La crisis
institucional de Paraguay
Oscar
A.Bottinelli - diálogo con Emiliano
Cotelo
EMILIANO COTELO - La Semana de Turismo
golpeó al Mercosur con una crisis
institucional de proporciones, como la que
sacudió a Paraguay desde el asesinato del
vicepresidente Argaña hasta la renuncia del
presidente Raúl Cubas y su
sustitución por el presidente del Congreso,
Luis González Macchi. La pertenencia de
Uruguay a un bloque regional de
características no sólo
económicas sino también
políticas, hace que una crisis interna como
la del Paraguay ya no sea un problema
extranacional, sino un problema que afecta al
espacio político en el cual nos movemos los
uruguayos. De ahí que el politólogo
Oscar Bottinelli, director de Factum, nos proponga
hoy para su espacio de análisis
político la crisis institucional de
Paraguay.
OSCAR A. BOTTINELLI - En la década
pasada y la primera mitad de esta, en la ciencia
política estuvo de moda lo que se
llamó la "transitología", es decir el
estudio del tránsito de regímenes
más o menos dictatoriales, regímenes
de facto, a gobiernos democráticos o regidos
por los principios de la democracia liberal. En la
primera mitad de la década de los 80 fue el
Cono Sur (Argentina, Brasil, Uruguay), en la
segunda mitad, Chile; en la primera mitad de los 90
todo el fenómeno de Europa del Este que
generó mucho interés comparativo con
lo que había pasado en el Cono Sur y con
procesos anteriores de la Europa meridional, como
Portugal, España, Grecia. Y Paraguay aparece
como un gran rezagado en el Mercosur, con un
comienzo de tránsito que realiza a fines de
los 80: es el más rezagado de los
países del Mercosur.
Es interesante entender que los
tránsitos no son meramente jurídicos:
no es mediante la construcción de un
andamiaje institucional que se pasa de un
día al otro a sistemas políticos
claramente diferentes. Más aún: ya
bajo el régimen de Stroessner, Paraguay
tenía una serie de elementos
jurídicos similares a las formalidades de
una democracia: elecciones, competencia de partidos
políticos, más allá de que
pudiera discutirse la legitimidad de esas
elecciones y pudiera discutirse el ámbito de
libertad en que se realizaban. Es decir que el
cambio jurídico fue mucho menos fuerte que
el que hubo en Argentina, en la transición
de comienzos de los 80, y ni que hablar de los
cambios jurídicos que hubo en muchos
países de Europa del Este. Los problemas
aquí son esencialmente culturales,
entendidos en el sentido de cultura
política: de los valores políticos
que hacen que se respete más o menos
determinado tipo de formalidades, determinadas
libertades, que exista determinado nivel de
tolerancia y de apego a los procesos
institucionales. Entre ellos, a los resultados de
las urnas.
El régimen de Stroessner,
además, estuvo asentado por un lado en un
sistema militar: Stroessner era un general que
contaba con el apoyo de las fuerzas armadas, el
mando total de las mismas; pero por otro lado en
una tradición política del Partido
Colorado, que tiene una gran vigencia al punto de
que, según algunos estudios, el 40% de la
población paraguaya se considera colorada,
tiene una adhesión, una identidad, una
pertenencia a lo colorado. Y un dato nada menor es
la existencia de tradiciones políticas que
perduraron durante todo ese período: la
colorada como tradición más fuerte,
la tradición liberal del Partido Liberal
evolucionario Auténtico como una segunda
fuerza, y una menor y en decadencia (al punto de
que no ha logrado representación
parlamentaria y ha sido sustituida por otras
fuerzas políticas), la tradición del
Partido Revolucionario Febrerista.
Stroessner cae hace poco más de 10
años, en lo que puede ser un golpe interno,
un golpe colorado-militar interno. Porque cae en la
medida en que hay una cúpula colorada muy
ligada al empresariado, que siente la necesidad de
hacer un cambio que modernice al Paraguay, y que
cuenta también con apoyo de un sector
militar que considera llegado el fin de un
régimen dictatorial anquilosado. La figura
referente fue el general Rodríguez, que
luego preside Paraguay constitucionalmente
después de la celebración de las
primeras elecciones más o menos
competitivas, durante el primer período de
la transición. Y el factótum militar
de este golpe de estado fue el general Lino Oviedo,
este general que ahora ha sido centro del
protagonismo de la crisis de las últimas dos
semanas.
La sucesión de Rodríguez abre
la primera escaramuza electoral del coloradismo,
cuando se enfrentan el ingeniero Wasmosy, que es
quien finalmente gana la elección interna
colorada, y Luis María Argaña, el
ahora asesinado vicepresidente. La
confrontación Wasmosy - Argaña es uno
de los hechos curiosos, porque ambos estuvieron del
mismo lado en este último proceso que va
desde las últimas elecciones internas
coloradas a hoy: Wasmosy y Argaña
representaron hace seis años dos visiones
diferentes del Partido Colorado y del Paraguay, en
la medida en que Wasmosy encarnaba al grupo de
gente que impulsó y promovió el
derrocamiento de Stroessner, mientras que en
aquellas elecciones internas Argaña
representó la continuidad y lo más
ligado al régimen. Esto es interesante,
porque el de Paraguay es un juego político
cambiante.
Fue un período, además, en que
la competencia electoral colorado -liberal
marcó primero un hecho: que más
allá de que Paraguay había vivido 50
años de fraude, ausencia de libertades y
persecuciones, la tradición colorada
demostró en las urnas, en una
elección controlada internacionalmente, que
tenía un peso decisivo. El Partido Colorado,
con Wasmosy a la cabeza, gana claramente las
elecciones frente al candidato liberal, Domingo
Laíno, y el candidato de una nueva fuerza,
el Encuentro Nacional, Caballero Vargas.
EC - Hablabas de dos elementos: la existencia
de tradiciones, pertenencias, identidades
políticas, y por otro lado los juegos
políticos en que la legitimidad electoral no
es un valor plenamente asumido ni por toda la
ciudadanía ni por toda la dirigencia
política.
OAB - Así es como Wasmosy, ganador de
la elección interna al frente de un Partido
Colorado fuertemente dividido, en un país
donde la negociación política no es
un valor muy asentado todavía, enfrenta por
un lado la confrontación con el otro grupo
colorado al que derrotó, encabezado por
Argaña, con el que lentamente va
recomponiendo la relación. Quizá lo
que lo ayuda es lo que vendría a ser la
triangulación del Partido Colorado, con el
surgimiento de Oviedo como una gran figura
política: Oviedo surge desde el
ámbito militar intentando una
solución clásicamente militar, con
aquel intento de golpe de estado que derivó
en su proscripción política en las
elecciones. Intento de golpe, además, que se
conjuró con una acción muy decidida
-entre otros- de los presidentes del
Mercosur.
Esto ya crea una situación de un
Oviedo que, por un lado, es un general golpista, y
por otro lado, esa separación de las tareas
activas del ejército lo deja en inmejorables
condiciones para transformarse en un líder
político de características
populistas que recorre el Paraguay, que obtiene
adhesiones de los sectores más bajos, y lo
deja en condiciones de ser un gran desafiante para
la Presidencia de la República.
Así se llega a una situación en
que tenemos, por un lado, todo un proceso
político judicial muy complicado, donde
Oviedo es condenado por un tribunal militar; esa
condena en principio no es ratificada por la Corte,
luego otro tribunal militar cambia la sentencia y
exime a Oviedo, finalmente la Suprema Corte
convalida la primera sentencia y surge la
proscripción de Oviedo. La parte judicial se
desarrolla primero entre la justicia militar y la
justicia civil, en segundo lugar en procedimientos
muy contradictorios de ambos, en que no hay una
acción lineal, clara y específica,
donde hay un trasfondo de juego de presiones del
gobierno (todavía Wasmosy) por un lado, y
por otro Oviedo y su gente en cada una de las
resoluciones. Se puede decir que había un
fuerte contenido político y de juego de
fuerzas en estas decisiones.
Así se llega a unas elecciones
internas del Partido Colorado en que se enfrentan
por un lado Argaña, ahora con el decidido
apoyo y el pacto con el ingeniero Wasmosy, y del
otro lado Lino César Oviedo. Elecciones
internas que también se ven enrarecidas
porque finalmente se reconoce el triunfo de Oviedo
después de todo un juego en que el oviedismo
denuncia fraude organizado por el gobierno, ya que
el oficialismo colorado en manos de Wasmosy y
Argaña había proclamado el triunfo de
este último. Es decir que también fue
muy oscuro, muy sucio, muy viciado el procedimiento
de la elección interna del Partido Colorado,
en el que finalmente se llega al acuerdo de
reconocer a Oviedo como candidato presidencial.
Recordemos que Oviedo recorrió los
países del Mercosur, y que en Uruguay fue
recibido como candidato oficial del partido
oficialista.
En este juego de sucesión de actos
judiciales civiles y militares, viene la
proscripción de Oviedo por considerarse que
estaba condenado a 10 años de prisión
y sus derechos políticos proscriptos por
aquel intento de golpe de Estado. Y viene un hecho
insólito: la necesidad de que el partido
oficialista cambie la fórmula presidencial.
El candidato a vicepresidente, Raúl Cubas,
pasa a la Presidencia; y en un acuerdo buscando la
recomposición colorada se designa a
Argaña como candidato a vicepresidente. Pero
es significativo que Cubas realiza la
campaña electoral de la misma forma en que
en 1973 y en Argentina la hace Cámpora con
Perón proscripto, paafraseando el mismo
slogan: "Cubas al gobierno, Oviedo al poder". La
propia campaña electoral de Cubas
está ya planteando el papel político
de Oviedo como un tema central de los sucesos
posteriores de Paraguay. La fórmula Cubas -
Argaña que recorre el país con esa
consigna obtiene el 54% de los votos.
Y acá se inicia una etapa que vamos a
mencionar casi en titulares. Por un lado, un juego
de poder en que las fuerzas opositoras buscan
-vía cumplimiento de la decisión
judicial- sacar a Oviedo del panorama
político mediante su prisión. Por
otro lado, el presidente Cubas que juega a lo que
fue su campaña electoral: darle el poder a
Oviedo y por lo tanto generar un indulto o un
incumplimiento de la sentencia (hubo toda una
discusión jurídica de qué
hacía o dejaba de hacer el presidente), pero
en definitiva que Oviedo estuviera libre y
detrás del poder.
Eso fue llevando a una situación en
que la oposición acusaba a Cubas de estar
gobernando cada vez más con desconocimiento
del Poder Judicial, y en creciente desconocimiento
del Poder Legislativo. La acción del
presidente de la República llevaba a que se
le acusara de ir progresivamente hacia un
autogolpe, el golpe que confirmara finalmente lo de
"Oviedo al poder".
Por otro lado, la oposición se
movía hacia la destitución de Cubas.
No olvidemos que hacía pocos meses que
había sido elegido, la elección y la
asunción de Cubas fueron en el segundo
semestre del año pasado, y se caminaba hacia
su juicio político y destitución. Y
uno de los artífices de este juego de
destitución del presidente era,
precisamente, el vicepresidente Argaña.
Todos estaban en un juego político muy duro,
muy fuerte, no precisamente en las reglas
clásicas de la tolerancia y el juego
jurídico formal, el transcurrir los
mecanismos políticos por los caminos
clásicos de la democracia.
Y así llegamos al desenlace, con el
asesinato de Argaña, la acción del
oviedismo con mucha preocupación entre un
juego militar y sobre todo paramilitar, en especial
en los sucesos de los últimos días
que provocan la muerte de jóvenes en las
calles de Asunción, y viene esta salida de
la crisis que significó finalmente un
acuerdo entre el sector de Wasmosy y los sucesores
de Argaña en el coloradismo con la
oposición, es decir con los liberales y el
Encuentro Nacional, y por otro lado con la
cúpula o los sectores antioviedistas del
ejército, y las otras fuerzas armadas -la
Armada, la Aviación- que fueron decisivas en
el aislamiento militar de Oviedo, que fue quedando
sin soporte y termina en esta decisión
política que es prácticamente la
ruptura de una continuidad institucional en
Paraguay, con la caída del presidente Cubas,
a quien se obliga a renunciar.
Asume el presidente del Congreso, Luis
González Macchi, y queda ahora una serie de
interrogantes: qué va a pasar con esta
asunción; si lleva a elecciones
rápidas o a completar el período (hay
toda una discusión
jurídica y política al
respecto), pero también hay otro tema: si
esta crisis está definitivamente resuelta.
Es decir, qué pasa con países donde
hay líderes políticos que tienen
fuerte apoyo de la ciudadanía, y esos
líderes están exiliados, fuera del
sistema político. El caso de Oviedo ¿es
el de una estrella que se apaga definitivamente, o
queda un oviedismo latente en los sectores de la
población que él u otro pueden agitar
a la menor dificultad que tenga Paraguay? Este es
un rápido punteo para ir pretendiendo
entender esta crisis que nos llega muy de cerca,
porque ahora ya no es la crisis de otro
país, de un país ajeno, sino de uno
que es parte del entorno político al cual
pertenece Uruguay.
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