Manos a la Obra
en la encrucijada
Oscar
A.Bottinelli
Es notorio que en los últimos
días ocurrieron una serie de hechos que
llevaron a que una parte de Manos a la Obra, un
sector cuyo nombre no está demasiado
difundido en la población, como es
Confluencia Herrero-Wilsonista, haya proclamado al
doctor Alberto Volonté como precandidato a
la Presidencia de la República, mientras la
otra parte de Manos a la Obra, Propuesta Nacional,
se haya tomado un tiempo de reflexión para
decidir el camino a seguir.
Si analizamos históricamente el tema
(porque a veces hay que remontarse más
atrás) el Partido Nacional tiene desde muy
larga data, desde un siglo y medio atrás,
dos grandes corrientes, dos grandes tendencias, que
no necesariamente se expresan en sectores, en
fracciones, en candidaturas, aunque durante mucho
tiempo se expresaron incluso en partidos
distintos.
Estas corrientes han sido denominadas de
muchas maneras. Alguno las llamó "la
corriente de los caudillos" contra "la corriente de
los dotores", o "la corriente de los
caudillos"contra la de "los principistas". Incluso
anteriormente, en le época de Bernardo
Prudencio Berro, encontrábamos "amapolas y
vicentinos". Más modernamente, viene la
división entre los seguidores de Luis
Alberto de Herrera y los de Arturo Lussich, que
deriva luego en la división entre
herreristas e independientes, y lleva más
tarde a la existencia de dos partidos: el Partido
Nacional, lema que expresaba al herrerismo, y el
Partido Nacional Independiente, que expresaba al
anti-herrerismo blanco. Estas dos grandes
corrientes, herreristas y no herrerista
-llamémosles así- parecieron
difuminarse con el fenómeno del wilsonismo,
que se forma con toda el ala no herrerista del
Partido Nacional, más buena parte del propio
herrerismo, donde hay figuras de la talla del
senador Walter Santoro. Y estas dos corrientes de
alguna manera se siguen expresando en el Partido
Nacional hasta hoy. En la elección de 1989,
una se expresó con la candidatura de Luis
Alberto Lacalle y la otra con la de Carlos Julio
Pereyra, con absoluta claridad. En 1994, surge el
volonteísmo como una ruptura dentro del
herrerismo: un grupo de dirigentes herreristas,
encabezados por Walter Santoro, no aceptan la
designación de Juan Andrés
Ramírez como candidato efectuada por el
presidente Lacalle (detrás de ello puede
haber el trasfondo de críticas a la forma en
que Lacalle conducía no al gobierno -porque
en líneas generales existía
coincidencia- sino al Partido), lo que lleva a la
proclamación del doctor Alberto
Volonté.
No olvidemos que en 1989 el wilsonismo, el
Movimiento Por la Patria, había tenido una
elección muy mala, desastrosa,
después de la cual viene su
disgregación: Zumarán forma un nuevo
movimiento, que se llamó primero Encuentro
Wilsonista y después Polo Progresista;
García Costa queda suelto y termina en el
herrerismo, Juan Raúl Ferreira mantiene la
denominación de Por la Patria; a su vez Por
la Patria tenía varios intendentes del
interior, que quedaron sin representación
parlamentaria directa, sin un grupo político
que se expresara en el Parlamento, y en 1994 vienen
los esfuerzos por conjuntar a toda esta gente en
distintas partes del país, gente que
venía del wilsonismo, que venía de
los sectores no herreristas del Partido Nacional, y
ahí surge Propuesta Nacional que tiene dos
figuras a su cabeza: en primer término
Alvaro Ramos y en segundo término el
intendente de Tacuarembó, Sergio Chiesa.
Acá surge la fórmula Volonté -
Ramos, y de la fórmula surge el sublema
Manos a la Obra y, de alguna manera, el grupo o
gran movimiento Manos a la Obra.
Ahora bien: aquí queda planteado el
origen de algunos problemas. Uno de ellos es: este
sublema Manos a la Obra ¿es un sublema o una
coalición que reúne a dos fracciones:
Propuesta Nacional y el volonteísmo
propiamente dicho, denominado Confluencia
Herrero-wilsonista? ¿O, por el contrario,
Manos a la Obra es una sola fracción,
compuesta por dos alas, por dos tendencias que,
como mencionamos al principio, no son artificiales,
no son personalistas, no derivan sólo de
"Sigo a este o a aquel" sino que cada una de ellas
se entronca en una de las grandes líneas
históricas de la colectividad blanca: la
Confluencia en la vieja corriente herrerista y
caudillista del Partido Nacional, y Propuesta en la
vieja corriente principista independiente, no
herrerista o no caudillista del Partido? Acá
hubo un juego de tensión a lo largo de este
período, entre actuar como única
fracción, Manos a la Obra, conducida por
Alberto Volonté, o como dos fracciones que
pactaban y acordaban entre sí, pero una
conducida por Volonté y la otra que
tenía como referentes principales a Ramos y
Chiesa?
Como ocurre siempre, se fueron sucediendo
cosas puntuales. Desde Propuesta surgieron
sucesivos malestares al estilo de conducción
de Volonté, un estilo muy personalista en un
movimiento como Manos a la Obra, al que le
había costado tener una estructura
orgánica, que tuvo dificultades agravadas
porque Propuesta Nacional sí tuvo un
funcionamiento bastante orgánico y fluido,
mientras Confluencia prácticamente
careció de él durante todo este
período. Esto no es ajeno a los
orígenes y estilos de cada uno de los
grupos.
Por otro lado, en el caso de Propuesta, se
osciló -sobre todo en los dos primeros
años de este gobierno- entre reconocer el
liderazgo de Volonté o el de Ramos, y daba
un apoyo condicionado a Volonté. Incluso, en
el primer trimestre de 1996, se llegó a un
congreso de la Juventud de Propuesta Nacional, con
actitudes marcadamente críticas a la
conducción de Volonté. Ese fue, hasta
los hechos de ahora, el período de mayor
alejamiento entre Propuesta y
Volonté.
Así llegamos a la encrucijada. Se
produjo estos días, después de los
sucesos de Cerro Largo, los acontecimientos que
mencionamos al principio como hechos
episódicos. Una serie de dudas, diferencias
de estilo, diferencias de Propuesta con la
conducción de Volonté, desde el lado
de Volonté quizás el no sentir una
apoyatura firme de Propuesta a lo largo de todos
estos tres años y medio, desembocaron en
este acontecimiento en que una proclamación
anunciada por todo Manos a la Obra, terminó
a cargo del volonteísmo propiamente dicho,
con Propuesta Nacional tomándose un tiempo
de reflexión para definir su posición
en el escenario nacional.
¿Cuál es esta posición?
Objetivamente, ¿cuáles son los caminos
que tiene Propuesta? En principio tiene cuatro. El
primero es ratificar el apoyo a la candidatura de
Volonté, y de alguna manera reconstruir
Manos a la Obra sobre la base de algunos reajustes,
algunos reacomodos, pero en definitiva volver a lo
que ocurrió antes de la semana pasada. Un
segundo camino es el camino opuesto de decir:
"Tenemos discrepancias con las tres precandidaturas
a la Presidencia -Volonté, Lacalle y
Ramírez-, es el momento del camino propio".
Y por lo tanto salir a explorar si existe esa
posibilidad, qué viabilidad tiene,
qué calor toma dentro de Propuesta y dentro
del Partido, y lanzar una cuarta candidatura en el
Partido, que parecería de toda lógica
que fuera la de Alvaro Ramos. Un tercer camino es
adherir a la candidatura de Ramírez, y el
cuarto adherir a la candidatura de Lacalle. No
estoy diciendo que todas ellas sean muy probables,
sino todos los que caben en un pizarrón.
Cuando uno dice que se está en un
encrucijada, la pregunta es cuántos caminos
se abren. En este caso son cuatro. El problema es
que no todos estos caminos son transitables por la
totalidad de Propuesta Nacional, es decir que no
todos son aceptados o viables para todos los
grupos, todos los dirigentes, todas las
agrupaciones que conforman Propuesta Nacional. Este
es uno de los problemas que tiene un grupo
político cuando está en una
encrucijada: tratar de dar un paso que no deteriore
sino que fortalezca, que mantenga su identidad, y
que además sea exitoso: que permita contar
con la mayor cantidad posible de
seguidores.
El escenario del Partido Nacional va a ser
distinto en cada uno de estos caminos. Si Propuesta
reafirma su seguimiento a Volonté (postura
en la que públicamente se ha definido Alvaro
Ramos) estaríamos volviendo a la
situación anterior, con las candidaturas de
Lacalle, Volonté y Ramírez como
expresión de las tres grandes fuerzas
políticas internas. Si Propuesta, en todo o
en parte, se inclina por alguno de los otros
candidatos, tenemos un desequilibrio entre las
candidaturas, y habría que ver qué
efectos tiene. Y si Propuesta inicia un camino
propio venimos a una nueva situación en el
Partido, con cuatro candidatos, lo que puede traer
un cambio muy grande en el escenario: habría
que ver si los cuatro quedan equilibrados, o si son
tres grandes y uno chico, o algún otro tipo
de escenario, con desniveles diversos entre los
grupos. Estas son las grandes dudas que presenta la
situación interna del Partido Nacional a
partir del período de reflexión que
se ha dado Propuesta de aquí al 5 de
setiembre para adoptar una resolución.
|