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Uruguay
es el país de toda América que más veces ha practicado la democracia
directa a nivel nacional. En las últimas nueve décadas se practicó
algo más de cuarenta veces: de 20 a 25 plebiscitos o referendos (la
cantidad exacta depende del criterio empleado para el conteo), 14
iniciativas ciudadanas y siete actos de adhesión a referendos. Antes
que el tema se politizara, la cátedra tuvo una postura clara en
determinar la existencia de cuatro tipos de actos de democracia
directa a escala nacional: el plebiscito de carácter aprobatorio
restringido a la materia constitucional, el referendo de carácter
abrogatorio contra las leyes, la iniciativa en materia
constitucional que conduce directamente al plebiscito de aprobación
y la iniciativa en materia legislativa. Sobre esto último, los
trabajos iniciales concuerdan en que queda limitada a la primera
etapa del proceso de elaboración de la ley, es decir, la mera
iniciativa. Luego han surgido opiniones académicas que extienden las
consecuencias de la iniciativa, la asimilan al proceso
constitucional, y sostienen que deriva en un referendo aprobatorio;
estas tesis han resultado muy polémicas, particularmente porque
aparecen cuando les son funcionales a los grupos políticos con los
cuales tienen afinidad los mismos catedráticos. En lo que hasta
ahora ha habido unanimidad es en que no existe en el derecho
uruguayo el referendo consultivo.
Desde hace algún tiempo el Encuentro Progresista-Frente Amplio ha
deslizado la idea de apelar a la iniciativa ciudadana y, a partir de
ella, intentar llegar a un referendo aprobatorio. Hasta ahora el
EP-FA no ha llegado a formalizar la teoría de la existencia del
referendo aprobatorio, pero ha dado señales que indican la
predisposición a intentar generar la polémica por la vía de crear
hechos. Todos los dirigentes colorados y blancos que se han
pronunciado han sido contestes en la teoría contraria: la iniciativa
ciudadana es simplemente una iniciativa, luego sobreviene como marca
la sección VII la discusión y sanción a nivel del Poder Legislativo
y la promulgación a nivel del Poder Ejecutivo.
Las últimas dos semanas han arrojado novedades. Desde tiendas
coloradas, desde el Foro Batllista aunque a título individual, ha
surgido la idea de convocar a un referendo consultivo (a propósito
del aborto). Y desde la izquierda ha salido la respuesta categórica:
no hay referendo consultivo ni aprobatorio de leyes, la Constitución
solo permite el referendo abrogatorio contra las leyes. Desde el
Foro surge la consigna de “que el pueblo decida”, esté o no previsto
el camino en la Constitución; desde la izquierda se contesta con la
lectura más estricta de la Carta Magna. Hay una especia de enroque,
que por lo menos sirve para confundir a los analistas y hacer que
las cosas sean menos previsibles y más interesantes.
Por otro lado, tras el triunfo por walk-over en el tema Antel-Ancel,
la izquierda salió a redoblar esfuerzos para llevar a referendo la
ley sobre Ancap. Como viene ocurriendo desde hace bastante, la idea
partió del ámbito sindical y fue impuesto al ámbito político, y
significó además que los sectores frenteamplistas opuestos a la ley
acorralaron por segunda vez a aquéllos que colaboraron en la
redacción de la norma.
Ocurre que a un mes de expirar el plazo constitucional surgen serias
dudas sobre la capacidad movilizatoria para recoger las 200 mil y
pico de firmas faltantes. Pero en una demostración de que la
izquierda carece de conducción unificada (tomada en su conjunto, no
exclusivamente como organización política), a mitad de la escala de
la difícil montaña aparecen campañas de búsqueda de firmas en
relación al agua potable y el saneamiento, y además sobre otros
temas relacionados con otras empresas estatales. Lo claro es el
mecanismo: el sindicato relacionado con el tema toma la iniciativa,
el movimiento sindical en su conjunto la recoge ineluctablemente y
el Encuentro Progresista-Frente Amplio de inmediato adhiere. Así se
genera una lógica que agota y dispersa esfuerzos, y que parece no
corresponder a un plan estratégico.
Aborto, petróleo, agua, plan de reactivación y demás. Para derogar,
aprobar y consultar. Como quien dice, buena capacidad la de los
uruguayos para confundir a tirios y troyanos.
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