Italia: el
poscomunismo alcanza la cima
Oscar
A.Bottinelli
Hoy volvemos a salir de fronteras, y miramos
hacia Italia. Es que, como parte de las
celebraciones por los 75 años de El
Espectador, la semana próxima
arribará a Montevideo el politólogo
Giovanni Sartori, considerado el precursor de la
ciencia política italiana, para la cuarta
conferencia con personalidades de nivel
internacional. Esta visita se produce justo cuando
en su país se produce un acontecimiento
político histórico: la llegada a la
jefatura del gobierno del antiguo Partido Comunista
Italiano, que ahora se denomina Partido
Democrático de Izquierda. Este
acontecimiento, que ha sido hoy la tapa de todos
los diarios de Europa, es el motivo del
análisis político de hoy.
Italia es un régimen parlamentario, y
uno de los más puros, donde hay una
distinción entre el presidente de la
República y el gobierno. El gobierno es un
Consejo de Ministros que tiene a su frente a un
presidente, y que se forma y cae según tenga
o deje de tener mayoría parlamentaria. A
veces la caída tiene como solución
disolver el Parlamento y llamar a nuevas
elecciones, y en otros casos se forma una nueva
mayoría parlamentaria. En este caso, de las
elecciones de 1996 surgió un gobierno de
coalición que cayó hace 15
días, y fue sustituido por una nueva
coalición que se formó en estos
días, y que lleva a la presidencia del
Consejo de Ministros a Massimo D'Alema, secretario
general del Partito Democratico della Sinistra, que
es el nuevo nombre del antiguo Partito Comunista
Italiano.
Conviene recordar que Italia estuvo muy
polarizada durante medio siglo (en lo que se
denominó la Primera República, de
1946 a 1992) entre la Democracia Cristiana y el
Partido Comunista. Prevaleciendo la DC, ninguno de
los dos llegó a la mayoría absoluta
sino que más bien estuvieron cada vez
más lejanos de ella, y por lo tanto durante
toda la Primera República existió un
gobierno demócrata cristiano en acuerdo con
una constelación de partidos laicos que
giró en torno suyo, como el Partido Liberal,
el Partido Republicano y el Partido Socialista
Democrático, a lo que se llamó "el
tetrapartito". Finalmente fue el "pentapartito", al
incorporarse a esa coalición el poderoso
Partido Socialista Italiano, tercer partido
italiano. Al punto que, cuando se produjo el
retorno a la democracia en Uruguay, quien vino a la
ceremonia fue quien ese momento era el presidente
del Consejo de Ministros, Bettino Craxi,
líder del Partido Socialista. Fue una de las
pocas veces en que el "pentapartito" tuvo al frente
a un líder no demócrata cristiano: en
una oportunidad fue el republicano Spadolini y en
dos oportunidades a socialistas: Craxi y a Giuliano
Amato, el último presidente del Consejo de
esa Primera República, y que ahora va a
acceder como ministro del nuevo gabinete.
Esa Primera República se
caracterizó por una muy fuerte inestabilidad
política, pero lo que realmente la
llevó a la caída fue todo el
andamiaje de corrupción que se fue generando
en torno a ese tipo de política, y
además todo un operativo contra el sistema
que tuvo como eje a los fiscales y al sistema
judicial del norte de Italia, que derrumbaron a la
Democracia Cristiana, al Partido Socialista y a
todo el sistema de partidos de esa Primera
República, del que precisamente
emergió como única fuerza
sobreviviente el antiguo Partido Comunista
Italiano, PCI.
El PCI tiene una historia muy peculiar, por
dos razones: la primera, por su fortaleza (sin
duda, fue el Partido Comunista más fuerte de
Occidente), y en segundo lugar porque ya desde los
orígenes giró en torno a dos grandes
personalidades, Antonio Gramsci y Palmiro
Togliatti. El pensamiento teórico de Gramsci
fue relativamente heterodoxo dentro del
marxismo-leninismo: era un hombre que planteaba
tesis diferenciadas, propias, respecto a las
clásicas del leninismo. La práctica
del PCI también planteó
peculiaridades, sobre todo durante la Segunda
Guerra Mundial: el movimiento partigiano,
fuertemente impulsado por los comunistas, tuvo una
dirección que no pocas veces discrepó
con la dirección del Partido Comunista
radicada en Moscú, con Palmiro Togliatti a
la cabeza.
Pero lo más fuerte empieza a ocurrir
ya con la muerte de Togliatti. A fines de los
años 50 y principios de los 60 comienza el
fin de la era Togliatti, con su muerte y su
sucesión por un personaje muy peculiar,
Enrico Berlinguer, un hombre cuya sangre se
emparentaba con la vieja aristocracia sarda, que
era conocido como "el marqués rojo".
Berlinguer va llevando al Partido Comunista a
posiciones cada vez más distantes de la
Unión Soviética, y el punto
culminante se produce en 1968, cuando la
intervención de las tropas del Pacto de
Varsovia en Checoslovaquia, y el Partido Comunista
Italiano, en una reunión de Partidos
Comunistas en Moscú, hace un muy fuerte
alegato de condena a la intervención. Eso
marca ya un primer hito de ruptura, pero luego
sigue en ese camino que después llevó
a lo que se denominaría "eurocomunismo", que
en un momento deslumbró mucho en Europa con
el apoyo del Partido Comunista Francés
liderado por Georges Marchais, y el Partido
Comunista Español liderado por Santiago
Carrillo. El eurocomunismo llegó a
posiciones tan desafiantes como la que en 1976
asumió el Partido Comunista Italiano, en
vísperas de elecciones, cuando proclama la
lucha contra los dos bloques militares: la OTAN y
el Pacto de Varsovia, pero con el agregado de que,
mientras existieran bloques militares, Italia
pertenecía a la OTAN enfrentada al Pacto de
Varsovia. Es decir que, en la "guerra fría",
el PCI adhirió al alineamiento occidental de
Italia. Fue un paso decisivo en el giro del
Partido, y paralelamente el desarrollo de la
línea del "compromesso storico": la idea de
Berlinguer de que un país muy polarizado
entre un gran partido católico, de fuerte
entrelazamiento clerical y con el Vaticano, y un
fuerte Partido Comunista, era un país que
necesitaba ir a un compromiso entre la corriente
marxista y la corriente católica o
demócrata cristiana. Esa línea fue
llevando a una aproximación con la DC
liderada por el varias veces primer ministro Aldo
Moro, periodo que se interrumpe abruptamente con el
secuestro y asesinato de Moro a manos de las
maoístas Brigadas Rojas.
El PCI sigue esa línea ya producida la
caída del Muro de Berlín, cuando
están a punto de disolverse el Partido
Comunista de la URSS y la propia URSS. Todo este
proceso de pensamiento propio, de distanciamiento
de la línea original, de progresivo
acercamiento a la socialdemocracia europea, lleva
al histórico cambio de nombre: en 1991, ya
muerto Berlinguer, con Achille Ochetto al frente,
se abandona el histórico nombre de Partito
Comunista Italiano y se adopta el de Partito
Democratico della Sinistra. Y hay otro cambio
simbólico: el escudo rojo, con la hoz, el
martillo y la estrella, es sustituido por un
clásico árbol europeo, la encina, la
"quercia", y en su raíz la hoz, el martillo
y la estrella sobre fondo rojo. Es decir que asume
un cambio en continuidad. Hace un año viene
el último cambio: al adherir al Partido
Socialista Europeo, que unifica el socialismo de
los países de la Unión Europea, el
Partito Democratico della Sinistra elimina de la
raíz del árbol la hoz y el martillo,
y los sustituye por la rosa del socialismo
europeo.
La historia del PCI puede reflejarse en
cuatro o cinco grandes nombres: Antonio Gramsci
como el gran teórico, y como los principales
ejecutivos el de Palmiro Togliatti, Enrico
Berlinguer (que es quien provoca el giro hacia el
eurocomunismo), el de Achille Ochetto (que lleva al
cambio de nombre) y, tras el fracaso electoral del
94, la asunción por un hombre joven,
próximo a los 50 años, líder
en su momento de la Juventud Comunista y tomado por
Berlinguer como su hijo dilecto en el partido,
Massimo D'Alema. En 1991, el cambio de nombre viene
asociado a una ruptura, a una escisión: un
grupo importante no acepta el cambio ni el abandono
del marxismo-leninismo, y crea un nuevo partido,
Refundación Comunista.
Caída la Primera República y
formada la Segunda República Italiana con un
nuevo sistema de partidos (ya que el anterior
había quedado pulverizado) surge una nueva
polarización: por una lado el "Polo della
Liberta" y por el otro el propio Partido
Democratico della Sinistra. El Polo della Liberta
está conformado por tres grandes elementos.
El primero es un movimiento populista surgido de
los restos de antiguas formaciones políticas
y de gente que se vuelca a la política
detrás del magnate financiero, zar de los
medios de comunicación y dueño del
club Milan de fútbol, Silvio Berlusconi. El
otro gran pilar es la Aleanza Nazionale, un partido
que puede calificarse como posfascista, que hizo un
proceso paralelo al del PCI: salió del
neofascismo, cambiando el nombre de Movimento
Sociale Italiano por el de Aleanza Nazionale,
ysiendo hoy un partido de derecha moderna. Y el
Centro Cristiano Democratico, que es un bloque de
derecha que sobrevive a la ruptura, la
pulverización de la vieja Democrazia
Cristiana. Estos tres grupos, más los
secesionistas de la Liga del Norte, forman el Polo
della Liberta y triunfan en 1994.
La ruptura entre la Lega Nord y el resto del
Polo hace caer al gobierno en 1995, después
de una transición de lo que se llamó
"un gobierno técnico" de un año, y en
1996 se conforma una nueva bipolaridad entre el
Polo della Liberta y el Ulivo. El Ulivo es una
coalición que tiene dos grandes elementos
centrales: el Partito Democratico della Sinistra
por un lado, el Partido Popular Italiano
(continuador formal de la vieja democracia
cristiana, que tiene el grueso de la antigua DC),
otros grupos católicos originados en la
vieja DC (como la Lista Dini, del canciller
Lamberto Dini) y luego grupos socialistas, grupos
ecologistas, que conforman este pacto llamado "del
Olivo", que gana las elecciones en 1996 con Romano
Prodi al frente, y que forma gobierno gracias al
apoyo parlamentario externo de Refundazione
Comunista, que no integra el pacto. Ese apoyo de
Refundazione fue crítico (cada seis meses
había una situación tensa), hasta que
quince días atrás, a raíz de
la distribución del presupuesto que presenta
el gobierno para su aprobación por el
Parlamento, Refundación retira su apoyo,
vota la censura y cae el gobierno.
Así llegamos a la situación de
las últimas horas.
La izquierda más extrema,
Refundación Comunista, se parte a
raíz de este hecho. Por un lado la
Refundación Comunista ortodoxa, que sigue en
la oposición, y paralelamente se forma un
nuevo partido con la mayoría de los
parlamentarios de Refundación, que asume el
nombre de Partido de los Comunistas
Italianos.
Por otro lado, en el Polo della Liberta, ya
se venía produciendo la ruptura de un grupo
católico que se conforma en torno al ex
presidente Francesco Cossiga, la UDR, y que se
aproxima al centro.
En estos días, en el Ulivo, se llega
al acuerdo de llevar a la jefatura de gobierno al
líder del Partito Democratico della
Sinistra, en un gobierno conformado por todo el
Olivo con sus dos grandes patas (el Partido Popular
Italiano sucesor de la DC, y el poscomunista PDS),
unidos con el nuevo Partido de los Comunistas
Italianos, y con el católico centrista o
centroderechista UDR del ex presidente Cossiga. Y
se forma un gobierno de larguísima
mayoría y de amplísimo espectro
ideológico, que va de católicos de
centroderecha a neocomunistas italianos, con la
jefatura del poscomunista Partito Democratico della
Sinistra.
Paralelamente a esto se produce que los
partidos de origen católico del Olivo y esta
centroderechista UDR comienzan a buscar la
conformación de un nuevo partido
católico de centro, que reviva el lugar
ocupado por la antigua Democracia Cristiana
italiana.
Estos son los sucesos históricos que
están ocurriendo en estos días, que
llevaron a que anoche Massimo D'Alema obtuviese del
presidente Scalfaro el mandato de formar un nuevo
gobierno, y que la próxima semana va a
consagrar este hecho histórico de que un
partido originado en el viejo PCI, ahora
poscomunista e integrante del socialismo europeo,
asuma la jefatura de gobierno de una de las siete
potencias industriales del mundo.
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