Sanguinetti al
senado
Oscar
A.Bottinelli - diálogo con Emiliano
Cotelo
EMILIANO COTELO:
Desde hace varias semanas se especula con la
posibilidad que el presidente de la
República encabece la lista de candidatos al
Senado del Foro Batllista, una de las dos listas
troncales del Partido Colorado a la Cámara
Alta. Por eso, "Sanguinetti al Senado" es el tema
de análisis que nos propone para hoy el
politólogo Oscar A. Bottinelli, director de
Factum.
OSCAR A. BOTTINELLI:
Vamos a empezar haciendo una aclaración: los
números de hoja de votación no
corresponden a ninguna lista en particular, ni al
Senado ni a Diputados, sino al conjunto de la
oferta electoral. 2000 va a ser el número de
hoja de votación de la principal
opción en Montevideo y en algunos
departamentos.
Ahora, dediquémonos a un tema
constitucional. En estos días ha circulado
mucho la pregunta de si Sanguinetti puede ser
candidato al Senado. Esta discusión, que es
política, se ha revestido de una
discusión jurídica. Si
descontextualizamos la discusión y vamos a
los tratados de Derecho Constitucional cuando la
discusión no tenía nombre ni
apellido, la cosa es muy clara. Hay un viejo
principio jurídico según el cual las
prohibiciones son a texto expreso; no puede haber
prohibiciones por analogía, no puede
extenderse por interpretación lo que son
limitaciones o prohibiciones. Y en materia de
candidaturas la Constitución tiene dos tipos
de prohibiciones, que dicen:
Uno. El que ocupa tal cargo no puede ser
candidato a ningún cargo electivo, salvo "x"
cosa. Por ejemplo, los miembros de la Corte
Electoral, que renuncian seis meses antes, los
funcionarios judiciales o militares o los
directores de entes autónomos, que renuncian
12 meses antes para ser candidatos al Senado o a
Diputados.
Dos. Al revés, como establece, por
ejemplo, el artículo 92. Este dice que no
pueden ser candidatos a representantes el
presidente de la República, el
vicepresidente y una serie de autoridades que
tienen que ver con el departamento: jueces y
fiscales letrados, policías, militares en la
región donde tengan mando.
Es decir que en estos casos hay una
limitación muy clara. En cambio, para el
Senado no la hay. En el texto constitucional no
existe ninguna prohibición que impida que el
presidente de la República sea candidato al
Senado.
En Uruguay es complicado analizar la figura
presidencial, porque Uruguay ha tenido distintas
figuras presidenciales en distintos contextos
constitucionales. Digamos que lo más
parecido a lo actual arranca en la
Constitución del 34, con un jefe de Estado y
de gobierno en un régimen
unipersonal.
Los antecedentes no han sido muchos, entre
otras cosas porque dos de los presidentes murieron
en el ejercicio del cargo: Berreta y Gestido. Los
antecedentes Terra, Baldomir, Luis Batlle,
Martínez Trueba, Pacheco Areco y, luego,
Sanguinetti y Lacalle como presidentes de la
República, ninguno fue candidato mientras
ocupaba el cargo.
A su vez, podemos preguntarnos qué
pasó con los presidentes del Consejo
Nacional de Gobierno. Claro; era una figura un poco
más "light", tenía un peso menor, e
incluso no tenía la prohibición que
tiene el presidente de la República en
cuanto a actividad de propaganda electoral
establecida en el numeral 5º del
artículo 77.
Los antecedentes: hubo 13 presidentes del
Consejo Nacional de Gobierno. Porque, si bien hubo
cuatro Consejos, en el primero de ellos, que
duró tres años, el presidente no fue
rotativo, ya que era el anterior presidente de la
República. Y en los demás, el mandato
era cuatrienal.
De esos trece presidentes, Luis Batlle Berres
en 1958, Martín Echegoyen y Eduardo
Víctor Haedo en 1962, y Washington
Beltrán en 1966 fueron candidatos al Senado,
encabezando las listas de sus respectivos grupos
políticos. Y fueron electos senadores.
Más aún: Echegoyen fue elegido
presidente de la Asamblea General, cargo que en
aquel momento no tenía nada que ver con el
vicepresidente de la República, que no
había; era el senador más votado de
la lista más votada, o el primer titular de
la lista más votada del lema más
votado.
A su vez, Luis Batlle no sólo fue
candidato al Senado, sino que
simultáneamente lo fue al equivalente de
intendente. Es decir, fue candidato a presidente
del Consejo Departamental de Montevideo, en la
misma elección del año 58. Y el otro
antecedente que tenemos es Alberto Heber Uscher
-padre de Arturo y tío de Luis Alberto-, que
siendo presidente del Consejo Nacional de Gobierno
fue candidato a presidente de la República
(en la fórmula Heber-Storace-Arrosa), porque
ahí vino la reforma constitucional.
Según la misma, los consejeros podían
ser candidatos a presidente o vicepresidente de la
República.
LA PROHIBICION PARA EL PRESIDENTE DE
HACER PROPAGANDA ELECTORAL
El otro tema del que vamos a hablar
también es constitucional, aunque desde otro
ángulo: qué pasa con el numeral
5º del artículo 77 de la
Constitución, que prohíbe al
presidente de la República -así como
a los miembros de la Corte Electoral- formar parte
de clubes políticos y comisiones
políticas, integrar las autoridades
directivas de los partidos y participar en la
propaganda política de carácter
electoral.
Aquí parece claro que la
limitación es -y combinémosla con los
usos-: todo grupo político ha usado la
figura del presidente de la República en la
campaña electoral. Todo grupo oficialista lo
ha hecho: el Herrerismo con Lacalle, en la
candidatura de Ramírez en el 94; lo que
después fue el Foro Batllista, los que
postularon a Tarigo en la primaria contra Batlle,
usaron la figura de Sanguinetti; y, antes, el
propio Pacheco fue candidato a la reelección
por un proyecto de reforma reeleccionista.
Una cosa es que se use la figura, los
discursos y la gestión del presidente de la
República. Otra cosa es que el presidente de
la República participe personalmente. Parece
claro que el límite, aunque es
difícil de precisar, está en que, si
es candidato al Senado, un cartel que diga
"Sanguinetti al Senado" no es sólo
propaganda, sino que es información. No se
puede ocultar una candidatura.
El que se use elementos de la gestión
de gobierno o incluso discursos oficiales en un
spot publicitario entra dentro de lo normal, de lo
que en Uruguay ya ha ocurrido, sea o no candidato
el presidente de la República. Es un grupo
político que refiere a una gestión de
gobierno que es política. Pero la
prohibición constitucional recae en que ese
candidato al Senado salga a hacer giras
inequívocamente vinculadas a la
campaña electoral o participe en actos o en
reuniones, que actúe explícitamente
en lo que se llama campaña electoral como
candidato.
Por supuesto, es muy vidrioso esto de que por
un lado tenga prohibida una participación y
por otro haya una candidatura.
LOS EFECTOS DE UNA CANDIDATURA
SANGUINETTI
Cito una frase de Sanguinetti pocos
días o semanas después del 25 de
abril, en una entrevista realizada por la cadena
CBS, si mal no recuerdo. Allí le preguntaron
sobre el resultado de las internas y él
dijo: "Como presidente no participé; gente
allegada a mí postuló a Luis Hierro".
Ahí, el presidente de la República
queda desprendido del resultado. Habría
quedado desprendido del resultado aún -en
una situación así, sin ser candidato-
si el candidato presidencial del Partido Colorado
hubiera sido Luis Hierro López. Más
aún, siendo Jorge Batlle.
Si Julio María Sanguinetti es
candidato al Senado, la visión del resultado
electoral de octubre cambia. Es decir: en octubre,
no es lo mismo que Sanguinetti esté "en la
cancha" y que no lo esté, a los efectos de
todas las repercusiones.
Analicemos tres ángulos:
1) El Partido Colorado en la competencia
interpartidaria
En estos días se ha generado un debate
en torno a la pregunta de si beneficia o perjudica
al Partido Colorado. A nosotros, incluso con el
análisis de datos de opinión
pública, nos parece que claramente lo
potencia.
Hay cuatro "pesos pesados" de la
política uruguaya. Tres son los tres
principales candidatos presidenciales: Lacalle,
Batlle y Vázquez. Y el cuarto es el propio
presidente de la República. Con Batlle como
candidato presidencial y Sanguinetti como candidato
al Senado, el Partido Colorado pone "en la cancha"
a dos de los cuatro "pesos pesados" que tiene la
política uruguaya.
Además, Sanguinetti es una figura que
suscita rechazos importantes, pero esos rechazos
están en el Frente Amplio, algo menos en el
Nuevo Espacio y en el Partido Nacional y muy poco o
nada en el Partido Colorado. Y en el área de
gente independiente o indefinida hay de todo: hay
gente que tiene una visión negativa de la
gestión o de la figura de Sanguinetti y
gente cuya visión es muy positiva. En
principio, este balance da la idea de que al
Partido Colorado lo potencia que Sanguinetti juegue
"en la cancha", y no que esté en la
"tribuna" siendo invocado por los que juegan en
ella.
2) La competencia interna en el Partido
Colorado
También en este caso, da la
impresión de que lo que es válido
para el Partido Colorado es doblemente
válido para el Foro Batllista. Es muy
difícil concebir que haya electores que
digan "yo soy del Foro Batllista pero no quiero
saber nada con Sanguinetti". Lo más
refractario que puede haber hacia Sanguinetti en
algún forista será alguien que diga
"más o menos". Pero de ahí al
fanatismo... Es como decir que hay gente que
está con Lacalle pero no es lacallista: no
son cosas del todo concebibles. El Foro es el grupo
que se organiza, se estructura y actúa en
torno a la figura de Julio María Sanguinetti
luego de las elecciones de 1989. Por lo tanto, la
impresión es que el hecho de que el
líder esté "en la cancha" potencia al
grupo político en la competencia contra la
otra lista al Senado. Y mucho más cuando esa
otra lista, a diferencia del Partido Nacional, no
va a tener a su líder encabezándola.
Todo indica que el doctor Jorge Batlle no va a
encabezar su grupo político, sino que va a
hacerlo otra figura; se habla de José Luis
Batlle. Esto crearía una situación
favorable al Foro Batllista con la candidatura de
Sanguinetti.
3) El prestigio de Sanguinetti en su futuro
político
Si Sanguinetti no es candidato queda
totalmente fuera de "la cancha". El resultado
más adverso que pueda tener, que es un
Partido Colorado derrotado -y, dentro de él,
un Foro políticamente derrotado-, puede
tener como contrapartida decir: "Esto pasa porque
Sanguinetti no pudo ser candidato. Si lo hubiera
sido, el Foro le ganaba a la 15 y el Partido
Colorado les ganaba a los demás partidos".
Ese razonamiento se oye con mucha frecuencia en el
Herrerismo, por ejemplo, con respecto al resultado
electoral de 1994: por qué el Partido
Nacional perdió por poco frente al Partido
Colorado y por qué el Herrerismo
perdió ante Manos a la Obra. Entonces dicen:
"Bueno, pero el candidato no era Lacalle".
En cambio, si Julio María Sanguinetti
encabeza la lista al Senado hace una apuesta muy
fuerte. Si pierde el Partido Colorado, pierde pese
a su presencia, por lo tanto sufre el desgaste de
esa derrota que ya no queda ni en la fórmula
ni en el candidato presidencial. También, si
llega a perder el Foro frente a la 15,
independientemente de que gane o pierda el Partido
Colorado, inequívocamente pierde el
liderazgo partidario. Cualquiera de las dos
situaciones compromete una eventual tercera
postulación hacia el 2004.
Pero, como pasa con una apuesta
máxima, si con la presencia de Sanguinetti
gana el Partido Colorado y, dentro del mismo, la
lista encabezada por él, es una
revalidación del liderazgo. Como
decía Luis Alberto de Herrera
refiriéndose al año 30, es un acto
plebiscitario. Y, por lo tanto, hacia el 2004 ya
aparece catapultado desde la misma noche del 31 de
octubre. Uno diría que es una apuesta a
pleno, por lo que no es fácil salir
empatado: o se gana mucho o se pierde
mucho.
Por lo tanto, vemos que es una jugada poco
neutra, de alto impacto en el escenario electoral
para el Partido Colorado, muy fuerte para el Foro y
que, además, significaría una apuesta
muy fuerte para el futuro destino político
de Julio María Sanguinetti.
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