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La
sociedad uruguaya se considera a sí misma muy igualitaria, o
considera que el igualitarismo es un valor determinante y
diferenciante de esta sociedad. Respecto al igualitarismo y sus
efectos surgen tres grandes posturas. Una primera que entiende que
el ideal igualitarista está muy lejos de plasmarse en la realidad,
que el nivel de desigualdad de la sociedad indica que la igualdad es
un ideal a lograrse. Una segunda postura considera que igualitarismo
no implica lograr la igualdad absoluta entre los uruguayos, que no
es posible ni del todo deseable, sino que debe tenderse a la mayor
igualdad posible, y que ello se ha logrado. Y una tercera tesitura
estima que el valor igualitarista es un freno al desarrollo de la
sociedad, que inhibe los emprendimientos individuales y que va
contra la calidad y la excelencia. La opción por cada una de las
tres posturas es esencialmente ideológica, tiene que ver con el tipo
de sociedad a la que cada cual aspira y al conjunto de valores que
considera son deseables en esa sociedad.
Pero para optar se requiere tener algo más claros los efectos de
cada alternativa. Los efectos son producto de lo que cada uno elige
como prioritario. En épocas de crisis las elecciones son normalmente
excluyentes; si se elige lo uno, no hay recursos para lo dos. Pero
en épocas de abundancia también hay limitantes, en definitiva la
política y la economía son las artes de distribuir lo limitado, lo
finito. Claro que son más dramáticas las alternativas en tiempos de
escasez (optar por lo uno implica excluir lo segundo) que en tiempos
de abundancia (la alternativa es cuánto de cada cosa, pero hay algo
para cada una). Eso significa que hay que optar, y apostar
fuertemente a la igualdad o apostar fuertemente a la calidad tiende
a ser términos antitéticos. Por eso cuando se apuesta a la calidad
hay que saber que va a afectarse la igualdad; y cuando se apuesta a
la igualdad hay que tener presente que va a quedar afectada la
calidad. De muy sabios puede resultar encontrar la proporción justa
de cada ingrediente. Lo importante es que es materia de opciones,
que hay que elegir.
Y aquí radica uno de los problemas sustanciales de la sociedad
uruguaya: la reticencia a elegir, el querer las dos cosas a la vez.
Dos ejemplos sirven para aclarar conceptos. En conversaciones con
estudiantes y profesionales jóvenes surge la insatisfacción por las
dificultades de inserción laboral y de remuneraciones en Uruguay; y
muchas veces se contrasta con Chile: la facilidad de inserción, las
altas remuneraciones y el prestigio social de los egresados y
docentes universitarios, algo parecido a lo que ocurriera en este
país hasta hace medio siglo para atrás. Resulta que Uruguay apuesta
a la enseñanza universitaria gratuita y abierta, sin pagos y sin
cupos de ingreso; Chile se encuentra en las antípodas y la oferta de
egresados universitarios es proporcionalmente muy reducida en
comparación a la uruguaya. Los efectos distintos son el producto de
apuestas a modelos universitarios y profesionales distintos.
El segundo ejemplo tiene que ver con el tema remuneraciones. Tiempo
atrás se propuso, entre distintos estímulos a los maestros,
otorgarle el beneficio de la cuota mutual. La respuesta, encabezada
por la propia gremial de maestros de Montevideo, fue: contra la
discriminación en la enseñanza. El concepto básico era que no podía
otorgarse un beneficio a los maestros, si no va acompañado de igual
beneficio a los funcionarios administrativos y de servicio.
Algo parecido ocurrió en el 2000 a nivel universitario: la
Universidad de la República obtuvo una partida adicional de nueve
millones de dólares (producto de una jugada política del Partido
Nacional con la izquierda) para incentivar la docencia y la
investigación. La Universidad, en uso de su autonomía y para
molestia del nacionalismo, distribuyó la partida adicional entre
docentes y funcionarios no docentes. En ambos casos se apostó a la
igualdad a costa del incentivo a la formación personal, a la
superación.
Cualquiera de las alternativas es legítima, porque en definitiva
responde a valores y a ideologías. Lo importante es que cuando se
hace la opción, se la haga con perfecta conciencia de qué se elige y
a costa de qué.
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