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El
sistema político uruguayo ha sido caracterizado como un sistema
partidocéntrico, en que los partidos políticos cumplen un rol
central en todo el accionar político, en la formación, conducción y
articulación de la sociedad. Un sistema en el cual la fortaleza de
los partidos no es producto de ninguna construcción artificial, sino
del hecho que fueron los partidos los que construyeron y moldearon
la nacionalidad. El sentimiento de pertenencia partidaria es
anterior al sentimiento de pertenencia nacional. Como habitantes de
un territorio de fronteras difusas y dominio disputado, los
orientales construyeron tardíamente un sentimiento de patria, aunque
en el ciclo artiguista se evidencia con claridad la existencia de
una fuerte identidad, la de orientales, la de ser algo diferenciado
del resto de los habitantes del Virreinato del Río de la Plata; pero
eso no quiere decir sentimiento de nacionalidad. Luego aparece la
difusión y confusión entre el concepto de oriental (ligado a las
raíces hispánicas y rioplatenses) y el concepto de cisplatino
(ligado a las raíces lusitanas y al Brasil). Es dominante entre los
historiadores la tesis que el concepto de nacionalidad o de patria
se conforma en la segunda mitad del siglo XIX, contemporáneo con el
surgimiento de la leyenda de Artigas. Pero antes ya existía la
pertenencia a lo blanco o a lo colorado, pertenencias reforzadas por
la sangre, en su doble sentido: los lazos de padres a hijos que
perpetúan la tradición, y la sangre derramada que separa a unos de
otros. La identidad partidaria es anterior a la identidad nacional.
Con la modernidad, esos partidos pasan a ser los grandes
integradores de las olas migratorias y los articuladores entre el
hombre de a pie y el cada vez más omnipresente Estado. Como producto
del partidocentrismo o como refuerzo del mismo, los actores sociales
se conformaron en torno a los partidos o por parte de los partidos
políticos. El sindicalismo es el caso más típico, sobre todo a
partir de la pérdida de influencia del anarquismo, única fuerza que
podía darle un papel alternativo al de los partidos.
En los últimos tiempos, quizás en la última década, quizás un poco
más atrás, de la mano de la posmodernidad, comienzan a aparecer
distintos tipos de actores no políticos, o para ser más preciso, de
actores políticos no partidarios y cambia el papel de otros actores
parapolíticos, como los sindicatos. Hasta despuntar los años
noventa, los sindicatos operaban como actores especializados de los
partidos políticos de izquierda, en una arquitectura bien
configurada: una clara mayoría que operaba en torno al Partido
Comunista y quienes compartían su visión sindical, y una minoría
esencialmente integrada por los sectores a los que hoy se denomina
radicales y que a sí mismo se denominan combativos. Toda disidencia
en la izquierda entre el plano partidario y el plano sindical tenía
como única explicación el que actores políticos intentaban crear
hechos a través del movimiento sindical o pretendían usar el campo
sindical para dirimir las contiendas en un terreno más favorable a
sus intereses. En la última década esto cambió parcialmente. El
cambio fue más al interior de cada sector de izquierda. Ya no es el
Partido Comunista ni otros partidos o movimientos quienes toman la
decisión estratégica y la aplican en los sindicatos a través de sus
cuadros sindicales. Son los comunistas, socialistas, emepepistas,
vertientistas o poscomunistas que en el plano sindical impulsan sus
propuestas y desde el campo sindical la trasladan al campo político;
a veces los militantes de un mismo partido impulsan una estrategia
en un sindicato y otra diferente en otra, al compás de los intereses
corporativos de los distintos gremios. Así apareció un nuevo
fenómeno: el movimiento sindical como el impulsor de acciones
políticas, e incluso político-electorales, que arrastra luego a la
dirigencia partidaria de la izquierda. Los referendos exitosos de
1992 y 2003 partieron de los sindicatos de ANTEL y ANCAP, y los
intentos fallidos de referendo sobre el Marco Regulatorio del
Sistema Eléctrico Nacional, sobre la prescripción y caducidad de los
plazos laborales y sobre un conjunto de disposiciones de la Ley de
Urgencia N° 2, todos ellos también partieron de los sindicatos y
envolvieron a los grupos políticos de izquierda. Este es un primer
tipo de acto político no partidario, cuya aparición podía
considerarse previsible. En definitiva, los sindicatos en Uruguay
siempre fueron actores políticos.
Pero la lista de actores políticos no partidarios no se agota aquí.
Y cabe señalar cuatro nuevos actores, son los nuevos comensales en
la mesa política:
Uno. “La sociedad civil”. Este es un término confuso y polémico, que
se usa en un sentido relacionado con las organizaciones que agrupan
sectores de la sociedad sin que sean partidos políticos, y a veces
tampoco sindicatos. Lo más característico son las llamadas
Organizaciones No Gubernamentales (ONG), que es tema para un
análisis en sí mismo.
Dos. Los actores del sistema judicial, tanto magistrados como
fiscales, principalmente de los fueros penal, laboral y de familia.
Son dos las vías de la acción política de este tipo de actores. Una
es la directamente política: el uso de las potestades judiciales
como medio para la creación de hechos políticos, con el consiguiente
impacto sobre el gobierno y los partidos políticos. Esto último ha
sido particularmente fuerte en el área penal, en tres grandes temas:
las denuncias de corrupción, las querellas o acciones por difamación
o desacato, y lo relacionado con la violación de los derechos
humanos en el período militar. La otra vía es la creación de derecho
ya mediante formas peculiares de interpretación de la ley, ya
mediante invocar la existencia de lagunas del derecho y pasar a la
integración del derecho. Hay muchas figuras jurídicas que han nacido
de la interpretación o de la integración y que no han tenido la
correspondiente sanción legislativa; o a la inversa,
interpretaciones que han anulado la aplicación de leyes.
Tres. Los actores empresariales, las organizaciones de grandes
empresarios, que como ha ocurrido en el reciente referendum y en la
valoración de su resultado, han tomado abierto partido político.
Cuatro. Entidades financieras, consultoras y calificadoras que
entran de lleno en la cancha electoral, generalmente por oposición a
alguien que como apoyo a alguno. Sucedió con fuerza en Brasil contra
Lula y comienzan a despuntar algunas declaraciones contra Vázquez.
En ambos países están apareciendo los mismos actores financieros
internacionales, diciendo más o menos las mismas cosas.
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