Villanueva: un
huracán en la frontera
Oscar
A.Bottinelli - diálogo con Emiliano
Cotelo
OSCAR A BOTTINELLI.
Primero que nada debemos marcar la
consternación que significa para quienes
estamos en el análisis político o en
el periodismo, que estamos en contacto permanente
con todos los actores, que tratamos a las personas.
Un hecho de estos no deja de impactarnos, su muerte
prematura. Villanueva fue una personalidad muy
peculiar, en un departamento que tiene
también sus peculiaridades en las formas
políticas. Accede a la vida pública
en las elecciones de 1989, muy joven,
prácticamente con la edad mínima que
establece la Constitución para disputar una
banca de diputado. Su primera aparición
electoral da lugar a una especie de tormenta, en
este caso a su pesar. Villanueva fue víctima
de un hecho político electoral que luego
estuvo en la cabeza de la gente para promover una
disposición en la reforma constitucional de
1996: la eliminación de los sublemas para
tratar de combatir las "cooperativas electorales".
Villanueva obtiene un número impresionante
de votos, es el candidato más votado del
Partido Nacional en Cerro Largo, pero no es electo
pese a que el Partido logra dos bancas. La noche de
la elección, a toda la gente que pasaba por
su casa a felicitarlo, le explicaba que no
había nada que festejar porque no
había accedido a la banca, ya que se
habían formado dos sublemas, cada uno con un
conjunto de listas, que le habían ganado a
su candidatura individualmente mayoritaria.
Fue vicepresidente de OSE, y sin duda su
forma de actuar en el cargo fue un poco la
catapulta hacia el caudillismo que lo llevó,
con una votación arrolladora, a obtener la
Intendencia Municipal en 1994, y desde ahí
sí, transformarse en una figura que
permanentemente generaba hechos conflictivos y
polémicos a escala nacional: tuvo conflictos
con la Junta Local de Río Branco, con buena
parte de la Junta Departamental, con los jueces
departamentales, de alguna manera con el gremio de
magistrados en general, y desató conflictos
como los de los últimos días, a
fuerte escala, en el plano nacional de su propio
partido, entrando ya directamente en el juego de
las competencias presidenciales, como uno de los
actores de punta en el ataque y el desgaste de uno
de los contendientes principales.
Y siempre lo hizo de una forma muy
estridente, huracanada, borrascosa: no eran temas
sutiles sobre los que había que analizar o
discutir, sino que cada aparición suya
-además, con gran originalidad en el
lenguaje- generaba violentas conmociones.
EMILIANO COTELO - Sí: es interesante
subrayar el último episodio, Oscar. Es un
enfrentamiento en el que Villanueva Saravia ingresa
deliberadamente por su propia iniciativa, en una
polémica en la que él no tenía
nada que ver: todo se había iniciado con una
denuncia del diputado José Mujica, del MLN,
a propósito de gestiones que habría
estado haciendo el doctor Angel María
Gianola para proponer un golpe de estado si
triunfara el Frente Amplio; y en ese contexto
Saravia llama a un matutino, dice lo que dijo, y
desata la tormenta que desató...
OAB - Sí: a mí me recuerda
aquellas películas de vaqueros en que
había dos bandos enfrentados a los tiros y
de pronto aparecía, bajando de la
montaña, un jinete solitario que se
metía en una pelea ajena, creando otra pelea
con él.
EC - ...y genera un hecho político que
deriva nada menos que en el retiro del Herrerismo
del Directorio del Partido Nacional, en un
enfrentamiento con el doctor Alberto Volonté
justo al final de su período como presidente
del cuerpo...
OAB - Sí, sí: se desplaza el
tema original (Gianola - Mujica - Fuerzas Armadas)
para instalarse uno nuevo: Villanueva Saravia
versus el Herrerismo, que termina confrontando a
Manos a la Obra versus Herrerismo, y generando
algunas rispideces dentro de Manos a la
Obra.
A su vez, es una figura que había
crecido política y electoralmente en el
propio departamento de Cerro Largo. Enfrentar a
Villanueva Saravia para una reelección era
una tarea titánica. En las próximas
elecciones eran previsibles dos cosas: que al estar
las elecciones municipales separadas de las
nacionales, los demás partidos pudieran
obtener magros votos, porque la lucha se iba a
concentrar dentro del Partido Nacional, en una
polarización a favor o en contra de
Villanueva; y esta polarización sólo
se podía lograr si había un
entendimiento de las demás fuerzas blancas
tratando de encontrar un candidato común que
enfrentara a Villanueva (había
conversaciones en ese sentido).
Ese era el poderío, el
señorío de Villanueva Saravia. En
estos días -ya desde antes- se lo
venía comparando, y su muerte trae
inmediatamente el recuerdo , con otro personaje,
otro señor de Cerro Largo que fue Saviniano
Pérez hijo, el "Nano" Pérez, quien en
una vida muy larga conoció de éxitos
y fracasos, que fue presidente del Concejo
Departamental (el cargo anterior similar a
Intendente durante el régimen colegiado),
fue miembro del Concejo, fue intendente, que
conoció éxitos y fracasos en su
partido. Hijo de otro gran caudillo que
había sido diputado, don Saviniano
Pérez padre, el "Nano" Pérez fue un
caudillo paternalista, protector, autoritario,
desprolijo en el manejo de las normas
jurídicas, muy querido por el pueblo de
Cerro Largo y muy controversial, sin llegar
quizá al nivel de Villanueva Saravia por dos
razones: el "Nano" rara vez trascendió las
fronteras de Cerro Largo (fue dueño y
señor de su señorío pero no
salió nunca de ahí), mientras que
Villanueva se había transformado en un
individuo que dominaba Cerro Largo, polemizaba en
Cerro Largo, era el centro de las tormentas en
Cerro Largo, pero además salía del
departamento y generaba tormentas, como esta
última que tú referías, a
escala nacional. En una forma y en un estilo muy
peculiar, que uno diría casi fuera del
estilo tradicional de hacer política en el
Uruguay - un estilo que por supuesto tiene matices,
que tiene personalidades, que no es monocorde -,
pero Villanueva parecía salirse del abanico
de los estilos de hacer política, era una
nota diferente: planteaba las cosas en forma, tono
y momento completamente distintos. A nivel de
intendentes o a nivel del Partido Nacional no era
ajeno a las grandes controversias, y algunas de
ellas -como esta última- fueron directamente
generadas por él. El senador Santoro
decía que era una figura llamada a ocupar
planos importantes en la política
nacional.
EC - Sí: Santoro contaba que él
mismo lo alentó a que tuviera
proyección nacional, a que "se hiciera ver
por el Sur".
OAB - Hay un hecho: nadie dudaba de la casi
certeza de la reelección de Villanueva,
salvo alguna circunstancia muy adversa que no
estaba en el horizonte, y en el 2005 se veía
como una figura que -agotado constitucionalmente su
ciclo en el departamento de Cerro Largo y con este
nivel de protagonismo en la vida nacional-
podía ser un actor significativo y
relevante. Venía concitando la
atención de sectores importantes de la
población que coincidían con ese
estilo, con esa forma de hacer política, que
se caracterizaba entre otras cosas por trascender
los límites que en general tienen los
políticos y la gente en Uruguay, de no decir
las cosas más allá de lo aceptado,
mientras él decía con todas las
palabras lo que muchos pensaban y no podían
decir. Esto tenía un atractivo para un
sector del electorado: podía o no traducirse
en un caudillismo político (es muy
difícil hacer futurología
política, y sobre todo futurología de
algo que no va a ocurrir).
EC - Si bien Villanueva Saravia venía
de la frontera con Brasil, comentarios informales
entre periodistas habían llevado a veces a
comparar su estilo con el que se da en la
República Argentina: ese estilo sonoro,
llamativo, que da pie a grandes titulares, a frases
rimbombantes, que es motivo de polémica
permanente, que va más allá de lo que
suele ser "la banda de flotación" de las
declaraciones en el Uruguay. Y curiosamente su
final viene también a marcar un paralelismo
con un hecho muy sonado de hace poco tiempo en
Argentina.
OAB - Y también es comparable a un
estilo fronterizo y brasileño. Fronterizo
porque, sobre todo en Cerro Largo, en Artigas, hubo
episodios de confrontación de niveles
diferentes a lo habitual en el país en los
últimos años. No hace demasiado
tiempo (hará unos ocho o 10 años),
anduvieron a los tiros un diputado y un edil de
Río Branco. Y uno diría que
también tiene mucho del estilo
brasileño: duro, de declaraciones
ríspidas, descalificaciones feroces del
contrario, de titulares de prensa, y también
de moverse físicamente en el borde de la
violencia. Creo que es comparable con la Argentina
pero, por ser de frontera y de donde viene, es muy
comparable a algunos personajes de la
política brasileña muy
sonados.
EC - ¿Qué destacarías para
un resumen?
OAB - Algunas pinceladas. La primera de ellas
es que Villanueva fue una figura muy fugaz por el
tiempo, que alcanzó un rápido e
inusual estrellado en la vida política
nacional...
EC - Sí: muere a los 33
años.
OAB - Muere a los 33 años, y comienza
esta vida política tan rápida y hasta
con hechos singulares, repito, ajenos a su voluntad
como fue la pérdida de la banca en la
elección de 1989, cuando estaba en el
límite constitucional para ser diputado, 25
años de edad.
En segundo lugar, un estilo muy singular, muy
peculiar que ni siquiera recoge propiamente la
tradición de otras figuras, como
podríamos mencionar al "Nano" Pérez -
con quien se le ha comparado- porque el nivel de
controversia que generó, el nivel de
protagonismo y el juego a escala nacional que
manejó Villanueva era muy peculiarmente
suyo.
En tercer lugar, una figura que se
salía de los moldes clásicos de la
política uruguaya, que algunos califican
como un estilo más argentino y yo prefiero
marcar como más brasileño...
EC - Sí, sí, puede ser. Lo que
pasa es que no estamos tan empapados de cómo
son las reglas brasileñas y sí
bastante más inmersos en las
argentinas.
OAB - Eso puede ser. Yo me inclino a
calificarlo como un político más
brasileño. Practicó un populismo
paternalista muy fuerte, yo diría un
paternalismo ya muy escaso y que hace pensar
más en años pasados, con una gran
receptividad de la gente, sobre todo de las
más humilde y de más bajos recursos,
a esa figura que sentían que los
protegía y lo defendía.
Como pasa con estas figuras de gran
temperamento, huracanadas, que generan grandes
adhesiones, un individuo que generaba
también formidables oposiciones, enemistades
y rechazos. Se puede decir que en Cerro Largo era
difícil que una persona tuviera una
opinión neutra sobre Villanueva Saravia:
generaba grandes amores o grandes odios;
tenía seguidores incondicionales (se ha
visto en estas horas), e individuos que
sentían el más profundo de los
rechazos por su figura. Y esto pinta a un caudillo
de una fuerza y una dimensión que es casi
del pasado, pero que en la vida política
nacional actuaba con formas modernas (eso es lo
curioso): con formas exógenas,
excéntricas, salidas del sistema, pero de
forma moderna y no como un caudillo antiguo. Una
mezcla de huracán, de caudillo popular,
fronterizo, hombre joven y pujante, que se lo
veía con un gran camino por delante.
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