
La semana pasada reapareció como un trueno Germán Rama y
descargó sus rayos y centellas contra el Plan Ceibal. Pasó a
ser el primer opositor – en el tiempo y en autoridad – a
este plan insignia que se ha transformado en la única
reforma educativa sustantiva del actual gobierno. Embistió
también contra lo que consideró ausencia de rumbo educativo
de la administración frenteamplistas.
Conviene primero situar al personaje. Germán Rama es un
sociólogo y estudioso de los temas educativos,
originariamente perteneciente a la izquierda clásica que
luego derivó hacia su labor técnica en OEA y su proximidad
política a Julio María Sanguinetti. En el segundo mandato de
éste dirigió la Administración Nacional de la Educación
Pública y desde allí impulsó una profunda reforma educativa,
que en sustancia se tradujo en: generalización de la
educación pre-escolar pública gratuita a partir de los 3
años de edad, creación de escuelas de tiempo completo en las
zonas socialmente críticas, desarrollo de un plan de
alimentación escolar (exclusivamente para los alumnos)
basado en bandejas de catering equilibradas nutricionalmente
(como sustitución de los guisos cocinados en cada escuela, y
consumidos por alumnos, maestros y a veces padres y
vecinos), división física de la enseñanza media en
instituciones diferentes para el ciclo básico y el
bachillerato, impulso de la enseñanza por áreas y no por
asignaturas (por ejemplo: geografía e historia en una única
unidad y no en dos separadas). La reforma Rama contó con una
feroz oposición de la izquierda, expresada a través de los
sindicatos de docentes, las comisiones de padres de alumnos
y buena parte de la dirigencia de izquierda, con Tabaré
Vázquez a la cabeza, que la calificaron de neoliberal y al
servicio de los intereses de las multinacionales y el
capitalismo financiero. Por otro lado contó con el apoyo de
un conjunto de calificados docentes de izquierda, entre los
que estuvo el máximo referente del sindicalismo de la
docencia media antes y después de la dictadura (y por ello
exiliado), y estuvo también uno de los más íntimos asesores
del general Liber Seregni. Todos esos docentes colaboradores
de la reforma fueron proscriptos por el actual gobierno, que
recién en los últimos meses ha comenzado lentamente alguna
que otra desproscripción. Los defensores izquierdistas de la
reforma discreparon con los fundamentos de la oposición a la
misma, y consideraron que era el último intento por salvar
la universalidad de la educación pública laica, gratuita y
de calidad. El propio Seregni fue un defensor de esta
reforma.
No solo complicó a la misma la oposición de la izquierda,
sino también la personalidad avasallante, de tintes
autoritarios y por encima de todo guerrerista de Germán
Rama. Cuando tenía a diestra y siniestra liceos y escuelas
técnicas ocupadas, no tuvo mejor ocurrencia que embestir
contra los productores rurales por temas impositivos, con lo
que enojó al Partido Nacional, estuvo a punto de romper la
coalición de gobierno y amplió y diversificó la oposición a
su gestión. Al final hubo resultados muy claros en dos
direcciones: de cada 10 uruguayos, 4 aprobaron la reforma, 3
se opusieron y otros 3 optaron por la neutralidad; buen
resultado. Pero en relación a la gestión de Rama se
invirtieron as cifras: 3 la aprobaron, 4 se opusieron y
otros 3 conservaron la neutralidad.
Mucha de su obra quedó: la universalización de la
educación pre-escolar, las escuelas de tiempo completo, la
división física de la enseñanza media clásica. Pero el
desarme de otros aspectos sustantivos no los hizo la
izquierda, sino el propio Partido Colorado en la siguiente
administración de Jorge Batlle.
Rama acusa al actual gobierno de carecer de un plan
educativo, opinión que es coincidente de toda la oposición,
pero sotto voce también de una muy buena parte de la
dirigencia frenteamplistas, que ve como una de las
principales reformas anunciadas por la izquierda ni siquiera
van a quedar plasmadas en el papel; por lo menos así lo
dicen en voz baja. Porque la izquierda – según todos ellos -
sigue confundiendo reforma la educación con reformar el
gobierno de la educación.
Pero sin que estuviese en el programa del Frente Amplio,
sin que partiese la idea de ningún experto en planes
educativos, ni naciese de las autoridades de la enseñanza,
sino que se originó en la gente de la informática, surgió el
plan One Laptot per Child, denominado vernaculamente como
Plan Ceibal, de amplísima aceptación en la opinión pública.
Ni corto ni perezoso, el gobierno comenzó a unir este éxito
a la prometida reforma de la educación, que sin duda es una
profunda y radical reforma educativa y cultural. Tuvo
algunos chisporroteos en contra, de menor cuantía: docentes
que se opusieron (o más bien expusieron su terror a la nueva
cultura de los botones) y legisladores que buscaron y
rebuscaron en cuanto problema menor pudieron encontrar (que
algunas no funcionaban, que otras se bloqueaban).
Ahora en cambio sale una autoridad educativa que embiste
con munición de alto calibre contra el Plan Ceibal, en lo
que como todo lo opinable podrá tener o no podrá tener
razón. Lo que importa es lo político: es la primera
exposición pública que desde el coloradismo se hace sobre el
tema, por parte de quien es reconocido como hombre del
partido y autoridad en la materia. Con lo que, hasta que
alguien salga a decir lo contrario, a situado al Partido
Colorado como el opositor del Plan Ceibal. Que además la
gente lo percibe no como oposición al plan específico con
esa denominación, sino a la extensión de la informática a
los niños y adolescentes no solo en los locales educativos
sino en su casa, y la interacción con los padres. Aunque el
término es de dudosa validez clasificatoria, la gente cree
que hay una democratización de la informática.
Lo que importa en definitiva no es cómo son las cosas
sino cómo cree la gente que son. Visto los estudios de
opinión pública realizados sobre el tema, posiciona la
tronante salida de Rama posiciona al Partido Colorado como
opositor a esa “democratización de la informática”, a que
cada niño no pudiente pueda tener una computadora portátil
para sí, y poder llevarla y traerla a su casa y al liceo.
Porque de eso se trata, los niños y adolescentes pudientes
ya cuentan con computadora en la casa y en la escuela o
liceo, y si quieren cuentan también con su propio laptop. Lo
que está en discusión es si el Estado garantiza lo mismo a
los demás, a los que no pueden. Y esto puede ser este error
del coloradismo: quedar también en este tema a contrapelo de
la abrumadora mayoría del país, como un partido muy
conservador.