Entre
el Frente Amplio y el Encuentro Progresista
Oscar
A. Bottinelli
En julio de 1994 nació el Encuentro
Progresista como alianza del Frente Amplio, algunos
grupos y dirigentes que anteriormente habían
pertenecido al Frente y también figuras
ajenas a la izquierda, como el entonces intendente
de Cerro Largo, Rodolfo Nin Novoa. Desde entonces
comenzaron a generarse confusiones informativas y
políticas sobre cómo denominar a esta
fuerza, una de las tres más importantes del
Uruguay. ¿Hay que hablar del Frente Amplio o
del Encuentro Progresista?
Vamos a ver el origen del Frente. Cuando nace
el Frente Amplio lo hace como una alianza de
distintos grupos políticos, algunos de los
que ya tenían tradición electoral
como partido, otros que tenían
tradición como sectores de ambos partidos
tradicionales y otros como grupos o movimientos
políticos que no se habían expresado
en el plano electoral. El Frente Amplio no nace
como una mera coalición de grupos con una
finalidad puntual para una elección, sino
que desde el comienzo se plantea su
definición como una alianza de
carácter permanente dotada de organismos de
dirección, e instituye desde su nacimiento
las decisiones obligatorias, la posibilidad del
mandato imperativo para sus miembros, tema que
recurrentemente ha estado en la discusión
hasta estos últimos días.
Un nacimiento de estas
características, con una candidatura
única, también es visto por buena
parte de la población -particularmente por
los que habían militado o votado siempre a
partidos tradicionales- como el nacimiento de un
tercer gran lema político, una tercer gran
colectividad plural, compuesta de diversos
orígenes. Pero se le veía a
través de esa estructura, a través de
distintos sectores, con una conformación
similar a la de los partidos tradicionales. Esto se
refuerza por el establecimiento de una
simbología común. El Frente Amplio, a
poco de nacer, establece su emblema, las letras
"FA" en esa forma peculiar. Toma una bandera, la
que izó Otorgués al entrar a
Montevideo el 26 de marzo de 1816... Y
también hay un referente común: el
general Seregni. Va generando un proceso de
dilución de esa idea de alianza o de lo que
podía haber sido una coalición, y la
pertenencia se traslada hacia la pertenencia
frenteamplista. Es decir, empieza a nacer una
pertenencia frenteamplista, el sentirse
frenteamplista. Se crea una identidad, se van
diluyendo las identidades previas, de sentirse
comunista antes que frenteamplista o socialista
antes que frenteamplista. Durante todo el
régimen militar esto se refuerza
muchísimo. Con el transcurso del tiempo la
identidad pasa a tener un refuerzo generacional, la
transmisión de una generación a otra
de esa pertenencia, de ese sentido, de ese
sentimiento, como fue ocurriendo con las
colectividades tradicionales.
Recuerdo a un intelectual no frenteamplista
que decía que el sufrimiento que los
frenteamplistas tuvieron durante el régimen
militar también fue un elemento de
cohesión. Decía que en ese
período el Frente Amplio tuvo su Quinteros y
su Paysandú, recordando a los
mártires de Quinteros por un lado y a la
heroica Paysandú por otro, que marcaron como
elementos muy fuertes las respectivas tradiciones
colorada y blanca.
Es así que el Frente Amplio va
deviniendo sociológicamente en un partido
político, plural, pero que ya no se expresa
como una suma de partes sino como una identidad en
sí misma, integrada por corrientes diversas.
En su estrategia, el Frente Amplio se propone
abrirse, formar nuevas alianzas políticas. Y
después de distintos intentos surge el
Encuentro Progresista, que se conforma por un lado
por grupos políticos que pertenecieron al
Frente Amplio -como el Partido Demócrata
Cristiano-, por grupos políticos conformados
por gente totalmente ajena a la tradición
del Frente -como el intendente de Cerro Largo,
Rodolfo Nin Novoa-, esos mismos grupos conformados
por gente que dirigió o el Partido
Demócrata Cristiano o la Lista 99 y
además por grupos que venían de
tradiciones muy diferentes, como el Batllismo
Progresista, cuyo origen está en el
Pachequismo y la Cruzada 94.
Conformado esto surge la duda de si este
Encuentro Progresista era una alianza por encima
del Frente y se creaba un supra-Frente del cual el
Frente pasaba a ser derivado, o si era una especie
de ampliación del Frente, un área que
comprendía sectores no frentistas sin que el
Frente Amplio perdiera el protagonismo como la
tercera gran fuerza política o una de las
tres. El resultado electoral no es menor en este
esquema, porque un poco más del 90% del voto
de todo ese lema fue expresado a través del
Frente Amplio y menos del 10% a través de
las fuerzas aliadas, lo que deja marcado parte del
camino futuro.
El tema pasó a tener una relevancia
que no hubiera tenido después de este
resultado electoral, si no es porque entre la
expresión Frente Amplio y la
expresión Encuentro Progresista, sobre todo
a lo largo del 95, quedan planteadas dos
concepciones: una tradicional que tenía sus
esquemas, sus formas de operar y sus referentes,
donde había un papel muy fuerte del general
Seregni como presidente del Frente, y por otro lado
el nacimiento del Vazquismo como un liderazgo
propio, disputando la autoridad al referente
tradicionalmente constituido. Empieza la idea no
sólo del Encuentro Progresista como la
superfuerza sino la posibilidad de un
post-frentismo, de un nuevo agrupamiento
político en el país, que originado en
buena parte en el Frente Amplio lo trascendiera y
se nucleara en torno al liderazgo indiscutido de
Vázquez.
El manejo de la expresión Frente
Amplio por un lado o Encuentro Progresista por otro
aparecía como una de las formas, de los
campos de juegos para diluir el poderío o el
juego de liderazgos entre la conducción
tradicional del Frente y el liderazgo emergente de
Tabaré Vázquez.
A esto contribuyó el periodismo, que
se ató a la denominación de Encuentro
Progresista aún cuando ésta muchas
veces no era usada por los propios actores
políticos. Quizás a nivel de
comunicación hubo una perseverancia de
esquemas que no fue siguiendo la dinámica
política.
Luego ocurren dos hechos. En el año 96
Vázquez diluye el papel del Encuentro
Progresista con una licencia muy prolongada de la
Presidencia del mismo. El vacío de
Vázquez le hace perder protagonismo al
Encuentro Progresista; el Frente re-adquiere un
protagonismo similar al que había tenido
hasta el 94 y por otro lado la asunción por
parte de Tabaré Vázquez de la
Presidencia del Frente -por más que haya
sido relativamente fugaz, que no haya llegado a un
año entero- re-legitimó en forma casi
excluyente al Frente Amplio como la fuerza
política y le dio identidad. Esto se vio
corroborado por dos cosas: la intención de
voto dentro del Frente deja un margen muy
pequeño -normalmente anda en torno al 2%-
para los grupos no frentistas del Encuentro
Progresista y el resto del voto se expresa a
través del Frente. Cuando a la gente se le
pregunta qué partido vota, menos del 2% dice
que votaría al Encuentro Progresista o usa
las dos expresiones (Frente Amplio y Encuentro
Progresista). La gente le llama Frente Amplio a la
fuerza progresista, la identidad aparece como
frenteamplista.
Este tema podría ser
sociológico, politológico o
académico, si no fuera porque hay una
definición de hierro hacia abril del 99. En
ese entonces, hacia las elecciones preliminares de
abril, las llamadas elecciones internas, esta
colectividad política debe elegir si se
presenta como Frente Amplio o como Encuentro
Progresista. A partir de ahí, uno u otro
lema será el que quede para todo el ciclo
electoral. Esto tiene todos los riesgos de afirmar
una identidad frenteamplista y diluir lo que
podría verse como una mayor apertura o
diluir la identidad frenteamplista, ya que va a
tener que potenciar en forma casi exclusiva al lema
Encuentro Progresista. Esta es una decisión
que tiene connotaciones políticas muy
fuertes y que necesariamente el Frente Amplio tiene
que adoptar antes de abril del 99.
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