La reestructura
del nacionalismo
Oscar
A.Bottinelli
Esta semana quedó definido que el
Partido Nacional presentará dos listas
fuertes a la Cámara de Senadores, tras la
virtual disolución de Propuesta Nacional y
el acuerdo entre Alianza Nacional y Manos a la
Obra. Una lista encabezada por el propio candidato
presidencial, Luis Alberto Lacalle, y otra lista
encabezada por el intendente de Paysandú,
Jorge Larrañaga. Es un nuevo cuadro en el
Partido Nacional.
Vamos a mencionar otro dato de perspectiva
histórida. La dinámica fraccional en
los dos partidos tradicionales fue muy lenta en la
primera mitad del siglo (se puede hablar de uno o
dos esquemas a lo largo del período) y ahora
tiene una gran intensidad: como que no todas las
elecciones no son iguales, y en cada
elección el esquema electoral, el esquema
fraccional del partido es diferente. En el caso del
nacionalismo observamos que hubo uno en 1994, otro
en el período inter-elecciones, durante este
gobierno, y otro diferente con el que se llega a
las elecciones nacionales.
La dinámica de la colectividad blanca
mantiene durante tres décadas, de los
años veinte a comienzos de los cincuenta, un
esquema bipolar, de dos grandes corrientes fuertes
independientemente de que hubiera además una
tercera corriente de menor significación. La
confrontación herrerismo - Lussichismo,
luego herrerismo - nacionalismo independiente, se
mantiene como centro en el Partido Nacional durante
los años 1920, 30 y 40, más
allá de que en ese período
existió el grupo radical, posteriormente el
de Quijano, en medio de ellos el "saravismo", pero
como grupos de porte menor, que salían de la
competencia sustancial.
Tenemos un segundo período en que
existe la idea de una polaridad herrerismo - UBD,
que fue lo que en 1958 centró el retorno al
gobierno del Partido Nacional después de
casi un siglo. Pero la verdad es que, como tal,
duró una sola elección: fue una
transición de cuatro grupos en 1954, y
después de esa polaridad de 1958 -en la que
también había un grupo menor- se pasa
al juego de tres y cuatro fuerzas como ocurre en
1962 y 66.
Y viene el wilsonismo. Es un fenómeno
interesante: porque tuvo una gran hegemonía
en el Partido Nacional, que duró bastantes
años (una década y media) y sin
embargo ese período no implica gran cantidad
de elecciones, ya que abarcó todo el
período de interrupción
institucional. Desde el punto de vista electoral se
expresó sólo dos veces: en 1971
(cuando el wilsonismo fue una coalición de
tres grupos y obtuvo aproximadamente las dos
terceras partes del Partido Nacional, con dos
grupos herreristas en la minoría) y en 1984,
cuando logró el 80% del partido, con tres
grupos sosteniéndolo y con otra
opción minoritaria.
Después tenemos la sucesión de
tres esquemas distintos. La confrontación
entre el Herrerismo, el Movimiento Nacional de
Rocha que centra la disputa partidaria en 1989 con
el Herrerismo en una posición bastante
más fuerte que el Movimiento de Rocha, y
Renovación y Victoria como grupo
independiente pero asociado al Herrerismo en la
fórmula Lacalle - Aguirre. Luego, hacia el
94, hay una reestructura total en el Partido
Nacional. El Movimiento Nacional de Rocha, de haber
sido el gran contendor de Lacalle, pasa a ser un
grupo de menor porte, de baja significación,
y con todo lo que había sido el lacallismo
más otros elementos partidarios, se pasa una
nueva polaridad entre el lacallismo o neoherrerismo
con la candidatura de Ramírez por un lado, y
la de Volonté por otro, con resultados
prácticamente iguales aunque con ventaja
para Volonté, que obtiene la mayoría
del partido y la presidencia de su
Directorio.
Entre los tres principales años de
gobierno (mediados de 1995 a mediados de 1998)
tenemos un Partido Nacional en tercios desiguales,
con un juego de equilibrio entre Volonté,
Lacalle y Ramírez. Tras la ruptura entre
Lacalle y Ramírez y la formación de
un nuevo polo detrás del ex candidato
presidencial del herrerismo, con Volonté al
timón de la nave como presidente del
Directorio, viene un juego de partido a partido,
Partido Nacional con Partido Nacional en la
administración de esta coalición
plena, coalición a la europea o
coalición fuerte que sostuvo al gobierno en
estos tres años.
En setiembre empiezan estos movimientos hacia
abril, marcados en primer lugar por la ruptura de
Propuesta Nacional con Manos a la Obra (Ramos con
Volonté), el lanzamiento de la candidatura
de Ramos, y este partido que había tenido
dos grandes polos en 1994, tres polos en el
período intergobierno, va a llegar con
cuatro columnas más o menos desiguales hacia
el mes de abril. Llegado abril, las cuatro quedaron
muy desiguales con Lacalle en torno a la mitad del
electorado blanco, el ramirismo en torno a un
tercio, Volonté en un décimo, y Ramos
bastante por debajo. Así llegamos a abril,
entonces, a un Partido Nacional sostenido por
cuatro fuerzas desiguales.
Lo más importante es, precisamente,
que se pasó de cuatro grupos más o
menos desiguales a dos grandes polos. Insistimos en
que la elección no es sólo un
resultado sino, además, un generador de
hechos. Ahora tenemos que la elección no
genera hechos para un período de cinco
años, para la elección posterior de
cinco años después, sino que esta de
abril genera hechos para una elección
nacional que genera hechos para una elección
que se producirá seis meses inmediatamente
después, y por lo tanto es un impacto que
reacomoda hacia el siguiente comicio. Los impactos
de abril en el Partido Nacional fueron muy fuertes:
fue el partido que sufrió los mayores
impactos en su interior. En primer lugar, el
retorno -después de 10 años- de
Lacalle y el herrerismo a la hegemonía
partidaria (10 años desde el punto de vista
electoral). Después de obtener la
hegemonía en 1989, que mantiene
prácticamente casi hasta la elección
de 1994, la pierde en la elección, ahora
retorna a la hegemonía con un resultado
electoral de la mitad del partido y, en las
encuestas hoy, con mucho más de la mitad.
Además aparece el fortalecimiento de la
figura del propio Lacalle y se produce un polo de
atracción: todo un conjunto de figuras de
los demás grupos políticos son
absorbidos por el Herrerismo.
Por otro lado, tenemos la crisis del
ramirismo. El sector tiene por lo menos dos grandes
líneas internas, una de ellas encabezada por
el candidato presidencial, Juan Andrés
Ramírez, que retorna a su casa, abandona el
escenario político, no se presenta como
candidato, y por otro lado no olvidemos que lo que
ahora es Alianza Nacional fue una conjunción
de Nueva Fuerza Nacional encabezada por el
intendente Jorge Larrañaga, el Movimiento
Nacional de Rocha de Carlos Julio Pereyra,
Renovación y Victoria con Gonzalo Aguirre, y
Desafío Nacional del propio Ramírez.
Los tres primeros grupos continúan con una
lista al Senado que encabezan Larrañaga,
Pereyra y Aguirre. En Desafío Nacional,
Ramírez se va para su casa, Zumarán
queda a mitad de camino, sin presentarse a las
elecciones pero con un lugar muy importante, de
mucho peso político como es su presencia en
el Directorio, y otros sectores ramiristas que se
presentan a las elecciones, como es el caso de
Montevideo, con Alvaro Alonso y que
encabezará con la lista 903 la lista
única o la principal de Alianza Nacional,
seguido de otro ramirista como Pablo Ithurralde, o
la agrupación Aparicio Saravia en Durazno,
entre otros, grupos ramiristas que continúan
en la línea electoral. Es decir que en el
ramirismo la crisis más bien se expresa en
que hay quienes se presentan electoralmente,
mientras su líder y algunos que lo siguen
(como Matilde Rodríguez) que se van para la
casa, y otras situaciones intermedias como
Zumarán.
Pero tenemos también dos situaciones
muy importantes: la autodisolución de hecho
de Propuesta Nacional, donde Ramos tiene su lugar
en el Directorio (es una situación parecida
a la de Zumarán, pero se retira de la
actividad política electoral y, en este
caso, se retira de un liderazgo), Sergio Chiesa que
se pasa al Herrerismo e integra la nómina de
suplentes a la Cámara de Senadores y la
candidatura a la Intendencia de Tacuarembó,
y por otro lado Jorge Gandini que posiblemente
también haga un acuerdo con una fuerza
"para-herrerista" como es Acción
Comunitaria, la lista 400 que lidera Julia Pou de
Lacalle. Ese grupo, Propuesta Nacional, que
integró la mayoría del partido junto
a Volonté en lo se llama Manos a la Obra,
que rompe, larga una candidatura presidencial
propia, llega a abril y después de esa
instancia se diluye.
Y Manos a la Obra propiamente dicha, el
sector de Volonté, si bien se mantiene,
tiene una fuerte disolución. Se retira una
de sus figuras centrales, como Walter Santoro, que
preside el directorio del Partido Nacional
después de la dimisión de
Volonté para dedicarse a la campaña
electoral (Santoro se pasa al Herrerismo y pasa a
integrar su nómina al Senado en la
línea de suplentes del propio Lacalle), y
por otro lado una figura importante de las que
permanecían en este momento, como el
intendente de Colonia, Moreira, que también
acuerda con el Herrerismo. Manos a la Obra ya
más reducida hace este acuerdo con Alianza
Nacional, donde queda en un papel relativamente
fuerte, en un papel central como
representación de Manos a la Obra, la figura
de Ana Lía Piñeyrúa, que
presentará la lista de diputados de Manos a
la Obra con su número, el 34, ya que
también Pablo Abdala (la otra figura
importante de Manos a la Obra a nivel de Diputados
en Montevideo) también se pasa al
Herrerismo. Es decir que ese que fue un grupo
troncal del Partido Nacional queda también
fuertemente diluido: el líder y el grupo
institucionalmente hacen un acuerdo con Alianza
Nacional, pero con grandes pérdidas a
distintos niveles hacia el otro polo.
Volonté queda en una situación algo
parecida a la de Ramos o a la de Zumarán:
él también queda fuera de la
contienda electoral, aunque con presencia en el
Directorio del partido. Así que en el
Directorio hay tres personas de nivel presidencial,
que han sido precandidatos a la primera
magistratura, y que no aparecen en la
postulación electoral de octubre.
Todo por el Pueblo, liderado por Alem
García, fue una quinta opción
presidencial pero tuvo una muy baja
votación. Presenta su propia lista al Senado
pero para alcanzar una banca deberá
multiplicar su votación por 25, e incluso un
poco más -26 ó 27- para aspirar a una
banca de diputado en Montevideo.
Las dos nuevas columnas desiguales en el
Partido son algo parecido a la polaridad herrerismo
- no herrerismo del año 50, donde predomina
una gran columna y otra está representando a
una minoría, con una distancia
programática, ideológica,
relativamente fuerte y relativamente
importante.
Así llegamos a una nueva reestructura
del Partido Nacional, liderado ahora por Luis
Alberto Lacalle. Tomando como mojón cada
elección, a partir de la restauración
institucional el nacionalismo tuvo un esquema
fraccional en 1984 bajo la hegemonía de
Wilson Ferreira Aldunate, otro bien diferente en
1989 bajo el liderazgo de Lacalle, con una
minoría significativa de Pereyra, un tercer
esquema bien diferente con la polaridad lacallismo
- Volonté en 1994, y ahora este nuevo cuarto
esquema en 1999.
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