La
izquierda clásica uruguaya nace en el último tercio del
siglo XIX, a partir de las dos grandes vertientes del
movimiento obrero internacional: el marxismo y el
anarco-sindicalismo, dos ideologías que en sus orígenes de
forma clara e inequívoca proclamaron la adhesión al
internacionalismo y llevaron adelante una prédica contraria
a los nacionalismos (y consecuentemente a la exaltación de
las simbologías nacionales). No solo son ideas
internacionalistas sino provienen de Europa las ideas y
buena parte de los impulsores, inmigrantes europeos muchos
de ellos refugiados por sus actividades anarquistas,
marxistas u obreristas.
De alguna manera ese origen tiñó por largo tiempo a la
izquierda clásica uruguaya, en lo que puede definirse como
de escasa adhesión a la simbología nacional. La vuelta de
tuerca se da con el despuntar de los años sesenta del siglo
XX, o quizás fines de los cincuenta, y se refuerza con la
fundación del Frente Amplio. Al respecto cabe resaltar cinco
hitos:
Uno. Un sector de la intelectualidad de izquierda
reformula el naciente revisionismo histórico (nacionalista)
y une la interpretación marxista de la historia con una
relectura de la historia nacional (y de la argentina). En
esta senda se destacan los nombres de dos socialistas: el
pensador y político Vivian Trías y el historiador Carlos
Machado.
Dos. Al conformarse el Frente Izquierda de Liberación
(cuyo elemento central lo fue el Partido Comunista) surge la
relectura de Artigas, aparece el visionario del Reglamento
de Tierras de 1815, el de “los más infelices serán los más
privilegiados”. Esta parte de la izquierda encuentra una
referencia histórica nacional que le faltaba.
Tres. El Movimiento de Liberación Nacional “Tupamaros”
enarbola la bandera de Artigas, a la que sobrepone la
estrella y la letra “T”. Y tanto en sus proclamas como en el
discurso de los intelectuales afines surge una permanente
referencia a Artigas
Cuatro. Un movimiento guerrillero de origen anarquista,
la Organización Popular Revolucionaria “33”, utiliza en su
nombre la simbología de los Treinta y Tres Orientales, y
enarbola la bandera tricolor bajo la cual se produjo el
desembarco de la Agraciada.
Quinto. Al fundarse el Frente Amplio, a impulsos del
Gral. Liber Seregni, la nueva formación política toma como
bandera la que Otorgués izó en Montevideo el 26 de marzo de
1816, que no fue otra cosa que un diseño equivocado de la
bandera de Artigas. Así, la bandera del Frente Amplio pasó a
ser la copia de la que el delegado de Artigas enarboló al
tomar la capital. A lo que cabe sumar que una de las cuatro
principales corrientes del Frente Amplio se denomina
Vertiente Artiguista-
Esa izquierda internacionalista, por distintas vías y
diferentes aportes, construye un entronque con las más
profundas raíces de la orientalidad. Encuentra así una
fuente de referencia que le faltaba, y que sale a competir
con la extensa simbología y las múltiples fuentes de
referencia de lo blanco y de lo colorado. El blanco y azul
del Partido Nacional, el colorado del Partido Colorado,
encontrarán su réplica en el rojo, azul y blanco del Frente
Amplio. Desde la fundación de la nueva fuerza de izquierda
hasta el golpe de Estado, y luego desde la transición a la
democracia y por unos cuantos años siguientes, Liber Seregni
habló a sus seguidores en actos públicos realizados en
fechas patrias, fuesen feriados o no. Basta repasar las
recopilaciones de discursos para encontrar los pronunciados
los 26 de marzo, 19 de abril, 18 de mayo, 19 de junio, 18 de
julio, 25 de agosto y demás.
Un buen día algo empezó a cambiar. Silenciosamente. Sin
discusión ni fundamentación teórica. Sin norma jurídica
alguna. A poco de asumir Tabaré Vázquez la Intendencia
Municipal de Montevideo, desapareció del uso público el
escudo municipal de la capital, que como muestra de
sobrevivencia aparece en las matrículas de los vehículos
municipales y en algún otro elemento perdido. Fue sustituido
por un logotipo del mejor diseño publicitario con la leyenda
“Montevideo Tu Casa” (y ahora “Montevideo De Todos)”, que
aparece desde las matrículas de los vehículos particulares a
toda la cartelería, documentación y simbología de la ciudad.
¿Quién se acuerda de la leyenda del escudo de Montevideo?
¿Alguien recuerda que dice “Con libertad ni ofendo ni temo”,
frase pronunciada por Artigas?
Mucho más tarde, al llegar Vázquez a la Presidencia
desapareció el escudo nacional. Fue sustituido por un sol,
casi casi el del escudo nacional: le faltan dos rayos “que
parezcan llamas de fuego” y la punta de lanza de dos rayos
rectos. Como es obvio, si está solo el sol (en parte), no
están el Cerro de Montevideo, la balanza, el caballo, el
buey, la rama de laurel, la rama de olivo ni el lazo azul
celeste que une ambas ramas. Como los símbolos simbolizan
algo, lo que los diseñadores de marketing no vieron es que
hicieron desaparecer la simbología de la igualdad y la
justicia, la fuerza, la libertad, la abundancia, la paz y la
gloria. Está ese sol y no el escudo nacional en la página
oficial de la Presidencia, en la del Ministerio del Interior
(al cual la ley encomienda vigilar por el cumplimiento del
uso de los símbolos oficiales) y en la mayoría de los
ministerios.
A contrapelo de lo anterior, el presidente invoca
reiteradamente la figura de Artigas y apela a muchas de sus
célebres oraciones. Más aún, muchos sectores frenteamplistas
mantienen las mismas invocaciones históricas que en los
tiempos de Seregni o de la izquierda sesentista.
Hay algo claro es que el presidente hoy, el intendente
ayer, con el cambio de la simbología oficial pretende
demostrar que hay algo nuevo, es decir, darle un carácter
fundacional. El problema es si ello significa desechar u
oponerse a toda la historia anterior o no, que son dos
lecturas diferentes. O significa oponerse a la historia del
Estado institucional que comienza a construirse a fines de
1828, ninguno de cuyos símbolos nacionales (bandera, escudo)
tienen vínculo alguno con los símbolos de del ciclo
artiguista. Aunque sí lo tiene el escudo de Montevideo.
Se puede estar a favor o en
contra de la liturgia respecto a los símbolos nacionales.
Son posturas ideológicas definidas y claras. Cada una
implica una visión de muchas cosas, esencialmente de la
historia, de la sociedad a la cual esos símbolos
representan, y del mundo. Ocurre que la izquierda uruguaya
en sus distintas vetas sostuvo una y otra tesis, según el
momento histórico, hasta que hace cuatro o cinco décadas
parecía haber convergido en un rescate de las referencias
históricas nacionales y de su simbología. No se entiende,
porque no ha sido explicado, qué es lo que ha llevado a esta
sistemática sustitución de facto de la simbología oficial,
en el mismo momento en que reaparece una creciente
referencia a las raíces primigenias del artiguismo.