Denuncias
sobre actos de corrupción
Oscar
A. Bottinelli - diálogo con
Emiliano Cotelo
EMILIANO COTELO:
Como todos los viernes a media
mañana "En Perspectiva", vamos a
iniciar nuestro habitual contacto con el
politólogo Oscar Bottinelli. Aunque
hoy vamos a modificar lo que en principio
habíamos anunciado la semana pasada
que iba a ser el tema del espacio "La
opinión pública" este
viernes 21 de junio. Vamos a modificarlo
en función de los acontecimientos
de pública notoriedad.
OSCAR BOTTINELLI:
Quiero aclarar que el tema de la
enseñanza es muy importante y que
ha sido postergado dos viernes
consecutivos por temas de golpeante
actualidad: uno fue el desempeño de
Mariano Arana, ahora son las denuncias
sobre corrupción. El tema de la
enseñanza es muy importante, sigue
teniendo actualidad permanente, y
esperemos tratarlo el próximo
viernes.
EC - Da la sensación, tenemos la
impresión, de que hoy no
habría en los oyentes demasiado
entusiasmo por escuchar -hoy, repito- una
encuesta que tuviera que ver con temas
educativos, por eso hacemos ese
traslado.
Vamos a tratar de concentrarnos,
también desde el punto de vista de
la opinión pública, pero
enfocando otros aspectos por la vía
del análisis en esto que nos ha
inundado esta semana y que se ha
convertido en un factor de
conmoción en el ambiente
político.
OB - Veamos primero algunos elementos. En
primer lugar, lo que voy a decir no es
nuevo: fue difundido aquí en este
espacio de "La opinión
pública" el último trimestre
del año pasado, cuando ya
habían empezado a sonar los ruidos
especialmente en torno al Banco Pan de
Azúcar. ¿Qué
percepción tiene la sociedad
uruguaya sobre el nivel de
corrupción política y de
administración estatal en el
Uruguay? El 54% considera que es alta o
muy alta; baja o muy baja el 16%;
intermedia, ni alta ni baja, el 18% y no
opina solamente el 12%. Tenemos un saldo
de más 38%. El saldo es más
24% entre votantes colorados y blancos;
más 38% en votantes nuevospacistas
y más 57% en votantes
frenteamplistas. El resumen es muy claro,
hay una percepción de una
corrupción elevada en el Uruguay.
En segundo lugar, cuando se busca un
elemento comparativo -con Argentina-
considera que es más grande la
corrupción en el Uruguay que en
Argentina el 48% y tiene una
percepción inversa el 16%.
Manejemos otro elemento. Hay una
consultora internacional que ha elaborado
uno de estos últimos índices
(hay en estos momentos en el mundo una
explosión de índices de
distintas cosas: de Desarrollo Humano, de
Calidad de Vida...) el Indice de
Corrupción de los Países.
Tomando en cuenta entrevistas a
empresarios, inversores y otra serie de
elementos, ranquea 180 y pico de
países. Aparece en primer lugar,
como el país más corrupto
del mundo, Indonesia; y como el
país menos corrupto del mundo Nueva
Zelandia. Entre los diez países
más corruptos del mundo
-según este índice elaborado
en Europa- están México,
Italia y Brasil, para hablar de
países con los cuales tenemos mayor
nivel de información y más
proximidad en muchos aspectos. En el 25%
de países más corruptos
entra también Argentina. En el 20%
de países menos corruptos del mundo
aparece Uruguay, con mucho menor nivel de
corrupción que España, por
ejemplo.
¿Cómo se atan estos dos rabos?
Una sociedad que dice que la
corrupción en Uruguay es alta, la
mayoría absoluta considera que es
alta, y no es que la mitad dice que
sí y la mitad que no: la mitad dice
que sí y después aparece un
montón que más o menos, que
no opina y sólo la sexta parte dice
que es baja. ¿Cómo se ata esto
con que está en el 20% de los
países menos corruptos del mundo?
Es que los temas son relativos. El
ranking, este índice elaborado en
Europa, lo que hace es ordenar los
países de mayor o menor
corrupción, sin establecer idea de
qué es corrupción y
cuál no la es. No establece un
valor ideal para saber si un país
está por encima o por debajo de ese
valor ideal de moralidad. En cambio, lo
que hace una sociedad es juzgar
cuál es el límite de
moralidad que exige y cuál es el
límite de corrupción que
está dispuesto a tolerar.
Todas estas denuncias de corrupción
(lo hablamos ayer en un
minianálisis entre distintos
politólogos y sociólogos) en
Argentina no es noticia. El
miércoles sale titulado en los
diarios argentinos que se le exige al ex
gobernador de Córdoba, Eduardo
Angeloz, una fianza de medio millón
de dólares para seguir en libertad
mientras se sustancia el proceso...
EC - Esa fianza sonó aquí en
Uruguay como un disparate...
OB - Además ya se está
diciendo que la corrupción de la
cual ya está acusado, es de varias
millones, o decenas de millones de
dólares. Pero acá es un
problema no sólo de magnitud de la
corrupción en términos de
dinero, sino lo que una sociedad tolera o
no tolera. Y, desde ese punto de vista, la
sociedad uruguaya aparece como una
sociedad mucho más rígida
que otras, mucho más dura o
intolerante a episodios de
corrupción. Esto es una
conclusión bastante clara de estos
dos elementos.
Tenemos que ir precisando además un
montón de cosas que están
apareciendo con los temas de
corrupción.
La primera de ellas, terminológica
y no es menor. Se ha dicho que hay seis ex
funcionarios del gobierno anterior
acusados de presunta corrupción y
luego se ha dicho la presunta
corrupción del ministro o diputado
Fulano. Aclaremos, la palabra "presunta"
no cabe en ningún lado. Nadie lo
acusó de "presunta
corrupción", sino que lo
acusó de corrupción. Cuando
a alguien lo acusan de matar a otro, no lo
acusan de un presunto homicidio, lo acusan
de homicidio, después se
verá si la acusación es
correcta o incorrecta, si es o no
homicida. No lo acusa de presumir que
podría haber hecho algo, porque esa
denuncia se la rechazan en la baranda.
Lo segundo, cuando se dice "la presunta
corrupción de Fulano", uno ya
está presumiendo que cometió
un acto de corrupción y no
está diciendo que fue otro el que
lo acusa y uno está asumiendo esa
acusación. Digo esto porque no es
menor cómo se está manejando
los temas, porque en un lugar parece que
fortalece y en otro debilita lo que son
los hechos.
Se ha manejado por ahí que algunas
de las denuncias están
fundamentadas en documentos, pero que o
fueron robados los documentos o fue robada
la información, y si esto invalida
la acusación. Dejando de lado el
aspecto jurídico penal -no es el
que nos interesa ni seríamos
nosotros lo que tendríamos que
opinar, habría que llamar a un
penalista- sí desde el punto de
vista sociopolítico y ético,
si alguien robó información
o documentos estaría cometiendo un
acto delictivo o inmoral, que no invalida
lo que denuncia, a lo sumo habría
otro tipo de acusación contra el
que robó. Pero si lo que
está demostrando es que hubo un
acto de corrupción, si se demuestra
-no estoy diciendo que esté
demostrado- son dos cosas independientes.
Una no invalida lo otro. Acá hay
que probar si los hechos son ciertos o no,
o si son falsos o no, y por otra parte
habrá que probar si se robó
o no información y si ese robo fue
delito o no fue delito. Y cada uno es
autónomo.
Pasando ahora al tema corrupción,
hay distintas cosas que uno ve que se
están confundiendo en estos
momentos. En primer lugar ¿qué
es corrupción? No es fácil
ponerse de acuerdo. Uno dice:
"¿Cómo no se van a poner de
acuerdo? Se sabe lo que es". Pero no, no
se sabe, porque en definitiva se sabe
cuando se transgrede algo, cuando hay un
código muy claro y muy estricto y
asumidos por todos. Yo diría que,
para empezar, entre uruguayos y argentinos
hay diferencias muy notorias de los
límites que se está
dispuesto a tolerar en materia de
corrupción y cómo se juzga
al corrupto. En Argentina uno ha visto
cómo hay gente que se vanagloria,
como un acto de picardía, de que
pudo salir enriquecido de un cargo
público.
Lo otro es cómo se juzgan las
conductas. Y ahora vamos a querer marcar
diferencias de actitudes, de algunos que
dirían "Sobre esto no hay duda que
hay corrupción", mientras otros
pueden tener opiniones divergentes.
Por ejemplo, el caso de alguien que hace
tráfico de influencias, es decir
usa el poder del Estado para beneficiar a
alguien y la contrapartida de beneficiarse
a sí mismo: estoy hablando de que
ese señor se compró una
casa, invirtió en las Bahamas,...
eso es algo inequívocamente
aceptado como un acto de
corrupción.
EC - Tú estás hablando de un
funcionario que consigue que una
determinada empresa se haga -por ejemplo-
de una licitación y entonces
beneficia a esa empresa pero al mismo
tiempo él recibe un beneficio de
esa empresa, digamos...
OB - Una "coima"...
EC - ...una "coima", una comisión
-como se la quiera denominar- que es un
beneficio para él.
OB - Ese es un nivel. Hay un segundo
nivel, que a veces se confunde, y yo creo
que hay que marcarlo como una
categoría distinta (quiero aclarar
que yo no estoy haciendo juicios de
valores: estoy tratando de clasificar en
función de los valores de la
sociedad) cuando hay esa desviación
de poder y la contrapartida es un aporte
político. Acá tenemos una
diferencia con la anterior, que es que no
hay un beneficio personal en principio; lo
que sí hay es una desviación
del uso del poder del Estado para
beneficiar a alguien.
EC - ¿Qué ejemplo
podrías manejar en este
terreno?
OB - Siguiendo el mismo ejemplo, que se
adjudique una licitación, se recibe
un dinero como contrapartida, pero no para
que ese individuo se compre una casa, sino
para que un partido o un grupo
político financie la campaña
electoral.
Ahí no hay un beneficio personal en
términos directos, pero sí
hay una desviación del uso del
Estado, lo cual además es delictivo
no por recibir el dinero sino por desviar
el poder del Estado, por hacerlo para
beneficiar a alguien deliberadamente.
En tercer lugar puede darse -y esto ya
saldría de este ranking- que se use
el poder del Estado para beneficiar a
alguien sin ninguna contrapartida. Pero
ese alguien es un amigo, es un
familiar...
EC - ...o en todo caso una contrapartida
digamos por el lado de expectativa de que
me voten.
OB - Ahí estaríamos
mezclando otro tema. A veces el beneficio
no tiene que ser la persona física,
puede ser del núcleo, del entorno
al que pertenece.
Luego vienen otras actitudes que son
beneficios que alguien recibe sin que haya
una desviación del poder del
Estado, sino que entra en determinada
discrecionalidad que hay en el Estado.
Aclaremos: no toda compra del Estado se
hace mediante concursos abiertos en las
que participa todo el mundo en pie de
igualdad. Hay muchas formas en que el
Estado puede adjudicar o comprar en forma
directa, yo diría normales, sin que
haya nada detrás y eso puede usarse
bien, puede usarse más o menos o
puede usarse mal. Puede usarse para tener
la contrapartida de un beneficio personal,
ahí no hay ningún acto de
desviación en la compra, pero
sí hay en que se recibió
para hacerla.
Acá tenemos tres categorías.
Que no se reciba nada, que haya una
expectativa no económica (que lo
voten), lo cual no entraría en este
esquema de corrupción, a lo sumo
entraría en otra discusión,
que son las tácticas
políticas. Hay que diferenciar los
temas: si metemos todo en la bolsa,
terminamos en que es lo mismo haberse
llevado un diario comprado por el Estado a
la casa o tres hojas de papel, que haberse
agenciado la propiedad de un banco. No: el
moralismo extremo lleva como contrapartida
que después todo es corrupto o nada
es corrupto. Ese es otro tema y
habría que diferenciarlo.
Y luego aparecen algunas de las cosas que
se han mencionado, de empresas que sin
estar ligadas a ningún beneficio
del Estado, han contribuido con el
financiamiento de las campañas
electorales.
Sobre esto último, habría
que decir lo siguiente: no es bueno
discutir esto en el marco de una
discusión sobre corrupción.
Alguna gente lo considera
corrupción, otra no, y hay gente
que sin estar de acuerdo con esto, no lo
considera corrupción pero sí
lo considera una forma de influencia
indebida sobre los partidos
políticos. El tema de los recursos
de los partidos políticos es muy
largo, porque está la
obtención de recursos extranjeros
de parte de Estados, de parte de partidos
políticos, de partes de
Fundaciones; está la
obtención en el país de
recursos que puedan provenir directa o
indirectamente de grupos de
presión, de grupos sociales o que
puedan venir directamente de empresas.
Entonces ese es todo un tema sobre la
relación entre los partidos
políticos y sus fuentes de
financiamiento. Mientras no se obtengan
los recursos mediante una
desviación de poder, y esos
recursos vayan para el financiamiento de
los partidos, no entraría en el
tema corrupción, sino en otra
discusión. No estoy diciendo que
por que no entre en corrupción
esté bien, estoy diciendo que es
otra discusión, en la cual hay
muchas posiciones, y no estaría mal
algún día analizar ese tema.
Pero separésmolo.
Aquí estamos más bien
manejando realmente dos tipos de actitudes
que se puede mezclar en un mismo caso: una
es cuando se distorsiona la forma en que
debe actuar el Estado para beneficiar a
alguien en perjuicio de otros, o sin una
adjudicación sanamente competitiva,
con equilibrio de posibilidades (es decir,
hay una desviación de poder en
beneficio directo de alguien), y lo
segundo que puede ser paralelo a esto o
puede ser autónomo, cuando ejercer
la función una persona
indebidamente obtiene para sí, su
familia, sus amigos, beneficios
materiales. Y a veces lo uno y lo otro
están unidos, siendo uno la
contrapartida de lo otro, o pueden estar
separados, e independientemente
también son actos que esta sociedad
en general los considera como actos de
corrupción
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