|
Los árboles sin raíces, mueren
Oscar A. Bottinelli

[Aviso
a los navegantes: este artículo no es un análisis, sino un
alegato. El autor se siente profundamente comprometido con
el objeto de estudio]
Por las venas del 44% de los uruguayos corre sangre
italiana: en un todo, en un cuarto, en un medio o en los
tres cuartos. El 22% de los ciudadanos de esta tierra lleva
como primer apellido un apellido itálico; para otro 22% el
segundo apellido es italiano, o quizás el tercero o el
cuarto.
Hay una clara influencia italiana en la conducción del
país, ya que tienen origen italiano: 10 de los 13 ministros,
10 de los 13 subsecretarios de Estado, 15 de los 30
senadores, 45 de los 99 diputados. Muchos uruguayos de
relieve cuentan con ciudadanía italiana, entre ellos 4
ministros, 2 subsecretarios de Estado, 3 decanos de
facultades de la Universidad de la República, los directores
de 2 de los 3 diarios de mayor circulación nacional, el
rector de una universidad privada, 1 arzobispo y 2 obispos,
una decena de diplomáticos de alto rango, varios antiguos
ministros de la Suprema Corte de Justicia, empresarios de
primer nivel, escritores de la talla de Mario Benedetti o
Carlos Maggi. De fuerte origen italiano son hombres tan
disímiles que han investido la jefatura de Estado como
Berreta, Nardone, Gianattasio, Sanguinetti o Santoro; o que
han presidido partidos como Seregni, Volonte o Chiarino; o
dirigido el movimiento sindical como D’Elia.
La impronta italiana está a la vista particularmente en
Montevideo. Son de arquitectos o constructores italianos o
de origen italiano, obras de envergadura como: Palacio
Legislativo, Casa de Gobierno (Edificio Independencia),
Suprema Corte de Justicia, Banco República, Ministerio de
Salud Pública, Correo, Catedral de Montevideo, Curia
Eclesiástica, Iglesia de Paysandú, Hospital Maciel, Hospital
Italiano, Club Uruguay, Palacio Salvo, Hotel del Prado,
Rotonda del Cementerio Central. Pero quizás más importante
que estos edificios emblemáticos es la impronta dejada por
la arquitectura y la construcción italianas en las viviendas
de gente común del Montevideo construido entre fines del
siglo XIX y el primer tercio del XX, barrios enteros como
Cordón, Parque Rodó, Barrio Sur, Aguada, Paso Molino, La
Teja.
Figuras italianas o de origen italiano se han destacado
en este país en diversos géneros de la cultura y la ciencia:
música, lírica, teatro, pintura, escultura, literatura,
filosofía, historia, derecho, economía, sociología, ciencia
política, medicina, ingeniería, química (además de
arquitectura). Y gente italiana o de origen itálico, de los
más diversos niveles, ha resaltado en la industria, el
comercio, la granja, la agricultura, la lechería. Describir
la influencia italiana en este país es describir al Uruguay
mismo, al país moderno construido en el último siglo y un
tercio.
Es obligación de toda sociedad regar y conservar sus
raíces, porque son las que alimentan a ese ser y determinan
que sea como es. Estas raíces están afectadas por la
intención de eliminar el italiano de la enseñanza media,
decisión que debería procesarse al menos mediante un gran
debate nacional. No es un tema de fuentes de trabajo para
los profesores de italiano, es un tema de cultura. Y de
cultura para los menos pudientes, para los que van a la
enseñanza pública y no la pueden complementar con cursos
privados, porque para los otros el aprendizaje del italiano
está a la mano.
El argumento más sonado es: ¿para qué
sirve el italiano, cuál es utilidad? Pregunta que lleva de
la mano a otra: ¿y para qué sirve la poesía? Y más aún,
entonces ¿cuál es la utilidad de la novela, la filosofía, la
música, la historia, las artes plásticas? Porque plantear en
términos de utilidad es discutir qué es la utilidad, es
plantear una discusión sobre cuál es el objeto de la
enseñanza y cuál es el papel que cabe en una sociedad a la
cultura, y en particular a la cultura humanística.
Pero en términos de utilidad cabe
mencionar para un país de derecho románico que los grandes
tratados se siguen escribiendo en italiano, como en italiano
se escriben las obras que corresponden a una de las grandes
orientaciones de la ciencia política.
Discutir la presencia del italiano en
la enseñanza media es algo más que discutir una lengua, es
discutir una cultura. Y esa cultura es parte insoslayable de
la uruguayidad. Es una de las grandes raíces de esta cultura
nacional. Si esa raíz se corta, como a toda planta que se le
cortan las raíces, el árbol muere.
|