Política
y sindicatos
Oscar
A. Bottinelli
Mañana tiene lugar el tradicional acto
anual del PIT-CNT en celebración del
Día de los Trabajadores. A diferencia de lo
ocurrido en los últimos años, desde
el proceso de restauración
democrática, en esta oportunidad la central
sindical no invitó ni al Partido Colorado ni
al Partido Nacional. Esta actitud del PIT-CNT
desató una polémica política y
detrás de ese episodio hay un tema de fondo,
que es el de la relación entre
política y sindicatos
La relación entre partidos y
sindicatos tiene que mucho que ver entre otras
cosas con la concepción que se tiene del rol
del sindicato. En líneas generales puede
decirse que dentro de un abanico de opciones hay
dos grandes orientaciones que, usando una
terminología muy en boga, sobre todo en el
sindicalismo de izquierda, se puede definir como el
sindicalismo o los sindicatos economicistas, cuya
función se agota exclusivamente en la
búsqueda de condiciones económicas o
de trabajo para sus representados, y los sindicatos
denominados clasistas, que se atribuyen un rol
más de tipo político en defensa de
una clase social, la de los trabajadores, en un
contexto de mayor o menor contraposición o
de lucha de clases. Esto está en el
trasfondo de la relación entre partidos y
sindicatos porque tiene que ver con cómo se
concibe el sindicato en un rol político; no
político en la competencia partidaria sino
en la demanda de soluciones para problemas globales
del país que no necesariamente pasan por los
intereses directos e inmediatos de los
agremiados.
En forma global y teórica y
simplificando podemos ver seis tipos de
relación entre los partidos y los
sindicatos. Desde la más distante a la
más intensa.
Hay una primera categoría con una
prescindencia absoluta, el sindicato actúa
en un rol estrictamente reivindicativo de demandas
concretas en materia económica, de
condiciones de trabajo, a veces en materia de
plazas laborales, y mantiene con los partidos una
relación distante, ascéptica y
equilibrada. Son los sindicatos más
apolíticos de todos. Es un modelo bastante
excepcional en el mundo.
Hay un segundo modelo, también dentro
de esta concepción de los sindicatos, muy
lejos de entrometerse en todo tipo de actividad
política, en una función de grupo de
presión, que demanda directamente cosas para
el gremio o el sector que representa, y que luego,
en función de lo obtenido a través de
los partidos o de los dirigentes políticos,
establece apoyos selectivos, apoya a este candidato
en tal distrito o a este otro en tal otro porque
votó más veces a favor de las
demandas sindicales, mientras que se opone a tal
otro porque considera que ha sido un opositor tenaz
a las demandas de los sindicatos o de los
trabajadores representados por los sindicatos. Esto
ya es un poco más común en el
mundo.
Hay un tercer tipo de relación
absolutamente independiente, del mismo tipo de
relación de grupo de presión o de
"lobby", de relación entre demandante y
agente, pero de carácter estable, en el cual
se sabe que hay un partido político con el
que tienen interlocución los sindicatos,
pero que a veces concede más demandas y a
veces menos. Esa relación estable es
condicionada y puede darse un apoyo muy fuerte o
muy débil y hasta negarse el apoyo al
partido en general o al candidato del partido para
cargos de alta dimensión o para candidatos
puntuales en uno u otro distrito. Este es el tipo
de relación que tiene en general el
movimiento sindical norteamericano en los
últimos tiempos con el Partido
Demócrata. Salió del apoyo selectivo
a una relación de tipo más estable
con ese partido y lo apoya o deja de apoyar en
función de lo que haga cada uno de sus
congresistas o el partido en su conjunto en un
período o en otro.
Tenemos un cuarto modelo, ya viendo al
sindicato en una función mucho más
fuertemente política. Corresponde a la
visión de un sindicato tipo clasista y a un
modelo de partido político también de
tipo clasista en el cual el partido tiene un rol
histórico a desarrollar y la acción
sindical es una parte de ese rol. La acción
sindical se transforma como uno de los campos
operativos, y la dirección sindical es uno
de los brazos ejecutores de esa acción
política. En general los partidos comunistas
entran claramente en este modelo.
Hay un quinto modelo que es el inverso, donde
se ve al sindicato como el centro de la
acción política, generalmente
también en una concepción de tipo
clasista en que luego los sindicatos buscan
organizar un partido a través del cual
expresarse políticamente. Este es el origen
de los partidos de tipo laborista y de algunos
partidos de tipo socialdemócrata europeos,
que nacen como expresión política de
los sindicatos.
Tenemos un sexto modelo que combina estos
últimos dos, en que en general se da una
especie de tensión entre ser brazo ejecutor
del partido o pretender que el partido sea el brazo
ejecutor de los sindicatos. Esto también se
ve en algunos esquemas europeos.
En el caso uruguayo tenemos una historia muy
larga, muy rica y muy compleja, con distintos
movimientos, en principio con dos grandes modelos:
el de una relación de la dirección
sindical muy vinculada al partido, siguiendo muy de
cerca la línea política del partido,
que fue el caso del Partido Comunista y de la vieja
Unión General de los Trabajadores, la UGT,
que tiene su auge sobre todo en los años 40,
y el de lo que se ha denominado la autonomía
del movimiento obrero, expresada por dirigencias
sindicales sobre todo de izquierda, pero que no
tenían relación con grupos o partidos
políticos organizados. En los años 60
esto va cambiando, surgen muchos grupos
pequeños en la izquierda, vinculados a estas
direcciones sindicales y en la conformación
de la CNT empiezan a darse los dos tipos de
relaciones hasta que luego hay un dominio absoluto
de parte del Partido Comunista de la CNT primero y
del PIT-CNT después de la dictadura y se
visualiza la estrategia sindical inserta en la
propia estrategia política.
Después de la explosión del
viejo Partido Comunista, de su pérdida de
peso o por lo menos de hegemonía en el
movimiento sindical ya es muy difícil una
interpretación porque la correlación
de fuerzas interna en el movimiento sindical es
cambiante y en función de la misma se pueden
ver distintas formas de relación con los
partidos políticos.
Se pueden ver dos tipos de cosas. Lo primero
es que el movimiento sindical en sí mismo o
el conjunto de su dirección no aparece con
una fuerte vinculación con ninguna fuerza
política en particular, más
allá de que pueda predominar una pertenencia
frenteamplista de buena parte de los dirigentes
pero que no establecen con el Frente
orgánicamente ningún tipo de
relación. En esta concepción aparece
una idea del movimiento sindical y del PIT-CNT como
iniciadores de gestión. Por ejemplo, en
materia del rol de representación ante el
Banco de Previsión Social, la iniciativa del
referéndum de la Ley de Empresas
Públicas, del referéndum en proceso
sobre la Ley Regulatoria del Sistema
Eléctrico Nacional, donde vemos al
movimiento sindical o a partes del mismo sintiendo
que generan iniciativa política y que
condicionan a las fuerzas políticas a un
seguimiento.
El segundo punto tiene que ver con la
relación entre el movimiento sindical y los
partidos, tanto cuando hubo una posición
hegemónica del Partido Comunista como en
esta otra. A pesar de que el movimiento sindical ha
tomado posiciones políticas muy claras en
relación a la política
económica y al gobierno, a su vez se
situó siempre como interlocutor de todos los
partidos políticos; con unos podía
tener un diálogo más fluido, con
otros menos, pero no se partidizaba ese tipo de
relación.
Esta situación parecería estar
cambiando. Hay que ver qué pasa en el
tiempo, si éste es un episodio aislado o una
nueva línea en la cual el movimiento
sindical adopta una posición de bloque o de
alianza, de coincidencia con una de las partes
mucho más fuerte y de ruptura con la otra.
Se pasaría a visualizar la relación
con los partidos políticos de una forma
bipolar, donde están los partidos aliados de
los sindicatos, con los que estos se relacionan en
forma privilegiada y los partidos adversarios o
enemigos de los sindicatos. Este cambio es lo que
despunta en este planteo. Si se vuelve al esquema
anterior o no dependerá de los pasos
futuros.
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