Giovanni
Sartori: el cientista político y el
pensador
Oscar
A.Bottinelli
EMILIANO COTELO
Como culminación de este primer ciclo de
conferencias con motivo de los 75 años de El
Espectador, la semana próxima viene a
Montevideo el politólogo italiano Giovanni
Sartori. Su disertación estará
centrada en su último libro, "Homo videns.
La sociedad teledirigida", una obra que reflexiona
sobre la influencia de la televisión, del
mundo por imágenes, en la formación y
expresión de la opinión
pública.
Pero Sartori es esencialmente un
clásico de la ciencia política,
motivo por el cual, como otro acontecimiento de su
estadía en Montevideo, tendrá una
reunión de debate con cientistas
políticos y sociales uruguayos. Precisamente
con el politólogo Oscar A. Bottinelli,
director de Factum, vamos a conversar ahora sobre
Giovanni Sartori, el cientista político y el
pensador.
OSCAR A. BOTTINELLI
No vamos a hacer un análisis del libro.
"Homo videns" es una obra del año pasado,
que en español se titula "La sociedad
teledirigida", es esencialmente una obra de
reflexión, de pensamiento, no de
investigación científica, que nos
parece en el borde de la trayectoria central de
Sartori. Es una obra que analiza el impacto de la
formación del conocimiento por
imágenes en el niño y en la gente, la
contraposición entre el mundo de
imágenes y el mundo de lectura, el mundo de
letras, la influencia de la televisión en el
manejo de los informativos, la forma de presentar
las noticias, cómo se conforma el
conocimiento de la opinión pública,
cómo juega este conocimiento en la
democracia, cómo juegan las encuestas, los
referendos, cuánto pueden afectar la
conducta de los políticos. Es una obra muy
salpicada, tiene algunos elementos algo confusos;
es más bien como que deja volar el
pensamiento sobre un montón de temas que le
preocupan. Nos parece una obra relativamente menor
sobre un tema muy importante, pero la obra de un
hombre que se enfrenta con temor a la
revolución tecnológica, a la que no
comprende y le genera un fuerte rechazo.
Giovanni Sartori es un clásico de la
ciencia política. Actualmente es titular de
la cátedra Albert Schweitzer en Humanidades
de la Columbia University de New York, profesor
emérito de la Universidad de Florencia, que
es el centro de la ciencia política italiana
y uno de los grandes centros de la ciencia
política mundial. Sartori es, sin duda, uno
de los grandes precursores de la ciencia
política italiana y uno de los
clásicos en el mundo, en un par de
disciplinas de la ciencia política. Para
mencionar brevemente algunos aspectos, es fundador
de la "Rivista Italiana di Scienza Politica" (Risp)
en 1971, una de las más prestigiosas
revistas de la especialidad en el mundo, que
actualmente co-dirige con Maurizio Ferrera. Sus
obras más importantes en los últimos
veinte años son "Political Development and
Political Engineering" (1968), su clásico
por excelencia, "Partiti e Sistemme di partito"
(1976), "The Influence of Electoral Systems: Faulty
Laws or Faulty Method" (1986), otro clásico
suyo en otra línea: "The Theory of Democracy
Revisited" (1987), "La comparazione nelle scienze
sociali", una obra metodológica escrita con
Luigi Morlino (1991), "Democrazia cosa è",
una obra más reflexiva sobre teoría
de la democracia (1993), "Ingegneria costituzionale
comparata" (1995), "Homo videns" (1997), el motivo
de esta conferencia, y un artículo en la
Rivista Italiana de Scienza Politica, "Pluralismo,
multiculturalismo e estranei" (su último
trabajo, en 1997)
EC - Se habla de dos grandes líneas de
la tarea académica de Sartori, ¿no es
así?
OAB - Nosotros por lo menos encontramos dos
grandes líneas. Una lo ubica en la
investigación científica, el
análisis de las piezas de la
ingeniería política, el ver
cómo funcionan, clasificarlas, e incluso
tener la pretensión de buscar leyes
científicas que permitan avizorar
comportamientos. Sartori ha centrado esta
línea de investigación en los
sistemas de partidos y su interrelación con
los sistemas electorales: qué modelos de
partidos son producto, o inducidos o favorecidos
por determinados sistemas electorales. Y
además qué otro tipo de variables
juegan: integración o no al sistema
político o al sistema societal de los
distintos partidos para concluir si es un sistema
relativamente centrípeto o moderado, o
polarizante, excluyente, con fuerzas
centrífugas.
En materia de partidos y de
clasificación de sistemas electorales, la
obra de Sartori es un clásico. Uno puede
mencionar una serie de nombres que componen la gran
línea de investigación o
producción de ciencia política, desde
Mitchels, pasando por el gran clásico de
mediados de siglo, Maurice Duverger, Joseph La
Palombara, Sartori, Myron Weiner, Seymour Lipset,
Stein Rokkan, Douglas Rae, Arens Lijphart, Dieter
Nohlen. Simplificando un poco, uno diría que
es una gran línea clásica que
integran Mitchels, Duverger, La Palombara, Sartori,
Nohlen, que sería hoy lo último, lo
más moderno, lo más reformulado en
materia de clasificación de sistemas de
partido y sistemas electorales. Esa es una
línea de investigación muy prolija,
de análisis y estudio de ingeniería,
de búsqueda de descripción y de
efectos.
Una segunda línea de Sartori, que es
la obra que en cierto modo ha impactado más
en Uruguay, y que ha motivado tres largos
artículos del sociólogo José
Luis Castagnola en la revista Tres y algunas
exposiciones de Castagnola en estos días,
también tratada por el columnista de
Búsqueda Tomás Linn (quien ayer
mantuvo una larga entrevista con Diego
Barnabé en el programa En Perspectiva), es
la teoría de la democracia: sus reflexiones
sobre la democracia. Es más bien una obra de
pensamiento, de reflexión, aunque busca
identificar una serie de elementos sobre qué
compone la democracia, qué la define, y
sobre todo qué es democracia y qué no
lo es. En particular, el gran planteo de Sartori es
valorativo, más que descriptivo. Parte de
una definición de democracia, lo que podemos
denominar el concepto dominante hoy, democracia
liberal, pluripartidista, que tiene al individuo
como sujeto, y a partir de ahí polemiza,
discute, niega la definición de democracia a
otro tipo de acepciones sostenidas en este siglo,
como por ejemplo las llamadas democracias
populares, que él no considera una forma
distinta de democracia sino una forma de no -
democracia y de uso del término.
Esta segunda línea de Sartori es mucho
más comprometida, en el sentido de lo
valorativo: sus ideas están mucho más
fuertemente expresadas, y por lo tanto son libros
en que polemiza mucho más: defiende y ataca,
en forma distinta que en sus libros sobre sistemas
de partidos, algo más descriptivos,
más analíticos.
EC - Esas eran, entonces, las dos grandes
líneas de trabajo que detectabas en Sartori:
la investigación por un lado, y por otro la
reflexión, la valoración, incluso la
opinión.
OAB - Esto se entronca en parte con que, a
nuestro modo de ver, en las ciencias sociales
aparecen dos grandes caminos o dos grandes
visiones, que a veces simplificamos y las llamamos
la del entomólogo, el clasificador de
insectos, y la del pensador, el hombre que
reflexiona. Me incluyo entre los
"entomólogos", quienes tomamos las ciencias
sociales como el físico a la física,
como el geólogo a la geología:
buscamos analizar los elementos que la componen,
describir cómo funcionan, analizar
qué efectos producen, y tratamos de
situarnos desde fuera de eso. Se descubre que los
cuerpos caen y -salvo la preocupación que
pueda tener el que está debajo- uno no juzga
si la caída es buena o es mala: analiza el
hecho, por qué se produce, a qué
velocidad cae, y en última instancia
qué efectos produce si cae sobre una cosa o
sobre otra. Es decir que tratamos de analizarlas
con la actitud que se puede tener en las ciencias
exactas, con la relatividad de exactitud que puedan
tener las ciencias sociales pero con esa
predisposición. Es una línea que uno
encuentra parcialmente en Dieter Nohlen o en un
Robert Dahl.
Hay una segunda línea en que el
análisis, teniendo rigor científico,
teniendo un profundo sentido de
investigación, usando metodologías
duras (no lo relativizamos), sí se hace a
partir de valoraciones determinadas. "Yo creo en la
democracia", y a partir de eso empiezo a clasificar
las cosas en buenas o malas porque ayudan o son
contrarias a la democracia. O en materia de
ingeniería política uno se define
como parlamentarista y considera positivo todo lo
que contribuya al parlamentarismo y negativo todo
lo que se aleje de eso. O viceversa si uno se
define como presidencialista. Una posición
en la que además se mezcla mucho la
reflexión, el pensamiento, con la propia
escala de valores. Uno ve que Sartori, siendo un
metodólogo muy riguroso, un investigador muy
preciso, es un hombre de una fuerte actitud
valorativa, que tiene una fuerte posición
sobre temas básicos, por ejemplo este
concepto que podemos llamar definición
unidimensional de la democracia: es decir que
define la democracia a partir de sus valores, de lo
que él considera positivo, y no busca
analizar la evolución que este
término ha tenido en la historia de la
humanidad, el sentido que se le ha encontrado en
diversos regímenes y la manera en que se lo
puede clasificar. En cambio, a la palabra
democracia le da una valoración positiva,
por lo tanto la asume como buena, pero en
función de que cumpla determinados
requisitos que son los valores que coinciden con
los que él considera positivos.
Esto, en una obra mucho más
fría, más de ingeniería como
es "Partidos y sistemas de partidos" y su
continuación en muchos artículos o en
la famosa "Ingeniería de constituciones
comparadas", lo ha llevado a algunas limitaciones
en materia de definición y
clasificación de sistemas, sobre todo porque
le ha adjudicado mucha importancia a analizar los
partidos como sistema y antisistema, que es un dato
de la realidad muy importante, pero que en la
clasificación ha jugado no tanto el
análisis frío y objetivo de
cómo funcionan los partidos dentro de un
sistema, qué papel están cumpliendo,
si lo están fortaleciendo o no, sino que
para esa conceptualización se basó
mucho en qué ideas sostienen esos partidos,
y a partir de ahí considerar que son
ideológicamente antisistema.
El caso más típico es lo que ha
pasado con su clasificación de los partidos
comunistas. En una de las cosas que nos parece
más rechinantes de su obra, Sartori
clasificó como antisistema al Partido
Comunista Italiano, un partido que era uno de los
dos elementos básicos en que se apoyaba todo
el sistema político. Pero para él, en
la época en que el PCI adhería al
marxismo-leninismo, esa adhesión per se,
independientemente de cómo estuviera
funcionando ese partido, independientemente del
papel que estuviera cumpliendo, lo transformaba en
antisistema. Y de alguna manera mete en una misma
bolsa cosas muy distintas, como el Partido
Comunista alemán de la República de
Weimar, que era antisistema objetivamente, actuaba
contra el sistema explícitamente al igual
que lo hacía el nacional-socialismo (y en
determinado momento los dos partidos antisistema
son la mayoría en el Reichtag alemán)
o el Partido Comunista Chileno, que estaba de
alguna forma en el medio, entre un partido
totalmente inserto en el sistema como el italiano,
y uno totalmente opuesto al sistema como el
alemán.
En cuanto a Uruguay, la obra "Partidos y
sistemas de partidos" impactó fuertemente en
el país, entre otras cosas porque supera
aún a la anterior "Los partidos
políticos" de Duverger, que había
impactado muchísimo. Tanto impactó la
obra de Duverger que incluso hoy sigue siendo un
elemento de muy fuerte influencia entre los
especialistas en Derecho Constitucional. En cambio,
entre los politólogos, los cientistas
sociales, la obra de Sartori desplazó a
Duverger. Pero además, para la gente que
está más en la periferia de la
ciencia política y se aproxima más a
las ciencias sociales o a la reflexión
teórica, las obras de Sartori para la
democracia -particularmente la "Teoría de la
Democracia" o la más moderna "Democrazia
cosa é", del año 1993. Digamos que en
general en las ciencias sociales uruguayas hay una
visión muy deslumbrada, muy
hagiográfica de Sartori, y su llegada para
muchos va a ser casi como la llegada de un
Mesías de las Ciencias Sociales. En el campo
específico de sistema de partidos y sistemas
electorales, que es en el que nosotros nos movemos
(más que en otros campos como el de la
teoría política, en que Sartori ha
incursionado e impactado más), ya aparece
controvertido por el decano de la Facultad de
Ciencia Política de la Universidad de
Heidelberg, Dieter Nohlen, y las descripciones y
leyes de Sartori aparecen fuertemente
controvertidas por las de Nohlen, que a nosotros
nos parecen que tienen un enfoque más
moderno.
Como una reflexión final se puede
decir además que Duverger tuvo una
visión muy parlamentarista y
eurocéntrica, incluso la Europa que
él analizaba no iba más allá
de la media docena de los países centrales
que confluyeron luego en la fundación del
Mercado Común Europeo: Italia, Francia,
Alemania, Gran Bretaña, Holanda,
Bélgica,
Sartori avanza mucho
más, toma en cuenta ejemplos como el
chileno, por supuesto el mexicano, toma ejemplos de
América, toma mucho más en cuenta a
Estados Unidos, amplía un poco el panorama
europeo, toma en cuenta a Japón, a la India,
es decir que tiene una perspectiva comparativa
mucho más amplia que la de Duverger. Es
decir que lo supera no sólo en la
teoría sino en los elementos
científicos que pone en juego, y Nohlen a
nuestro juicio supera a Sartori ya que para hacer
el análisis comparado de sistemas toma en
cuenta absolutamente a la totalidad de los
países del mundo, con un conocimiento muy
detallado de todos, y uno diría que Dieter
Nohlen es el único politólogo
extranjero que ha entendido a fondo y perfectamente
el sistema electoral uruguayo, al punto de que lo
ha tomado como una de las categorías
significativas en la clasificación de
sistemas electorales en el mundo.
En resumen, viene Giovanni Sartori, un pope,
uno de la media docena de popes que el siglo ha
producido en materia de cientistas
políticos, un hombre en que el eje de su
trayectoria, lo más importante, ha estado en
la reflexión sobre la teoría de la
democracia y en el aporte que en el desarrollo de
este proceso de investigación ha tenido el
estudio de los sistemas de partidos y su
interrelación con los sistemas
electorales.
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