|
El
camino de Jospin
Oscar A. Bottinelli
Aparentemente
Tabaré Vázquez giró el volante y ubicó el ómnibus del
Encuentro Progresista-Frente Amplio en uno de los carriles del
centro, el que está justo a la izquierda. Y lo hace
sorpresivamente, en momentos en que encuentra a sus
adversarios demasiado preocupados en un duro pleito a tres
bandas y en que desde la cúspide del gobierno son más los
signos de confusión que de horizonte claro. Si bien todavía
no logró parar bien al equipo en la cancha en relación al
presente, al actual gobierno, lanzó primero la campaña hacia
el 2004. No el primero por haber dado la señal más temprana
de candidatura (en definitiva la presidenciabilidad de
Lacalle, Sanguinetti y Vázquez está instalada en el
imaginario colectivo desde la misma noche del 28 de
noviembre), sino porque ocupó antes que nadie un carril claro
hacia la primera elección del tercer milenio. Y con un gran
sentido del espacio: del medio hacia la izquierda todo el
ancho de la carretera es suyo; los otros deberán disputar
entre sí cómo utilizan los carriles que van desde ese centro
a la derecha.
Por
qué se dice que aparentemente giró el volante. Porque todavía
falta que el Encuentro Progresista y el Frente Amplio, o sus
bloques principales, definan la propuesta programática, en
particular la visión sobre el país, el Estado, el mercado,
la sociedad, la región y el mundo. Y también el programa
aterrizado: el qué hacer, cómo y cuando en un periodo de
cinco años. Y falta que esas definiciones sean asumidas
plenamente por el propio Vázquez, sin oscilaciones ni
contradicciones, por sus asesores, por los líderes y
dirigentes de las seis fracciones principales y por estas
fracciones institucionalmente. En otras palabras, que sea una
propuesta profundamente asumida. Porque en los últimos años
uno de los grandes vicios de la izquierda fue la excesiva
proliferación de documentos y propuestas, con elementos
contradictorios entre sí, y algunos con mucha liviandad en su
concepción. El ejemplo a no repetir es precisamente el
episodio del Impuesto a la Renta, bien aprovechado por sus
adversarios.
Bien
¿De dónde viene Vázquez? ¿A dónde va? En general se puede
decir que viene del pensamiento marxista y de una visión
indoamericanista. Del pensamiento marxista en el entendido que
sin duda alguna hasta hace una década toda la izquierda
uruguaya estaba penetrada por el pensamiento marxista. Aún
los grupos que se consideraban no marxistas y que hasta
pretendían oponer lucha ideológica al marxismo, presentaban
una forma de ver la sociedad, el Estado y la economía con una
fuerte dosis de marxismo. E indoamericanista, y esto es más
una particularidad de Vázquez que de toda la izquierda en su
conjunto, en cuanto a no sólo la clásica oposición a la
hegemonía norteamericana, sino con una buena dosis de
antieuropeismo. ¿A dónde va? Para ir a donde va no necesita
ni una renuncia total y explícita a ingredientes marxistas ni
un abandono puro y simple del indoamericanismo. Pero va camino
al pragmatismo, a sintonizar con las izquierdas que gobiernan
países, fundamentalmente europeos, a sintonizar con la
Internacional Socialista. En el espectro que compone la
Internacional Socialista su propio pensamiento y la
posibilidad de captar tras suyo al conjunto del EP-FA lo
situaría en la frecuencia de onda de Leonel Jospin, el primer
ministro francés, cuyas propuestas, cuyo estilo y cuyas
alianzas políticas son más aceptables por la izquierda
uruguaya, que, por ejemplo, las de Tony Blair o Gerard Schröder
(o para usar un referente anterior, de Felipe González).
Decir que va por el camino de Jospin es una forma gráfica de
ubicar ese giro, porque ni Uruguay es Francia, ni está en la
Unión Europea, ni las propuestas posibles para este país son
las que el gobernante francés postula o aplica. De darse
completamente este giro, la sintonía del Encuentro
Progresista y del Frente Amplio con la Internacional
Socialista adquirirían un nivel más fuerte y menos formal
que el ocurrido cuando las pasadas elecciones.
En
su discurso del 1° de setiembre, que puede constituirse en un
hito en la historia de la izquierda uruguaya, hace un llamado
a una unidad de las fuerzas progresistas, lo que quiere decir
un llamado que a
esta altura parece muy explícito: o al Nuevo Espacio o al
menos a Rafael Michelini. Apunta a un bibloquismo, a un
enfrentamiento entre lo que el llama un modelo progresista
versus un modelo conservador fundamentalista. Si efectivamente
se ubica en ese centro-izquierda, deja la incógnita qué
tendrá enfrente, lo cual va a depender de factores ajenos a
él y al EP-FA. Siguiendo los ejemplos europeos, si Uruguay va
camino a un esquema binario entre una propuesta Jospin y una
propuesta Aznar; o si va camino a un juego triangular entre un
camino Jospin, un camino Blair y un camino Aznar.
Para
trazar este camino, o más exactamente para formular este
desafío para el debate de la izquierda, Tabaré Vázquez
partió de varios asertos:
Uno.
La necesidad de "comprender ese inexorable cambio
civilizatorio e integrarse al mismo aportando nuestros
valores, nuestros principios y nuestra experiencia"
Dos.
La aceptación de vivir en un mundo interdependiente y la
apuesta a "un proyecto de integración regional económica,
pero también social y política"
Tres.
La necesidad de "un nuevo pacto social por el crecimiento
económico, el progreso humano y el desarrollo
sustentable"
Cuatro.
"Somos conscientes de que la relación entre el Estado y
el mercado, entre lo público y lo privado, es menos esquemática
y mucho más compleja de lo que a veces ha reflejado el
pensamiento económico de la izquierda". Complementado
con que "el libre funcionamiento del mercado no asegura
que éste opere adecuadamente (...); hemos de impulsar un
proceso de reforma reguladora del mercado que evite sus
frecuentes descompensaciones y efectos desigualatorios"
Cinco.
La necesidad de "repensar el Estado", "sabiendo
que la reforma del Estado trasciende ampliamente la reducción
de su tamaño y que debe orientarse a desarrollar un nuevo
modelo de relacionamiento entre el sector público y la
sociedad civil"
Seis.
El rechazo a que "el desarrollo científico y la
globalización (sean) culpables de la pobreza y la marginación",
porque "lo que genera pobreza y marginación es el modelo
de globalización"
Siete.
Un compromiso con "la profundización y la extensión de
la democracia" y con la libertad: "la libertad es el
hecho más fascinante de la vida humana".
|