La
convocatoria a la cúpula política
Entrevista con el politólogo Oscar A. Bottinelli.
EMILIANO
COTELO:
Desde hace un tiempo, el almuerzo mensual que organiza la Asociación
de Dirigentes de Marketing (ADM) se ha transformado en un gran
generador de noticias. El "plato central" de ese almuerzo
es el discurso de una personalidad nacional o extranjera.
Anteayer,
miércoles, fue el presidente del Directorio del Partido Nacional,
Luis Alberto Lacalle, quien hizo uso de la palabra y lanzó la
propuesta de que el presidente Jorge Batlle convoque a una cúpula
política para encontrar salidas a la crisis económica vigente. Según
Lacalle, esa cúpula política debería estar integrada por Tabaré
Vázquez, Julio María Sanguinetti, Rafael Michelini, el propio líder
blanco y el presidente de la República.
La
propuesta no ha tenido demasiado eco, el tono de los comentarios que
se pudo recabar al más alto nivel de los partidos aludidos fue en
general de cautela y frialdad, según destacan hoy distintas crónicas
de prensa.
De
todos modos, vale la pena examinar este asunto. Por esa razón el
politólogo Oscar A. Bottinelli nos propone para el análisis de hoy
este título: "La convocatoria a la cúpula política".
***
OSCAR
A. BOTTINELLI:
Analicemos en
general. Las reuniones de cúpula política pueden tener dos grandes
formatos. La cúpula de todo un sistema político puede ser el 100%
o puede acercarse a él, puede haber países donde grupos políticos
considerados extrasistema son excluidos de una cúpula política
omnicomprensiva. O puede ser una cúpula política lo que sostiene
un gobierno o una acción de gobierno, en el caso uruguayo sería la
coalición. Esos son los dos grandes formatos.
En
general, el funcionamiento de cúpulas políticas, particularmente cúpulas
representativas de todo o casi todo el sistema, o el no
funcionamiento de las mismas, está representando en qué estadio de
desarrollo político se mueve un país. Generalmente, cuando las cúpulas
políticas de todo un país tienen un funcionamiento relativamente
aceitado, es un país que logra moverse dentro de un esquema de alta
consensualidad en temas básicos. Cuando las cúpulas políticas no
se reúnen, esto es más difícil.
A
veces las cúpulas políticas son muy escuetas, estamos hablando de
países donde se mueven un jefe de gobierno y un jefe de la oposición.
Quizás el grado de noticia que significa la reunión de una cúpula
política tiene que ver con si es o no un árbol del paisaje. En
España, cuando el presidente del gobierno se reúne con el jefe de
la oposición es una noticia que se cubre varios días antes y
varios días después, lo que revela un diálogo muy dificultoso
que, por ejemplo, se torna algo fluido en la presente situación,
por el tema de la ETA e incluso por el tema de la tensión entre el
gobierno central de España y el gobierno regional de Euskadi.
EC
- ¿Otros ejemplos de otros países?
OAB
- En Italia funcionó con algún nivel de aceitado, enseguida de la
guerra, el arco constitucional. Luego ha tenido diversas fórmulas,
pero lo que se ve como algo común es mucho diálogo cruzado y diálogo
de las cúpulas de cada uno de los dos bloques entre sí, del bloque
de centroizquierda por un lado y del de centroderecha por otro, diálogo
de los liderazgos entre sí o de grupos de uno con grupos del otro.
En
el caso uruguayo tengamos claro que prácticamente hasta la
interrupción institucional de 1973 no hubo un funcionamiento normal
de cúpulas políticas. Había un funcionamiento de distintas
maneras del partido de gobierno, nos movíamos en un esquema muy
claramente bipartidario. No era para nada habitual que el presidente
de la República o del Consejo se reuniera con los líderes de todos
los partidos. A lo sumo había un juego de consultas. Pero es verdad
y hay que observar que los partidos tenían líderes que, si no
llegaban a estar en la Presidencia de la República o en el Consejo,
estaban en el Parlamento, generalmente en el Senado, por lo tanto
había un funcionamiento normal de diálogo en el propio ámbito
parlamentario, el lugar de diálogo de los partidos políticos era
por esencia el Parlamento. Esto es así hasta fines de los 60 o
hasta el mismo momento del golpe de Estado.
Lo
que tenemos entre el Uruguay anterior y posterior a la interrupción
institucional es que después de la interrupción institucional el
Parlamento queda inequívocamente en un plano mucho más gris, mucho
más atrás. Los partidos, en cuanto a centros de poder partidario,
sobre todo a liderazgos, adquieren un protagonismo mayor y surge la
reunión fuera del ámbito parlamentario. Y, ligado a una reunión
conducida por el presidente de la República, surge el
funcionamiento de las cúpulas políticas.
EC
- Cúpulas que en realidad comenzaron a formar parte frecuente del
paisaje político uruguayo antes de la democracia, en la transición,
en los finales de la dictadura.
OAB
- Veamos cuáles son los estadios. Primero fue la interpartidaria
con miras a la primera negociación con las Fuerzas Armadas, que tenía
un problema serio, excluía a la izquierda, al espectro político
que no estaba habilitado legalmente por el régimen militar y por lo
tanto comprendía al Partido Colorado, el Partido Nacional y la Unión
Cívica. Luego viene la multipartidaria, que es comprensiva de todo
el sistema, pero que dura dos meses, desde principios de abril hasta
el 20 y pico de junio de 1984. Después funciona sólo con los
partidos que negocian en el Club Naval: el Partido Colorado, el
Frente Amplio y la Unión Cívica. Luego viene la Concertación
Nacional Programática por un lado y la concertación política por
otro, donde se expresan los cuatro partidos políticos. Finalmente,
viene el manejo de cúpulas de Sanguinetti.
¿Por
qué digo de cúpulas? Primero, hay una cúpula interpartidaria, que
cada vez fue menos noticia, porque entre 1985 y 1987 tuvo un
funcionamiento muy regular, con una frecuencia de más de dos veces
por mes; si recorremos la prensa de la época encontramos algún período
en que se reúne todas las semanas. Esa cúpula estaba compuesta por
Líber Seregni, presidente del Frente Amplio, Wilson Ferreira
Aldunate, presidente del Partido Nacional, Humberto Ciganda,
presidente de la Unión Cívica, Enrique Tarigo como secretario
general del Partido Colorado y Julio María Sanguinetti como
presidente de la República. No había una división sectorial sino
una división de roles entre el presidente de la República como
jefe de Estado y de gobierno y Enrique Tarigo, que si bien era el
vicepresidente también era el secretario del Partido Colorado y actúa
como tal.
Esto
se complementa por un juego en el Partido Colorado que tiene dos
ejes, un juego bipolar Sanguinetti-Pacheco, y un juego de la cúpula
del Batllismo Unido que eran las reuniones habituales entre
Sanguinetti, Tarigo, Jorge Batlle y Manuel Flores Silva, de la
Corriente Batllista Independiente.
EC
- Recordemos que estamos hablando del primer gobierno de
Sanguinetti.
OAB
- De ahí en adelante hubo modificaciones. A partir del final del
gobierno de Sanguinetti ya no fue tan fácil hacer una reunión de cúpula,
porque, si bien Seregni era el presidente del Frente Amplio, lo que
formó el Nuevo Espacio estaba cada vez más independiente. Cuando
Lacalle asumió la Presidencia de la República, las veces que hizo
una reunión de cúpula ya necesitó una sala grande, las reuniones
fueron de 11 a 13 convocados, los partidos dejaron de expresarse
entre sí, sobre todo el Partido Nacional y el Partido Colorado. El
Frente Amplio siguió teniendo un solo interlocutor y el Nuevo
Espacio apareció también con Hugo Batalla como interlocutor único.
El Partido Nacional empieza a expresarse a través de sectores.
EC
- Ya no estaba Wilson.
OAB
- No estaba Wilson Ferreira, Lacalle era el presidente de la República,
el vicepresidente Gonzalo Aguirre tenía un sector, Carlos Julio
Pereyra representaba a otro, Por la Patria estalló y se fue
dividiendo. En el Partido Colorado tampoco había un único
interlocutor. Por lo menos aparecieron tres: Jorge Batlle, (Jorge)
Pacheco y (Pablo) Millor, que acababa de romper con Pacheco. Eran
grupos con representación parlamentaria.
El
juego era muy complejo: por un lado había una cúpula blanca -la más
reducida fue la que integraron el presidente Lacalle, Gonzalo
Aguirre y Carlos Julio Pereyra- y por otro lado una cúpula de todo
el sistema que, por ser tan grande, fue convocada en circunstancias
muy importantes como, por ejemplo, la entrada al Mercosur.
EC
- ¿Qué pasó durante el segundo gobierno de Sanguinetti?
OAB
- En el segundo gobierno de Sanguinetti el funcionamiento de la cúpula
interpartidaria se dio en circunstancias muy puntuales, como todas
las que caminaron hacia entendimientos y desentendimientos en la
reforma constitucional. Ahí estuvo la peculiaridad de la
representación de la izquierda. Lo clásico es que cuando va uno
por partido cada uno representa su grupo, pero allí iba Líber
Seregni por el Frente Amplio y Tabaré Vázquez por el Encuentro
Progresista.
EC
- Que incluía al Frente Amplio.
OAB
- Que incluía al Frente Amplio; no eran dos fuerzas separadas. El
Frente Amplio era más del 90% del Encuentro Progresista. Fueron cúpulas
muy amplias, por el Partido Nacional estaban (Alberto) Volonté,
Lacalle, Carlos Julio Pereyra, después (Juan Andrés) Ramírez; por
el Partido Colorado estaban Pacheco y Batlle. Es interesante ver que
Sanguinetti no siguió el juego anterior y estaba como jefe de
gobierno y además representando a su grupo político, el Foro
Batllista. Esto iba en paralelo a un juego entre el presidente de la
República como líder de su grupo y del Partido Colorado por un
lado y Alberto Volonté como presidente del Partido Nacional.
Ahí
hubo un funcionamiento muy fluido, esos tres años, 1995, 1996 y
1997, tal vez estén marcando uno de los funcionamientos más
prolijos de una coalición en cuanto a que hay dos partidos que la
integran, las cabezas de los partidos se reúnen entre ellas y cada
una se reúne con su partido. Interpartidariamente, salvo
circunstancias como la reforma constitucional, fue difícil porque
además la relación Sanguinetti-Tabaré Vázquez tuvo un nivel de
rispidez tal que hizo difícil un funcionamiento más fluido, como
el ocurrido en los períodos anteriores.
***
EC
- Luego de haber visto esos antecedentes, de otros países y del
nuestro, nos detenemos en el llamado concreto que hizo esta semana
el doctor Lacalle.
OAB
- En primer lugar vamos a ver a quiénes llamó, o a quiénes dijo
que el presidente tenía que llamar. Es muy interesante ver los
nombres que menciona: del Encuentro Progresista-Frente Amplio,
naturalmente Tabaré Vázquez, que es su presidente, líder
indiscutido de la primera fuerza política del país; del Nuevo
Espacio Rafael Michelini, con lo que incluye a todos los partidos;
del Partido Nacional se menciona a él mismo, presidente del
Directorio y ex candidato presidencial; del Partido Colorado
menciona a Julio María Sanguinetti y, naturalmente, al dueño de
casa.
EC
- Allí hay una incoherencia entre el representante que propone para
el Partido Nacional y el que propone para el Partido Colorado.
OAB
- Esto puede verse de tres maneras: como una incoherencia, como una
picardía –esto no es contradictorio con lo anterior– o como un
diagnóstico de funcionamiento político, lo que también es
correcto; también puede ser una picardía y un diagnóstico
correcto. ¿A qué nos referimos? Obviamente, la relación
Batlle-Sanguinetti no es la de Sanguinetti-Tarigo, que eran uno
presidente de la República y el otro representante del Partido
Colorado; claramente cada uno representa lo que es, medio partido
cada uno, si tenemos en cuenta, combinados, los resultados de
octubre y mayo. Lo interesante es que a nadie le llamó la atención
que se considerara que la cúpula política de Uruguay son estos
cinco nombres, nadie dijo que falta alguien significativo o que
sobra alguien.
Respecto
al Partido Nacional, notoriamente Lacalle no representa, como líder
político, a la totalidad, pero tiene dos o tres elementos que le
permiten investir claramente la representación de su partido.
Primero, el partido tiene un funcionamiento político orgánico, que
no tiene el Partido Colorado; no sólo ahora, lo tuvo de mucho
tiempo atrás, bajo la presidencia de Wilson Ferreira Aldunate, y lo
tuvo durante el período de la coalición Volonté-Sanguinetti.
EC
- El Directorio se reúne todos los lunes; además se reúne la
Convención, etcétera.
OAB
- El Directorio se reúne, pero además no para discutir si hay que
pintar la casa del partido, sino para discutir y resolver temas políticos.
La reunión del Directorio de los lunes es noticia, que es lo que
determina si una reunión tiene importancia o no. Además Volonté,
como presidente del Directorio, invistió la representación de todo
el partido, por lo menos en los tres primeros años de gobierno. Era
claro que el presidente del Directorio del Partido Nacional es el
interlocutor del partido, no lo inventa Lacalle. Además, a
diferencia de Volonté, que lideraba medio partido, mientras que el
otro casi medio partido era liderado por Lacalle y todavía estaba
Carlos Julio Pereyra, y después vino la ruptura con Ramírez y todo
lo demás. Ahora, después de Lacalle, no hay claramente una figura
que represente a todo ese medio Partido Nacional.
En
el caso del Partido Colorado, su Comité Ejecutivo no es un órgano.
Aunque funciona regularmente no lo hace como un órgano que decide
políticamente. Por ejemplo, a nadie se le ocurrió que los
problemas entre el ministro de Salud Pública y el Foro Batllista se
discutieran en el seno del Comité Ejecutivo. El Partido Colorado
está funcionando como dos grandes bloques políticos; uno es el
Foro Batllista, que tiene por un lado su agrupación de gobierno,
ahora su comisión política, y la Lista 15, que funciona quizás un
poco más inorgánicamente. Son dos polos que se interrelacionan
entre sí a nivel de gabinete, de Parlamento o del liderazgo y la
comunicación Batlle-Sanguinetti.
Aunque
aparente ser una incongruencia o una picardía de Lacalle -e
independientemente de que pueda serlo y marcar la diferencia entre
un partido y otro- nadie discute que ésta es la cúpula política
del país. Si sacamos a Vázquez y Michelini, esos tres nombres son
la cúpula política de la coalición de gobierno. Una relación
Batlle-Lacalle no estaría implicando a todo el Partido Colorado con
todo el Partido Nacional, como sí ocurrió en la relación
Sanguinetti-Volonté en el período anterior. No porque Volonté
fuera el líder de todo el Partido Nacional ni Sanguinetti el 100%
del Partido Colorado, pero cada cual tenía un juego de investir
representaciones y luego hacer lo que corresponde a una representación,
que es discutir con los representados y llevar adelante esa
representación. Hoy no está ocurriendo eso, entre otras cosas por
la situación de fricción, de tirantez, que hay en el Partido
Colorado y de dos liderazgos donde ninguno le cede al otro la
representación partidaria. Batlle tiene la estatal por derecho
propio.
***
EC
- Veamos el porqué de esta convocatoria que hace el doctor Lacalle.
OAB
- Hay dos tipos de porqué, uno de fondo y otro de forma, o uno de
fondo-país y otro de fondo político. El de fondo político es que
tampoco funciona una cúpula de coalición de gobierno. No sólo no
funciona una cúpula, no se reúnen las cabezas de los grupos políticos
que integran el gabinete, sino que tampoco es fluida la relación
por lo menos entre el Partido Nacional y el presidente de la República.
EC
- Si será así, que una de las reacciones de frialdad que se han
producido en estas horas ha venido del Foro Batllista y ha sido la
del diputado (Washington) Abdala, que ha dicho que antes que una cúpula
de todos los líderes políticos deberíamos tener reuniones que
mejoraran el funcionamiento de la propia coalición de gobierno.
OAB
- Cuando el presidente Batlle estaba fuera del país, en la Cumbre
del Milenio, Lacalle dijo que cuando el presidente volviera hablaría
con él para hacerle tal y tal planteo. Esa reunión hasta ahora no
se produjo. Por un lado da la impresión de Lacalle elige la forma pública
de la convocatoria, en lugar de hacer una llamada telefónica a
Batlle y decirle que sería bueno que convocara a tal reunión.
Parece estar diciendo que como el telegrama no llega hace una carta
abierta. Y en segundo lugar, ya que no se puede reunir una cúpula
de la coalición de gobierno, que se busque algo más amplio.
El
tema de fondo es la percepción que presenta Lacalle, que tiene unos
cuantos actores, de que el país está en una situación difícil,
de que no hay caminos acordados entre las fuerzas de todo el país o
de las que sostienen al gobierno, que hay divergencias importantes
en los caminos a adoptar y que la visión que presenta el Partido
Nacional es de cierta parálisis o de ciertas inconsistencias del
gobierno a la hora de buscar caminos.
EC
- Para complementar todo esto, el doctor Lacalle dice que incluso
encuentra bastante proximidad entre algunas ideas que él y su
partido han propuesto para superar la crisis y las que surgen del
Encuentro Progresista.
OAB
- Queremos mencionar dos cosas para terminar el análisis. Tú
apuntas a una muy importante y que quizás dé lugar a otro análisis:
cómo ha manejado Batlle las relaciones. Las ha manejado como un
presidente muy unipersonal, no como un presidente cabeza de coalición,
casi como un presidente estadounidense que luego tiene que negociar
los votos en el Congreso para que le aprueben las leyes, cumpliendo
él la función ejecutiva por su cuenta y riesgo. No es el estilo más
parlamentarista de Uruguay, donde el presidente lleva adelante todos
los actos de gobierno respaldado en una coalición que es la que le
da soporte legislativo y parlamentario. Esto se ha traducido en que
nunca hubo una reunión de cúpula política, Sanguinetti más
Batlle más Lacalle discutiendo todos los temas; no es nada fluida
la relación Partido Nacional-Partido Colorado y tampoco es muy
fluida la relación dentro del Partido Colorado entre la 15 y el
Foro.
El
otro aspecto es que Batlle sí ha mantenido una relación mucho más
fluida con el Encuentro Progresista-Frente Amplio que la que ha
tenido con el Partido Nacional, al menos esto es lo que denuncia
permanentemente el Partido Nacional y da la impresión de que se
corresponde con los hechos. Por lo tanto, esta frase de Lacalle en
que marca sus coincidencias con Tabaré Vázquez apuntaría a
convalidar un juego de tres patas que plantea Batlle, en lugar del
juego que surge de las elecciones.
Hay
dos bloques, el de gobierno y el opositor. El bloque opositor es básicamente
el Frente Amplio -quizás se pueda incluir al Nuevo Espacio pero no
funcionando en bloque con el Frente Amplio- y del otro lado está el
Partido Colorado más el Partido Nacional. Hay dos bloques; el
bloque de gobierno tiene estas dos grandes patas y la pata del
Partido Colorado tiene dos grandes líderes. Lacalle dice que hay
tres grandes patas: el Partido Colorado, el Partido Nacional y el
Frente Amplio, y cada uno se puede aproximar al otro con absoluta
independencia. Es un juego de tríadas, un juego libre de tres, lo
cual en cierto modo es la antítesis del juego de bloques pero también
del de coalición de gobierno. Habría que ver si también ahí no
hay un mensaje subliminal que está pasando el ex presidente Lacalle
en relación a todo el manejo de la coalición de gobierno.
Lo
cierto es que este llamado, esta frialdad que ha obtenido el
llamado, está revelando un diagnóstico: que Uruguay no sólo está
atravesando un momento extremadamente difícil desde el punto de
vista económico y social, sino que está exhibiendo ciertos
rechines en el encastre de los engranajes políticos. No hay un
funcionamiento fluido, cómodo, regular del sistema político. El
hecho de que un socio de la coalición de gobierno aproveche un
acontecimiento como el almuerzo mensual de ADM para decirle a su
socio que tiene que reunirse toda la cúpula política, aunque fuese
una jugada política de Lacalle –y sin duda lo es–,
independientemente de eso está marcando que algo no está
funcionando.
Imaginemos
esto mismo hecho por Volonté hace cinco años. Era inimaginable, un
absurdo que Volonté, que entraba y salía de Casa de Gobierno día
por medio, estuviera diciendo que había que reunirse con el
presidente de la República, o que le dijera al presidente por ese
medio que había que reunirse con los demás. Levantaba el teléfono
y lo hacía. Esto está marcando dos estadios completamente
distintos.
EC
- El hecho de que Lacalle elija plantearlo públicamente seguramente
tiene su origen en que no ha podido dialogarlo directamente con el
doctor Batlle. Pero también se genera otro hecho: al plantearlo públicamente,
lo más probable es que su iniciativa no tenga eco, que el
presidente diga "así no". Todo se bloquea con todo.
OAB
- Los acuerdos nunca se logran por conferencia de prensa o
telegramas colacionados. Los acuerdos de paz se logran después de
largas negociaciones, de muchas negociaciones secretas. No ocurre
que cada uno haga propuesta y contrapropuesta en medio de
conferencias de prensa y ante la opinión pública.
Lo
curioso es que las posibilidades de un funcionamiento de la cúpula
de todo el sistema político son mucho mejores que en el gobierno
anterior, por esta mejor relación que tiene el Frente Amplio, o
Tabaré Vázquez, con el gobierno y con el Partido Colorado, sobre
todo a través de la 15, que es mucho mejor que la que exhibía en
el gobierno anterior. Y, como contrapartida, la coalición de
gobierno no tiene funcionamiento fluido del período anterior.
No
es fácil que funcione bien una cúpula de todo el sistema político
si eso no está articulado con un buen funcionamiento de la coalición
de gobierno, porque generalmente estos dos planos de cúpula
responden a dos planos de problemas, los que tienen que ver con la
conducción de la línea básica del gobierno, que requiere un
acuerdo fundamental no sólo en sus horizontes sino también en su
ejecución, y por otro lado la cúpula para los acuerdos macro de país.
Si pueden funcionar los acuerdos macro y no los otros, alguna pata
no está funcionando.
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