Frente Amplio,
Encuentro Progresista y elecciones internas
Oscar
A.Bottinelli - diálogo con Emiliano
Cotelo
EMILIANO COTELO:
La semana pasada, el Plenario Nacional del Frente
Amplio resolvió que definirá su
candidatura única a través de los
mecanismos previstos por sus estatutos, es decir, a
través del Congreso del Frente Amplio.
¿Es esto constitucional? ¿Cómo
afecta a las elecciones internas de abril? Y,
además, esto lo resolvió el Frente
Amplio, pero ¿qué pasa con el Encuentro
Progresista? Estas preguntas son el centro del
análisis político de hoy con el
politólogo Oscar Bottinelli, director de
Factum. Si te parece, empezamos por los
antecedentes.
OSCAR A. BOTTINELLI:
Bien. El sistema electoral uruguayo para la
elección del Poder Ejecutivo, Presidente de
la República o Consejo Nacional de Gobierno,
desde que se hizo directa, desde 1920 en adelante,
lo fue mediante el sistema del doble voto
simultáneo, que generó dos tipos de
lógicas y dos tipos de culturas. Por un
lado, en los partidos tradicionales, que fueron en
su momento el 90% del total de votantes (en la
última elección incluso estuvieron
cerca de los dos tercios), un bajo nivel de
funcionamiento de las estructuras partidarias, una
ausencia de registros de afiliación. Pero
esto no generaba problemas, porque en definitiva
cada fracción (incluso agrupaciones, por
pequeñísimas que fueran) presentaban
directamente su candidatura presidencial o su lista
al Consejo Nacional, y el día de la
elección el elector dirimía tanto la
contienda entre los partidos como dentro de los
partidos. Por lo tanto, el que hubiera amplia
libertad de presentación de candidaturas no
afectaba en lo mínimo a los
partidos.
Los partidos de izquierda, no sólo
cuando eran partidos pequeños, de baja
representación parlamentaria, sino
también cuando crecieron hasta tener un
fuerte impacto parlamentario, como ha sido el Nuevo
Espacio y sin duda, lo más trascendente, el
Frente Amplio y Encuentro Progresista, tienen la
tradición, la lógica y la cultura de,
por un lado, una fuerte estructura de
funcionamiento, y en segundo lugar una candidatura
única, con mecanismos legales o mecanismos
políticos -a veces juegan unos, a veces los
otros- que establecen reglas de juego bastante
claras sobre cómo se dirime ese candidatura
única. No así en los partidos
tradicionales, entonces la reforma constitucional,
al establecer la candidatura única como
régimen general, es decir al eliminar el
doble voto simultáneo para la
elección presidencial, creó -desde la
óptica de los partidos tradicionales- un
problema que era necesario resolver: cómo
diablos se hace para que cada partido tenga un
candidato único, si no tiene una
tradición, si no tiene reglas de juego para
llegar a ese candida único, y tampoco tienen
fuertes estructuras partidarias, acostumbradas a
dirimir sus diferencias políticas a
través de las estructuras, elegidas por
procedimientos distintos a las elecciones
nacionales, como ocurre por ejemplo en los
países europeos, donde los partidos tienen
sus congresos, sus comités centrales y sus
comités ejecutivos elegidos por los
afiliados: existen afiliados, los afiliados votan,
los partidos tienen su estructura y por lo tanto el
resolver la vida interna del partido y las
elecciones nacionales son cosas distintas.
De alguna manera, la tradición de la
izquierda en Uruguay y la tradición de los
partidos tradicionales descansa en dos tesis
diferentes (esto dicho en forma muy
genérica, tiene muchos matices cada una de
ellas) sobre lo que podemos llamar la
soberanía partidaria. Para los partidos
tradicionales, la soberanía partidaria -es
decir quiénes son los que resuelven y
deciden en instancia fundamental la vida interna
del partido- radica en toda la ciudadanía.
Dicho de otra manera, todo ciudadano tiene derecho
a decidir en qué partido va a ejercer sus
derechos. Es una adhesión unilateral: un
ciudadano dice: "Yo me siento colorado y voy a
decidir dentro de los colorados", o "Yo me siento
blanco y voy a decidir dentro de los blancos". La
izquierda en Uruguay recoge la tradición
europea, según la cual soberanía
partidaria no descansa en cualquier ciudadano ni en
cualquier votante, sino en aquellas personas que se
afilian a un partido. La afiliación puede
ser más dura o más fuerte, tener
más requisitos, ser más "light", un
mero registro, pero se trata siempre de una persona
que manifiesta que adhiere en forma permanente a
ese partido, que acata sus decisiones, que de
alguna manera tiene una relación con el
partido mucho mayor que el mero votante.
Estas dos tesis contradictorias, de alguna
manera aparecen en las conductas del Frente Amplio
por un lado y los partidos tradicionales por otro,
de cara a resolver el tema de la candidatura
única. La reforma constitucional, que fue
hecha fundamentalmente por figuras de los partidos
tradicionales, pensada a partir de una
lógica de los partidos tradicionales, y
buscando mecanismos que resolvieran los problemas
de los partidos tradicionales, concibieron hacerlo
sobre esa tesis de que se convoque a toda la
ciudadanía, los que quieran votan y al
hacerlo eligen dentro de qué partido van a
decidir el candidato único: si dentro del
Nacional, el Colorado, el Frente Amplio o el Nuevo
Espacio, y para evitar que alguien votara
más de una vez, que un individuo quisiera
meterse en un partido ajeno, dijeron: "La
solución es una elección
única, general, donde simultáneamente
se eligen los candidatos únicos de cada
partido. El tema, planteado así, era una
solución perfecta siempre y cuando todos los
partidos tuvieran los mismos problemas y hubiesen
necesitado resolverlo por los mismos
mecanismos.
El Frente Amplio y el Nuevo Espacio tienen,
por un lado, candidatos naturales. En el caso del
Nuevo Espacio, absolutamente indiscutido: se puede
decir que es un partido más chico, con menor
historia, pero nadie duda de que su candidato es
Rafael Michelini y que, de alguna manera, el Nuevo
Espacio es un partido altamente personalizado
detrás de la figura emergente de Rafael
Michelini. En el caso del Frente Amplio o Encuentro
Progresista, es muy claro (todas las encuestas son
coincidentes en eso) que, si bien Tabaré
Vázquez no tiene unanimidad e incluso genera
rechazos, gente que puede no tenerlo o que prefiere
a otros candidatos, su adhesión oscila entre
el 70 y el 75% de los frenteamplistas. Uno
diría que no hay demasiada incógnita
sobre cuál puede ser el candidato
único del Frente Amplio, que no aparecen
variantes en el horizonte, y que tiene las
características de lo que se llama "un
candidato natural", un candidato obvio. Desde ese
punto de vista, tiene el problema resuelto. Pero
desde el punto de vista formal pasa otra cosa: el
Frente Amplio tiene un estatuto, tiene una
estructura que funciona (no digo que bien o mal,
que esa estructura no tenga problemas: por supuesto
es muy controversial el peso determinados elementos
dentro de su estructura, por ejemplo si los
delegados de base deben tener el 50% o es
exagerado, o los mecanismos por los que se
distribuyen las bancas o los votos entre los
sectores políticos), pero no cabe duda de
que esa estructura funciona, toma resoluciones, y
esas resoluciones son acatadas. Es decir que tiene
una legitimidad jurídica y una legitimidad
política: todos sienten que debe ser
acatada, y que es ponerse al margen de la ley no
respetar sus decisiones. En esa estructura, en ese
estatuto, el Frente tiene previsto que es su
congreso el que elige al candidato único, y
esto es lo que acaba de resolver. De alguna manera,
el Frente ha dicho "Seguimos por nuestro camino,
nos regimos por nuestro estatuto, no vamos a ir a
las elecciones de abril con varios candidatos, sino
que en abril vamos a registrar la candidatura,
cumplir con el requisito formal que nos exige la
Constitución, exclusivamente, pero las cosas
las dirimimos internamente desde nuestro punto de
vista. En el aspecto constitucional, esto no viola
ninguna disposición porque el Frente Amplio
cumple con los requisitos, de alguna manera
registra su candidatura. Pero el tema no se agota
acá: este es el Frente Amplio, pero antes
hay un tema político: esta fuerza
política debe decidir si a las elecciones va
a comparecer como partido Frente Amplio, como
Encuentro Progresista, como Frente Amplio -
Encuentro Progresista o como Encuentro Progresista
- Frente Amplio. Cada una de estas decisiones no es
sólo formal sobre qué
denominación usa, sino también
política sobre hasta dónde se va a
aplicar las resoluciones del congreso del Frente,
si esto se aplica sólo al Frente pero no a
todo el Encuentro Progresista, y en tal caso
quién resuelve la candidatura del Encuentro
Progresista: si antes o en contienda en las
elecciones de abril y, en función de todo
esto, cómo va a afectar al conjunto de la
elección de abril la forma en que el Frente
Amplio - Encuentro Progresista: qué
atractivo va a tener votar o no al Frente Amplio o
al Encuentro si va con candidato único, si
esto lo afecta o no en el nivel global de
votación que tenga esa fuerza
política, y por otro si una masa muy grande
de electores que estarían dispuestos a votar
al Frente, pero no se sienten atraídos en
una elección en la que no eligen nada, no se
volcarían a votar dentro de los partidos
tradicionales para incidir en ellos.
Estos son, mencionados brevemente como un
listado, un conjunto de problemas que van a afectar
de manera sensible a la elección de abril y
que, de alguna manera, en la forma en que la
afecten, van generar efectos políticos hacia
la elección de octubre del año que
viene
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