Argentina
en la encrucijada - I
Oscar
A. Bottinelli - diálogo con
Emiliano Cotelo
EMILIANO COTELO:
El domingo habrá en Argentina
elecciones parlamentarias parciales. Sin
embargo, cuando van recorridos ocho
años de gobierno menemista, en
medio de profundas transformaciones
sociales y económicas y de un clima
de alta confrontación
política y social, estos comicios
parecen definir para Argentina una gran
encrucijada histórica. Este es el
tema que nos propone hoy el
politólogo Oscar A. Bottinelli,
director de Factum. Vamos a empezar por
algunos antecedentes, por algunas
definiciones.
OSCAR A. BOTTINELLI:
Cuando se analiza desde un país
como Uruguay a otro país, a veces
se tiende a trasladar el mismo escenario,
las mismas categorías, las mismas
historias y pensar las elecciones del otro
país como si fueran las propias,
con los mismos efectos, los mismos
esquemas.
Veamos un poco el escenario
político argentino. Estas son
elecciones parlamentarias parciales; luego
vamos a definir con más claridad
cómo son estas elecciones, pero el
trasfondo es que son el ensayo general y
un apunte hacia las elecciones
presidenciales que habrá dentro de
dos años, que marcan el fin del
ciclo personalizado en la figura de Carlos
Menem.
Veamos un poco los antecedentes de
las elecciones en Argentina en sistemas
democráticos; por lo menos
pongámonos de acuerdo en algunas
categorías, en algunas
definiciones. Partamos de la base de
elecciones que se realicen en forma
legítima. En Argentina hubo
períodos en que las elecciones
fueron no sólo fraudulentas sino
inequívocamente analizadas como
tales por todos los historiadores, por
todos los analistas. Por ejemplo, la
llamada década infame de los
años 30, en que las elecciones eran
claramente manipuladas. Ha habido
elecciones en los períodos de
transición desde el primer
Peronismo hasta el segundo Peronismo, con
fuertes proscripciones, con fuertes
limitaciones y hasta con pronunciamientos
militares que llegaron a anular resultados
electorales como el triunfo peronista en
la provincia de Buenos Aires en
1962.
Veamos los períodos en que ha
habido elecciones legítimas y
transmisiones del mando en Argentina.
Observamos un tema curioso: en la historia
política argentina nunca un
presidente de la República electo
constitucionalmente transmitió el
mando a otro presidente elegido
constitucionalmente de otro partido en la
fecha prevista para el fin de su mandato.
Nunca ocurrió esto.
Este es un dato muy fuerte. Si hay
un cambio que se está avizorando -y
que podrá cumplirse o no en el 99-,
es que sería la primera vez que
ocurriera en toda la historia argentina.
Lo más parecido a esto fue en 1989,
hace cinco años, cuando Menem fue
elegido para suceder a Alfonsín,
pero la transmisión del mando
ocurrió en medio de un gran caos
económico, en los picos de una de
las hiperinflaciones que tuvo Argentina
-luego tuvo dos golpes más-, en que
Alfonsín resignó el poder
varios meses antes de la
transmisión del mando, apenas fue
elegido Menem. Faltaba un tiempo para la
transmisión del mando.
Las tres transmisiones del mando
habidas fueron en los años 20, de
1916 a 1928, de Hipólito Yrigoyen a
Marcelo Torcuato de Alvear y de vuelta a
Hipólito Yrigoyen, todos de la
Unión Cívica Radical. Luego,
en 1946, la transmisión del mando
del 52 de Perón, que había
sido elegido constitucionalmente en 1946,
a su reelección en 1952,
quizás más discutible porque
fue producto de una reforma constitucional
bastante polémica, pero no se duda
de la legitimidad de la elección. Y
ésta que mencionamos de
Alfonsín a Menem, un poco
anómala, quizás lo
más parecido a una
transmisión del mando normal. Luego
Menem se sucede a sí mismo. Este es
un primer contexto importante. Cuando en
Argentina se visualiza la posibilidad de
una alternancia de partidos en el poder,
que pueda hacerse por elecciones, que esas
elecciones sean respetadas y que se pueda
hacer en un contexto político,
social y económico normal, es un
hecho histórico inédito en
el país. Es la contracara de lo que
nos ocurre a nosotros.
E.C. - Pasemos a otro ángulo,
sigamos de alguna manera con definiciones.
¿Qué y cómo se elige en
Argentina?
O.A.B. - Este domingo se elige -y
ahí si hay una diferencia muy
fuerte entre la trascendencia de la
elección y la elección en
sí misma- la mitad del Parlamento,
la mitad de la Cámara de Diputados,
lo que está implicando varias
cosas. No está en juego el gobierno
ni el cambio total de la legislatura. Es
decir, un triunfo opositor no supone que
cambie un predominio justicialista o
menemista en la Cámara de
Diputados. Se elige exactamente la mitad
de la Cámara de Diputados y, en lo
que matemáticamente es posible, se
trata de que sea exactamente la mitad en
cada una de las provincias.
Se elige por provincia. Es decir, a
diferencia de Uruguay, donde para componer
la Cámara de Diputados se toma en
cuenta los votos emitidos en todo el
país y la Cámara se ajusta
proporcionalmente a los votos que cada
partido tuvo en el conjunto del
país, en Argentina lo que importa
son los votos provincia por provincia,
distrito por distrito.
Por distrito entendemos las 23
provincias más la ciudad
autónoma de Buenos Aires, Capital
Federal. Se elige por
representación proporcional de
acuerdo a los votos dentro de la
provincia, y hay una barrera que
sólo importa en la provincia de
Buenos Aires, que es que no puede ser
elegido un partido que no obtenga el 3% de
los votos de la provincia.
¿Qué partidos compiten?
Este es el escenario importante. Por un
lado, el Partido Justicialista,
representado en lo que hoy se llama el
Menemismo, con la conducción del
presidente de la Nación, Carlos
Menem. Luego hay un dato importante: no
nos olvidemos de que en Argentina no hay
una elección sino 24 elecciones,
cada provincia es un mundo.
En buena parte de las provincias,
salvo tres o cuatro, el confrontador del
Justicialismo es lo que se llama la
Alianza, una coalición que
está pactada no sólo para
estas elecciones, sino con vistas a
disputar la Presidencia de la
República en 1999, para postular un
programa común de gobierno. Se
trata de una coalición
básicamente entre la Unión
Cívica Radical -la segunda fuerza
de Argentina y la histórica
confrontadora del Justicialismo- y el
Frente por un País Solidario
(Frepaso). El segundo es un grupo cuyos
principales dirigentes provienen, en
esencia, del Peronismo, como un
desgajamiento anti-menemista del
Justicialismo. Y además, otros
dirigentes y militantes del Frepaso
provienen más bien de la izquierda.
La Alianza parte de estos dos grandes
grupos, la compone una serie de grupos de
izquierda o de carácter
social-cristiano.
Y el panorama lo completa la
existencia de un tercer partido -partidos
de pretensión nacional pero que
apenas tienen enclaves en algunos lados-,
que gira en torno a un personaje muy
peculiar: el ex ministro de
Economía Domingo Cavallo, con
Acción para la República.
Este tercer partido realmente compite con
cierta eficacia en Capital Federal y en
menor grado en Córdoba, pero
además presenta candidatos en la
provincia de Buenos Aires y en Santa
Fe.
Otro es el Partido Demócrata
Progresista, viejo partido de Lisandro de
la Torre, que ha quedado de hecho como un
partido provincial de Santa Fe.
Luego tenemos los partidos
provinciales, partidos fuertes como el de
Bussi en Tucumán, como el
Movimiento Popular Jujeño de
Guzmán, como el Partido Bloquista o
ex Unión Cívica Radical
Bloquista de San Juan, el viejo Partido
Demócrata en Mendoza, el Pacto
Autonomista Liberal de Corrientes o el
Movimiento Popular Neuquino. Todos ellos
son partidos que en algún momento
han gobernado sus respectivas provincias,
es decir que no son pequeñas
representaciones provinciales sino
partidos grandes que compiten, como en el
caso de Tucumán, mano a mano con el
Menemismo. En el caso de los
demócratas de Mendoza o en el de
los demócratas de la provincia de
Santa Fe es una elección a
tres.
Y lo otro que cierra el panorama es
que la Alianza no pudo constituirse en
algunas provincias, como es el caso de
Córdoba o el de Chubut, donde la
Unión Cívica Radical y el
Frepaso van por separado. Es decir que
tenemos un escenario donde compiten en
casi todo el país el Justicialismo
con la Alianza, pero en otros lados el
Justicialismo se enfrenta a una
Unión Cívica Radical y a un
Frepaso separados. Esto se da en los
lugares donde hay gobernadores de la
Unión Cívica Radical y el
Frepaso es una fuerza muy opositora al
gobierno radical.
Veamos rápidamente los
personajes y los grandes escenarios de
confrontación. Son dos. El gran
escenario es la provincia de Buenos Aires,
donde detrás del Justicialismo
está la figura del gobernador,
Enrique Duhalde, representado por su
esposa, Chiche Duhalde, que encabeza la
lista de candidatos a diputados del
Justicialismo. Y por el lado de la
Alianza, hay dos grandes figuras: la
senadora Graciela Fernández
Meijide, del Frepaso, una mujer de 63
años de edad que surgió a la
política ya cerca de los 60,
proviniendo del campo de los derechos
humanos, seguida por un gran dirigente
radical de la provincia, Federico Storani.
Detrás, la figura del ex presidente
Raúl Alfonsín, un hombre de
la provincia de Buenos Aires.
Y en la Capital Federal las listas
encabezadas por un lado por Chacho
Alvarez, el líder del Frepaso, que
fue candidato vicepresidencial en
elección hace dos años con
Bordón, y el Justicialismo, que
aparece muy atrás, con el
campeón mundial de
motonáutica, Daniel Scioli.
Ahí aparece un tercer candidato con
aspiraciones de ganar el segundo lugar,
que es nada menos que Domingo Cavallo.
Detrás de la figura del Frepaso, en
segundo lugar después de Chacho
Alvarez, está el presidente de la
Unión Cívica Radical,
Rodolfo Terragno, un escritor y periodista
que fue ministro de Obras Públicas
en el gobierno de Alfonsín. Y
detrás está la figura del
jefe de gobierno de la ciudad
autónoma de Buenos Aires, Fernando
de la Rúa. Estos son los
personajes.
Lo que tenemos que ver ahora es
cuál es el contexto presente en las
elecciones. Vemos por un lado un
país que tiene una estabilidad
económica muy grande, que
pasó de hiperinflaciones de los
años 70 y 80 a un país de
inflación prácticamente
cero, a través de lo que se
llamó la convertibilidad, esa
paridad de la moneda en peso-dólar,
que está hecha por ley, que lleva a
lo que un economista argentino definiera
como que a los efectos monetarios
Argentina pasó a ser el
quincuagésimo primer estado de los
Estados Unidos. Es decir que en definitiva
su moneda la está regulando el
Banco de la Reserva Federal de los Estados
Unidos. El otro contexto es uno de los
records de desocupación en la
historia argentina, con alrededor de un
23% de desocupación.
Es importante el dato de que es un
contexto de muy alta polarización
política, en términos de
extrema dureza en los enfrentamientos
políticos, de alta conflictividad
social y de enfrentamientos sociales.
Hemos visto hace poco tiempo ocupaciones,
cortes de rutas, ocupaciones de lugares,
las manifestaciones en torno a la venida
de Clinton, con los incendios habidos, las
carpas de docentes... Es decir, un clima
de mucha dureza en la confrontación
social. Y por otro lado, el trasfondo de
las permanentes denuncias en cuanto a
corrupción por un lado, y en cuanto
a la manipulación que hace el poder
político sobre el Poder Judicial,
las denuncias de que el Poder Judicial
argentino en sus sentencias está
respondiendo a intereses políticos
y a presiones gubernamentales, no a una
Justicia de carácter imparcial, por
otro. Estos se transforman, en cierto
modo, en los ejes de debate.
Hay un hecho que es sumamente
interesante, un gran acontecimiento
político que ocurrió en
Argentina hace dos meses. Hasta ahora la
confrontación principal entre el
gobierno y la oposición, que fue el
centro del debate de las elecciones
presidenciales hace dos años cuando
fue reelegido Menem, estaba centrado en la
política económica, en la
estabilidad, en la convertibilidad. El
gobierno estaba defendiendo sus logros y
la oposición cuestionando la
estabilidad, generalmente por el lado del
costo social de la estabilidad. El gran
giro es que la Alianza, hace dos meses,
pasó a adherir a la
convertibilidad, es decir ésta
salió del debate. La campaña
electoral argentina se centra en una
coincidencia de las dos grandes fuerzas
políticas en los lineamentos
centrales de la política
económica, no se debate la
estabilidad. Eso está marcando una
diferencia muy fuerte entre lo que puede
ser un eje de debate argentino con un eje
de debate uruguayo. Acá, en
Uruguay, no existe por lo menos entre
gobierno por un lado y oposición de
izquierda por otro, esta coincidencia
sobre el eje central de política
económica. Y sobre todo, existe una
coincidencia total entre los dos grandes
bloques en Argentina en relación a
que la estabilidad monetaria y el combate
a la inflación es algo prioritario
cuya necesidad no se discute, que no hay
ninguna medida que quiera adoptarse en
otro campo que pueda poner en peligro
esto.
Esta coincidencia y esta
afirmación es lo que le ha dado a
la Alianza un gran aire político,
porque quita al Menemismo el gran
argumento que tenía hasta ahora,
que era confrontar a los opositores
diciendo: "¿Quieren volver al
pasado?". ¿Y qué es el pasado
en Argentina? Es importante que los
uruguayos refresquen esto: cuando se habla
del pasado en términos
terroríficos en materia
económica se está hablando
de hiperinflación. Y
atención: no hay que confundir con
las inflaciones fuertes que alguna vez
hubo en Uruguay. Hiperinflación no
es tener 100% en el año, sino tener
aumentos de precios que pueden ser hasta
del 50% en el mes, llegar a cifras donde
los precios pueden cambiar dos o tres
veces en el día. Y esto
ocurrió por lo menos cuatro veces,
en cuatro períodos en Argentina en
las décadas del 70 y del 80. En los
períodos de hiperinflación
los sueldos se licúan, desaparecen
en horas, no es un problema de que mes a
mes se hace más difícil el
costo de vida. La hiperinflación
lleva a situaciones psicológicas
muy duras y esto es terrorífico
para los argentinos. Esta es la gran carta
que tenía el Justicialismo y que
fue muy fuerte en la reelección de
Menem -¡cuidado con volver a
aquello!-: asociar la oposición a
la hiperinflación. Y la
oposición sacó esto del eje
del debate.
E.C. - Sí, porque se
creó la Alianza y en el mismo
instante adoptó esa
definición.
O.A.B. - Fue una definición
de raíz, de constitución de
la Alianza. Entonces, los ejes del debate
desde el ángulo opositor son
centrar la diferencia en varios aspectos.
Primero, en el aspecto estilos; atacar un
estilo que se considera por un lado
frívolo y por otro lado autoritario
del Menemismo. En segundo lugar,
considerar que el uso del poder que
realiza el Menemismo es un uso
irrestricto, que lo lleva a no respetar
normas, a influir sobre el Poder Judicial,
a presionarlo, por ejemplo, a transgredir
cualquier tipo de normas, a sentir que no
tienen límites. Y ligado a todo
esto el gran eje, el tema de la
corrupción, de grupos mafiosos. El
más conocido es el de
Yabrán, que está siendo
investigado en torno al asesinato del
reportero gráfico de Noticias,
José Luis Cabezas, y también
vinculado a una serie de licitaciones que
ganó, entre otras el tema del
Correo. Entonces, el eje frivolidad-poder
indiscriminado e
ilimitado-corrupción-favoritismo y
amiguismo, todo ese estilo es el centro de
combate de la Alianza.
¿Cuál es el eje del
debate del Menemismo? Exhibir obras,
estabilidad, cambiar el eje del debate
sobre corrupción, decir que en
Argentina siempre ha habido
corrupción de los individuos. Que
ahora puede ser mayor, menor o igual que
otras veces, pero que Argentina
tenía -y acá vino el gran
invento del Menemismo- corrupción
estructural.
"Corrupción estructural" le
llama a haber tenido grandes empresas
públicas fuertemente deficitarias;
mantenerlas le costaba al Estado argentino
17.000 millones de dólares por
año, y además generaban una
ineficiencia tal que la obtención
de teléfonos era en forma corrupta,
mediante coimas, en la electricidad, en el
gas, en las aerolíneas, todo se
tramitaba a través de coimas. Y esa
corrupción estructural, al haber
privatizado todo eso, ha desaparecido. Y
en el combate a la corrupción
individual el Menemismo parte de la base
de sostener: "Nosotros también
estamos en ese combate".
Uno diría que acá
fundamentalmente hay dos confrontaciones
de modelos. Voy a tomar dos frases de los
últimos tiempos sobre dos
definiciones. Una es la que ha calificado
al modelo Menem como de "pizza con
champagne", un estilo burbujeante y
frívolo. Es un poco el modelo
cultural que la Alianza dibuja del
Menemismo. El otro es el que algunos
menemistas han definido: "Puede decirse
que éste es un presidente en broma,
pero no se puede discutir que hace
política en serio; y prefiero un
político en broma que haga
política en serio a lo que tuvimos
antes, que eran políticos en serio
pero que hacían política en
broma".
E.C. - Hasta aquí hemos
llegado con la situación y las
características del debate a tres
días de las elecciones argentinas.
Te propongo dejar para el día de
mañana, después que
José Antonio Gil Vidal actualice la
información en el último
día en que se puede hacer
campaña, el examen contigo de las
encuestas, las características
especiales que tienen las encuestas en
Argentina y sobre todo el análisis
de las perspectivas, los escenarios
posibles, las candidaturas presidenciales.
Mañana, entonces, tendremos la
segunda parte de este análisis
político especial.
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