de televisión. El discurso de la
plaza duraba largo tiempo y más aún el que se pronunciaba en
el recinto parlamentario. Pero no tiene cabida en los tiempos
de la radio actual, pautada por tandas publicitarias, y por
programas acotados y menos por la televisión donde los
segundos valen mucho dinero y lo máximo a usar son minutos y
casi siempre no muchos más de dos. Los viejos recursos sólo
tienen cabido en la cobertura de momentos cumbres de
movilizaciones callejeras, por lo general confrontativas o
tendientes a una fuerte exaltación emocional.
La vieja fórmula representacional no puede mantenerse sin
correcciones. La organización institucional, la fórmula
política apelando a la terminología de Mosca, dominante hoy en
día es sólo una: la democracia representativa, atenuada por la
existencia de una serie creciente de mecanismos de democracia
semi-directa. Los actuales regímenes democráticos se crearon
en tiempos en los cuales los medios dominantes eran los
escritos. La prensa partidizada llegaba sólo a una parte de la
población, pero también en el siglo XIX una parte muy
importante de la población no tenía derecho a voto, por lo
cual la cobertura era amplia.
Con el avance de la educación básica y con el cambio
tecnológico y tras la expansión de la ciudadanía el político y
las organizaciones políticos debieron alcanzar a un público
mayor. Se apeló a la ecuación partido + imprenta + diario +
escuela en una primera etapa. Luego a los grandes actos de
masas escenificados con canciones trasmitidas por altavoces,
ropa con colores distintivos para los militantes que
finalizaba en el discurso del líder máximo. En esos tiempos se
trataba de llegar a vastos sectores de la sociedad percibidos
y autopercibidos como homogéneos.
Hoy el político debe alcanzar a muy diversos sectores que,
cada vez más difieren en sus intereses y formas de vida. Los
medios son un gran homogeneizador, pero también un segmentador.
Los programas tienden a acercar a un sector social, de edad o
de género más específico. Con los programas se busca alcanzar
a los diversos sectores sociales y estos están bajo el impacto
de efectos de demostración diversos que apuntan a crear
opiniones, actitudes, especialmente hacia el consumo. Entre
ese consumo también está el de ideas o simpatías hacia
partidos o más específicamente sobre dirigentes de los mismos.
Para el político que sabe como dominar los nuevos medios se
abre la parafernalia de nuevos recursos a su disposición: la
radio, la televisión, los diarios, las gigantografía que se
colocan en sitios importantes de la ciudad. El gran medio
masivo es la imagen. Permite el conocimiento e imprimir en el
público sensaciones que sientan las bases para una actitud de
simpatía o rechazo. Esta primera manipulación simbólica se
amplifica con la radio que permite seducir con la voz y
también si el tiempo es mayor apelar a argumentos. La gráfica
afirma los símbolos al volverlos visibles durante más tiempo.
La prensa permite también debatir, con mayor fijeza. Si a ello
se agregan actos precisamente escenificados y destinados más a
ser difundidos por la televisión que a ser por sí mismos
piezas de propaganda y el uso de nuevos medios como las
páginas web o los grupos de discusión en internet, el político
y el partido pueden elegir diversas formas de acercarse a
distintos públicos.
En el pasado, el control de los circuitos de comunicación era
relativamente más sencillo al ser una política letrada de
elites, o a lo sumo una de masas homogeneizadas a través de un
movimiento de corte autoritario, que podía ir desde el
populismo al totalitarismo. La escritura, el periodico,
revista, folleto o libro circulaban entre los sectores de
elite y se complementaba con la escuela como organización
socializadora. La masificación se daba a través de un contacto
directo entre liderazgo y masa. y sólo en la primera fase la
radio sirvió de amplificador, pero todavía no sustituto de la
concentración en la calle para las grandes masas.
Hoy el político no sólo debe negociar con los medios por un
espacio sino que debe aprender diversos géneros para poder
comunicarse. Así, algunos intervienen en programas cómicos
populares y participan en el show, en otros casos cantan o
bailan. El político se ve sometido a la necesidad de
interpretar un personaje más en la industria de la info-entreteniennto.
Debe aceptar un cambio en la conformación de los símbolos
políticos. Los antiguos, referidos a identificación con
colectivos, tales como clases, han perdido trascendencia y hoy
hay que hablar de lo cotidiano. El dirigente partidario debe
"representar" al ciudadano medio, a esa mayoría que quiere
expresar su voz, aunque sea "oblicuamente" a través de "alguién
como uno".
También estamos en el tiempo de el Estado que ya no tiene la
capacidad de regular la sociedad que dispuso en el
prematuramente fenecido siglo XX. Para poblaciones afectadas
por el desempleo y por la fuerte incertidumbre, el problema es
que el político y el partido no hacen lo que presuntamente
deben, o sea velar por los intereses de sus representados. No
hacen lo suficiente por mejorar la condición de la vida
cotidiana de quienes sufren esa incertidumbre ante el futuro.
Tampoco ese político dispone de herramientas para practicar el
clientelismo, especialmente el de carácter horizontal que
abarca a vastos sectores. También es acusado de practicar, o
en el menor de los casos de encubrir casos de corrupción, o es
percibido como parte de un grupo que sólo se interesa por si
mismo y sus luchas faccionales de poder. Todos estos vicios
propios que van a la cuenta de los partidos son amplificados
por los medios que venden noticias. El político y sus
escándolos lo son. No lo es o sólo en menor medida aquello que
refiere al cumplimiento de su deber, tema del que se queja
amargamente el político. Es que durante largo tiempo, tanto
los populistas como los autoritarios sólo mostraban éxitos y
ninguna clase de problemas. El péndulo, en tiempos de libertad
se corre hacia otra punta.
La representacion institucional y simbólica se han divorciado
y hoy la tarea del político y de las organizaciones
partidarias es tratar de llegar a un arreglo, a un pacto con
quienes manejan primordialmente la segunda. Los medios son los
grandes protagonistas. Hasta el presente los arreglos entre
los dos sectores distan de ser satisfactorios.
2. Los principales problemas. Estado de la cuestión.
El relacionamiento entre medios y los partidos políticos
supone la confrontación de principios básicos, entre los
cuales el más relevante la libertad de expresión, frente a la
necesidad de mantener la equidad en la competencia política.
Obviamente el reclamo de equidad no equivale al de igualdad.
La equidad presupone igualdad de oportunidades y no la mera
equivalencia de todos los actores haciendo abtración de las
cpacidades que uno tiene y lo diferencias del otro. Asimismo
se plantea la confrontación entre el principio de la libertad
de empresa y la responsabilidad social de medios capaces de
fuerte manipulación de la opinión pública.
En tercer término se plantean los problemas entre los
intereses del medio en tanto empresa y los de sus
trabajadores, los periodistas, que implican nuevamente, en
otro nivel, la confrontación entre los principios de libertad
de expresión, frente a los de libertad de empresa.
Durante el tiempo en que los principales medios eran escritos,
el acceso estaba determinado por la capacidad de acceder al
papel y a la imprenta de los candidatos y partidos y por la
existencia de garantías para la libertad de prensa, tanto para
imprimir como para distribuir periódicos. Situaciones de
hecho, más que normas restrictivas para acceder al papel o la
imprenta o limitativas de la distribución de periódicas,
llevaron a la emisión de leyes y decretos que aseguraban a las
diversas fuerzas políticas competir en este campo en cierto
plano de equidad. Al tiempo presente las restricciones
sustanciales que se encuentra en el uso de los medios impresos
es económica. Los medios impresos dedicados exclusivamente a
la discusión y a la propaganda política tienen un mercado
notoriamente restringido, por lo que esta actividad se ha
reducido notoriamente y los periódicos si bien tienen
cobertura política, lo hacen en un ambiente que tiene
intereses más amplios, que si bien pueden considerarse
políticos, no tienen una referencia partidaria inmediata.
Con la aparición de los medios electromagnéticos, la cuestión
del acceso a los medios cambió de sentido, pues el espacio
radial y televisivo es un espectro finito, manejado por los
Estados, quienes se puede reservar la totalidad de las ondas
existentes. Este modelo, que asumieron varios países
democráticos hasta tiempos recientes, suponía la introducción
de salvaguardias para evitar que se repitiese el modelo
vigente en sociedades totalitarias donde obviamente sólo se
difunde el punto de vista oficial, gubernamental.
Las medidas regulatorias implicaban la creación de organismos
ad hoc para el gerenciamiento y/ la supervisión de los medios
y para asegurar la neutralidad estatal o atenuar el predominio
gubernativo en los medios electromágnéticos.
Paralelamente apareció otro modelo, que implica compartir el
espacio electromagnético entre el estado y empresas o privadas
sin fines de lucro. En el caso de los espacios licenciados con
fines de lucro se concede su explotación, pero no se traspasa
la propiedad. Por lo general los medios privados ocuparaon la
mayoría del espectro y se planteó nuevamente la cuestión de la
regulación.
Mientras que la prensa escrita presumía que habría partidismo
y una línea editorial precisa, la aparición de los medios
electromagnéticos planteó la cuestión de si era conviente
seguir la orientación de los medios escritos o asumir la
neutralidad y concentrarse en la información y no en la
opinión. El tema no se ha zanjado, pero en la mayor parte de
los casos los medios electrónicos han preferido una
presentación “neutral”, evitando editorializar, y reservando
la opinión para programas períodisticos ad hoc, o
“editorializando” en forma muy indirecta, mediante la
promoción de valores y prácticas orientadas hacia una
tendencia.
La responsabilidad político - social de los medios es un tema
constante de discusión. Los medios han pasado a ser un
componente esencial de la acción política, al punto que han
aprecido palabras como “mediacracia”, “videopolítica”, para
señalar la importancia sustancial que asumido. En ese marco se
insiste constantemente en la necesiad de regulación y
autoregulación. Los medios se constituyen a su vez en un Jano
de dos caras. Con una propenden al aumento los gastos de la
política, dado que se recurre cada vez más a ellos para
realizar propaganda. Por otra es la que presenta el lugar
donde se presentan denuncias por abusos y corrupción, entre
ellos por el gasto exceviso en las campañas electorales.
3. Modelos de relacionamiento medios y partidos políticos.
El punto sustancial está en el uso de los medios en las
campañas electorales, especialmente en lo referido a la
publicidad partidaria y la que reciben los candidatos.
El modelo exclusivo de mercado ha predominado hasta hace poco
tiempo. En el mismo el acceso se hace pura y exclusivamente de
acuerdo a la capacidad de pago que tienen los partidos o
candidatos. Al no existir regulaciones el acceso no puede ser
igualitario y si se tiene en cuenta que intervienen los
intereses de los medios en tanto actores económicos y
sociopolíticos, esta situación lleva a discriminación en el
acceso, y al uso del tiempo en favor de ciertas tendencias en
deterimento de otras.
Si bien esta situación no siempre asegura el triunfo electoral
a los favorecidos por los medios, las desventajas para los
competidores menores o para los que no están en el misma
orientación dominantes es notoria.
Por ello se ha venido imponiendo otro modelo, que supone la
regulación del acceso a los medios. Puede darse con varias
modalidades, pero normalmente supone la implantación de las
llamadas “franjas electorales”, espacios dedicados a la
propaganda de los partidos y candidatos. En algunos casos
también se otorgan franjas en los períodos interelectorales
para expresar el pensamiento del partido frente a la
cotidianeidad de la vida política.
Las modalidades en que se implentación son varias. En algunos
casos la franja se da exclusivamente en los medios operados
por el estado, mientras que en aquellos que operan
concesionarios privados prima el modelo de mercado. En otros
casos las regulaciones alcanzan también a los medios privados.
Pero también hay diversas formas de conceder franjas. Pueden
ser exclusivas, implicando que la única publicidad se dará en
esos espacios regulados, o puede darse un sistema mixto, donde
aparte de la franja regulada hay espacios que están regidos
por normas de mercado.
Pero aún hay un problema importante a resolver, que es la
producción de los espacios. Obviamente quienes disponen de
dinero o de las facilidades para hacerlo, pueden hacer mejores
piezas publicitarias que quienes no lo tienen. Por ello la
regulaciones más recientes también tienden a otorgar apoyo
gratuito para la producción de espacios.
Los criterios de acceso varían. Los partidos pequeños y los
candidatos minoritarios siempre plantean que el mismo sea
equitativo, igual para toda fuerza política. Los partidos
dominantes y candidatos mayoritarios señalan que importa tener
en cuenta el caudal electoral. En general, se parte de una
base igualitaria mínima y luego se conceden espacios de
acuerdo a la fuerza electoral expresada en le comicio
anterior, sea en número de votos o de bancas obtenidas.
En cuanto a la información indirecta, muchas veces la más
relevante, se confía en los códigos de ética y en los acuerdos
consensuados entre concesionarios de los medios, periodistas,
autoridades electorales y los candidatos y los partidos. La
publicidad de los tiempos dedicados en la información
indirecta y su carácter (positivo, negativo y neutro) es una
de las claves y poco a poco se abre camino en la práctica.
En algunos páíses también se regulan los debates entre los
candidatos principales, llegando a determinanrse en algunos
casos que deben ser obligatorios.
También las regulaciones alcanzan a la difusión de encuestas
de intención de voto, buscando que su calidad técnica esté
asegurada así como la información referida a quienes son los
que pagan los estudios.
4. Libertad de información y equidad en la competencia.
Madison sostenía la necesidad de evitar los peligros que
Hamilton visualizaba: que un sector mayoritario oprimiese a
las minorías y que tampoco las minorías oprimiesen a las
mayorías, fenómeno que Tocqueville denominaba la “tiranía de
las minorías”. La mayoría, para serlo, debe ser legítima y
razonable, no puede imponerse a todos los intereses de la
minoría sin tenerlos en cuenta. De ahí que una definición
moderna de democracia se acerca a la descripción realizada por
Robert Dahl, la “poliarquía”.
Madison, sin embargo, también consideraba que todos los
ciudadanos de una república debían incidir en la toma de
decisiones. La afirmación se hacía en tiempos en que la
ciudadanía era restringida y elitaria. El reclamo entre
libertad e igualdad se ha inclinado siempre en favor del
aspecto libertario. El refraseo de la igualdad en la forma de
equidad, o sea de oportunidad y acceso para llegar a tener la
misma posibilidad por parte de todos es una forma de tratar de
retomar los términos de la cuestión expresada en la famosas
tres palabras que sintetizaron los fines de la revolución
francesa. La elección supone una expresión igualitaria de la
ciudadanía, pues cada persona tiene un voto. Pero esa igualdad
primaria puede verse como una iniquidad si quienes compiten en
la elección no disponen las mismas oportunidades para poder
ser conocidos y por consiguiente captar la voluntad del
electorado.
La organización institucional representativa se basaba,
precisamente, en la idea de lograr mayorías razonables que
tuvieran en cuenta los diversos intereses. Se trataba en
términos de Madison de "revisar y extender [las opiniones
públicas primarias] pasándolas por intermedio de un cuerpo
elegido por los ciudadanos" Con ello se buscaba eludir los
impulsos de momento o las inclinaciones temporarias que
normalmente pueden tener sectores amplios de la población que
reaccionan emocionalmente frente a hechos que los afectan en
su vida cotidiana.
Cuando se crean las formas republicanas, durante tiempos de la
revolución noratlántica las facciones eran mal vistas y por
eso los partidos recién comenzaron a aceptarse legitimamente
como actores en el campo político a fines del siglo XIX,
llegando a principios del siglo XX a ser parte esencial del
sistema político cuando Kelsen denominó a ese sistema con la
palabra "partidocracia" en su estudio de 1932.
Hoy el péndulo se ha corrido nuevamente y si bien los partidos
y movimientos siguen existiendo y en algunos países donde la
estructuración de la vida política ha perdurado más continúan
siendo el referente principal, en otros se ha personalizado y
el actor principal ha pasado a ser el dirigente, el líder.
El reclamo de libertad de información para las diversas
fuerzas políticas partidarias ha crecido constantemente con el
proceso de desarrollo de la democracia. Dado que poco a poco
la principal actividad de los partidos consiste, precisamente,
en ganar elecciones y la misma supone un fuerte acceso a los
medios de comunicación social, uno de los reclamos primarios
refiere a la necesidad de poder acceder a los mismos y a que
exista equidad en el tratamiento de las diversas fuerzas
partidarias.
La libertad de información presupone que cada fuerza
partidaria puede expresar sus puntos de vista ideológicos y
programáticos y exponer a su dirigentes a todos los
ciudadanos. La equidad parte de la idea de que todos tienen
oportunidad de ser vistos, que hay un mínimo de tiempo y
espacio que debe disponer cada fuerza política en los medios y
que el tiempo y espacio debe ser dado de acuerdo con la
representatividad que tienen las fuerzas políticas en la
ciudadania, hecho medible a través del apoyo que reciben a
través de encuestas de opinión pública.
En la práctica estos principios de equidad son difíciles de
cumplir. Los intereses de quienes están a cargo de los medios
de comunicación suelen introducir sesgos. Los dueños de los
medios, sean grupos familiares o colectivos (sociedades
anónimas) se enlazan con grupos económicos, o ideológicos y
eventualmente políticos. Si bien la propiedad puede ser
colectiva, quienes controlan el paquete accionario tienen un
mínimo común denominador de intereses que hacen que tengan
cierta preferencia o preferencias por cierto sector o sectores
en detrimento de otros. Si bien puede admitirse el pluralismo
en la información se suelen privilegiar espacios o tiempos en
favor de una corriente. Sin embargo, poco a poco, sea por la
vía de una autorregulación impuesta por los propios medios, o
por parte de de imposiciones legales hay una mayor equidad en
el tratamiento de las diversas fuerzas partidarias.
Los dueños de medios pueden asegurar al personal profesional.
Los periodísticas condiciones de trabajo que permitan un
tratamiento pluralista de la información, pero cualquiera que
haya trabajado en medios sabe que hay formas de presión para
poder inclinar la balanza hacia un lugar. El grado de libertad
depende del contexto global del país, de la coyuntura y la
cultura impuesta en el medio.
Los partidos políticos al tener que enfrentar a una opinión
pública que, por lo general, suele ser adversa a los mismos,
al considerar que no tienen un papel fuerte en tanto expresión
de los intereses de la sociedad y porque creen que buena parte
de los miembros los integrantes de la clase política sólo
buscan defender pura y exclusivamente sus intereses
personales, no tienen la fuerza necesaria para imponer equidad
en los medios, porque además, no hay una acción de conjunto de
los mismos, pues la misma supone la pérdida de una posición de
privilegio para uno o más fuerzas en favor de las que están en
posición subordinada. No hay posibilidad de una acción
corporativa para la clase política, mintras que si la hay para
los meidos, actuando como empresas, asimetría que obviamente
pone a los medios en posición de fuerza.
Para los medios, el crecimiento de su prestigio en tanto
instituciones que proporcionan voz a diversos sectores,
especialmente para aquellos que no la tienen, les da más poder
y les permite enfrentar al establishment político con más
éxito. Obviamente a partir de allí defender ciertas
posiciones, que no tienen porque ser partidarias, pero si de
defensa de ciertos intereses que, finalmente, pueden ser más
afines con una organización política que otra, les es más
facil. Una conducción inteligente en un medio de comunicación
social, especialmente audiovisual, que da espacios y tiempos a
todos (aunque sea con sesgos diferentes) los pone en la mejor
de las situaciones. Por ahora esta voz prestada por los medios
les permite captar buena parte de la confianza pública, pero
entraña un problema de futuro. Al ser simplemente voz y no
actuar para resolver finalmente el instrumento puede pasar a
ser intrascendente. Los sectores medios y altos más
“ilustrados” así lo entienden y consideran que una buena parte
de los mensajes con contenido política no estan dirigidos a
ellos.
Por ahora no se percibe ese efecto de intranscendencia porque
todavía muchos creen que aparecer en una pantalla o propalar
la voz en un micrófono permite influir sobre los que deciden.
Sin embargo a veces ocurre, especialmente cuando se trata de
casos en los que es evidente que el denunciante debe ser
contemplado inmediatamente. Pero en esa función el medio actúa
más como lo haría un "ombusperson", más que como un decisor.
Visto que no hay posibilidad de colaboración entre los
partidos para negociar con los medios se recurre a otro juego:
imponer reglas comunes para todos que regulen la relación
entre los partidos y los medios. Especialmente los opositores
buscan formas en las cuales el estado intervenga, por medio de
la legislación, para permitir que el acceso a los medios sea
más equitativo.
El tema tiene estrecha relación con el tema de la financiación
de los partidos políticos. Se trata de una forma de
financiación indirecta haciendo que el estado regule la
emisión de publicidad partidaria gratuita. Puede asumir formas
amplias o restringidas. Entre las últimas está el uso de los
medios que maneja el propio estado, la televisión y radio
públicas.
En un marco más amplio puede permitir el uso de toda la red de
televisoras y radios, teniendo en cuenta que el estado es el
dueño de las mismas y otorga su explotación a grupos privados.
En este caso el Estado puede asumir que en tanto dueño de los
medios los puede usar gratuitamente. Pero los concesionarios
pueden replicar indicando que hay un lucro cesante, además de
costos de uso. Dado que esto no se ha regulado cuando se
hicieron las concesiones originarias, por lo general se
compensa a los medios por el uso del tiempo gratuito. En
algunos casos con descuentos impositivos, en otros con
descuentos en el canon que deben pagar al estado por el uso de
la frecuencia.
Una tercera opción es crear bancos de espacios comprados por
el estado a los medios para ofrecerlos gratuitamente a los
partidos.
Por último, queda la posibilidad de la financiación directa,
bajo la forma de sumas de dinero dadas a los partidos con la
obligación de gastar cierta parte en propaganda.
A ello se agregan medidas de tipo negativo. Por ejemplo en
Francia, Reino Unido, Brasil y Chile se prohibe la publicidad
paga en los medios audiovisuales. Claro que se otorgan franjas
electorales reguladas.
En otros casos solamente se imponen medidas de tipo negativo,
por lo general tomadas de acuerdo por los partidos para
limitar los gastos en publicidad. Las mismas pasan por fijar
límites máximos en el tiempo a las campañas electorales
imponiendo sumas máximas a los gastos a realizar en publicidad
o regulando tiempos máximos de uso de la radio o la TV o aún
el espacio a ocupar en los medios escritos.
Sin embargo, no siempre esas medidas suelen satisfacer a los
partidos y los integrantes de la clase política. Cuando los
publicidad en medios estatales gratuita se combina con otra
paga, nuevamente se produce un desequilibro fuerte. Hay
quienes disponen de mayores recursos. Además las emisoras
estatales suelen tener "rating" y "share" bajo. La publicidad
gratuita mitiga la falta de acceso a los medios, pero no
ofrece una solución que contente a quienes carecen de apoyos
empresariales.
Sólo cuando se abarca a todo el espectro de ondas de radio y
TV de la nación se puede tener una imposición fuerte en el
control de los medios. Pero aún en ese caso para la opinión
pública queda la opción de no prestar atención a las piezas
que no tienen buena calidad y esto es lo que ocurre,
presentándose, en una nueva forma una nueva desigualdad.
En algunos intentos de legislación se indica que el Estdo
también pagará por los costos de producción de las piezas de
publicidad partidaria.
La imposición rígida de tiempos y las limitaciones impuestas
por la ley suele hacer de la publicidad partidaria un
espectáculo poco atractivo en tiempos en que la imagen y el
audio busca una creatividad constante. Apelar a formas de
discusión propias del tiempo de la plaza pública no suele ser
la mejor idea de rendimiento eficaz de la publicidad. Por eso,
finalmente, aunque hay espacios gratuitos, también importa
mucho la creación publicitaria del mismo tipo. El partido que
desea imponerse debe recurrir al mercado y a los profesionales
para utilzar mejor ese banco audiovisual.
En todos los casos, hay una pelea constante por la
interpretación de las medidas, especialmente debidas al cambio
tecnológico. En muchos casos la aparición de la TV por cable
hacía que la misma inicialmente no estuviera comprendida en
las disposibles aplicables para la TV abierta, pero,
finalmente, se puede imponer lo mismo a quienes tienen ese
tipo de servicio. Pero ya no es posible hacerlo con la TV
satelital que se emite fuera de fronteras y no es fiscalizable
de la misma manera, pues la autoridad nacional no tiene
potestades en el campo internacional en que se mueven las
empresas satelitales que no usan exclusivamente el espectro
electromagnético.
El punto es que ahora se llega nuevamente a una etapa en donde
la democracia cara a cara empieza a dominar. La nueva
video-política captura el mundo político al instante pero se
basa en las personas y tiene por referente a un nuevo
liderazgo en cierto modo bastante independizado de la maquina
partidaria. Los mejores líderes son aquellos "que llevan la TV
en los huesos".
Precisamente en un país donde se regula la publicidad en forma
estricta como el Brasil, en los años noventa quien llegó a la
presidnecia, Fernando Collor fue promovido gracias a una buena
campaña de publicidad que utilizó el espacio gratuito y el
espacio no regulable, el de los informativos, donde la cadena
O Globo puso la balanza en su favor.
El manejo de los informativos y los problemas periodísticos,
resorte de cada medio impone también diferencias. Si bien se
pueden cumplir con las reglas del pluralismo y hacerlo en
forma inteligente de modo que el tiempo disponible por cada
candidato puede llegar a ser similar, al explotar las
características personales de cada candidato se puede tener
una ventaja fuerte. Y, en ese caso, no hay regulaciones
posibles para controlar el fenómeno. Sin embargo, se puede dar
a publicidad el uso del tiempo en los medios y la calidad de
la información o de la opinión presentada, si es favorable,
negativa o neutral. En México el Instituto Federal Electoral
proporciona esta información a la opínión pública.
5. Código ético, autorregulación y derecho de réplica.
Responsabilidd social del medio.
En general se presupone que cada medio debe tener un código de
ética que va más allá del tema exclusivo de las elecciones y
el relacionamiento con los partidos. Pero, salvo en medios
evolucionados ese código es inexistente. Es los medios
escritos es más común que exista un su código de ética y en
algunos casos se dispone de un "ombusdman de los lectores" o
un consejo independiente que fiscaliza lo que se publica en el
medio. Por lo general, no hay equivalentes para la
radiodifusión o la televisión. En algunos casos las
asociaciones de radiodifusión o televisación pueden cumplir
esa tarea.
El código de ética cuando existe suele indicar que el medio
dará voz a todas las partes interesadas en un tema, que de
acuerdo con las reglas del arte, cuando se trata de puntos que
involucran denuncias debe comprobarse previamente que los
hechos en que se basan los alegatos deben corresponder a la
verdad, lo que supone comprobar fuentes previamente y que esa
actividad no debe llevar a un tipo de propaganda negativa.
En el ámbito político los códigos no son neutrales. Se
defienden valores, tales como los derechos humanos en toda su
extensión, por lo cual no es aceptable dar voz a posiciones
que difundan posiciones tendientes a su violación. Tampoco se
acepta que se atente contra la fórmula política básica. Pero
si los códigos deben estatuir una posicion apartidaria. Dentro
del marco aceptado caben diversas interpretaciones y todas son
admisibles. Lo que sigue en el código es referido a las formas
que son aceptables.
Los medios tratan de promover el debate entre las posiciones.
Si bien el mismo se trata de conducir de modo que el mismo
tenga altura evitando caer en insultos o posiciones muy
contradictorias, el punto puede darse. Por eso se admite el
derecho de réplica del aludido, a los sólo efectos de
clarificar el punto y no para profundizar la controversia en
un sentido negativo.
Las leyes de prensa, por lo general, son resistidas por los
medios y el gremio periodístico, dado que obviamente siempre
suponen alguna cortapisa para la actividad periodística. Sin
embargo, en muchos son necesarias como forma de evitar los
excesos de la prensa que no sigue códigos de ética y cae en el
amarillismo. Al obligar al derecho de respuesta o exponer al
medio a un juicio por difamación o injurias se impide que se
utilice el medio como un arma de lucha política, especialmente
en la fase de la propaganda negativa hacia el adversario.
6. Neutralidad o partidismo en los medios. Debe haber o no una
línea editorial?
En el período de construcción de la formula democrática la
prensa escrita por lo general era de carácter partidario. Casi
todos los grandes medios representaban a una corriente
determinada y no sólo su línea editorial sino la cobertura de
noticias podía llegar a tener ese sesgo. En algunos casos
podía no ser precisamente la voz de un partido sino de una
corriente ideológica. Así en América Latina puede verse que
algunos de los grandes diarios eran de orientación liberal,
pro-laicos, anticlericales y otros apuntando al
conservadurismo católico.
La aparición de diarios cuya orientación fue predominantemente
comercial hizo que este tipo de medio tuviese que adaptarse de
modo que sólo en la página editorial se hace presente en forma
fuerte la posición del periódico. La cobertura de noticias
tiende a ser más equilibrada, aunque el espacio que se otorga,
la titulación y la ubicación en las páginas del periódico, así
como las omisiones, facilmente denotan la preferencias y
posiciones del mismo frente a lo que ocurre en el país.
Los periódicos partidarios o que apuntan fuertemente en su
cobertura informativa hacia una sóla corriente partidaria ya
son casi inexistentes en la región latinaoemricana, y los que
sobreviven son periodicos marginales, no como en el pasado los
líderes de circulación y ventas del país. Si hay periódicos
que apuntan a una corriente ideológica genérica, aunque no
sean voceros partidarios. Así hay periódicos favorables al
neoliberalismo, otros opositores a esa tendencia, por lo
gneral de izquierda, defensores de una idea de justicia
social.
En los regímnes dictatoriales los periódicos sólo pueden ser
oficialistas y cuando se toleran voceros opositores éstos
deben constantemente probar cuales son los límites más allá de
los cuales no se puede avanzar.
La aparición de la radio en los años veinte y su fuerte
expansión en los años treinta del siglo XX coincidió con el
período de expansión de los regímenes totalitarios. Fueron
líderes de esas corrientes los que se dieron cuenta del poder
movilizador de la palabra amplificada por medio de esos
aparatos. Los líderes democráticos también debieron aprender a
usarlos y así Franklin Roosevelt comenzó a dirigirse a los
norteamericanos en sus "conversaciones desde la chimenea" para
contarles que las dificultades se superarían con el New Deal.
La radio tenía una diferencia sustancial con el medio escrito.
Mientras que la propiedad de la mayoría de los últimos era
enteramente privada (los medios oficiales por lo general eran
gazetas gubernamentales, diarios de sesiones parlamentarias o
publicaciones que recogen sentencias judiciales), las radios
al igual que la televisión, como ya indicamos tienen por base
un espectro de ondas del que es titular el Estado.
Esto hizo que siempre los dueños de los medios audiovisuales
tuviesen una posición más cauta frente al poder y los partidos
políticos. El grado de pluralismo existente ha dependido en
consecuencia de la tolerancia gubernamental, de las prácticas
democráticas globales en el país y del número de ondas
disponibles. Si este número era elevado era posible que
sectores de la oposición también tuvieran su voz.
En general, tanto la radio como la televisión no estuvieron
ligados en sus inicios a una posición partidaria, como fue el
caso de la prensa escrita en el siglo XIX y comienzos del XX.
Si hubo sujecciones estas se dieron directamente con el
gobierno o partido dominante, como ocurrió en los regímenes
totalitarios, siendo parte de la máquina de propaganda del
régimen. Algunos regímenes de partidos hegemónico o populista
de tipo dictatorial también usaron las ondas de radio y TV
como parte de su aparato de propaganda limitando notoriamente
la libertad de expresión.
En los países occidentales avanzados, en cambio, por lo
general se optó por el criterio de la neutralidad en lo
referido a la opinión editorial, de modo que salvo excepciones
no había expresión de opinión del medio en favor de
determinada causa. Sin embargo, esto no implicaba total
apartidismo y ni siquiera neutralidad en cuanto a posiciones
globales, por ejemplo la defensa del sistema democrático.
El partidismo podía expresarse bajo la forma de otorgar
espacios diferenciados a cada fuerza, llegando a silenciar
totalmente a algunas opositoras no dándole oportunidad de
cobertura en la información de la radioemisora (cosa que
también hicieron las televisoras). Asimismo, la forma de
presentar a los diversos actores políticos tiende a favorecer
a unos más que a otros. En cuanto a la neutralidad de
posiciones es rara.
En el momento presente la mayoría de las empresas de radio y
televisión defienden la libertad de expresión, como parte de
un interés privado común a todas ellas. Con el paso del tiempo
al afirmarse la concesión dada a dueños de radios y
televisoras el poder adquirido por las mismas se ha vuelto tal
que importa menos que el Estado sea el dueño de las ondas. Es
más, con el proceso de globalización de la circulación de
capitales, tecnología y tendencias culturales, grandes
corporaciones multinacionales se han vuelto dueñas del negocio
de la comunicación social y sus intereses pasan a ser también
globales, no atados a las luchas políticas de un determinado
lugar. El principal de sus intereses está en conseguir o
mantener apoyos políticos en los lugares dominantes.
El fin de la guerra fría y la aparición de un mundo mucho más
homogéneo en lo que refiere a las grandes opciones políticas
ha facilitado una presentación más "neutra" de los medios, al
menos en occidente. Los valores que tienden a defender son los
convencionalmente aceptados: democracia participativa, defensa
de los derechos humanos, exaltación de la educación como la
principal vía de mejora de la situación de los sectores
desposeídos, prédica en favor del medio ambiente, prédica en
favor de la mitigación de los problemas de los desposeídos,
etc.
Adoptar posiciones partidarias no es la regla. Los medios
prefieren mantener un apartidismo y jugar sólo con los tiempos
y espacios para mostrar algunas preferencias. Es más, algunos
presentan posiciones contradictorias dentro de su cobertura de
modo de tener un más amplio espectro de audiencia y de
mantener fuerte influencia en todo el establishment político.
7. Encuestas y difusión de resultados de estudios de opinión
pública.
Los estudios constantes de opinión pública son una de las
formas de llevar a cabo una campaña permanente, sustituyendo
las antiguas formas de deliberación cara a cara del comité
partidario y la asamblea en calles y plazas de tiempos de la
movilizacion de masas. Ahora se consulta en forma atomizada a
la ciudadanía através de muestras que, en gran medida,
expresan opiniones que son un "rebote" a los "priming" que
ofrecen los materiales que pasan los medios de comunicación.
Algunas nuevas inicitivas, tales como presentar cuestionarios
que indican que efectos puede tener cada respuesta que se
proporciona y especialmente el cuidado en su confeccionan,
tienden, junto con técnicas cualitativas a mejorar el grado de
reflexión que proporcionan los estudios de opinión pública.
Las encuestas son un medio para conocer la situación de
partidos y candidatos y para auxiliar el diseño de las
campañas electorales. Pero también se han vuelto en uno de los
instrumentos de campaña al ser otras de las formas mediante
las cuales se hace propaganda política. Quienes están al
frente en una encuesta utilizan el resultado para convencer a
los indecisos que suelen seguir la corriente ganadora, uno de
los efectos de arrastre, (el efecto “vagon de cola” de seguir
las corrientes dominantes). Asimismo, en los casos de
confrontaciones muy parejas, el uso de las encuestas como arma
de propaganda es muy relevante. Así se juega con márgenes de
error, con diferentes tiempos de medición y aún con el uso de
encuestas amañadas.
Los cambios en la vida cotidiana hacen cada vez más dicultosa
la labor de obtener datos. El trabajo de campo basado en la
encuesta casa por casa es arduo y tiene un alto porcentaje de
rechazos, siendo dificil realizar las sustituciones adecuadas
para cumplir con las cuotas establecidas en la muestra. El
teléfono, que también es cada vez más difícil de usar en
países avanzados, no cubre todos los estratos sociales que se
consideran en países menos desarrollados. El correo no es un
medio adecuado y la encuesta en la calle tiene altos problemas
de representatividad.
Como en todos los casos se ha tratado que las encuestas
reflejen ajustadamente cual es el sentimiento de la opinión
pública, por lo cual, en principio, muchas de las empresas
dedicadas a la medición de la opinión pública deben respetar
un código que las obliga a que sus protocolos técnicos sean
públicos y eventualmente se puede acordar que todo el material
de base de una encuesta tabién lo sea, de modo de poder
demostrar la justeza del estudio realizado. La ficha técnica
de las encuestas debe ajustarse a los parámetros admitidos,
indicando que tipo de método se eligió para la muestra, si es
probalística, con varias etapas de selección o conseguida
mediante clusters, por consiguiente si se basa en un universo
conocido o no, que tipo de criterios de sustitución se usaron
al entrevistasr, si es casa por casa, en calles o lugares
predeterminados o telefónica, que tipo de error estadístico
puede tener y los márgenes de confianza que alcanza.
En general no hay disposiciones que permitan tener un
organismo técnico que controle tal actividad. Puede ser una
asociación profesional o un grupo especial, un consejo
conformado por expertos en el área, con posibilidad de acceso
para delegados de los partidos políticos. Para los organismos
electorales y para los partidos una solución alternativa, que
seduce más a aquellos legos en la materia, consiste en la
negación de la difusión de los resultados.
En algunos países se establece una norma que prohibe la
divulgación de resultados de las encuestas a partir de cierta
fecha en el la campaña electoral. Obviamente la misma tiene un
efecto en la masa de votantes que no tiene un acceso obliquo a
los resultados, sea por poder disponer de conexiones que le
permita conocer resultados en forma confidencial o no poder
disponer de acceso a la prensa extranjera o a la TV
internacional que sí sigue divulgando esos resultados.
En general el rechazo a la difusión de encuestas es parte del
síndrome del temor a las nuevas tecnologías. Asi como hay
miembros de organismos electorales que temen a la introducción
de una informatización total de sus sistemas, también temen a
quines manejan encuestas. El tema pasa por una educación de
los regentes del proceso electoral y por entrenar a todos los
partidos políticos en el tema y llegar a acuerdos generales
que permitan fiscalizar adecuadamente los protocolos de
trabajo de las firmas encuestadoras. El resultado debería
estar al alcance de todos hasta el límite establecido para el
fin de la campaña electoral. En cuanto al día de la elección
parece claro que la difusión de encuestas sólo sería posible
cuando se clausura el acto electoral y no antes. Sin embargo,
esto no es sencillo dada la incidencia de la TV internacional
que puede anunciar resultados de antemano. En los países
grandes con más de un huso horario el fin de la elección en
una zona y el conocimiento anticipado del resultado puede
incidir en otros lugares, como ocurrió en EEUU en elecciones
de los años 70 y 80 cuando al saberse los resultados en la
zona este desalentaba a los perdedores a seguir votando en el
oeste.
8. Alcances de la intervención de la autoridad electoral.
Normalmente las organismos electorales son los encargados de
controlar la ejecución de normas de regulación, tales como la
imposición de franjas electorales, así como límites a los
gastos en publicidad por lo general, en américa Latina estos
organismos no tienen una conformación que les permita lidiar
con el tema del manejo de la propaganda política y la
comunicación social. Por lo general la integración de los
organismos, especialmente cuando la mayoría de sus miembros
superiores son juristas no favocere la comprensión del tema.
En algunos casos el tema se resuelve por la creación de
organismos ad hoc, sea en el seno del organismo electoral o de
organismos especializados. Un buen ejemplo se dio en Africa
del Sur donde se creó un Consejo de Medios, de carater
independiente, un cuerpo temporal que debía regular la acción
de los medios durante el período electoral. Ese cuerpo debía
monitorear todos las piezas publicitarias de acuerdo con la
ley y referir a la Comisión Electoral los casos
controversiales. En América Latina los organismos con fuerte
estructura gerencial, como el IFE mexicano, se encuentran en
mejor situación para enfrentar el tema.
9. Conclusiones.
Dos son los caminos apropiados para mantener equidad y
libertad en el área. Por un lado una autorregulación que haga
de cada actor del procesos: dueños o concesionarios de medios,
periodístas, agentes publicitarios, creadores, encuestadores,
analistas y comentadores, asesores y político responsables por
sus dichos y acciones de propaganda, de modo que apunten a una
campaña limpia. Tomemos un ejemplo: si bien es deseable no
recurrir a las campañas negativas es un hecho que son parte
del arsenal de lucha política. En este caso debe admitirse el
derecho de réplica. Dependerá de los grados de cultura
política los grados en que se acepte o no la propaganda
negativa o que se incursione en ámbitos que no tienen
incidencia directa en la vida política, por ejemplo la vida
privada de los candidatos.
Por otro está la posibilidad en consensuar legislativamente
controles o disponer medidas que aseguren la equidad en un
marco de libertad. Entre ellas están las normas que facultan a
los organismos electorales a controlar los tonos de las
campañas permitiéndo imponer sanciones a quienes salgan del
marco aceptado, hasta normas que favorezcan el acceso gratuito
a los medios de comunicación electrónicos.
Todavía no hay estudios claros que indiquen que el acceso
gratuito o la limitación de tiempos posibles de uso de los
mismos, o la prohibición de la publicidad paga tenga una
incidencia sustancial y que cambie el resultado electoral.
Pero sí parece claro que tomar esas medidas ha favorecido la
convivencia entre partidos y medios y lo que es sustancial
contribuye a mejorar la deteriorada imagen de los partidos.
La limitación del costo de la política es una necesidad. Para
ello hay que limitar la entrada de fondos a los partidos así
como los egresos, los gastos. Dentro de ellos el dinero
utilizado en los medios de comunicación es la parte sustancial
de todas las campañas. Por ello es muy recomendable llegar a
regulaciones que limiten este gasto.
Lo más adecuado es implantar franjas electorales gratuitas y
exclusivas, de modo que no haya gasto extra en este campo. Al
mismo tiempo con ello se limita la posibilidad de que se
ejerzan luego influencias indebidas, para pagar los favores
recibidos para poner la propaganda partidaria.
Asimismo importa monitorear el uso de los medios en la
publicidad indrecta.
Anexo: El régimen legal respecto al uso de los medios en las
campañas electorales en América Latina.
A los efectos comparativos incluímos a continuación una
revisión somera de algunas de las situaciones en países de
América Latina.
Brasil.
La publicidad paga en los medios televisivos y radiales está
prohibida. En cambio se provee por parte del estado espacios
gratuitos para las diversas fuerzas políticas. El horario
gratuito durante el período de campaña electoral va de las
19.30 a las 22 horas. Hay dos modelos posibles para el uso.
Una es el uso de la cadena nacional y las cadenas estaduales
hasta un máximo de 20 minutos. La segunda consiste en poner
spots de 30 segundas, hasta un máximo de 10, o cinco de un
minuto en ese mismo horario. El espacio total disponible por
cada partido es proporcional al número de bancas que dispone
en el parlamento. Lo mismo se refiere a los candidatos
presidenciales. En el caso de candidatos a la presidencia que
se presentanpor primera vez sin respaldo de partidos con
bancas en el Congreso estos disponen de un mínimo de un
minuto. Se puede divulgar programas partidarios, eventos,
comentar la tarea que se lleva adelante en el Congreso para
cumplir con el programa partidario. No se autoriza la
propaganda negativa. Cuando se estableció la normativa, para
la elección de 1988 todavía no se había difundido la TV cable
que quedó fuera de la reglamentación y no estaba obligada a
pasar esa publicidad, aunque los órganos electorales han
considerado que no pueden recibir publicidad paga y luego
consideraron que debían seguir la norma general. Ahora se
plantea el problema con la TV satelital a la que no es posible
incluír en el régimen. En cuanto al rating de la TV en tiempos
de electorales, cuando hay un período largo de uso de las
cadenas el mismo baja notoriamente. En los sectores medios y
altos que disponen de videocaseteras,DVDs o TV satelital es
notorio la falta de atención a la publicidad.
También hay que tener en cuenta la calidad de la publicidad
que se difunde. En el caso de candidaturas independientes o de
grupos de escasos recursos la apelación suele ser poco
atractiva, contrastando con el fuerte nivel que tiene la TV
brasileña en el aspecto publictario, especialmente en los
aspectos técnicos. Los grandes partidos y candidaturas
recurren a agencias de publicidad para poder producir piezas
de mejor calidad dentro del espacio asignado.
No hay normas referidas a encuestas y su manejo.
Chile.
Desde 1965 hay leyes que disponen el uso gratuito de la
televisión, norma mantenida en 1988. Los tiempos son otorgados
en forma proporcional al número de electores registrado en la
elección anterior, dándose el mismo tiempo que la fuerza
política de menor nivel a quienes participan por primera vez
en una elección, sea con el respaldo de un partido o como
independientes. En total se dispone de 40 minutos semanales
para todos los partidos cuando la elección es general,
destinándose 20 a las candidaturas presidenciales y 20 a las
que aspiran al Congreso. Cuando son sólo de un carácter se
baja a 20 minutos. Los programas partidarios son de 5 a 15
minutos de duración. La distribución del tiempo es
responsabilidad del Consejo Nacional de Televisión (un
organismo nombrado por el Senado a propuesta del Presidente)
que tiene una integración partidaria pluralista. No hay
posibilidad de poner publicidad paga partidaria en TV, pero si
en radio.
Colombia. El Consejo Nacional Electoral junto al Consejo
Nacional de Televisión (un organismo estatal de carácter no
gubernamental) dispone de espacios en la televisión y radios
públicas (hasta mediados de los 90s la única televisión
abierta disponible era la estatal) para los partidos
políticos. El 60% del tiempo se destina de acuerdo a la fuerza
que dispone cada organización en el parlamento. La ley no
indica como usar el 40% restante, pero la práctica reciente
muestra que se distribuye igualitariamente entre todos los que
participan del comicio. En total ese tiempo se utiliza tres
meses antes de la elección.Se puede, además realizar
publicidad paga en todos los medios.
Guatemala.
El Tribunal Supremo Electoral adjudica 30 minutos semanales a
cada partido o coalicción de partidos en la TV y radio del
país, sin perjuicio de la compra privada de espacios.
México.
La Dirección de Prerrogativas y Partidos Políticos y la
Comisión de Radiodifusión del Instituto Federal Electoral
[IFE] son las instituciones encargadas de organizar los
programas de radio y TV de los partidos políticos. La Comisión
de Radiodifusión citada está presidida por el Director
Ejecutivo de Prerrogativas y cada partido político puede
acreditar un representante con facultades decisión acerca de
los contenidos del programa a difundir. Los partidos deben
presentar los guiones técnicos para su aprobación.Se puede
difundir principios ideológicos, programas de acción y
plataformas electorales. Se ha asegurado el acceso de los
partidos a la radio y la TV. Cada partido dispone de 15
minutos mensualmente y dos veces al mes pueden participar en
una trasmisión conjunta que organiza la Dirección Ejecutiva de
Prerrogativas y partidos… También es posible difundir
programas regionales, por la mitad del tiempo adjudicado a
cada partido, adicionandose al total disponible a nivel
nacional. El IFE debe asegurar que los concesionarios de los
servicios de televisión coloquen los programas en horarios de
mayor audicencia. En el proceso electoral para elegir
presidente el tiempo total de trasmisión para todos los
partidos alcanza a 250 horas en radio y 200 en televisión.
Para la elección de parlamentarios el tiempo disponible es la
mitad del anteriormente señalado. Además, duante los períodos
de campaña electoral el IFE adquiere hasta 10.000 cuñas de
radio de 30 segundos y 400 spots de TV de 20 segundos
munsuales, para distribuir entre todos los partidos. El 70% se
distribuye de acuerdo a su fuerza parlamentaria y el resto
igualitariamente entre todas las fuerzas. En el caso de
partidos sin representación pueden tener hasta un 4% del
tiempo total disponible. Además los partidos pueden contratar
espacios en forma privada con los medios de comunicación.
El Comité de Radiodifusión del IFE monitorea a través de
muestras el cumplimiento de las normas. También el IFE debe
velar para que no haya campañas negativas y que los candidatos
respondan a sus partidos, estando prohibido que hagan
propaganda en favor de otros. (evitar la figura del candidato
o partido "de alquiler")
Nicaragua.
Las normas indican que los partidos pueden disponer de 30
minutos diarios en la TV estatal y de 45 minutos diarios en
cada una de las tres radioemisioras estatales. La distribución
es igualitaria.
Paraguay.
Este país ofrece un sistema de control por la negativa,
estableciéndo límites. No hay espacios gratuitos, sino que se
establecen límites, para evitar que una organización
partidaria tenga una presencia masiva en la publicidad y la
propaganda. Se establece que el tiempo para llevar adelante
campañas será de 60 días para las elecciones nacionales y 30
para las internas de cada partido o alianza. Los límites que
se establecen son de no más de cinco minutos de publicidad en
cada radio o televisora por partido, en cada día y no más de
1/2 página de períodico o centímetros equivalentes de columna
en la prensa escrita.
Perú.
La radio y la televisión estatal otorgan espacios diarios de
30 minutos, entre las 19 y 21 horas, para el total de los
partidos, durante el mes previo a las elecciones.
Uruguay
Desde 1998 está regulada la existencia deuna franje electoral
en los medios de difusión de propiedad estatal.
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